“River merece un presidente mucho mejor que Aguilar”
José María Aguilar asegura que fue más honesto que eficiente y que no se presentará otra vez como candidato; Calificó su presidencia como discreta y admite que decepcionó a quienes se generaron grandes expectativas
Tiempo de sonrisas para Aguilar, con la camiseta del título N° 33 de River, en su despacho en el Monumental Foto: A. Quiroga
Después de mucho tiempo, el encuentro se concreta. Por decisión del presidente de River, José María Aguilar, el diálogo con LA NACION estuvo interrumpido durante un año y medio. “Mi gestión no ha resultado simpática a la hora de la lectura crítica que LA NACION ha realizado. Con las subjetividades del caso, creo que no tuve el derecho a réplica que deseaba. Pero bueno, es un hecho superado y aquí estamos charlando”, apunta en un despacho acostumbrado tanto a su dialéctica como a su ironía.
La entrevista transcurre entre el histrionismo y las justificaciones. Se citan precisiones sobre las causas judiciales, se habla sobre honestidad y eficiencia, se intercambian datos sobre convenios millonarios, sobre investigaciones y su futuro político. La charla, que duró casi dos horas, dejó frases destacadas e inesperadas.
-De acuerdo con las expresiones que usted mismo hizo, ¿River es Aruba o una farmacia que está abierta las 24 horas?
-Es una farmacia abierta las 24 horas que queda en Aruba… Hice el comentario de Aruba debido al marco apocalíptico que a veces se plantea en los clubes de fútbol después de una derrota deportiva. Cuando River perdió la posibilidad de continuar en la Copa Libertadores, con San Lorenzo, fue durísimo, pero en River seguían pasando cosas buenas: peleábamos el campeonato, teníamos y tenemos un buen plantel, un buen cuerpo técnico, una escuela que funciona de manera extraordinaria, 60.000 socios, el club está equilibrado económicamente es Aruba, no es el apocalipsis.
-¿Disfrutó del título o los diversos conflictos que se sucedieron después no se lo permitieron?
-Disfruté mucho. Fue un título muy festejado. Al margen de alcanzar la conquista después de un tiempo sin campeonatos, fue un semestre en el que River se convirtió en el único campeón. Siempre hay contratiempos, son inevitables. Como verán tengo la Copa en el escritorio [la señala con el dedo] para recordar que River es el campeón vigente y que River ha profundizado su liderazgo en el fútbol argentino. A mí me tocó asumir en el año 2002 y estamos en 2008: tres torneos ganó Boca, uno Independiente, Lanús, Estudiantes, Newell s, Vélez y San Lorenzo, y los otros cuatro los ganó River. O sea que, en esta década, River también profundiza su enorme liderazgo en el fútbol argentino. River tiene 33 torneos y su inmediato perseguidor 22. Creo que es un motivo de orgullo.
-Pero otros equipos podrían hacer una cuenta similar en el plano internacional.
-Cada uno tiene que festejar sus glorias, no hace falta alegrarse por las penurias del prójimo.
-¿Le gustó cómo jugó el equipo?
-Tuvo momentos de buen fútbol y otros no tan encantadores a la vista. Tuvo una regularidad muy importante para lo que es el fútbol argentino. Ganó todos los partidos de local, empató con Racing, perdió solo dos partidos (ambos por un gol), logró 43 puntos, tuvo la valla menos vencida y estuvo entre los equipos más goleadores. Es el primer campeón sin penales a favor, no nos cobraron ni uno. Y lo digo ahora a partir de la simpatía que tengo por los árbitros. Lo digo ahora que todo pasó.
-Los diferentes conflictos que vivió internamente River derribaron las teorías de la unión de los grupos, la comunión entre dirigentes y plantel
-Más allá de las diferencias que se expusieron muy claramente y salieron a la luz, este fue un campeón que va a quedar en la historia más allá del muy buen puntaje y de la regularidad, por haber sabido afrontar y superar circunstancias adversas. Para todos los que somos de River quedará en las retinas ese partido con Gimnasia y Esgrima La Plata. Ese primer tiempo con derrota, un público enojado, un equipo que no terminaba de ajustarse Ese partido River lo terminó ganando con golazos y demostrando mucha técnica. Ese creo que fue el signo distintivo de este plantel: haber sabido entender que había que pelear contra las adversidades, por ahí con más esfuerzos en aras de un resultado importante que era salir campeón. En River siempre es importante salir campeón, pero indudablemente cuando se repiten una serie de temporadas sin éxitos, el triunfo tiene características distinguidas, y éste fue el caso.
-¿Se va a postular para la re-reelección?
-No me voy a presentar. Inicié mi carrera política como vocal suplente en el 89, después fui vocal titular y estuve a cargo del Instituto, fui prosecretario y secretario y dos veces presidente. Ha sido un ciclo de 20 años donde lo he hecho todo. Creo que es higiénico, prolijo y beneficioso para el club que otros hombres se encarguen de conducir a River. Por supuesto que no seré ajeno al tema electoral porque soy un hombre de la política del club. Es cierto que estoy manteniendo reuniones políticas, pero no de carácter electoral, sino de carácter deliberativo. De hablar del River que tenemos y del River que queremos. Uno puede hacer política desde diferentes lugares, no simplemente desde el lugar de candidato. No se dan una idea la comodidad que me da hablar con el socio a partir de aclararle que uno no será candidato. No partís del discurso de la seducción.
- Como hombre de la política de River, ¿quiénes son los posibles candidatos para usted?
-Ese si es un problema que tiene River. Un verdadero problema. River tiene tantos candidatos a presidente que no tiene ninguno. En todas las encuestas que se hicieron entre los socios de River no aparece ninguna figura emergente que por el momento seduzca al simpatizante de River. Estoy seguro de que en estos 18 meses de carrera electoral aparecerá. Hay hombres de gran valía que van a poder hacerse conocer.
-Daniel Passarella está en campaña. ¿No lo considera?
-Lo veo como una figura nueva, que se acerca. ¡Bienvenido a la jungla! Desde diciembre que no hablo con él, pero es una gloria del club y un técnico muy importante. Lo tomo de buena manera y felicito su iniciativa.
-¿Lo apoyaría?
-Más que para apoyar, estoy para piantar votos [se ríe]. No voy a demonizar a nadie. Tengo que tener un proceso amplio para encargarme que el proceso electoral sea lo más puro, lo más transparente y lo más inteligente posible. Me encanta reconocer mi condición de pianta votos conforme a las prédicas periodísticas de medios como LA NACION. Más allá de ellas, sigo siendo el candidato con mayor porcentaje de las encuestas, pero yo no seré candidato.
Le brilla la mirada cuando surge la pregunta sobre las causas judiciales en las que está involucrado. Hasta parecería, en un punto, que estuviera esperando la interrogación. “La verdad es que en este momento no tengo ninguna causa judicial pendiente. Las contravencionales están archivadas. En la causa tributaria, tan famosa y tan recordada por su diario, fui absuelto por el Juzgado Oral y Público N° 1. Y en la imputación por encubrimiento que se me formulara a propósito de la «Batalla de los Quinchos» estoy con falta de mérito. No tengo situaciones judiciales comprometidas, que, sin dudas, fueron lo más duro que me ha tocado pasar como presidente de River”, explica con voz firme y gestos ampulosos.
-En 2001, durante su campaña electoral, su slogan fue “Honestidad y eficiencia”. ¿Correspondió a esas palabras?
-Fui más honesto que eficiente. De todas maneras, soy autocrítico y me ha tocado ejercer una presidencia discreta. Creo que River merece un presidente mucho mejor que Aguilar. Esto es cíclico: hoy hay un presidente discreto y puede venir un presidente muy bueno. Lo que ocurre es que sobre mi figura se generó una expectativa exagerada y esto es lo que provoca un fenómeno crítico más duro. En ese sentido me he encargado de decepcionar bastante durante mi gestión.
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[li]Fue absuelto en la causa por evasión [/li]El Tribunal Oral Penal Económico N° 1, a cargo de los doctores Jorge Pisarenco, Carlos Schlegel y Susana Pellet Lastra, sobreseyó a Aguilar en la causa por evasión tributaria en River entre 2001 y 2003 sin llevar adelante el juicio, medida que había sido decidida por el juez de primera instancia, Javier López Biscayart. La AFIP tiene diez días para apelar.
[/ul]Por Martín Castilla y Alberto Cantore / De la Redacción de LA NACION