La sucesión de acontecimientos que se ha dado en estos últimos días, nos permite entender que River está entre la espada y la pared, sumerigido en una guerra de egos e intereses en la que a los participantes lejos está de importarles el momento, la situación o el futuro de del club. Se relojean, se juntan, se hablan, se pelean, se vuelven a juntar en una clara demostración de que es todo un circo mediático en el cual River importa poco y nada. Les importa sus bolsillos, sus egos, sus reputaciones, su futuro político. River? Bien gracias. River está preso de una lucha donde participan intereses comerciales, políticos, de poder. A ninguno de los personajes de esta burda comedia les interesa River mas que para satisfacer sus propios intereses. A ellos les preocupa su bolsillo o su quintita de poder. El único que sufre gratis o todavía paga por hacerlo es el hincha.
Tampoco es de extrañar que en las crísis mas profundas surjan mesianismos que intentan encontrar en un personaje la solución definitiva a todos los problemas que nos aquejan. River no escapa a la regla. Los últimos días hemos sido testigos de ello. Lo peligroso es que la única solución que se encuentre a 8 años de frustraciones sean proyectadas en una sola persona como la única capaz de terminar con tanto sufrimiento.Y mas peligroso aún es que pareciera ser éste el único argumento que los opositores a esta macabra dirigencia esgrimen como para revertir la situación en un futuro. Incluso, en relación a ello , hasta se tejen las mas insólitas, impensadas y peligrosas alianzas. Servirá para capturar votos pero señores acá el problema es mucho mas profundo. River necesita de un proyecto futbolístico serio a mediano y largo plazo y no de soluciones mágicas ni de que, atraídos por las luces de tal o cual celebridad, se acerquen grupos empresarios golondrina para hacernos los guapos del barrio dos años y después terminar penando por los rincones cuando los buitres vengan por su comida.
Luego de lo visto, escuchado y leído durante estos últimos días, uno siente una profunda nostalgia de no contar entre nosotros a un hincha de River de ley como lo fue Angel Labruna. Ese mismo que dirigiendo otros equipos lo primero que hacía al llegar al vestuario era preguntar como había salido River. A ese si que lo rajaron como un perro dirigentes tan inescrupulosos como estos. Ése era de River en estado puro. Ése era de River en serio. Los que vinieron atrás se esforzaron y se esfuerzan, desde su verborragia y sus gestos, por acercársele pero no son mas que simples caricaturas de lo que fue el gran Angel. Ese Ángel que desde alguna nube, viendo como nos peleamos entre nosotros, venerando a dioses paganos y dando de comer a las fieras que gozan de como River se cae a pedazos, debe querer pegarnos a todos una fulminante patada en el traste.
Saludos