El plan de Macri para AFA: Sociedades Anónimas Deportivas

Sociedades Anónimas Deportivas: El plan de Macri para el fútbol argentino [b] El Presidente de la Nación encabeza la idea de reestructurar el fútbol argentino con un modelo que viene fracasando en Europa desde la decada del 90. ¿Qué son las SAD?, ¿como se financiarían los clubes?, ¿como le fue al modelo español?. Todos los detalles del fútbol que piensa Macri.

[/b]Según se ha dejado entrever por distintas fuentes que estuvieron en la última reunión de AFA, Daniel Angelici, uno de los principales operadores políticos del Presidente de la Nación Mauricio Macri ha llevado la idea de la Casa Rosada a los clubes de fútbol: Las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD).En aquella reunión, como en el encuentro de la mesa chica entre Marín, Angelici y Lammens, se hizo presente el presidente de la Liga Profesional de Fútbol de España (LPF), Javier Tebas, quien explicó como funciona el sistema de dinero que ingresa en las arcas de la LPF y cómo se distribuye entre los clubes. El modelo SAD ha servido para terminar con los clubes como asociaciones civiles para que comiencen a funcionar como empresas que “no generan perdidas”.

Mauricio Macri intentó llevar adelante este modelo cuando era  presidente de Boca Juniors en la decada del 90, por su parte Marín fue  presidente de Blanquiceleste S.A, empresa que gerenció a Racing Club  luego de la quiebra. Tebas además explicitó los beneficios que  traería este modelo para la venta de los derechos de televisación al  resto del mundo. Lo que es cierto, pero vale destacar que sólo estarían  siendo beneficiados los dos clubes más poderosos, tal como sucede en el  fútbol español.

[b]El fracaso de las SAD en España

[/b]En 1990 se aprobó la Ley del Deporte que creó la figura de las SAD como variante a las asociaciones civiles tradicionales. La idea era dotar de un mayor control y transparencia a las estructuras del fútbol profesional, la Ley establecía una especie de castigo o sanción a los Clubes “endeudados”, obligándoles a adoptar la forma jurídica de SAD, que teóricamente garantizaba un mejor y más claro funcionamiento futuro, mientras permitía que las entidades “saneadas” pudieran seguir compitiendo bajo la forma jurídica asociativa de los Clubes Deportivos. El desarrollo posterior de los acontecimientos demostró que la voluntad política real era crear un marco jurídico aparentemente impecable que escondía una intención no manifestada: que determinados clubes muy poderosos e influyentes no tuviesen que convertirse nunca en SAD.
Los clubes que se convirtieron en SAD están casi todos en la ruina, demostrando la escasa utilidad de una norma perversa aparentemente trufada de buenas intenciones. Y los que no lo hicieron no están en mejor situación, o si lo están, es porque un vergonzoso reparto de los derechos televisivos y una larga serie de recalificaciones, subvenciones, ayudas públicas, aplazamientos tributarios y laborales y otras prebendas inalcanzables para las empresas normales y corrientes, todas ellas fundamentadas en el enorme poder social y mediático –y por lo tanto político- de algunos clubes españoles.

Pero el fracaso de la normativa española no debe reducirse sólo a la  distinción entre SAD y Clubes Deportivos, examinando su distinta  situación y régimen jurídico y económico. También dentro las entidades  que se convirtieron en SAD encontramos problemas importantes causados  por las disfunciones que crea la aplicación de la propia Ley. El  artículo 3 del Real Decreto 1.251/1999, que regula el capital mínimo que  deben tener las SAD, establece un baremo entre los gastos de todos los  equipos de la misma competición, lo que obliga al equipo ampliar  inmediatamente su capital social. Si una SAD no se adecúa a esto puede  ser inmediatamente descalificados de las competiciones de fútbol  profesional.

En definitiva, las SAD han fracasado rotundamente en España como instrumento de control de una buena gestión deportiva y también social. El ejemplo es el Racing de Santander que quedó en manos de propietarios que se desconocía su procedencia y terminó al borde de la desaparición. Hoy el equipo histórico de la Primera División se encuentra naufragando por el ascenso.

El Gobierno ya trabaja con varios clubes para presentar este  modelo, en donde quien no sea sustentable terminará en manos de  capitales privados. Tristemente, el fútbol argentino parece que ya no  será de los socios. Será de los empresarios.

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---------- Mensaje unificado a las 07:39 ---------- El mensaje anterior habia sido a las 07:36 ----------

Las sociedades anónimas que vuelven a la carga

Por Facundo Martínez

No es la primera vez que Mauricio Macri pretende avanzar con las Sociedades Anónimas Deportivas (las SAD que fracasaron rotundamente en España) en el terreno de los clubes de fútbol de la Argentina, donde se ha impuesto históricamente la figura de las asociaciones civiles sin fines de lucro establecida en los estatutos de la AFA. De hecho, durante su largo periplo al frente de Boca, entre 1995 y 2007, el ahora presidente de la Nación buscó instalar sin éxito este mismo debate. Entonces, como ahora, Macri centró sus argumentos en la necesidad de los clubes de mayores ingresos en sus arcas y en la necesidad también de una mayor transparencia en el manejo del dinero. Los dirigentes del Comité Ejecutivo no compraron el discurso. La votación fue implacable. Macri la perdió 38-1. “Fue mi mayor fracaso político. Mi propuesta perdió por paliza, el único voto a favor fue el mío”, llegó a reconocer.

No fue ese su único fracaso político. Hubo otro, en septiembre del año 2000. Boca tenía prácticamente acordado el desembarco de la firma ISL Worldwide (International Sports Leasure) en el club, que le ofrecía un negocio millonario, de 12 millones de dólares anuales por el manejo del marketing y los derechos comerciales del club, que brillaba en el plano local e internacional de la mano del entrenador Carlos Bianchi y los futbolistas Juan Román Riquelme, Guillermo Barros Schelotto y Martín Palermo, entre otros. La idea que Macri y sus aliados defendían era que en la operación el club no iba a ceder el manejo del fútbol. El ex tesorero Orlando Salvestrini esgrimía que Boca no podía elevar su nivel de ingresos porque no tenía cómo generar una explotación mayor de su imagen; otro argumento era la necesidad de dinero para frenar el déficit financiero del club, si bien ya estaba metido en la timba financiera con un grupo de jugadores, venía de realizar muy malos negocios con el denominado “Drean Team” de Carlos Bilardo, para el que se habían mal gastado cerca de 20 millones de dólares.

El negocio entre Boca e ISL se había cocinado en la mesa chica xeneize. Se hablaba también de una licitación secreta, que la firma suiza fundada en 1978 por el alemán Horst Dassler, hijo del fundador de la firma Adidas, habría ganado por haber ofrecido más millones que su única competidora, AIG-Octagon. Pero más allá del instinto privatista de Macri, la decisión comprometía el futuro de Boca por un mínimo de 10 años y debía ser aprobada por la Asamblea de Representantes del club.

El 26 de septiembre del 2000, este cronista publicó en este mismo medio los términos leoninos del acuerdo entre Boca e ISL, tras acceder a una copia del Anteproyecto que tenía “carácter confidencial” por pedido de la firma que entonces gerenciaba los derechos de imagen de la FIFA. Al día siguiente, Página/12 publicó la opinión de Macri en la que afirmaba: “el fútbol se ha transformado en un gran negocio y es cada vez más difícil seguir manteniéndose dentro de una estructura sin fines de lucro”. En contraposición, el ex vicepresidente del club, Carlos Heller –actual diputado nacional por el Partido Solidario–, afirmaba también en este diario: “Entregar el manejo a terceros de cosas que deberían ser administradas por quienes han sido elegidos para esas funciones por los socios del club representa una claudicación”.

En la Asamblea de Representantes aunque se impuso el oficialismo, no se aprobó el acuerdo. Las negociaciones se cerraron con un poder para que la Comisión Directiva mejore las condiciones del trato, que luego volverían a votarse en asamblea extraordinaria. Finalmente, el negocio se cayó solito. Fracasado este intento, y antes de terminar declarándose en bancarrota, ISL buscó hacer pie en San Lorenzo, a donde llegó de la mano de Fernando Miele. Los socios le dieron la espalda a la propuesta y el viento privatizador, que llegó a hacer estragos en clubes como Ferro, fue perdiendo fuerza, al menos hasta ayer, cuando con el apoyo incondicional de su ladero Daniel Angelici, Macri lanzó un nuevo soplido en esa dirección.

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Sociedades Anónimas Deportivas: El plan de Macri para el fútbol argentino [b] El Presidente de la Nación encabeza la idea de reestructurar el fútbol argentino con un modelo que viene fracasando en Europa desde la decada del 90. ¿Qué son las SAD?, ¿como se financiarían los clubes?, ¿como le fue al modelo español?. Todos los detalles del fútbol que piensa Macri.

[/b]Según se ha dejado entrever por distintas fuentes que estuvieron en la última reunión de AFA, Daniel Angelici, uno de los principales operadores políticos del Presidente de la Nación Mauricio Macri ha llevado la idea de la Casa Rosada a los clubes de fútbol: Las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD).En aquella reunión, como en el encuentro de la mesa chica entre Marín, Angelici y Lammens, se hizo presente el presidente de la Liga Profesional de Fútbol de España (LPF), Javier Tebas, quien explicó como funciona el sistema de dinero que ingresa en las arcas de la LPF y cómo se distribuye entre los clubes. El modelo SAD ha servido para terminar con los clubes como asociaciones civiles para que comiencen a funcionar como empresas que “no generan perdidas”.

Mauricio Macri intentó llevar adelante este modelo cuando era  presidente de Boca Juniors en la decada del 90, por su parte Marín fue  presidente de Blanquiceleste S.A, empresa que gerenció a Racing Club  luego de la quiebra. Tebas además explicitó los beneficios que  traería este modelo para la venta de los derechos de televisación al  resto del mundo. Lo que es cierto, pero vale destacar que sólo estarían  siendo beneficiados los dos clubes más poderosos, tal como sucede en el  fútbol español.

[b]El fracaso de las SAD en España

[/b]En 1990 se aprobó la Ley del Deporte que creó la figura de las SAD como variante a las asociaciones civiles tradicionales. La idea era dotar de un mayor control y transparencia a las estructuras del fútbol profesional, la Ley establecía una especie de castigo o sanción a los Clubes “endeudados”, obligándoles a adoptar la forma jurídica de SAD, que teóricamente garantizaba un mejor y más claro funcionamiento futuro, mientras permitía que las entidades “saneadas” pudieran seguir compitiendo bajo la forma jurídica asociativa de los Clubes Deportivos. El desarrollo posterior de los acontecimientos demostró que la voluntad política real era crear un marco jurídico aparentemente impecable que escondía una intención no manifestada: que determinados clubes muy poderosos e influyentes no tuviesen que convertirse nunca en SAD.
Los clubes que se convirtieron en SAD están casi todos en la ruina, demostrando la escasa utilidad de una norma perversa aparentemente trufada de buenas intenciones. Y los que no lo hicieron no están en mejor situación, o si lo están, es porque un vergonzoso reparto de los derechos televisivos y una larga serie de recalificaciones, subvenciones, ayudas públicas, aplazamientos tributarios y laborales y otras prebendas inalcanzables para las empresas normales y corrientes, todas ellas fundamentadas en el enorme poder social y mediático –y por lo tanto político- de algunos clubes españoles.

Pero el fracaso de la normativa española no debe reducirse sólo a la  distinción entre SAD y Clubes Deportivos, examinando su distinta  situación y régimen jurídico y económico. También dentro las entidades  que se convirtieron en SAD encontramos problemas importantes causados  por las disfunciones que crea la aplicación de la propia Ley. El  artículo 3 del Real Decreto 1.251/1999, que regula el capital mínimo que  deben tener las SAD, establece un baremo entre los gastos de todos los  equipos de la misma competición, lo que obliga al equipo ampliar  inmediatamente su capital social. Si una SAD no se adecúa a esto puede  ser inmediatamente descalificados de las competiciones de fútbol  profesional.

En definitiva, las SAD han fracasado rotundamente en España como instrumento de control de una buena gestión deportiva y también social. El ejemplo es el Racing de Santander que quedó en manos de propietarios que se desconocía su procedencia y terminó al borde de la desaparición. Hoy el equipo histórico de la Primera División se encuentra naufragando por el ascenso.

El Gobierno ya trabaja con varios clubes para presentar este  modelo, en donde quien no sea sustentable terminará en manos de  capitales privados. Tristemente, el fútbol argentino parece que ya no  será de los socios. Será de los empresarios.

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Las sociedades anónimas que vuelven a la carga

Por Facundo Martínez

No es la primera vez que Mauricio Macri pretende avanzar con las Sociedades Anónimas Deportivas (las SAD que fracasaron rotundamente en España) en el terreno de los clubes de fútbol de la Argentina, donde se ha impuesto históricamente la figura de las asociaciones civiles sin fines de lucro establecida en los estatutos de la AFA. De hecho, durante su largo periplo al frente de Boca, entre 1995 y 2007, el ahora presidente de la Nación buscó instalar sin éxito este mismo debate. Entonces, como ahora, Macri centró sus argumentos en la necesidad de los clubes de mayores ingresos en sus arcas y en la necesidad también de una mayor transparencia en el manejo del dinero. Los dirigentes del Comité Ejecutivo no compraron el discurso. La votación fue implacable. Macri la perdió 38-1. “Fue mi mayor fracaso político. Mi propuesta perdió por paliza, el único voto a favor fue el mío”, llegó a reconocer.

No fue ese su único fracaso político. Hubo otro, en septiembre del año 2000. Boca tenía prácticamente acordado el desembarco de la firma ISL Worldwide (International Sports Leasure) en el club, que le ofrecía un negocio millonario, de 12 millones de dólares anuales por el manejo del marketing y los derechos comerciales del club, que brillaba en el plano local e internacional de la mano del entrenador Carlos Bianchi y los futbolistas Juan Román Riquelme, Guillermo Barros Schelotto y Martín Palermo, entre otros. La idea que Macri y sus aliados defendían era que en la operación el club no iba a ceder el manejo del fútbol. El ex tesorero Orlando Salvestrini esgrimía que Boca no podía elevar su nivel de ingresos porque no tenía cómo generar una explotación mayor de su imagen; otro argumento era la necesidad de dinero para frenar el déficit financiero del club, si bien ya estaba metido en la timba financiera con un grupo de jugadores, venía de realizar muy malos negocios con el denominado “Drean Team” de Carlos Bilardo, para el que se habían mal gastado cerca de 20 millones de dólares.

El negocio entre Boca e ISL se había cocinado en la mesa chica xeneize. Se hablaba también de una licitación secreta, que la firma suiza fundada en 1978 por el alemán Horst Dassler, hijo del fundador de la firma Adidas, habría ganado por haber ofrecido más millones que su única competidora, AIG-Octagon. Pero más allá del instinto privatista de Macri, la decisión comprometía el futuro de Boca por un mínimo de 10 años y debía ser aprobada por la Asamblea de Representantes del club.

El 26 de septiembre del 2000, este cronista publicó en este mismo medio los términos leoninos del acuerdo entre Boca e ISL, tras acceder a una copia del Anteproyecto que tenía “carácter confidencial” por pedido de la firma que entonces gerenciaba los derechos de imagen de la FIFA. Al día siguiente, Página/12 publicó la opinión de Macri en la que afirmaba: “el fútbol se ha transformado en un gran negocio y es cada vez más difícil seguir manteniéndose dentro de una estructura sin fines de lucro”. En contraposición, el ex vicepresidente del club, Carlos Heller –actual diputado nacional por el Partido Solidario–, afirmaba también en este diario: “Entregar el manejo a terceros de cosas que deberían ser administradas por quienes han sido elegidos para esas funciones por los socios del club representa una claudicación”.

En la Asamblea de Representantes aunque se impuso el oficialismo, no se aprobó el acuerdo. Las negociaciones se cerraron con un poder para que la Comisión Directiva mejore las condiciones del trato, que luego volverían a votarse en asamblea extraordinaria. Finalmente, el negocio se cayó solito. Fracasado este intento, y antes de terminar declarándose en bancarrota, ISL buscó hacer pie en San Lorenzo, a donde llegó de la mano de Fernando Miele. Los socios le dieron la espalda a la propuesta y el viento privatizador, que llegó a hacer estragos en clubes como Ferro, fue perdiendo fuerza, al menos hasta ayer, cuando con el apoyo incondicional de su ladero Daniel Angelici, Macri lanzó un nuevo soplido en esa dirección.

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