Buenos días, buenas tardes, buenas noches. Hoy, 20 de junio de 2012, vamos a hablar con alguien muy especial, que es la figura de este día. Me estoy refiriendo a la Bandera Nacional Argentina que está con nosotros hoy.
Buen Día Bandera, ¿cómo estás?
Bandera: Bien. Orgullosa de estar con ustedes. Para mí es muy importante conversar con quienes represento, así que muchas gracias por invitarme.
¿Cómo es ser bandera?
Bandera: Ser bandera es un trabajo bastante arduo. Así como me ven, estar colgada flameando, identificando a todo un país, no es algo simple. Es una responsabilidad muy grande ser un símbolo patrio. Tenes que estar agitada en los festejos, silenciosa y quieta en la tristeza. A media asta en los momentos más duros. Para el mundo la Argentina sos vos. Sos el país hecho paño. Ser bandera significa presenciar todos los actos oficiales. Pero también, Ser bandera, es levantarse muy temprano a la mañana, para estar con los chicos en las escuelas. Y más ahora en invierno, cuando hace mucho frío, ver el humo que sale de sus bocas cuando ellos entonan Aurora es algo que me llena de emoción. Ser bandera también es estar en la frontera con el último argentino que está a metros del paso al otro país haciendo patria. Ser bandera es estar en los barcos, en los hospitales. Ser Bandera es flamear imponente detrás de la Casa de Gobierno, pero también es estar presente, pequeña, humilde y hasta un tanto desteñida en el pueblito más chiquito y alejado. Todo eso es ser bandera. Embanderarse, quiere decir encolumnarse detrás de algo, de un objetivo, de un reclamo, de un grupo. Y en este caso, ser la bandera nacional es ser el símbolo de los que nos une a los 45 millones de argentinos y eso me hace sentir una gran felicidad.
Bandera, desde que te vi por primera vez, siempre quise preguntarte por tus colores. ¿Estás contenta con el celeste y el blanco?, ¿O a vos te hubiera gustado teñirte de otro color?
Bandera: No, jamás pensé en teñirme de otro color. Yo estoy contenta con el celeste y el blanco, estos colores ya son parte de mi identidad y de la de todos, pero quiero aclarar que nada tienen que ver el cielo y las nubes en todo esto. Mi padre no estaba mirando el cielo cuando me creó. El Blanco y el Celeste eran los colores de la casa de Borbón, a la que pertenecía Fernando VII, el rey de España que estaba cautivo de los franceses y por eso me pintaron así.
Bandera, de tu padre sabemos que fue Manuel Belgrano y que fue un gran economista, militar y periodista, pero ¿qué nos podes contar de tu madre?
Bandera: Ella se llamaba María Catalina Echeverría, era una vecina de Rosario que allá por el 27 de febrero de 1812 me había cosido y entregado a Don Manuel Belgrano. Pobre la vieja, todo el santo día cosiendo y cosiendo. Después imagínense, la gente le pedía más y más banderas como yo. De eso se trató su vida.
Seguramente tu padre y tu madre te habrán contado cómo fue la historia de tu nacimiento, ¿Qué es lo que más te impactó de aquel momento?
Bandera: Bueno, mi padre estaba inaugurando la batería Independencia cuando le encargó a mi madre que cosiera esos paños con esos colores y así nací yo.
Todavía resuena en mis oídos la jura que hicieron soldados y oficiales, Manuel Belgrano, mi padre les dijo: “Soldados: Juremos vencer a los enemigos interiores y exteriores, y la América del Sur será el templo de la independencia y de la Libertad”.
Bandera, ¿Qué sentiste cuando tuviste que ir a la guerra?
Bandera: Las banderas nacimos porque hay países, y porque hay guerras. Yo nací a la vera del río Paraná mientras mi padre nos defendía de los ataques españoles, como símbolo para identificar a los soldados. Es muy probable que, si no hubieran existido las guerras, yo no hubiera nacido. Pero déjenme decirles que hubiera preferido eso, antes de ver tanta sangre derramada.
¿Alguna vez te sentiste usada?
Bandera: Si muchas veces. Muchas veces me sentí usada y muchas veces me siento usada. Me siento usada cuando esos que me nombran y me muestran a cada rato son los mismos que destruyen el país al que represento. Me siento usada por esos que inflan el pecho cuando me ven, pero esconden la cabeza cuando la cosa viene mal. Me sentí usada por las dictaduras.
Me encanta cuando la gente va a la cancha con los colores celeste y blanco, aunque a veces me siento usada, cuando algunos se aprovechan del éxito deportivo de algún compatriota para mostrarlo como un logro de su administración, o cuando usan eso para tapar alguna otra noticia negativa.
Me encanta cuando la gente va al Obelisco a festejar y me agitan. Pero a veces eso también me da miedo.
Bandera, algo que a mí me resulta interesante saber es cuál es tu relación con el viento.
Bandera: Y… es una relación de amor y odio. Si no fuera por el viento yo no flamearía. Y las banderas nacimos para flamear ondulantes. Ese debiera ser nuestro estado natural. En mi caso, al verme flamear, el sol que llevo en mi pecho da la sensación de que se está moviendo, y es hermoso. Aunque a veces debo confesar que eso me cansa. Y los días en los que sopla con mucha fuerza, hay veces que le pido al viento que por favor pare la mano un poquito, porque después termino muy cansada.
Y ya que estamos preguntando cómo te llevas, bandera, yo quería preguntarte ¿cómo te llevas con los abanderados?
Bandera: Bien, muy bien. Ellos son muy respetuosos y se emocionan mucho cuando me portan. Para ellos es un orgullo muy grande portarme, y para mí es uno de los momentos que más disfruto. Esa más, me gustaría que existieran tantos actos escolares como alumnos existen. Así podría asegurarme de que me porten una vez cada uno. Me gustaría que me porten todos los chicos, los más inteligentes y los menos. Los mejores compañeros y los que tiene un carácter medio complicado. Los que van a la escuela y los que no tiene esa suerte. Porque al fin y al cabo, yo represento a todos.