El día del cumpleaños, Anuel y sus amigos llegaron al rancho de de la Potranca, donde lo esperaban sus 24 hermanxs: Sabina, Honoria, Tránsito, Higinio, Ufano, Hilario, Jacinta, Cándido, Teodosia, Cástulo, Gervasia, Epifanio, Gaudelia, Eufemio, Eustaquio, Brígida, Melitón, Leonila, Nicanor, Martina, Régulo, Teodora, Teódulo, Tiburcio y Celso.
La amiga de la Potranca -que en realidad se la tenía jurada desde que la susodicha inició sexualmente a su pequeño hermano menor, luego que terminara finalmente la primaria a sus 15 primaveras- fue la que inició el tole tole, cuando de buenas a primeras, le desprendió un botón de la bragueta al pobre Anuelito y le empezó a propinar sexo oral en el momento cantar el feliz cumple. “Vos vas a soplar la vela? Yo también!” Habría dicho la pecaminosa amiga. En ese momento Gaudelia y Epifanio, que fueron los primeros en reaccionar rompieron una botella de Manaos para comenzar lo que todos imaginamos, la hecatombe, la debacle total, una seguidilla de hechos bochornosos que involucraron a Anuel, la Potranca, la amiga de la potranca, Gaudelia, Epifanio, los 22 hermanos restantes, los padres de la Potranca, Cuero, Boyé, el Cholito Simeone que había vuelto de Italia, Fernando Miembro, Alberto Fernandez que repartió de lo lindo al grito de “respeten la cuarentena carajo”, Tomy y Chucky.
Lo último que se vio fue a la potranca desnucando a su amiga en el patiecito de atrás, mientras el virgo de Cuero se manoteaba el ganso y eso fue todo. La potranca desapareció. Se convirtió en un mito, en un cuentito de terror que los pajeros se cuentan entre ellos: “Enfiestate a una mina entre varios, dale la mema sin forro y la potranca te va a agarrar”