Lo fue todo. Fundador, jugador y primer capitán del equipo, y primer presidente del club. Pero como si todo eso no fuera suficiente, Bard también fue el gestor de que la fusión entre La Rosales y Santa Rosa recibiera el nombre de River Plate.
El nombre fue motivo de discusión para los fundadores. Carlos Antelo propuso La Rosales; Pedro Martínez, River Plate; Pedro Ratto, Forward; y Bernardo Messina, Juventud Boquense. Se optó entonces por el de River Plate y el club se llamó Club Atlético River Plate. Leopoldo Bard fue su primer presidente. La incipiente agrupación futbolera fue creciendo trabajosamente.
Entonces, ya acordada la fusión, el 25 de mayo de 1901 se fundó el club, que tenía su cancha en Dársena Sur y su primera Comisión Directiva con Bard a la cabeza:
Presidente: Leopoldo Bard
Vicepresidente: Alberto Flores
Secretario: Bernardo Messina
Prosecretario: Enrique Balza
Tesorero: Enrique Salvarezza
Protesorero: Juan Bonino
Vocales: José Pita, Enrique Zanni, Pedro Martínez, Eduardo Rolón, Carlos Antelo y Livio Ratto.
Los puntos a destacar durante este primer período fue la inscripción de River en AFA (por ese entonces llamada Argentine Football Association). En 1905, la Comisión Directiva anotó al equipo en la Tercera Liga, y en 1906, pese al mal desempeño del año anterior, lo inscribió en la Segunda División, donde no tuvo mejor suerte.
Aunque en 1907, llegó a disputar la final por el ascenso a Primera con Nacional de Floresta, contra quien cayó 1-0. Recién 1908, sobre el final del mandato de Bard, River logró convertirse en el segundo equipo en ascender a la máxima categoría tras vencer a Racing en dos oportunidades.
Después, el camino del primer presidente millonario estuvo ligado a su prestigiosa carrera como médico y a la política nacional, como hombre incondicional de Hipólito Yrigoyen. Junto a ese emblema del radicalismo, Bard se ungió como diputado de la Nación y, durante la dictadura de 1930, fue secuestrado y torturado en dos oportunidades.
En 1932, con el fin de la dictadura de Uriburu, fue absuelto, y en 1947 el gobierno de Perón lo nombró director general de Higiene y Seguridad del Trabajo. Diez años más tarde, este símbolo de River escribió su autobiografía: Estampas de una vida.
Primer equipo de River Plate (1901):
De izquierda a derecha, arriba: Moltedo, Ratto, Cevallos;
al centro: Peralta, Carrega, Bard;
abajo: Kitzler, Martínez, Flores, Zanni y Messina.
Cita de su libro:
En 1905 y a los 15 años inicia la carrera de medicina e ingresa como interno al Hospital Muñiz, donde es recibido por el Dr. Penna y comienza una carrera profesional que lo llevará a especializarse en higiene médica y medicina laboral. Ese mismo hospital Muñiz tan vinculado a River Plate, pues de él salieron los tablones necesarios para la casilla y los bancos de la cancha de Dársena Sud, hospital y club atravesados por el espíritu emprendedor del primer presidente de River Plate. Bard se formó con los padres de la medicina argentina y se distinguió como profesional, rindiendo su último examen ante José María Ramos Mejía y José Borda; llegó a publicar más de 450 artículos en diversos medios y revistas especializadas, dictó innumerable cantidad de cursos y conferencias de extensión universitaria en diferentes ámbitos de todo el país, principalmente sobre cuestiones médicas vinculadas a la higiene y la profilaxis, fue pionero en el dictado de cursos y conferencias radiofónicas, condujo un programa radial e integró el staff de las radios Rivadavia, Excelsior y Splendid. Su carrera profesional estuvo plagada de distintos cargos como docente de distintas cátedras de la Facultad de Medicina, presidió la Asociación Argentina de Higiene Social e integró distintas asociaciones profesionales. En 1947, fue nombrado Director General de Higiene y Seguridad del Trabajo por el gobierno de Juan Perón; una pequeña reivindicación para un hombre que desde 1930 en adelante había pagado cara su lealtad para con Hipólito Yrigoyen, a cuyas ideas fue consecuente toda su vida.
“Leopoldo Bard, renombrado líder de la UCR”, del libro Cómo fue la inmigración judía en la Argentina, de Boleslao Lewin (2ª edición ampliada, Colección Esquemas Históricos, Editorial Plus Ultra, Buenos Aires, 1983):
El doctor Bard que, con el tiempo, llegó a ser uno de los expositores más populares de la UCR, se inició en el arte de la oratoria en 1907. Según él mismo cuenta: “Estaba en aquel entonces de interno en el hospital Teodoro Álvarez, en Flores (N de R: esto explicaría por qué en 1906 y 1907 –¡mientras seguía siendo presidente de River– Bard juega como centrehalf en Flores, un equipo que también militaba en Segunda División en la Asociación), siendo alumno del segundo año de la facultad, prestando servicios en el Laboratorio. (…) El comité de la juventud de la circunscripción quinta, sección a la que pertenecía el hospital, era presidido por el doctor Juan Francisco Núñez Lozano, quien me invitó a hacer uso de la palabra en una asamblea que debía realizar en el local de la Sociedad Italiana, ubicada cerca de la estación y la plaza Flores”. (…)
Bard admiraba a Hipólito Yrigoyen y por él era apreciado. Gracias a su indicación, en 1926, el médico con frecuencia vilipendiado fue electo presidente del Bloque de Diputados de la Unión Cívica Radical. (…)
Sus escritos tienen un tono erudito y un estilo elegante pero no elitista, acorde con su idea de que el engrandecimiento personal, ético-moral y profesional, debe estar al servicio de la vocación política. Dedicó su libro a la juventud y a lo que simbolizan la libertad, el derecho, la justicia, el respeto por la diversidad de opiniones y al olvido del rencor, pero sobre todo a la creencia de que no hay destino personal deshilvanado de la obligación de servir al país y a los demás.
“Para qué engolfarnos tanto en las miserias humanas; hagamos que gravite en lo más profundo de nuestro espíritu los ideales de los fundadores y realizadores de la nacionalidad argentina; tratemos de ser dignos de ellos, cada uno en la esfera de acción que le toque actuar, mientras se tenga aliento para vivir, así, solamente así, se llega a la consecución del ideal que perseguimos”.
Encontrar estas cosas me dan fuerzas para seguir adelante… Sigamos los pasos de gente como Leopoldo Bard, como Angel Labruna entre otros si queremos volver a ser lo que fuimos.