Frente de izquierda y de los trabajadores

Ahi estoy viendo el debate. Pitrola conduccion!

Altamira con Baby Etchecopar

//youtu.be/TlRuNob21rI

//youtu.be/6V8Riq8kliQ

//youtu.be/IM97Hg6p4A8

Que es la nueva izquierda?, ni los conozco pero en Entre Ríos lo veo como lo mas potable para votar.

Una cosa es “Nueva Izquierda” y otra cosa es el “Frente de Izquierda”.

El Frente de Izquierda es el frente del PO-PTS-IS y no nos presentamos en Entre Rios ya que no tenemos personería.
La Nueva Izquierda es un frente que integra el MST de Vilma Ripoll junto al Partido Social de Fabiana Rios, gobernadora de Tierra del Fuego, ex-ARI, ex K y represora de docentes y trabajadores en su provincia.

Si sabia que no son lo mismo y que el frente de izquierda no se presenta acá, pero a estos no los conozco y quería saber que opinión tienen sobre este partido.

Ah… a uno de izquierda le preguntás qué opinión tiene sobre otros partidos de izquierda que no sean el de él.

Digamos, ¿de cuánto tiempo disponés para que te expliquen? ¿Venís medio apurado o tenés un par de añitos disponibles? :lol:

¿Y no hay otra izquierda ahí? Y, si no hay otra, yo los votaría, pero particularmente el MST es lo más nefasto dentro de la izquierda. Si estuviera el MAS por ejemplo, los voto a ellos antes que al MST.

Plataforma del Partido Obrero en el Frente de Izquierda

#LaIzquierdaAlCongreso #TieneQueEstar #YoVotoAlFrenteDeIzquierda

Para leerlo online: http://po.org.ar/pdf/folletofit.pdf

Che Martín, y ustedes los de derecha se unifican en ser la misma mierda?. Porque la división que nos endilgas a los zurdos fijate que ustedes también la tienen eh!.

O te resulta lo mismo FPV, la UCR y el PRO?. Son todo lo mismo?. Ah no?. Mirá vos, entonces con la bolsa de mierda de la derecha sí sos capaz de hacer una diferenciación, pero la izquierda es toda la misma mierda, no?. Así es?.

La izquierda se divide en la misma medida que lo hacen ustedes. Pero una cosa es cierto, la derecha siempre se seguirá mofando de la falta de unidad de la izquierda porque la derecha siempre habla desde el poder.

El FPV de derecha. :roll:

El FPV de izquierda. :roll:

Cualquier gobierno que paga una deuda externa ilegitima, ilegal y asesina en detrimento de vetarle el 82 por ciento a Los jubilados es de derecha. Aca y en Kamchatka.

Si consideran que cualquier sector político o ideología que esté dentro del capitalismo es de derecha, entonces sí, el FPV lo es (y prácticamente el mundo entero) no tiene sentido que discuta eso. Mi concepción de “la derecha” es otra.

Che, yo no soy de derecha. Soy de centro izquierda.

Y justamente, de lo mismo que me río de ustedes, me río de nosotros mismos. Porque justamente el radicalismo después de Alfonsín no se dedicó precisamente a ser unido, eh. Tenías fugas de gente por todos lados, fijate que se fueron López Murphy, Carrió, Cobos, etc. entre los del ala derecha del partido, y Stolbitzer, por ejemplo, del ala progre.

No creas que yo me río solamente de ustedes, eh… vas a encontrar más de una vez comentarios míos respecto del radicalismo diciendo que nosotros nos la pasamos revisando la letra chiquita de todas las cosas en el nombre de la ética y terminamos sin hacer un carajo. :lol:

No te lo tomés tan a pecho, je. :wink:

Abrazos, Martín.

¿Te sentís representado por el radicalismo actual?

Por una parte del radicalismo. O sea, me siento representado por algunas cosas que quiere hacer Ricardo Alfonsín hacia adentro del partido, y por la gente que sigue esa corriente. No me siento representado, claro está, por Sanz y Cobos.

Yo no coincido con [MENTION=45628]millodeverdad[/MENTION]; digamos no creo que “cualquier gobierno que paga la deuda externa sea de derecha”. Creo que hablar de “derecha”, “centro”, “centroizquierda”, “izquierda” en términos abstractos es engañoso.
Hay que hablar en términos concretos y de clase, hablemos de gobiernos burgueses y de partidos y/o movimientos de la burguesía, pequeña burguesía, obreros.
En latinoamerica particularmente, dentro de los partidos de la burguesía tenés sectores que representan los intereses del capital financiero internacional, es decir del imperialismo, y sectores que representan los intereses de la burguesía nacional. La expresión política de los primeros es el liberalismo, y el sometimiento absoluto al capital internacional; la expresión política de los segundos es el nacionalismo, es decir el intento de a traves de la “unidad nacional” desarrollar a la burguesía nacional. Obviamente, esta última clase está sometida al capital internacional, y necesita de este para poder seguir siendo la clase dominante en su propio país y no perder el poder en manos de los trabajadores.
Acá tenes marcados claramente la diferencia de raíz, de los gobiernos “derechistas” (neoliberales) de los gobiernos “nacionalistas” (keynessianos). La historia de los países oprimidos del mundo demuestra que los virajes políticos de la burguesía nacional o internacional, terminan conduciendo a gobiernos que responden a las necesidades históricas de los capitalistas.
¿A qué voy con todo esto? A que la historia y los virajes políticos de determinados gobiernos, se deben entender en el marco de la estrategia política de la burguesía para continuar gobernando.

Yo diría: Cualquier gobierno que paga una deuda externa ilegitima, ilegal y asesina en detrimento de vetarle el 82 por ciento a los jubilados responde a los intereses del capital financiero internacional sea “neoliberal” o “nac & pop”.

Vos fijate como, del seno de la estructura de un gobierno “neoliberal” surge el gobierno “Nac & pop”, del seno del gobierno “Nac & pop” surge el próximo frente “Neoliberal”… esto no es más que la expresión del viraje político de la burguesía: su política de ajuste y refinanciamiento de la deuda.

Troskos

por Ernesto Tenembaum

(A fines del 2010, escribí esta nota en Veintitrés, sobre los Troskos, esa extraña especie humana con la que, debo reconocerlo, es muy difícil llevarse bien. De hecho, yo no lo he logrado en toda mi vida. Creo que, a seis días de las elecciones, es atinado reproducirla. Pasen y vean. Algunos se van a enojar. No creo que sean los troskos. Pero, son tan extraños, que uno nunca sabe).

Debido a una razón absolutamente fortuita y nada política, tengo cierta debilidad por Jorge Altamira. En marzo de 1989, yo acababa de lograr un ansiado pase a la sección política de Página 12. Me encomendaron que cubriera lo que ocurría en los partidos de izquierda. No parecía, a primera vista, una gran responsabilidad: envidiaba a los compañeros que escribían sobre radicalismo –el partido que se caía del poder– o sobre los militares –que producían una rebelión cada tres meses–, y más a los que contaban el peronismo, que se venía con todo. La izquierda era, apenas, un recuadrito de todo eso, un primer escalón. Sin embargo, tenía lo suyo. Porque el Partido Comunista se hacía añicos tras la caída del muro de Berlín, y muchos disidentes por primera vez contaban cosas que ocurrían adentro. El Movimiento al Socialismo, por su parte, lograba que Luis Zamora llegara a la Cámara de Diputados desde donde enfrentaría a George Bush a gritos y hacía congresos multitudinarios. Y el Partido Obrero lograba un insólito protagonismo porque el gobierno radical, sin una sola prueba –casi como ahora– lo acusaba de conspirar contra la democracia en medio de los saqueos que agitaban al país, como consecuencia de la hiperinflación, y un juez que se llamaba Larrambebere decidía detener al propio Altamira por sedicioso, y la policía cumplía la orden nada menos que en la Casa Rosada, a la vista de toda la prensa. El que daba conferencias para denunciar al PO como golpista no se llamaba Nilda Garré ni Aníbal Fernández ni era peronista: era el ministro radical Juan Carlos Pugliese.
Por ese entonces, Altamira era candidato a presidente. Sus discursos en los espacios gratuitos de televisión me daban mucha risa y eran muy comentados. “Que Richard Handley y el FMI se vayan a laburar”, gritaba Altamira a cámara. Handley era un rugbier que conducía el Citibank: un hombre clave de aquellos tiempos, poderosísimo, multimillonario, que sería artífice de algunas de las peores medidas de la década que siguió y armaría un pool de medios oficialistas –tal como ahora lo hacen otras personas–. Altamira lo provocaba con su histrionismo, aprovechaba esos minutos de aire gratuito para darse una panzada. Por entonces, me tocó entrevistarlo en la página destinada a los candidatos a presidente (era una democracia más abierta que la que se propone ahora porque los partidos chicos podían presentarse). Vagamente recuerdo que yo lo trataba con cierto cinismo y autosuficiencia y él se enojaba mucho. Pero lo más importante para mí es que el día que salió publicada, sonó un interno en la redacción, pidieron hablar conmigo y era el director del diario, Jorge Lanata –con quien hasta allí me había llevado pésimo– para felicitarme por la nota. Yo era un principiante, venía de un año y medio de remarla en condiciones adversas y esa nota, creo, fue un paso importante para mi carrera.
Unos años antes había conocido a otro militante del Partido Obrero que, al menos en la ciudad de La Plata, hacía ruido. Se llamaba Michelle Saubal. Era el único delegado del PO en el primer congreso de la Federación Universitaria de La Plata posterior al regreso de la democracia. Habría unos ciento veinte delegados: la mayoría radicales, muchos intransigentes y comunistas, algunos peronistas, un puñado de independientes. Y él solo los volvía locos a todos. No tenía ninguna posibilidad de ganar una sola votación. Pero los enloquecía. Recuerdo al jefe del bloque radical gritarle varias veces “golpista”, porque criticaba a Raúl Alfonsín. Más o menos como los tratan ahora. Saubal era mayor que el resto y mucho más formado. Años después me lo crucé en la Facultad de Psicología de la UBA. Seguía militando en el Partido Obrero. Preparamos una materia juntos. Saubal era lacaniano, ¡leía a Lacan en francés! Hablaba varios idiomas. Creo que había sido ingeniero. El otro día, en el set de Palabras más, palabras menos, le pregunté a Altamira si tenía noticias de él. “Sí, claro. Sigue siendo un militante. Acaba de escribir un artículo interesantísimo sobre los lacanianos de izquierda. Fue el hombre que preparó todo el sistema informático del partido. Hemos tenido nuestras discusiones porque, por momentos, es un hombre muy radicalizado”. Yo lo miraba con extrañeza: ¿cuánto más radicalizado que Altamira se puede ser? Está claro que se refería a un mundo con códigos que, desde afuera, son difíciles de entender. Ni mejor ni peor que tantos otros pequeños o grandes mundos que sólo se entienden, y a veces ni eso, si se pertenece a ellos.
El martes pasado tuve ocasión de conocer, durante unos minutos, a otro militante del Partido Obrero. Se llama Jorge Ospital y fue uno de los detenidos por el corte de las vías del Roca. Hace 26 años que Ospital es trotskista. Fue trabajador gráfico y en la última década labura como ferroviario. Apareció con una remera negra estampada con la imagen de Mariano Ferreyra. “Yo me hice trotskista porque encontré un programa para cambiar el país”, dijo. Yo lo miraba y me lo imaginaba armando comisiones internas y dando peleas contra los muchachos de José Pedraza. Debe ser una vida, cómo decirlo, difícil, arriesgada, temeraria. Sin apoyo de ningún gobierno, con el odio de la pesada, la vigilancia de empresas muy vinculadas a la mafia política y sindical. Quienes conocen el mundo gremial cuentan que hay muchos como él. Y son odiados por los caudillos del sindicalismo peronista. Enfrentarse a esos hombres no es sencillo. A Mariano Ferreyra le costó la vida, por ejemplo. Imaginaba a Ospital o a otros como él enseñándole a leer y escribir a Elsa Rodríguez, la mujer que aún lucha por salir del coma luego de la represión de la patota de Pedraza en Barracas.
Para un periodista socialdemócrata –o algo así– como el que escribe estas líneas, los troskos son tipos raros, sectarios, dogmáticos, intransigentes, con los que cuesta mucho convivir. Personajes casi borgianos, de otros tiempos, incapaces de entender que la realidad no cabe en ninguna teoría cerrada o que el capitalismo no va a explotar por sus contradicciones y, si lo hace, no va a ser precisamente una buena noticia. Pero, a estas alturas, quién sabe quién tiene razón, ¿no? Corre tanta agua bajo el puente que tampoco se puede juzgar a los demás como si uno fuera no sé qué cosa. Sobre todo si se trata de gente que entrega su vida a la lucha por ideas y no transa. En su defensa hay que decir que nunca fueron lopezrreguistas, ni mataron gente, ni opinaron que Videla era un general democrático, ni se confundieron con Menem o Rodríguez Saá, ni con la Alianza, ni con nadie. Y fueron perseguidos como los que más. O sea que, en un país de gente equivocada, no han cometido equivocaciones demasiado graves. Y si son un poco locos, en fin, hemos tenido cada uno al frente del país –Cavallo, por citar a uno de ellos, ¿se acuerdan?– que mejor no comparar.
Por eso resulta extraño que el canciller multimillonario del gobierno nacional y popular defienda a sindicalistas multimillonarios y levante el dedito en contra del PO, y haya jueces que libren órdenes de detención, y ministros ultraduhaldistas de toda la vida que los acusen de duhaldistas (!).
Extraño que cuando hay usuarios que queman trenes, para el Gobierno los culpables sean ellos, y cuando los maestros paran en Santa Cruz también y cuando saquean un negocio en Constitución, otra vez apelen al mismo recurso.
Que los acusen de incendiarios, sediciosos, saqueadores y hasta de promover atentados contra la casa de la familia Kirchner en Río Gallegos.
Y que nunca haya pruebas.
Parece un mecanismo clásico de gobiernos de derecha.
Pero quizá no sea este el caso.
A veces ocurre, apenas, que los vidrios polarizados de los autos último modelo nublan la vista de algunos funcionarios. Y así como en otros tiempos eligieron a Hermenegildo Sábat como enemigo, con la misma lógica ahora señalan a los tobas formoseños o a los militantes gremiales del Partido Obrero.
A veces, las personas hacemos cosas muy extrañas.

ET

Boludo ¿En serio te enorgullece que un sorete mercenario como Tenembaum intente reivindicar a un espacio de izquierda para limpiar la culpa progre de ser la puta del grupo por nueve años consecutivos cuando en realidad, le importan tres huevos las consignas y la agenda del partido obrero?

Me enorgullece que hasta la gente que no piensa como nosotros, reconoce nuestra historia implacable, nuestra militancia consecuente y transformadora, y todas las luchas que llevamos a cabo. Me enorgullece ser militante del Partido Obrero.