HOLA RIVER
Protagonistas pero no kamikazes
La filosofía River es clara, motivo de identidad y orgullo riverplatense. El gusto por el fútbol bien jugado, los grandes jugadores que conforman grandes equipos, la exigencia de ganar y complacer un exquisito paladar, la obligación postural de ir al frente y asumir el protagonismo nos abraza a lo largo de la historia.
A veces más, a veces menos, generalmente River va por ahí. Bastante por mandato histórico y un poco también porque la precaución de los rivales nos empuja a tener que asumir la responsabilidad de ir por el partido.
Eso es así desde siempre. Pero, siempre hay un pero, no hay que entrar en la confusión, en la exageración ni en el fundamentalismo. O sea, ser un equipo protagonista y que va al frente no nos obliga a jugar de un modo inconsciente pensando sólo en el arco contrario. El fútbol tiene dos arcos y hay que prestarle atención a los dos.
Esta reflexión es motivada por los siete partidos en fila que River viene ganando en el torneo local sin recibir goles. La progresión: 2-0 a Lanús, 3-0 a Godoy Cruz, 2-0 a Sarmiento, 1-0 a Unión, 3-0 a Huracán, 3-0 a Gimnasia y 1-0 a Newell’s. Son 15 goles a favor y ninguno en contra. En algunos de estos partidos, los resultados llegaron como consecuencia de una superioridad muy marcada que finalizó en lógica goleada. En otros, incluso alguno que terminó siendo un resultado holgado, resultó fundamental la solidez del sistema defensivo y las apariciones de Armani que siempre está cuando se lo llama a intervenir.
Lo que quiero decir es que no tenemos por qué transformar una marca identitaria, una forma de jugar al fútbol que nos hace felices, en un hecho obligatorio de 90 minutos en todos los partidos. Es un valor la inteligencia de saber cuándo atacar, cuándo entretener la pelota con paciencia, cuando retroceder para aprovechar espacios, cuándo dar un paso atrás para luego avanzar dos adelante.
Pasa en el boxeo, por ejemplo, que a veces un gran noqueador mete un mandoble y deja a su rival tambaleando, pero al abalanzarse permite que el rival se abrace, lo agarre, lo retenga y gane ese tiempo necesario para volver a entender dónde está parado.
River es un equipo que va al frente, que tiene funcionamiento, muestra energía y voracidad a la hora de la recuperación de la pelota y es evidente que está ganando orden y solidez en el aspecto defensivo. Es todo un complemento. El equipo es uno solo y lo mejor que puede pasar es que ataque bien y que defienda bien. Nuestra naturaleza es ofensiva pero para atacar mejor hay que tener muy buena defensa.
Es el yin y el yan del fútbol. Una cosa va de la mano con la otra. Si un equipo no defiende bien, el delantero va para adelante preocupado, porque si la pierde pueden pasar cosas feas. Cuando un equipo tiene una defensa firme, va a la aventura ofensiva con la tranquilidad de sentirse respaldado.
Es motivo de enorme felicidad mantener el cero en el arco propio. No por batir un récord sino para jugar con tranquilidad. Algún día nos meterán un gol. Esperemos que no, hagamos lo posible para que no, pero tal vez un día volvamos a recibir un gol. Ojalá que no sea este año pero en fin, habrá que aceptarlo si ocurre en algún momento de la competencia. Si lamentablemente nos tienen que meter un gol, que sea producto de un conmovedor esfuerzo del adversario por vulnerar nuestro arco y no por un error de salida propio o alguna desconcentración.
La idea es complicar todo lo posible el camino al gol rival. Si llegamos a consolidar esa parte esencial del juego, aflorará en plenitud la otra, la que más nos gusta, la que representa nuestra historia y el equipo desplegará un fútbol parecido a la máquina que pretende Demichelis.
Esta receta vale para el campeonato que estamos liderando con seis puntos de ventaja y también para la Copa en la que tenemos que remar después de un comienzo complicado, con derrota en la altura. Hoy toca la Copa, en casa. Tenemos la obligación de ganar. Por eso, doblemente atentos a no cometer errores. Ojalá, pueda el equipo mantener el camino que viene transitando.