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Los Borrachos van a las urnas
River tiene dos padrones y unos veinte integrantes de Los Borrachos del Tablón en condiciones de votar. Casi todos tuvieron o tienen causas en la Justicia y no están al día con la cuota social. Si pagan, el próximo domingo podrían participar de las elecciones.
Por Gustavo VeigaEn cualquiera de sus dos versiones, el padrón de socios de River es una radiografía perfecta de cómo la barra brava intentó legitimarse por vía de la participación electoral mientras los dirigentes les hacían un guiño. A una semana de los comicios en el club de Núñez, tanto el padrón depurado como el denominado de socios no vigentes (incluye a quienes se atrasaron en el pago de su cuota social) registran a una veintena de individuos con antecedentes violentos, en algunos casos detenidos y procesados, que estarían en condiciones de votar. La mayoría figura entre quienes deberían ponerse al día para participar en las elecciones, una lista que, con otros, integran Adrián Rousseau, Alberto Ariel “Colo” Luna, Pablo Alfredo “Cuca” Girón, William Schlenker y Matías Kraft, entre los más conocidos. La mención de sus nombres remite a un caso controvertido. La ONG Hinchadas Unidas Argentinas, una iniciativa del puntero kirchnerista Marcelo Mallo que pretende llevar al Mundial de Sudáfrica a varias barras, acaba de presentar su estatuto en la Inspección General de Justicia (IGJ). En uno de sus puntos, sugiere que las instituciones afiliadas a la AFA tendrán prohibido asociar a personas con antecedentes penales.
Muy pocos barras resistirían ese tipo de depuración en River. En el padrón de varones que no tienen su cuota al día, y que registra a 41.034 socios, un relevamiento de sus 790 páginas permite comprobar que entre ellos hay varios nombres con prontuario policial. Allí figura Alberto Ariel “Colo” Luna con el número de asociado 446.572, que se adjudicó el asesinato de Gonzalo Acro (a más de dos años de su muerte también integra el padrón). Uno de los ex líderes de Los Borrachos del Tablón, el macizo taekwondista Hugo Adrián Rousseau, tiene el carnet 747.312, según se desprende del mismo padrón. Con el apellido Schlenker, el más conocido de todos los que formaron o forman parte de la barra, está William (socio 237.976), pero no su hermano mayor Alan, que no aparece en ninguno de los dos registros.
El padrón de socios no vigentes apareció después de que se conociera el oficializado, donde hay 24.979 socios. La diferencia entre uno y otro es de 16.055 personas, sólo entre los varones. Aunque no se trata de restarlos entre sí. Sí de que se sumen los dos padrones, porque los que aparecen en uno no están en el otro. Así estarían habilitados para votar 66.013 hombres y 14.930 mujeres (5244 en el de socias con cuota al día y 9686 morosas). Una situación que cuestionan las agrupaciones más opositoras al peor presidente de la historia, ya en retiro efectivo, José María Aguilar. La junta electoral autorizó la maniobra, aunque con una salvedad. No se permitiría abonar las cuotas atrasadas a último momento para evitar ciertas suspicacias que, de todos modos, ya existen.
Si en esta última semana previa a los comicios pusieran su carnet al día, además de Rousseau, el Colo Luna y William Schlenker –que salió en libertad este mes– podrían votar Martín Pluto Lococo y Pablo Alfredo “Cuca” Girón, dos de los acusados por participar el 7 de agosto de 2007 en el crimen de Acro. El segundo de ellos figura en el padrón con el número 770.680.
Otros barrabravas que se hicieron socios alguna vez y están en la misma condición que los anteriores son Christian Ariel Ghisletti, que participó en la llamada batalla de los quinchos en febrero de 2007, y Matías Kraft, alias Kevin, el único imputado por el asesinato de Acro que aún se mantiene prófugo de la Justicia. Estos casos demuestran una cosa. Los protagonistas de los hechos violentos más recientes están registrados en el padrón de morosos, pero si pagaran las cuotas adeudadas nadie podría impedirles votar. Hubo barrabravas que perdieron la libertad, otros que perdieron la posibilidad de ir al fútbol por la aplicación del derecho de admisión, pero lo que no perdió ninguno fue su condición de socio.
Distinta es la situación de antiguos líderes de Los Borrachos del Tablón como Luis Pereyra (socio 180.771) o Edgar “El Diariero” Butassi (174.154). Los dos están al día con el club y mucho más lejos en el tiempo de los delitos que se les imputaron en su momento. El 22 de diciembre de 1996, cuando ambos tenían el control de la barra, fue asesinado en Avellaneda el joven Christian Rousoulis, homicidio cuya causa prescribió, pese a las denuncias de su madre Nora. Pereyra continúa desempeñándose como empleado de River y de su compañero no se volvió a escuchar más.
Un hallazgo en el padrón para cualquier memorioso que siga la trayectoria de estos pesados del tablón es la presencia de Luis Alberto “El Oso” Gallardo, contemporáneo de Luisito Pereyra y El Diariero. El 26 de octubre de 1995 fue deportado de la ciudad de Porto Alegre, en Brasil, por provocar serios incidentes en el vuelo 939 de la compañía Varig junto a un grupo de 54 barrabravas que viajaban a ver a River por un partido de la Copa.
Hay quienes no son barras en un sentido estricto del término, pero sí hombres cercanos a Los Borrachos del Tablón. Y también pueden votar el próximo domingo por cualquiera de las cinco listas. Juan Slipak (socio 120.373) es uno de ellos. Identificado por el diario Olé en la refriega ocurrida en marzo del año pasado en la cancha de Vélez, cuando se enfrentaron con dureza dos sectores internos, es hermano de Hugo, un dirigente que acompañó a Aguilar durante sus dos presidencias. De Gustavo Atilio Lavezzari (222.112) se sabe que recibió un puntazo durante un clásico entre Boca y River en la Bombonera por una interna en la barra. Fue vocal suplente durante la segunda gestión de Aguilar, que está a punto de culminar.
La lista que tiene como candidato a presidente a Rodolfo D’Onofrio lleva a Jorge Alberto Sonzogni como quinto vocal titular. Su caso demuestra que no hace falta integrar la barra o ubicarse en su periferia para quedar involucrado en hechos desagradables. El 23 de marzo de 1997, la tarde en que River y Boca jugaron un clásico cautivante que terminó 3 a 3, el ahora aspirante a dirigente tenía a su cargo la seguridad en un sector del estadio Monumental. Al ingresar Pedro Pompilio, el ex presidente de Boca, en su camioneta 4x4, Sonzogni lo guió hacia un estacionamiento que no era el que tenía destinado previamente. Al ya fallecido directivo, un grupo de hinchas de River lo reconoció y le destrozó el vehículo con él, su hijo y un amigo adentro. “Si la policía no llegaba a tiempo, hoy estaríamos hablando de varios muertos”, le dijo Pompilio a la revista El Gráfico aquella vez. Nunca quedó del todo claro si el episodio había sido una encerrona, aunque sí dejó esa sospecha.