Estas semanas hemos visto cientos de análisis y balances de lo que el oficialismo ha dado en llamar “La Década Ganada”. Desde este humilde espacio, pareció correcto sumarnos a la ola y hacer un resumen propio de lo que se ha vivido a nivel político en los últimos diez años. A lo largo de las sucesivas entregas, verán que la militancia es un invento de reciente factoría, que la no represión de la protesta social apareció un poquito tarde, que El Modelo es una estrategia de marketing tardía y que, si no recordamos todo lo que nos ha pasado, no es por falta de memoria, sino por sobreabundancia de escándalos.
El Estadista en mocasines Cuando Néstor asumió su mandato el 25 de Mayo de 2003, juró no dejar sus convicciones en las puertas de la Casa Rosada. Nadie puede decir que no cumplió, sobre todo si vemos el estado en que se encuentra la provincia de Santa Cruz. Heredó de Eduardo Duhalde el equipo económico comandado por Roberto Lavagna y la cartera de trabajo de Carlos Tomada. También conservó a Ginés González García en Salud y a Aníbal Fernández, que pasó de ser ministro de la Producción a ser el responsable de la cartera del Interior. Para llenar los casilleros, puso en funciones a Gustavito Béliz, un personaje que, además de haber sido funcionario de Menem y candidato a Vicejefe de Gobierno de Domingo Cavallo –compartió equipo de campaña con Alberto La Viuda Fernández- tendría el privilegio de ser uno de los primeros arrepentidos del kirchnerismo, una moda que se repetiría con los años y cuya lista nunca termina de cerrarse. El ignoto médico de los Duhalde, José Pampuro, fue a parar a Defensa, mientras que el sedante barbudo Daniel Filmus –el progre que llevó el Shopping a la escuela- quedó a cargo del ministerio de Educación. La pesada herencia recibida del Gobierno anterior dejó como saldo un dólar en 2,90 pesos; un superávit fiscal de 14 mil millones de dólares, una inflación del 3,2% anual -con un INDEC no intervenido- y la desocupación en descenso. Para tranquilidad del nuevo gobierno, el costo político de la devaluación y el default ya había sido pagado por otros, y gracias a que todo se comparaba con el caos de 2001/2002, los números no podían arrojar otros resultados que no fueran positivos. Al toque de asumir, Néstor promovió la conformación de una comisión de enjuiciamiento para remover buena parte de la Corte Suprema de Justicia. “Debemos recuperar el correcto funcionamiento de la seguridad jurídica para terminar con las extorsiones y las presiones”, decía el Estadista por aquellos días. Comandada por la exitosa abogada, la comisión limpió a buena parte de la Corte y la reemplazó por figuras nuevas, de larga trayectoria que, en el caso de Eugenio Zaffaroni, incluía a la Dictadura. Si bien Néstor prometió plebiscitar toda medida controvertida, combatir la inseguridad y traje a rayas para los grandes evasores, pronto caería en la cuenta de que era más fácil decir que se hacía todo eso mientras se buscaban culpables ante la falta de resultados. En materia de Defensa, se comprometió a reestructurar las Fuerzas Armadas “con gente de probada idoneidad y capacidad y, también, de confianza”, pero el presupuesto alcanzó para el Teniente General Bendini. Las fuerzas de seguridad también debían ser revisadas y arrancaron por rajar al Comisario General Giacomino, bajo la acusación de favorecer a empresas amigas en licitaciones para la remodelación del hospital de la Federal. A la luz del paso de los años, podríamos decir que fueron un tanto injustos en el trato y que Giacomino, en todo caso, fue el primer kirchnerista de ley. La nueva actitud hacia la Policía Federal quedaría plasmada tiempo después, cuando Luis D´Elía se enervó ante el asesinato de “El Oso” Cisneros –un piquetero de la Federación Tierra y Vivienda- y acusó al personal de la Comisaría 24 de la Federal de proteger al asesino. Sabemos que es difícil de dimensionar el concepto del Estado como monopolio represivo, así que D´Elía decidió conocer las instalaciones de la seccional por dentro. La comisaría terminó en llamas –literalmente-, destrozada y hasta desapareció un cuadro de Quinquela Martín. La Jueza en lo Criminal María Angélica Crotto ordenó desalojar la Comisaría, el secretario de Seguridad, Quantín, dijo que no, al Juez Oyarbide le pareció más copado lo que dijo Quantín, Crotto denunció a Quantín y a los policías que no quisieron acatar sus órdenes. Oyarbide dijo que el hecho no le pareció tan grave. Al final, tanta violencia y actitudes penadas por el Código Penal finalizaron. Luis D´Elía le dio la mano al Jefe de la Federal y se preparó para enfrentar el escarmiento del Estado: fue designado Subsecretario de Tierras para el Hábitat Social del Ministerio de Planificación Federal, Inversión Pública y Servicios. No fue el primer piquetero funcionario, dado que Jorge Ceballos ya cumplía sus funciones en el ministerio de Desarrollo Social –como subsecretario de Organización Popular, nombre piola si lo hay- cargo al que renunció en 2007, cuando a todos sus compañeros les permitieron ser candidatos en sus municipalidades, menos a él. Lo de “este gobierno no reprime la protesta social” todavía no estaba de moda. Es más, la Federal llevó a cabo una brutal represión en vivo y en directo para todo el mundo, cuando pasó por arriba a los manifestantes que se oponían a la sanción del nuevo Código de Convivencia porteño, en julio de 2004. Problemas con la Secretaría de Inteligencia mediante, Beliz renunció y fue reemplazado por Horacio Rosatti, quien debería cobrar regalías por haber sido el primero en decir que no se reprimen las protestas. Eso de meter en cana a los trabajadores que se manifestaban contra Repsol en Ensenada, ya no estaría bien. Mandar gente al calabozo por pedir tres kilos de mondongo a un frigorífico, tampoco. En el camino quedaron las imágenes de los 102 manifestantes presos, baleados y asfixiados con gases lacrimógenos, resultado de protestar contra el Fondo Monetario Internacional. Sí, el gobierno de Néstor Kirchner reprimió y metió en cana a un centenar de personas que puteaban al FMI. Sí, también desalojó a palazo limpio a quienes ocupaban las instalaciones de la quebrada farmacia Franco Inglesa. Una pena: hoy serían considerados pioneros de las empresas recuperadas por los trabajadores. El Estado decidió reservarse el rol de buenazo y tercerizó el poder policial en las organizaciones que antes protestaban contra el Estado. Claro ejemplo de esto fueron las contramarchas que organizó Luis D´Elía en contra de la movilización en reclamo de justicia por el asesinato de Axel Blumberg. Detrás de esa movilización, había un petitorio firmado por 5,2 millones de personas que pedían que el Estado hiciera algo. La contramarcha de D´Elía no arrojó el resultado previsto, pero al menos fue el inicio de una larga carrera de manifestarse en contra del manifestante y a favor del gobierno. Todo ello pasaba mientras Néstor le tomaba el gustito al rol de paladín de la lucha contra la represión del Estado, pero de la década del ´70. Ordenó bajar los cuadros de Jorge Videla y Reynaldo Bignone de los muros del Colegio Militar de la Nación y, si bien no encontró caja de seguridad alguna detrás de los mismos, firmó el traspaso de la Escuela de Mecánica de la Armada a la órbita de la Ciudad de Buenos Aires para convertirla en museo y pidió “perdón en nombre del Estado Argentino que calló durante 20 años las atrocidades cometidas”. Económicamente, le iba bien. Con 33 millones de toneladas de producción de soja en precio récord internacional, no paraba de entrar guita a las arcas de la Nación. Los números eran imposibles de mejorar, los resultados, en cambio, estaban lejos de brillar. El hambre afectaba a 1,4 millones de argentinos, Jorge Lanata estaba en la tele -acompañado por Adolfo Castello, Gisella Marziotta, Martín Caparrós y Reynaldo Sietecase- y competía contra Fútbol de Primera, Hector Magnetto era visitante frecuente en la quinta de Olivos y de Papel Prensa nadie sabía nada. Un país un poquito distinto al que relata la épica militante, pero claro, no había militantes. Algunos dirán que los números del kirchnerismo hablan por sí solos al ser comparados con el 2001. Otros creemos que comparar contra la nada, siempre será positivo. Es fácil y traicionero, pero obviamente, efectivo. Aún faltaba para que naciera la palabra “relato” como sinónimo del verso gubernamental -acepción que aún no entiendo cómo no fue incluída en el diccionario de la RAE- pero podemos asegurar que fue aplicado desde el primer día, desde la primera acción de gobierno, desde ese “Sí, juro”. El relato siempre estuvo, sólo que tardamos en comprenderlo.
Un pequeño análisis que encontré, muy humilde al lado de las geniales 500 medidas :twisted:
La Década Cambiada, Parte II [Lunes, 3 de junio, 2013](http://blogs.perfil.com/relatodelpresente/2013-06-03-1353-la-decada-cambiada-parte-ii/)
[i]La década kirchnerista ha transcurrido en una permanente independencia entre lo que se dice, lo que se hace y el cómo se hace. Kirchner, que había asumido su mandato sin poder de urnas, tuvo que construirlo sobre la marcha. La fascinación por los poderosos acercó a varios, al resto se lo pudo adornar con discurso, presupuesto y, cuando no, con algún que otro cargo. La costumbre de maltratar a los que apoyan, no es un invento de Cristina. Señalar culpables entre las tropas y soltarles la mano ante una tragedia, tampoco. Encontrar corruptelas ajenas en aquel que se interpone en el choreo propio menos.[/i] [b]El Estadista jodón[/b]
Dos mil cinco no arrancó el primero de enero, sino dos días antes. El 30 de diciembre de 2004, unas cuatro mil personas ingresaron a un lugar que violaba todo lo que podía violarse en materia de seguridad. El recital de Callejeros no había terminado de arrancar cuando todo se cubrió de humo. Ciento noventa y cuatro muertos y mil quinientos heridos después, la realidad nos arrojaba por la cabeza que, por más buenas intenciones que pueda haber a la hora de hablar, el negocio personal está primero. Omar Chabán pagaba coimas a los inspectores municipales, a los bomberos y a la policía; Callejeros sabía que no entraba más gente en el local –igual que Chabán- y no les importó, Chabán tenía trabada la puerta de emergencia y todo esto lo vieron los inspectores y no lo sancionaron. Aníbal Ibarra, que había llegado a la jefatura del Gobierno con la Alianza, había renovado su mandato hacía un año, obviamente, de la mano del kirchnerismo. En marzo de 2006, Ibarra sería destituido. En años electorales la tarasca lo es todo. A una mente brillante se le ocurrió mandar a Ricardo Jaime a España con la idea de pasar la gorra entre las empresas con intereses en Argentina y así juntar dinero para la campaña de Cristina Senadora 2005. Jaime les exigía una pequeña contribución, un palito por cabeza, a voluntad. No sería la última vez: en 2007 también le manguearon un millón y medio de pesos al Grupo Marsans –por entonces, Aerolíneas Argentinas- para las presidenciales. De aquellos viajes, Jaime también trajo material ferroviario por la ganga de 1.600 millones de dólares, material que, como corresponde, nunca se usó. Parte del mismo aún puede verse pudriéndose en terrenos del ferrocarril Roca, como un monumento al choreo. El cuerpo diplomático del gobierno intentaba que algún chino levantara el teléfono para ver qué onda con las inversiones por 5 mil millones de dólares que habían prometido. Así y todo, varios años antes de Héctor Timerman, las relaciones internacionales argentinas ya brillaban por el doble discurso, con lo que representaba fielmente en el exterior la gestión puertas adentro. En mayo, la Corte Suprema denegó el pedido de extradición de Jesús María Lariz Iriondo a España. El tipo era tan solo un terrorista de ETA, y era acusado de algunos delitos menores, como un par de atentados con coches bomba. Gracias a esta mano judicial, Lariz Iriondo no tuvo que suspender su labor docente en la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo. En julio de 2005, la Justicia también denegó la extradición de Sergio Galvarino Apablaza a Chile, quien más tarde conseguiría el asilo político. Para mantener la coherencia, exigíamos a Irán la entrega de los sospechosos de perpetrar el atentado contra la Amia. En tiempos de campaña, varios perdieron el pudor y se hicieron más kirchneristas que nunca, como Aníbal Fernández, Carlos Tomada, José Pampuro y Ginés González García, quienes no tuvieron mayores problemas con el fuerte contenido acusatorio de los discursos de Cristina y Néstor. La candidata a Senadora llamaba “El Padrino” al expresidente Duhalde –a tan sólo veintiséis meses de haber asumido como la primera dama del candidato oficialista- y hasta acusó a Chiche Duhalde de ser portadora de apellido, cuando nadie recordaba que el apellido de soltera de Cristina, es Fernández. La falta de defensa de los funcionarios para con sus antiguos líderes, no es patrimonio exclusivo del justicialismo. Graciela Ocaña se sumó al gobierno de Néstor en 2004, y se llevó consigo la banca de Diputada a la que había llegado un año antes, con el ARI de Lilita Carrió. Durante la campaña electoral de 2005, Néstor dijo que Carrió no podía justificar los aportes de su campaña. Ocaña no se inmutó. Se ve que le costaba expresar su bronca y por eso tardó cuatro años más en molestarse por los negociados con las obras sociales. Si bien la primera dama tenía domicilio en Río Gallegos y ocupaba su banca de Senadora por la provincia de Santa Cruz, se presentó como candidata por Buenos Aires, enfrentó a Chiche, y ganó. La relación entre Kirchner y Lavagna –el único incómodo de los heredados de la gestión Duhalde- ya estaba rota y, el por entonces ministro de Economía, contaba en la Cámara Argentina de la Construcción que hubo al menos 10 casos de kirchnereo por sobreprecio en obras públicas. El estadista de mirada distinta acusó recibo y dijo que “la obra pública no es un gasto, sino una inversión”, aunque no quedó muy en claro cuál parte del sobreprecio iba a invertir. Lavagna salió eyectado. Fue reemplazado por Felisa Micelli. Una perlita casi olvidada de aquella elección tuvo lugar cuando Alberto Fernández hizo uso de su agenda y consiguió que Eduardo Lorenzo Borocotó, diputado electo por el PRO, abandonara el partido y se aliara al kirchnerismo antes de asumir su banca. Poco importó que Borocotó haya sido aliado político de Patti en los ’90 y de Cavallo más tarde. Después de todo, Alberto Fernández también lo fue y nadie se ponía mal por ello. El barrilete cósmico del Jefe de Gabinete enfatizó que no hubo ningún ofrecimiento a cambio del pase. Un cable de inteligencia lo desmentiría tiempo más tarde. Otro incidente legislativo se produjo con el diputado electo Luis Patti, quien se vio impedido de asumir debido a las razones morales que impuso el oficialismo, con Miguel Bonasso a la cabeza, a quien nadie cuestionó por sus razones morales. En su lugar asumió Dante Camaño, que no terminó de sentarse en su banca y ya era kirchnerista. En noviembre de 2005 vivimos uno de esos tantos momentos que caen en el olvido: una parva de gente prendió fuego la estación Haedo del ferrocarril Sarmiento, los trenes, un par de patrulleros y, de paso, se hicieron la tardecita saqueando los comercios de los alrededores. Entre Aníbal Fernández y el gobernador bonaerense Felipe Solá, no sabían de qué disfrazarse. Aníbal dijo que estuvo Quebracho en el quilombo. Solá, en cambio, puso los gobelinos en la mesa, se la jugó y dijo lo que había que decir: se trató de un grupito de agitadores que aprovecharon la ocasión para hacer desmanes. Menos de veinticuatro horas después, los agitadores refirieron que se dirigían a la III Cumbre de los Pueblos, en Mar del Plata, una joda que se organizó como contrapartida de la IV Cumbre de las Américas. Los participantes marcharon por las calles de La Casi Feliz hasta el estadio Mundialista, dónde pudieron hacer pogo con el recital de Silvio Rodríguez y hasta disfrutaron de un show de variedades que incluían a Hebe de Bonafini, Evo Morales y el Diego de la gente. El espectáculo fue conducido por un exultante Hugo Chávez, que repetía “ALCA rajo – ALCA rajo”. Terminado su discurso anticumbre, Chávez saludó y se fue a la cumbre, no sin antes decir “patria o muerte” con acento venezolano, acompañado de un músico cubano y el presidente de Bolivia, porque en ese entonces la patria también era el otro. El otro país. Néstor estuvo a cargo del discurso de apertura de la cumbre y, fiel al estilo que caracterizó tanto a su gestión como a la de Cristina, se disfrazó de marciano recién llegado al tercer planeta del sistema solar, y se quejó de las políticas neoliberales de la década del ´90. Afuera, el pueblo no daba más de la alegría y prendía fuego un par de bancos, para luego jugar al quemado con los gases de la policía. Como ir a la costa y no traer recuerdos sería un desperdicio, también saquearon locales de Havanna. El 15 de diciembre de 2005, Néstor anunció el pago de la deuda al Fondo Monetario Internacional, acto que para el militante promedio está a la altura del milagro de la multiplicación de planes. Íntegra, contante y sonante, ni un cobre de menos en el pago. Símbolo de época: el Fondo no se metería más en nuestros asuntos, ahora le rendiríamos cuentas a Venezuela. Chávez fue un amigazo y, sólo en 2005, compró bonos argentinos por cinco mil millones de dólares, tendencia que se continuó en 2006, independientemente de los préstamos al 15% anual que nos facilitó generosamente. Evidentemente, la independencia económica es tan sólo una cuestión de ser amigo de nuestro acreedor. Como regalo de reyes de 2006, a principios de enero los asambleístas de Gualeguaychú cortaron el puente hacia Fray Bentos en protesta por la instalación de la pastera Botnia en la otra orilla del río Uruguay. Mientras Néstor no decía nada y las lunetas de los autos se llenaban de calcos que rezaban “No a las Papeleras”, nos enteramos que en Argentina había decenas de pasteras y que, en todo caso, los Uruguayos nos hicieron dumping al no cobrar la cometa que le pidieron a Botnia en Argentina. Para pacificar los ánimos, Néstor alentó a los asambleístas personalmente. El conflicto se proyectaría por años. En Agosto de 2006 se armó el “Encuentro Federal” en el que participaron varios gobernadores y doscientos intendentes, todos pertenecientes a la Unión Cívica Radical. Nombres como Daniel Katz (Mar del Plata), Enrique García (Vicente López), Gustavo Posse (San Isidro) y gobernadores como Miguel Saiz o Arturo Colombi, escucharon al nuevo líder: el gobernador de la provincia de Mendoza, Julio Cleto Cobos. La historieta siguió una semanita después, en la Convención Nacional de la UCR, en Rosario, donde no participaron los radicales que habían estado en el encuentro anterior. Al toque se anunció la Concertación Plural, que era algo así como la Concertación de Partidos por la Democracia de Chile, pero con toda la onda que el kirchnerismo puede garantizar. Se oficializaba el radicalismo K. Durante el mes de septiembre, Jorge Julio López desaparecería de su domicilio para nunca más dar señales de vida. Pasaron los años y sigue sin dar señales. Y eso que Cristina pidió que no tengamos miedo, que en democracia no desaparece nadie. Un par de años más tarde, Luciano Arruga acompañaría a López en la actitud golpista y desestabilizadora de contradecir a la Presi y desaparecer en democracia. Si agosto fue radicheta, octubre fue un mes bien peronista. El traslado de los restos de Juan Perón a la quinta de San Vicente fue planificado por meses y se realizó, obviamente, un 17 de octubre. Fue una auténtica fiesta peronista en todos sus aspectos: viejos que salían a la calle con sus cuadritos amarillentos y lloraban al ver pasar el féretro, y sindicalistas a los tiros. Ese mes, personal no médico del Hospital Francés tomó las instalaciones del mismo en reclamo de alguna solución a los tres meses de salarios adeudados, la paralización de los servicios y otras yerbas. Cayó una patota, produjo destrozos en las instalaciones, tomaron de rehenes a los empleados y a un Comisario Inspector de la Federal. Adentro estaba lleno de barrabravas que se vieron acorralados por el personal del hospital –que aseguró que la patota fue enviada por el gobierno-, en los pasillos estaban los gremialistas y, por si faltaba alguien, apareció el grupo Quebracho con botellas de nafta que eran colocadas en las ventanas del edificio. Afuera se encontraba la Guardia de Infantería de la Federal con más ganas de entrar que Néstor frente a una caja fuerte. Los uniformados lograron sacar a la patota en un colectivo de la Federal y se la llevó custodiada hasta el barrio de Flores. Dos mil seis pintó lindo. Las políticas aplicadas por el gobierno en materia energética nos trajeron de regalo la pérdida de autoabastecimiento gasífero, la necesidad de volver a contar con el gas boliviano luego de años de no hacerlo, más el apuro por importar combustible para la generación eléctrica. Guillermo Moreno ya daba sus primeras predicciones imbatibles y refería que pronto llovería gasoil. No le pifió: los hidrocarburos que le compramos a Chávez provocaron lluvia ácida en La Boca, Barracas y Dock Sud. Un año tan productivo no podría terminar de otro modo. Casi sobre el filo, entre champán y pan dulce, aprendimos una nueva palabra: Skanska. Para la asimilación del vocablo “Relato” aún faltaba, aunque ya nos tenían entrenados con tanta realidad distinta a la que nos contaban. Lunes. Se fue la segunda.
La Década Cambiada, Parte III [Miércoles, 5 de junio, 2013](http://blogs.perfil.com/relatodelpresente/2013-06-05-1365-la-decada-cambiada-parte-iii/)
[i]Ese dogma incuestionable e imposible de definir que han bautizado como El Modelo, no existió como tal desde los inicios del kirchnerismo. Cristina, al momento de asumir, nos revoleó por la cabeza la definición que iría adaptándose y modificándose con el paso de los años desde el Modelo de Crecimiento e Inclusión con base en matriz diversificada, hasta este Modelo de Crecimiento Patrimonial e Inclusión de funcionarios con base en matriz de dibujo de estadísticas, impresión de billetes y enfardado de euros. [/i] [b]El ascenso de la Arquitecta Egipcia[/b] [IMG]http://blogs.perfil.com/relatodelpresente/files/2013/06/Decada-3-1-300x202.jpg[/IMG]Entre sidra, pan dulce y el tío borracho que se quema con un tres tiros, el 26 de diciembre de 2006 nos enteramos de un problemita que ya llevaba un año. En 2005 Julio De Vido había llamado a licitación para la construcción de un gasoducto. La empresa Transportadora Gas del Norte denunció un 150% de sobreprecio. Empezó la investigación y resultó que Skanska -empresa que había ganado la licitación- había pagado más de cien facturas a empresas inexistentes. Hubo despidos en Skanska, gerentes procesados y luego silenciados con jugosas indemnizaciones, y hasta Tinelli quedó en el medio. El Gobierno Nacional le cobró a la empresa -o sea, la contraparte en el negociado- una multa de diez millones de pesos. Dio la casualidad de que justo, justito, era el monto del sobreprecio de la obra. El por entonces Jefe de Gabinete, Alberto Fernández, dijo que el Jefe de Gobierno Jorge Telerman, estaba prendido en la joda. No pasó naranja, pero Alberto ya mostraba esa hilacha peligrosa en cualquier carrera: el rencor. El pelado afrancesado había llegado al gobierno de la Ciudad como secretario de Cultura de la primera gestión de Aníbal Ibarra, cuñado de Alberto Fernández. Cuando Ibarra se presenta para la reelección, Telerman fue de vicejefe. Luego del juicio político que terminó por remover a Ibarra, Telerman asume la Jefatura de Gobierno. Desde siempre enemistado con Alberto Fernández, éste último se encargó de desprestigiarlo cada vez que pudo. A fines de enero de 2007, el gobierno anunció el desplazamiento de Graciela Bevacqua, titular del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, y todo porque la funcionaria –a cargo desde 2001- no quería modificar el sistema de medición del índice de precios si no se utilizaban parámetros de reconocimiento internacional. En los primeros seis meses, la inflación del Indec arrojó un 4,4%. Las mediciones de las consultoras –que hasta la intervención coincidían en sus números- arrojaron un 14,4%. Nacía, así, la inflación real y la paralela, pionera en la ambigüedad de la última década, acompañada por el dólar oficial y el blue, la inseguridad y la sensación, y otros montajes de la factoría de Balcarce Fifty Productions. En el mismo mes de enero, Telerman anunció que las elecciones para Jefe de Gobierno serían en junio y buscó el apoyo del kirchnerismo. Alberto Fernández dijo que era mejor poner a un tipo carismático, acaparador de votos y líder de masas. Lo intentaron, pero consiguieron a Daniel Filmus. Telerman quedó afuera del ballotage y Macri sacó a pasear por primera vez a Filmus en la segunda vuelta. De todos modos, hay que reconocer que la campaña previa fue entretenida. Néstor salía de la oficina de hacer negocios con Franco Macri, para luego dar un discurso en el que pedía a la ciudadanía que recordara que Mauricio es Macri. La ciudad apareció empapelada con carteles que decían que los que piensan votan a Filmus, Telerman mostraba sólo su pelada en los carteles y Macri se sacaba fotos en Ciudad Oculta. Y así, mientras Mauricio sacaba a bailar a Michetti en silla de ruedas ante las cámaras del mundo, nosotros nos preguntábamos si era necesario y Néstor corría a Alberto Fernández por los pasillos de la Quinta de Olivos. Ni bien finalizaron las elecciones porteñas, el kirchnerismo dio marcha atrás con la promesa de campaña de Filmus y decidió no transferir la Superintendencia de Seguridad Metropolitana de la Federal, pero en cambio autorizó al gobierno de la Ciudad a que pueda crear una propia. Seis años después, todavía están en eso. Entre tanto, Daniel Scioli, que luego de saltar de la lancha a la política de la mano de Menem y haber ocupado la secretaría de Turismo con Duhalde, ejercía de Vicepresidente de Néstor, dejó de aspirar a la jefatura de Buenos Aires –cargo que pretendía- y se puso a buscar algún domicilio en la provincia para ser gobernador. El caso Skanska seguía con sus coletazos. El gobierno decidió intervenir Enargas y desplazó a todos los directivos que no tenían absolutamente nada que ver, al menos no en este negocio. Entre los eyectados se encontraba el Pacha Velazco, pareja de Felisa Micelli. Y como el silencio no es gratis, más si los demás se la están llevando con una retroexcavadora, Velazco habría reclamado la suya: unos 250 mil dólares. Precavido, para no andar de paseo con tanta tarasca encima, Velazco los habría dejado en el baño del despacho de su mujer. Una inspección de rutina encontró la bolsa y el programa de Lanata en Radio del Plata los escrachó. En silencio, Felisa fue desplazada de su cargo, aunque le mantuvieron la custodia policial. La reemplazó Miguel Peirano por los meses que restaban de gestión de Néstor. [IMG]http://blogs.perfil.com/relatodelpresente/files/2013/06/Decada-3-3-300x201.jpg[/IMG]La campaña nacional estaba a pleno. Por elección unánime -un voto- Néstor informó que la candidata elegida a sucederlo era Cristina Fernández. Con la Concertación Plural lanzada, el candidato a Vicepresidente fue Julio Cobos, radical, Gobernador de la provincia de Mendoza y el favorito de Néstor, con lo que tiró por tierra las aspiraciones de Felipe Solá, a quien ya habían hecho bajarse de la reelección en la provincia de Buenos Aires para dejarle lugar a Scioli. Cristina, Cobos y vos ganaron las elecciones con el 45% de los votos emitidos, sin mayores escándalos, aunque hubo alguna que otra mancha, como la desestabilizadora Policía Aeroportuaria que encontró unos 800 mil dólares dentro de una valija de la delegación venezolana. Los medios del mundo se hicieron eco del escándalo, menos acá. Luis D´Elía enseguida argumentó que todo se trató de una operación montada por la CIA y Aníbal Fernández negó que Antoninni Wilson haya estado en la Casa Rosada, aunque una cinta de las cámaras de seguridad y una firma en el libro de visitas decían lo contrario. La mina que encontró los dólares renunció a la Policía, hizo una tapa para la revista Hombre, y pasó tan rápido al anonimato como había salido del mismo. La única ventaja del asunto es que nos dimos cuenta lo buena que está Victoria Bereziuk, la rubia infernal que era asesora de Claudio Uberti, el funcionario de Néstor que trajo a Antoninni Wilson a Argentina. [IMG]http://blogs.perfil.com/relatodelpresente/files/2013/06/decada-3-4-300x129.jpg[/IMG]Antes de entregar la banda presidencial, y como última medida de gobierno, el 9 de diciembre de 2007 Néstor Kirchner firmó la fusión entre Cablevisión y Multicanal, con lo que le dio al Grupo Clarín el mercado mayoritario de las compañías de cable, una de esas medidas que hace que el kirchnerista promedio entre en cuadro de infarto cerebral al intentar explicarlo. Cristina, finalmente asumió el 10 de diciembre con un festival en el que no hubo piedad para nosotros: tuvimos que oírla cantar con Alejandro Lerner y el Bahiano. El glamour de la festichola incluyó a Pablo Echarri y Nancy Duplaá de paseo por la Rosada, a Lubertino a pura lágrima y una manifestación de gente feliz de la vida por el triunfo de la democracia y la alternancia en el poder. Y como el gabinete iba a ser totalmente nuevo e independiente de la gestión anterior, se quedaron todos, menos Miguel Peirano, que fue reemplazado por Martín Lousteau, Daniel Filmus, que cedió su lugar al igualmente carismático Juan Carlos Tedesco y Ginés González García, que se fue de embajador a Chile dejando su despacho a Graciela Ocaña. Finalmente, al realizarse los cambios de gestión a fin de año, el Juez Federal a cargo de la causa Skanska, Guillermo Montenegro, juró como ministro de Justicia y Seguridad del gobierno de la Ciudad, y se llevó consigo al titular de la Secretaría en la que estaba la causa. Scioli, luego de ligar la provincia de Buenos Aires, también dio una mano y se llevó al Fiscal de la misma causa, Carlos Stornelli. Así, la causa Skanska quedó vacía de poder y en manos de la subrogancia de Oyarbide. [IMG]http://blogs.perfil.com/relatodelpresente/files/2013/06/Decada-3-5-300x213.jpg[/IMG]Un año tan copado no podía terminar de mala manera. Néstor viajó a Colombia para ser garante en la liberación de rehenes de las FARC. Chávez, por su parte, estaba muy compenetrado en parecer preocupado. No faltaba mucho para que lo vincularan como protector y financista de la narcoguerrilla colombiana aunque esto, como todo, quedó en la nada. Muchos heridos que supieron ocupar sus cargos, cobrar sus buenos sueldos y manejar sus jugosos presupuestos, hoy intentan despegar a Néstor de Cristina y pululan por los medios, en la búsqueda de un voto que nunca tuvieron ni tendrán. Deberían crear la Agrupación Viudas de Néstor, dado que, en lo particular, no encuentro la diferencia fundamental: esto es la cosecha de lo sembrado, el pibe del que nadie se quiere hacer cargo pero que, al momento de concebirlo, la pasaron joya. Pero claro, son solo puntos de vista. Mercoledì. La seguimos el viernes.