jueves, 06 de mayo de 2010
La crisis de Grecia está llegando a un punto de definiciones que ponen en duda, incluso, la posibilidad futura de sobrevivencia del euro como zona monetaria. Es que este problema está poniendo de manifiesto debilidades del sistema que no fueron previstas en su momento.
El caso Griego hoy está siendo analizado y comparado con la crisis argentina del año 2000. En aquel entonces, Argentina, mediante la convertibilidad, había dolarizado su economía y la sobrevaluación del dólar durante 9 años seguidos, le había restado competitividad a la economía, había generado recesión, desempleo y y los famosos déficit gemelos, es decir, fiscal y de la balanza comercial.
Por ese entonces, el FMI daba paquetes de ayuda y pedía medidas de ajuste, a tal punto que hubo un ministro de economía (Ricardo López Murphy) que anunció un paquete de ajuste y solo duró 10 días en su función. Por aquel entonces un paquete de ayuda entre el FMI, bancos y hasta el gobierno de España, por gestión del ex-ministro Cavallo, aportaron cerca de 50.000 millones de dólares.
Pero eso no alcanzó y todo terminó en 2001 con fuga de capitales, corralito, renuncia del ex presidente De la Rúa y, finalmente, una devaluación del 300% de la moneda y una moratoria unilateral de la deuda.
Hoy Grecia enfrenta problemas similares. Tiene un problema de rigidez cambiaria y monetaria, ya que al estar en la zona euro no puede emitir moneda ni puede devaluar. Su deuda pública, casi toda de corto plazo, alcanza al 14% del PBI, está en recesión (se calcula una caída del 4% para este año) y ya no consigue préstamos.
Alemania ha estado reticente a dar ayudas, sobre todo porque está mal visto por la opinión pública de ese país que, además, tiene elecciones el domingo próximo. No obstante, su líder, Angela Merkel, ha dicho que la Unión Europea no abandonará a los helénicos, pero el mercado ya entró en pánico, que no tiene lógica ni entiende razonamientos. Entre la UE y el FMI le han prometido un paquete de ayuda de 200.000 millones de euros junto a un severo plan de ajuste.
Más allá de que las consecuencias a corto plazo son impredecibles, habrá que esperar las repercusiones sobre España y Portugal e, incluso, sobre Irlanda. Pero la duda central que atormenta a todos es el futuro del euro como unión monetaria y hay muchos interrogantes que alimentan las dudas.
Quizás la mayor de esas dudas es si puede sobrevivir una unión monetaria con países con niveles de desarrollo tan dispares que, además, no tiene políticas de coordinación macroeconómicas, sino algunos límites acordados en Maastrich, sobre niveles de endeudamiento, inflación y déficit fiscal.
Y aquí es válido volver a hacer un parangón con Argentina, porque parte de la crisis fue la enorme revaluación del dólar por un crecimiento vigoroso de la economía norteamericana, que tiene niveles de inversión y productividad totalmente distintos a los de Argentina.
Alemania solo puede compararse en Europa con Francia y algo con Inglaterra, pero no con el resto. Incluso, el tipo de actividad industrial de alta tecnología alemana le permitió responder a la revaluación del euro con mayores niveles de productividad mientras el resto no tenía herramientas.
Cabe recordar que hace tres años, las mismas economías de Alemania, Francia e Italia habían superado los límites de Maastrich y ellos se encargaron de disimular el incumplimiento.
Lo real es Grecia nunca podrá disminuir 10 puntos de su déficit en plena recesión sin provocar una crisis social del proporciones y el camino de un default es el más seguro. Pero hacia delante surgen dudas acerca del los problemas que deberá soportar España o Portugal.
Mientras Rodríguez Zapatero dice no tiene problemas, algunos medios especializados aseguran que tiene capacidad de autofinanciamiento.
La deuda española por ahora no llega al 60% del PBI y esto afirma el argumento de los optimistas, pero la duda es acerca de la viabilidad de los planes de ajuste en medio de la recesión y con más de 20% de desempleo. ¿Podrá conseguir plata? Y luego ¿Podrá devolverla?
Todo esto vuelve la mirada hacia el euro y su rigidez, que la pueden soportar Alemania y Francia. Estados Unidos pudo comenzar a salir de su crisis con emisión monetaria y dejando devaluar su moneda, pero el Banco central Europeo no tiene estas facultades. Por Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes