De chiquito hay una filmación en la que digo ser hincha de Estudiantes, a pedido de un primo (la mayoría de mi familia es de Estudiantes). Después otro primo me hizo hincha de River, convenciéndome que me regalaba un juguete si me hacía hincha y acepté. Mi viejo es hincha de River pero nunca me rompió las bolas con el fútbol, hoy en día yo lo fanaticé a él, y mi vieja es hincha de Boca pero en cada final reza para que gane River a pedido nuestro (yo ni creo en Dios pero ella siente que aporta así).
Soy una persona enormemente escéptica, fiel seguidor del conocimiento científico, pero antes de partidos definitorios tengo muchas locuras. Tengo una canción para cada jugador de River, y convoco su buen rendimiento con escucharlas el día del partido (esto empezó en la Supercopa del 2018). El día antes de cada final, empezando por la Sudamericana 2014 veo una película de Johnny Depp (que ni me gusta como actor), y me duermo mirando un capítulo de “Monty Don’s Italian Gardens” de BBC en Netflix. Para esta última final no pude hacerlo porque rendía el Lunes y estaba muy cansado la noche anterior, horrible la fecha que eligieron para el partido. Antes de cada llave de Libertadores o Superclásico escucho Audioslave, que ni siquiera me gusta tanto (prefieron Soundgarden), pero trajo suerte hasta ahora, y es otra cosa que no pude cumplir en esta última (me levanté casi sobre la hora).
Y antes del partido del año pasado contra Boca en la Final de Libertadores llegué al estado máximo de locura, en el que cada repetición en el gimnasio no podía terminar en 6 o 7 (por las Libertadores de Boca), soñaba todas las noches con el resultado del partido (pensando, esta vez sí es real, ganamos para siempre la gloria eterna, hasta que me levantaba y me quería morir. Todavía hoy tengo miedo de levantarme y que haya sido un sueño), y cuando me secaba con la toalla de Harry Potter que tengo, nunca podía tocar la parte colorada del pelo de Ron, sino ganaba Boca.
La noche antes del partido de ida venía de un recital de Roger Waters (llevé la camiseta de River) y no podía dormirme de los nervios y la ansiedad. Estaba tan mal cuando estaba por arrancar el partido que me dormí cuando salieron a hacer el reconocimiento de cancha. Me levanté con el gol de Wanchope y fui al baño a vomitar, vuelvo y veo justo el pase de Pity y el gol de Pratto y me planteé seriamente si no estaba en un sueño. Lo único que grité en ese partido fue la atajada de Benedetto, porque al primer gol no lo pude gritar de los nervios, y el segundo del empate fue un desahogo con llanto.
Ni que hablar para la vuelta donde después del gol de Benedetto la veía negrísima y no miré el segundo tiempo, pensando cómo seguir con mi vida habiendo perdido una Final de Libertadores contra Boca. Solamente mi viejo se quedó a verla, y como puse música fuerte en mi pieza para no escuchar a los bosteros festejar no escuché el gol del empate. Volví al living y estaban terminando los 90, veo el 1 a 1 y volvió mi alma al cuerpo. Todavía no entiendo cómo llegó ese gol del empate, no se condice con el desarrollo del juego que estaba viendo yo (y el robo arbitral que se confirmó con el penal no cobrado y el indirecto adentro del área). Parece como si el dueño de la simulación me hubiera sacado de donde estaba y me hubiera llevado a un Universo paralelo. Mi vieja ahí fue a la Iglesia a rezar por River llevándose a pasear al perrito (estaba más nerviosa que yo capaz). A partir de ahí decidí quedarme a mirar el partido, ante los reproches de mi hermanito que me dijo que teníamos que seguir encerrados por cábala, pero asumí la responsabilidad de una eventual derrota de River y miré toda la prórroga. Fue la mejor desición de mi vida. Desde el momento en que entra Gago le dije a mi viejo que tenía un buen presentimiento, y cuando lo echan a Barrios sentía que era nuestro, que lo teníamos ahí. Pero teníamos que meter un gol porque íbamos a penales y lo ganaba Boca. Pase de Mayada, se acomoda Quintero y la clava en un ángulo. Esa sensación de ver la red moviéndose fue sin dudas lo más hermoso que he visto en toda mi vida, salí al balcón y lo grité desaforadamente como si no hubiera mañana, descargué toda la tensión de los últimos 2 meses, después de tanto juego sucio, difamando, intentando no jugarlo y ganarlo con trampa, fue la justicia divina. Que sensación tan mágica y con tanto significado esa de la red del arco moviéndose a tu favor. Después de la locura que fue no definirlo en alguna de las miles de contras que tuvimos, y con los córneres inventados por el árbitro, de un No Fue Córner en el que empezó todo, a un No Fue Córner en el que todo terminó, para bien. Como esos guiones de animé chinos en los que todo está perfectamente planeado y sale de la forma más cerrada y perfecta posible (con los contratiempos incluidos como que empezara ganando Boca con gol de Benedetto), mete el eterno tercero quien más se lo merecía, en una corrida gloriosa que va a quedar para siempre grabada en la historia del fútbol. Si yo fuera productor de Hollywood te rechazo el guión por ser demasiado poco creíble, pero así fue, la realidad superó a la ficción y alcanzamos la gloria eterna.
Cuando salgo a gritarlo, ahora ya sí de la forma más loca y desaforada posible, sumado a un “Dale campeón, dale campeón” que escuchó mi hermanito en la pieza (que según me cuenta estaba subido a la cucheta tapado con 4 frazadas, con un casco de Star Wars y unos guantes de Hulk, todo eso por cábala), sale sin poder creerlo que lo hayamos dado vuelta y salido campeones de una Final de Libertadores contra Boca. Todavía lo sigo festejando y quizás mi cabeza sigue ahí, pero cómo no vamos a ser felices con todo eso que se dió, en Madrid frente a los ojos del Mundo entero, nunca lo vamos a superar.
Todo ese estado de estrés permanente me trajo secuelas, y tuve alergias constantes por casi 10 meses después del partido. Tuve que tomar antihistamínicos sino me brotaba entero, y el test de sensibilidad alergénica dió que los niveles eran normales/bajos y no tenía alergia a nada. Algo muy raro que se me terminó de pasar después de eliminar a Boca en esta última Libertadores, como si fuese el cierre del círculo. Empecé contando confesiones de mi poca racionalidad en el ambiente del fútbol (siendo que para todo el resto de los ámbitos soy la persona más racional y objetiva que conozco) y me terminó saliendo una crónica futbolera del corazón, pero bueno, necesitaba explayarme y liberar las emociones a modo de catarsis, así que gracias por leerlo.
PD: Además, tengo una especie de ritual que llevé a cabo en Enero tanto del 2015 como del 2018 (que son las únicas 2 que ganamos desde que nací), para que River salga campeón de la Libertadores. No lo voy a contar para no quemarlo, pero puede ser el complemento perfecto y necesario a la famosa mano de gnomo del Rodo.
PD 2: Boca la concha de tu madre.
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