Històricamente Los "aparatos” fueron los “opas” de la secundaria, los “novios” de mamà y de nuestras hermanas, los malos y troncos jugadores de futbol, los tipos y las minas que tienen dificultades con la expresión y la comunicación de afectos. Los que se creen piolas y son pesados. Los carilindos sin gracia. Los abùlicos, los “cuasi objetos”, los que parecen necesitar estar enchufados a la corriente para dar un paso, una opinión, hacer un gesto. Salvo en raras excepciones, todos o la mayorìa de ellos, sean objetos (electrodomèsticos) o personas funcionan de manera co-dependiente de otro o de una fuerza que los moviliza. Por ser aparatos no son lindos ni feos ni buenos ni malos. Al no tener vida propia no se los podìa caracterizar como humanos merecedores de orla o virtud.
Con este vocablo, amplio en sus acepciones, la lengua hispana ha ofrecido al comùn de la gente referirse a infinidad de cosas. Lo ilustrativo del caso es que con el transcurso del tiempo su utilización fue adquiriendo “significados” màs trascendentes y màs definidos.
“El aparatismo” se ha transformado en la polìtica argentina, en una herramienta supuestamente indestructible para quienes detentan el poder y sueñan con perpetuarse. Las elecciones de clubes desde hace muchos años vienen siendo de aparatos. El instrumento, en estos casos, ha generado buenos resultados. Pero no es invencible, solo cabe hacer una simple lectura de lo que fueron las últimas “legislativas nacionales”. Esa estructura estàtica, sin la dìnàmica que implican los procesos dialècticos, han desembocado en fuertes procesos de estancamiento y retroceso institucional. Es la flor y nata de la “vieja politiquerìa”, la que ha empezado a generar una relaciòn de desconfianza y hartazgo entre la “cosa pùblica” y los ciudadanos.
Hemos visto como gobiernos aparentemente “progresistas” dilapidaron su credibilidad al recostarse en estos personajes absolutamente burocratizados. De la ideologìa se desemboca como un rayo en pretores, bufones o paparazzi, según las necesidades del amo y señor. Es el camino màs corto pero no el màs seguro y mucho menos, el màs constructivo… Se comienza a delegar en personas sin ideas propias, autonomìa, independencia de criterio y ni que hablar de creatividad.
Dentro de las organizaciones “democràticas” (si las hay) son tumores. Eso sì son “forzosos” sostenedores de sus “padres putativos”, ya sea en el trabajo o en el àmbito social donde se los vea actuar. Orgànicos hasta la mèdula buscan el beneficio del reconocimiento.
Marionetas, en muchos casos de una obra puesta en escena por mentes superiores a las de ellos.
Ocurre, puès que desde su simbiòtica funcionalidad, hasta un punto les cuesta distinguir entre el bien y el mal de aquellos a quien sirven.
Màs tarde, comienzan a manipular la làstima que supieron dar y aquellos “pobrecitos” de golpe despiertan al mundo, mutando en “monos con navaja”, o en los primeros “crìticos” de la propia corporaciòn que alimentaron. El “aparato” es el òrgano por excelencia del control social. Opera desde lo administrativo y se ramifica hasta el ejecutivo.
Es la antintesis de la gestiòn, los equipos de trabajo, los grupos de reflexiòn, de la planificación estratègica, la meritocracia. Cobra por ventanilla según los grados de lealtad irracional. Otorga y pone lìmites al descontrol, negocia lo que desfinancia, consigue lo impensado, saquea, compra jueces, calla opositores, remata patrimonio pùblico, tiene su propia editorial, canjea publicidad por silencio y machaca sobre el talòn de Aquiles argentino, “el amor a la camiseta, la bandera, el sudor y el aliento”.
Nos toca el “amor propio”. Y nos hace trastabillar. ¿Cuàntas veces la pasiòn nos hace caer en la trampa?. Bueno, ya es hora de no entrar màs en este juego sucio.
El ejemplo màs cercano y grosero del “aparato” aguilarista lanzado a la bùsqueda de votos fue la bochornosa repartija de entradas que se hizo la semana previa al clàsico frente a Boca.
De las 4500 entradas que River Plate recibiò fueron puestas a la venta por Ticketeck solamente 1000. Una verdadera estafa al socio. Ni que hablar del hincha comùn de todos los domingos que los clàsicos los mira por T.V, salvo que algùn puntero amigo de Aguilar y cia. Les haga el favor de “revendersela”.
Todo esto ya es historia aunque serìa patològico que quede rotulada como una pìcara fábula. Fue la misma empresa encargada de vender los boletos que se viò obligada a dar una explicación (incomprensible y patètica) de los hechos acaecidos. Serìa ya, un detalle menor, el desglose de quienes y cuantos recibieron el usufructo.
Los que odian la figura del “aparato” o aquellos que ya no se pueden ver màs al espejo por el daño que intimamente saben que le han hecho a River.
Y ahora, reciclados predican magnìficos cambios. Deben saber hay una sola manera.Hay que “romper el aparato”. No solo el del “aguilarismo” sino tambièn el de aquel que pueda estar en gestaciòn, gane quien gane.
Si se liberan los miedos. Ese miedo que nos da que los màs capaces, los emocionalmente màs inteligentes, los màs honestos, los tipos de bien, sean tenidos en cuenta, habrà futuro.
Ya no se necesitarà amigos para cuidar el “kiosco”, ni figurar para “pertenecer”.Ni la viejas glorias rifaràn su prestigio. Volveràn las negociaciones de club a club, evitando el diezmo parasitario de los intermediarios. La prioridad serà acompañar con controles, sin obsecuentes, desde donde sea, desde “el adentro o desde el afuera”, sin necesidad que la ùnica y primera finalidad sea la del negocio personal.
Es la hora del diàlogo. De la racionalidad y de la pasiòn con ànimo instituyente.Es la hora de bajar a votar. Eligiendo con libertad sin especulaciones personales. Mejor que “el aparato” sea el opa, o el novio de mamà, a que siga manchando el destino glorioso de la Banda Roja.
[COLOR=red]por Pablo Desimone publicado en AGRUPACION TRADICIONAL RIVER PLATE [/COLOR]