Jajaja, la descubrio mi viejo una vez para mi cumpleaños y de ahi cada vez que hay reuniones y eso las compramos, y le damos un golpe de horno con un poquito más de queso.
Es genial, igual no hay con que darle a Los Inmortales, El Cedron, La Universal, El Fortin, amo la grande de muzza bien gruesa, aceitosa y llena de mozzarella por todos lados :lol::lol:
Baratìsimo. Ojalà pongan uno por mis pagos.
El finde fuimos con amigos a tomar algo a la peatonal de aquì.
Dos cervezas stella artois y una 7up, 75$ :evil:
Este Fabrica de Pizzas es una interminable seguidilla de pizzerias bizarras:
Pizzarica, Pizzalinda, Pizzaonda (vease el detalle de cambiar solo un par de letras o juntar algunas, para no tener que cambiar el cartel entero) van a seguir existiendo hasta el fin de la humanidad :roll:
Carisimas! Yo cuando comí nos saco del apuro y por el precio eran bastantes buenas. Lo unico que si, al baño tenías que entrar con un traje radiactivo porque hacía 5 años que no los lavaban :lol:
la de jamon y huevo en su momento 10 pe era una bomba saliamos del colegio y teniamos uno a 2 cuadras nos ibamos de cabeza con la pepsi de vidrio de 1,25 que te salia 2,70 era un lujo
España: decí alpiste
Hernán Casciari | 29 de julio, 2005
Empezamos de a poco y en silencio a corroerte, España. Primero llegaron ellas, nuestras indestructibles Hormigas Negras, macizas, hijas de puta, y te alteraron el ecosistema peninsular. Después te mandamos a King África, para reventarte directamente el cerebro. Y entonces, calladitos la boca, llegamos nosotros, los argentinos. Nos colamos en tus bares, en tus calles, y les dijimos a tus carniceros cómo se corta la carne. El tiempo siempre estuvo de nuestro lado, España: era cuestión de esperar a que vos cambiaras, no nosotros. La especie más fuerte es la que sobrevive. Siempre.
Al principio, como si te hubieran puesto delante de la puerta un inofensivo caballo de Troya, no olfateaste el peligro que representábamos para tu cultura ancestral. Somos una plaga simpaticona, eso es cierto; a primera vista no te dimos problemas, como los marroquíes; ni asaltamos tus coches en la carretera, como los peruanos; ni asesinamos a tu esposa e hijos, como los inmigrantes del Este. Al principio te sentiste segura con nosotros, España; bajaste los brazos. Y ahí fue donde nos hicimos fuertes.
Paulatinamente empezaste a sentir cierto temor. No solamente nos quedábamos con tus mujeres, también comenzamos a quedarnos con los empleos cualificados de tus hijos y cuñados. Por tus calles, antaño, circulaba el viejo chiste: “el mejor negocio, comprar un argentino por lo que vale y venderlo por lo que cree valer”. Ahora por tus calles circula otro chascarrillo, más punzante, que no te hace tanta gracia: “No le des empleo a un argentino, porque en seis meses será tu jefe”.
Ay, España, España… Hay que estar más atenta, m’hija. ¿No notaste que tus hijos, al ver a una mujer guapa, empezaban a decir “pibón”? ¿No relacionaste que esa palabra viene del lunfardo “piba”? ¿No oíste a tu juventud empezar a decir “guita” en lugar de “pelas”? Así empiezan las colonizaciones: desde los arrabales. Me extraña España, que siendo mosca no nos conozcas.
Después te mandamos a Darín envuelto para regalo, y tus mujeres empezaron a acartonar la medibacha. Cada verano, puntualmente, les damos a tus hijos una dosis de Daniela Cardone, para que se hagan la paja con carne argentina.
Nuestros triunfos han sido imperceptibles a tus ojos. Pero nosotros los festejábamos saltando de alegría en los sofás y tirando papelitos. Sabemos cuándo una publicidad de tu tele se hizo en Buenos Aires, sabemos cuándo un guionista es argentino. Hace un mes, cuando tu televisión comenzó a pasar —sin siquiera doblarlo— el spot de mayonesa Calvé, supimos que habías perdido otra batalla.
La guerra ha sido lenta, y vos también presentabas pelea: no nos dabas los alimentos básicos, España. Esa fue siempre tu estrategia. Sabés muy bien que no podemos vivir a arroz y pescado, que nos moriríamos si sólo probáramos el cocido, el pan con tomate, y los pinchos. Y vos nos dabas eso para comer. Nos dolía; sangrábamos en silencio.
No hay una puta cosa en tus panaderías que tenga dulce de leche. No sos amiga de lo dulce, España. Al hojaldre lo rellenás de atún. Al bizcochuelo de chocolate le metés… ¡chocolate líquido! Tu escasez peninsular de dulce de leche casi nos hace desistir e irnos, casi nos hace claudicar. Lo confesamos.
Pero somos como las hormigas negras; somos feroces y creativos. Entonces descubrimos que si comprábamos leche condensada y la hervíamos (con lata y todo) durante cuatro horas, teníamos un sustituto que nos daba fuerza. No era Chimbote, pero podíamos seguir respirando. Y así tuvimos, durante un tiempo, dulce de leche para seguir corroyéndote las entrañas, España.
Creció entonces la venta de leche condensada en toda la península ibérica. Un doscientos treinta por ciento. La empresa “La Lechera” volvió a tener ganancias netas después de catorce años. Pero para nosotros la lucha continuaba sin cuartel. El dulce de leche es nuestra gasolina, y no podíamos esperar cuatro horas para zamparnos una cucharada y seguir peleando por lo nuestro. Eran muchas horas, y además las ollas se nos oxidaban.
Estuvimos a punto de irnos, España. En serio. Estuvimos a ésto de dejarte en paz con tus paellas y tus corridas de toros. Hace un año nos juntamos todos en la clandestinidad: las hormigas negras, Daniela Cardone, Calamaro, todos nosotros. Votamos. Y por una pequeña mayoría decidimos aguantar un poco más.
Por eso ahora estamos felices. Porque ayer, España, caíste por fin rendida. Ayer la raza más fuerte se puso en pie, en toda su fantástica altura. Te puede el capitalismo, España, te puede el dinero. La empresa “La Lechera”, al ver que el consumo de leche condensada había crecido gracias a nosotros, sacó por fin esto al mercado:
[b]
¡Ay, España, ahora empezá a correr! No sólo nos das combustible ilimitado para acabar con tus ruinas, sino que además lo envasás con pico antigoteo. Ahora sí que no nos vamos más. Vamos a cogernos a tus mujeres con doble ímpetu y ellas parirán hijos españoles que tomarán mate día y noche. Sí, sí, España, oíste bien: todos tus nuevos hijos tendrán apellidos que terminen con “i”.
Ahora no, porque ahora ni siquiera te diste cuenta de que has perdido la batalla final. Ahora no, España. Pero dentro de muchos años, cuando desde Cataluña a Andalucía, desde Cantabria hasta Melilla, todo el mundo diga remera en vez de camiseta, cuando el presidente de la Real Academia se cambie el apellido por vergüenza, ese día, España, mirarás para atrás y descubrirás que la debacle de tu pueblo comenzó la mañana de verano que se puso a la venta el dulce de leche “La Lechera”. Y ese día fue ayer, 28 de julio de 2005.
Feliz día de la independencia, España. Perdiste.
Este texto es el primero de una trilogía de reivindicación gastronómica, que continuará en enero de 2006 con Un asadito por el amor de dios, y acabará en febrero de 2007 con Disculpe, ¿me dice dónde hay un quiosco?.
Hace unos días comí una rellena napolitana también… No quiero exagerar pero parecía el postre que le hacen a Homero en el festival de comidas ! EXPLOTABA
Totalmente de acuerdo. Ni bien termine de poner un pie en boedo, me dirigí a la fabrica de pizzas de Av. La plata y compre unas 6 para morfar luego de la extenuante mudanza.
Como morfas por 2 mangos, es increíble.
Tremenda la del Imperio, si habre papeado antes de venir al laburo! paso obligadamente por ahi para venir al laburo o visitar a mi viejo en el Cementerio. Mi favorita son las del Palacio de la Pizza en la Av. Corrientes. Son un manjar. Durisimo es tener que bajar la grande solo…tarea imposible.
Para mí es alguno de los dos extremos. O como de esas baratas de dos mangos que son prepizza y queso, o las que son ricas de verdad. Las mediocres, del medio, son asquerosas. Por ejemplo, la de Pablin es vomitiva. Prefiero mil veces Hugis o la Fábrica. Es clave eso, si no tenés tanta plata para comer una rica mejor ir a la más barata que de última no chorrea tanta grasa (porque no tiene ni masa ni queso ni nada :mrgreen:)…