A seis meses del descenso, JJ López cambió tanto sus hábitos que ni lo esperan en Mar del Plata, donde fue de vacaciones en los últimos 25 años.
Y a él ya nadie lo ve.
“El Negro nunca va a cambiar, andá tranquilo”.
Hace un año, con estas palabras, un viejo amigo de Jota Jota le daba a Olé las coordenadas para llegar al obvio lugar en que se haría la entrevista. Ahí, en el B12 de Punta Mogotes, la carpa 854 era su lugar en el mundo cuando las Fiestas asomaban y el verano estaba a punto de estallar. Y se dice que “era” porque ese “nunca va a cambiar” no contemplaba un descenso que habrá tocado a cada uno de los protagonistas, sí, pero, como a ningún otro, dejó al soldado López reclutado en su nueva vida de aislamiento.
Por primera vez en 25 años, Mar del Plata no lo espera a Juan José. No apareció para Navidad y no creen que lo haga en Año Nuevo ni en todas las vacaciones. Las familias que siempre estuvieron cerca suyo, los Solari, los Artime, los Griguol, los Ischia y los Onega tratan de convencerlo para que se haga una escapada, aunque el Negro casi no atiende el teléfono y comunicarse con él es tanto o más complicado que escuchar a Passarella reconocer los errores de su gestión.
Este verano, entonces, mejor no lo cuenten para el truco, el mate y el fútbol en la playa, se pierde a un animador de las largas charlas en el sauna del B12, tampoco lo verán en algún cafetín de la zona de Alem. Justo hoy se cumplen seis meses del fatídico 26-J. Y Jota Jota sigue de duelo. En su mundo. O, mejor dicho, en lo que es su nuevo mundo.
En esta última mitad del año poco y nada se supo del técnico que carga con cuatro descensos y una etiqueta difícil de llevar, también de sacar, claro. Desde que abandonó Núñez, una sola vez se le escuchó la voz, en una entrevista radial en la cual tuvo cero autocrítica y repartió culpas entre el periodismo y la oposición.
Por Recoleta ya casi ni lo ven. El Negro pasa horas y horas encerrado en su departamento de la Avenida del Libertador, cambió el número del celular, su familia es el bastón que lo sostiene en este trance que nunca imaginó. “Está bien, de buen humor, aunque es complicado verlo durante el día porque sale poco y siempre acompañado por su mujer”, contó Rubén, el encargado del edificio donde vive López, en La Final, la revista anual que hacen los estudiantes de DeporTEA. Jota Jota también aprovecha para dedicarles tiempo a sus dos hijos (Juan, de 14 años, y Kala, de 10) y a veces los lleva al colegio. Pero, eso sí, este año no irán al habitual lugar de veraneo. Y la carpa 854, como se ve, luce vacía, a la espera de un inquilino distinto.
Es imposible ponerse en la piel del Negro, saber lo que siente ese hombre que como jugador se abrazó a la gloria riverplatense pero se fue por la puerta de atrás, que tuvo la revancha que tanto había soñado pero con un final de pesadilla. JJ debió esperar 28 años hasta volver al Monumental y ahora no se sabe si algún día podrá volver.
Simeone, Gorosito, Astrada y Cappa fueron los otros técnicos que aportaron para el desastre. Todos siguieron con su vida.
El Negro no puede…
A vos, Aguilar, Passarella, Israel y todos los hijos de puta que nos hicieron esto les toca este futuro, una vida de mierda, solitaria e infeliz. No pueden caminar por ningún lado, no pueden salir a la calle ni van a poder nunca mas.
Los quieren matar medio pais a todos ustedes desde hace 6 meses y les va a pasar hasta el ultimo dia de sus vidas.
Y yo prefiero esto, antes de que se mueran.