En el pasado superclásico la filial de Barcelona contó con la grata presencia del Tito Bonano, entre las más de 100 personas que se acercaron a ver el partido.
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La carta del Tito
Queridos riverplatenses:
Quisiera en primer término agradecer las líneas escritas, firmadas por Chelo y que me hacen sentir feliz por el reconocimiento al Tito persona y que es uno de los motivos de los cuales más orgulloso estoy. Si bien es cierto que la excusa para conocernos mutuamente y compartir todo cuanto vivimos en mis 5 años en el club de la banda y éstas horas en la filial de Barcelona se deben al Bonano futbolista, el poder venir de civil, sin botines, camiseta ni guantes y se me reciba y demuestre el cariño y respeto que me brindaron son motivos de sobra para ser un eterno agradecido.
Ya sé que les parecerá caer en un tópico, que suena a frase armada, pero es imposible describir con palabras los sentimientos que me invadieron desde un primer momento cuando al ir llegando hasta la filial escuchaba a lo lejos el redoble de tambores, las gargantas en grito de guerra, los trapos colgados queriendo demostrar aún más si cabe ese sentido de pertenencia a un amor incondicional. Al principio era raro, caras desconocidas, gente que jamás había tratado pero que al ir saludando y cruzar unas palabras las sentí muy mías, especialmente reconocí de inmediato la oleada de afecto en sus expresiones, en la manera de mostrar la camiseta que los cobijaba, de esa especie de mística que se vive cuando un grupo de hinchas (creo que hasta entre muchos de ellos ni se conocían) se aúnan bajo la consigna de pertenecer a la raza de fieles gallinas. Se respiraba ambiente de clásico, nerviosismo, ansiedad y por qué no admitirlo, hasta cierto temor a un resultado adverso. Pero hay método para camuflarlo…los cánticos (que lindo volver a escuchar las canciones de nuestras tribunas, con el calor, la picardía y ese acento tan nuestro, tan añorado del Monumental) los saltos rozando los cuerpos, esa caricia de piel que nos iguala bajo los mismos colores sin distinciones, allí había pibes, mujeres, gente mayor, personas de Mendoza, de Capital, de Rosario, de Córdoba, alguna chica de un país del este europeo que se yo de dónde más…cada uno con su condición social, política si querés, pero unidos por River. Y quién me iba a decir a mí, que unos cuantos años después y amás de 12.000 kms de distancia uno podía sentirse como en casa, rodeado de amigos, emocionándose como un pibito gracias al fútbol. Me gustaría ser un gran escritor en éstos momentos que uno quiere relatar sus emociones con palabras. Porque sin querer, lograron que un tipo como yo, tímido, reservado tuviera que hacer un gran esfuerzo para que no se me cayeran las lágrimas cuando los veía gozar en el delirio de entregar la voz en el aliento como si desde el césped de Núñez los 11 leones que nos representan pudieran oírlos, como si cada palabra de aliento ayudara a trabar más fuerte una pelota, a meter el cuerpo con garra, a saltar más alto para cabecear, a que nuestro arquero vuele hasta el ángulo donde se metía esa pelota envenenada, para empujarla al gol contra los putos bosteros. Y abrazarnos en un orgasmo inigualable al verlo al muñeco con la boca llena de gol, y la explosión de alegría de las tribunas del Monumental. Y como no emocionarme cuando escuché el olé olé olé Titoooo, Titooo que me hizo feliz durante 5 años maravillosos en mi carrera profesional y privada allí en la querida Buenos Aires. Me transportaron al olor de choripán, a festejos de vueltas olímpicas, al vestuario rodeado de auténticos mounstruos como Enzo, Astrada; Diaz, Salas; Aimar; Ortega; Gallardo; Crespo; Burgos; Sorín; Monserrat, Saviola; etc etc
Simplemente quiero decirles gracias. Dejarles un gran abrazo y desearles lo mejor. Que el millo nos mantenga unidos y felices como hasta nuestros días, tanto en las buenas como en las malas.
Felicitaciones por el esfuerzo y el sacrificio que ponen por ser River Plate en Barcelona.
Hasta otra, Tito Bonano