Vengo a compartirles algo que le pasó a la piba que más quiero. Médica, egresada de la uba, promedio 7. Vocación de médica, preocupación por ser y hacer lo mejor para el paciente. Recibida en tiempo y forma. Le costó 2 años conseguir una buena residencia, el examen es aleatorio, injusto, malo y solo las notas más altas con los mejores promedios acceden a puestos de residencia en disciplinas que no sean como emergentología, que es bastante insalubre.
Cuestión cuento todo esto porque el año pasado pudo entrar en una muy buena residencia. Un lugar profesional, con buenas prácticas, buena administración, excelente servicio y equipo. Le enseña gente preparadísima y le dan espacio en operatorios para que vaya viendo y aprendiendo lo que hay que hacer ya desde el 1er año de residencia. No le hacen forradas de pago de derecho de piso, no explotan fuera de los horarios. Son razonables en lo laboral y en lo educativo.
La cosa es la siguiente, ganó el bueno del nuevo presidente y se ‘sinceró’ la economía: esto significa que a la clínica se le bajó el Pami, por sinceramiento (un 35% de la facturación) y le bajaron los clientes de obra social al mínimo. De 25 turnos por día que tuvo en octubre pasó a 1 turno por día esta semana.
La verdad siempre me sentí fuera de la línea de impacto de las medidas de un gobierno, y bueno supongo que ahora me toca ver cómo le cagan la vida a una mina que es una profesional de excelencia y que nada hizo para “merecer” la desgracia de vivir en un país donde no importa cuánto estudies para asistir a los demás. Un país que favorece una medicina exclusiva para quienes puedan pagar ejercerla (por herencia) y exclusiva para quienes puedan pagar si la necesitan.