Marcelo Bielsa y Stanley Kubrick: una forma de entender dos pasiones
Quizá el oficio de entrenador de fútbol no sea tan distinto del de director de cine. Ambos tratan de encarrilar los recursos disponibles con el objetivo de orientarlos hacia la consecución de unos objetivos previamente marcados, y la última palabra sobre todo aquello que rodea su ámbito la tienen ellos. Casi siempre. También comparten responsabilidades, tanto en la victoria como, sobre todo, en la derrota. Hay entrenadores, y directores de cine, que tratan de hacer su trabajo sin excesivas complicaciones, ocuparse de lo meramente suyo, cumplir con lo encomendado y marcharse a casa con el saber del deber cumplido. No todos son así: entrenadores y directores que tratan de controlar hasta el más mínimo detalle, sin dejar nada a los designios caprichosos e imprevisibles del azar, exigentes de la perfección que aman y viven su trabajo. Así es Marcelo Bielsa y así era Stanley Kubrick, dos referentes en el mundo del fútbol y del cine con personalidades complejas y más de una y de dos similitudes.
Meticuloso, perfeccionista, hermético, solitario, exigente, obsesivo, misterioso, excéntrico, megalómano, chocante, detallista… podría estar hablando tanto del técnico argentino como del fallecido cineasta neoyorquino. A ambos les han llamado locos, y también les han llamado Dios. Pero al igual que tienen incondicionales que aman su trabajo tienen también detractores que no entienden o comprenden su éxito. Dos personas de mundos radicalmente opuestos, el deporte y el arte, el fútbol y el cine, que tienen sin embargo una forma de trabajar y una manera de entender su pasión de una forma muy similar. Estoy convencido de que, si Marcelo Bielsa fuera director de cine, habría sido como Kubrick, y si el director hubiese convertido el fútbol en su vida, habría sido como Bielsa.
Desde temprana edad supieron qué era lo que les apasionaba y que querían hacer de su pasión su modo de vida. Desde que Bielsa, siendo un niño, escapaba por la ventana de sus clases de piano en su casa de Rosario para ir a dar patadas a un balón, o desde que Kubrick, ante el motivo de “no me interesa”, dejaba de hacer sus tareas para encomendarse a algo que le fascinaba: la fotografía. Le apasionaba inmortalizar los momentos y sabía que su vida se situaría detrás de una cámara. Con sólo 23 años rodó su primer documental y dos años después su primera película: ‘Fear and Desire’.
Marcelo Bielsa, lógicamente, llegó más tarde a los banquillos, aunque tenía claro que ése sería su destino. Antes fue un futbolista de éxito moderado. Consciente de sus limitaciones y decidido a hacer carrera en los banquillos, se retiró a los 26 años. Después sería entrenador en las inferiores de Newell’s, el club de su vida y cuya camiseta también había vestido como futbolista. Ya entrenando a las futuras estrellas demostraba Bielsa su compromiso y también lo estricto de sus métodos. Aunque no tanto como el sargento de ‘La Chaqueta Metálica’. El salto al fútbol profesional lo esperaba con impaciencia, pero Jorge Griffa, mítico defensa argentino que entonces se encontraba también en las inferiores del club, le dijo: ¿adónde vas? no te apresures, no cometas mi mismo error, aún estás en pañales. Finalmente la oportunidad le llegó en 1990, llevando al club por Senderos de Gloria hasta la consecución del título nacional.
Bielsa y Kubrick llegaron al fútbol y al cine con algo en común: poco les importaba lo comúnmente aceptado y los cánones establecidos y considerados correctos. Tenían su propia manera de ver las cosas y estaban dispuestos a ponerlas en práctica. Más difícil lo tuvo Kubrick, consciente de las directrices de las productoras. El punto álgido de tensión llegó cuando en la película ‘Espartaco’ le impusieron rodarla en color para darle un aspecto más comercial, algo que Kubrick no quería bajo ningún concepto. De hecho, sus dos siguientes películas, ‘Lolita’ y ‘Dr. Strangelove’, fueron rodadas en blanco y negro. En estos días vemos también cómo Bielsa tiene también problemas por su interés en tenerlo todo bajo control.
Kubrick quería controlar cada mínimo detalle de sus producciones: no sólo la dirección, sino también el montaje, el guión, la dirección de actores, la música, las cámaras empleadas, los efectos visuales… Bielsa es también detallista y meticuloso, nada queda en manos del azar y todo ha de ser controlado y supervisado. Lo hemos visto esta turbulenta semana en el Athletic, donde las obras de Lezama le han causado un disgusto. Incluso le hemos visto en invierno discutir con el jardinero por el estado del césped. Si alguien se sorprende es que no sabían a quién habían contratado, siempre fue así.
Algunos dicen que el rosarino se extralimita en sus funciones, como decían también de Kubrick cuando metía mano en el guión, por ejemplo, pero es su forma de trabajar, no conciben su pasión de otra manera. No sólo a Bielsa le ha traído un disgusto: la obsesión de Kubrick por tenerlo todo bajo control le llevó incluso a elegir personalmente el doblaje de sus películas en el extranjero, y esto le llevó a una fatal decisión: el horroroso doblaje español de Jack Nicholson en ‘El Resplandor’, una de sus grandes obras maestras.
De alguien tan comprometido y concentrado en su trabajo como Kubrick se creía que ignoraba al mundo, pero nada más lejos de la realidad. Algo parecido se podría pensar de Bielsa, y de ambos se dice lo mismo: muy pocos han llegado a conocerlos realmente. De ellos se dice que son exigentes, temperamentales o mandones, pero también amables, que prefieren o preferían el anonimato, estar con los suyos. Incluso tenían también en común el hecho de no conceder entrevistas personales.
A Bielsa se le achaca a menudo su escaso palmarés, en el que ha ganado tres ligas con Newell’s y Vélez y un oro olímpico con Argentina. Stanley Kubrick nunca ganó un Óscar más allá de los efectos visuales de ’2001: Una odisea en el espacio’, ¿pero alguien duda de que es uno de los grandes de la historia del cine?
Marcelo Bielsa y Stanley Kubrick: una forma de entender dos pasiones