El “Miren que bien la estoy pasando” que inunda las redes sociales
Las redes sociales son una gran herramienta para hacer y crear diversos tipo de cosas. Es algo gratuito que cada uno lo utiliza a su antojo, con algún objetivo puntual o solamente para matar el tiempo.
Nacieron con un objetivo: reencontrarse con gente con la que se había perdido contacto. Luego, a través del tiempo, resultó una muy buena vía para conocer personas. Aquí en reiteradas oportunidades se llegó a más de una decepción, porque ya nuestro ego había encontrado su fuente de crecimiento interminable y estaba ganando la pulseada. La pulseada de mostrar algo que no somos o nos gustaría ser.
A la fecha, más allá que los dos puntos anteriores sigan vigentes, hay uno que está predominando desde hace tiempo y es el “miren que bien la estoy pasando”.
Nos esforzamos por demostrarle al resto los excelentes momentos (sobre todo banales) que vivimos minuto a minuto. Fotos de pies en la playa, vinos carísimos que probamos, comida exótica que cenamos y lugares paradisíacos que visitamos. Colocamos estados enumerando y describiendo todo lo que estamos viviendo finalizando con un lamentoso “… qué más se puede pedir?” (QUE TE GUARDES ESTAS COSAS PARA VOS SALAME.)
Lugares
Si se refiere sobre algún viaje no faltan nuestros los pies en la arena, un abrazo simbólico al mar o algún parador playero con un coco usado como vaso. Acá el ego sube unos 5 puntos. Ahora, si estas publicaciones se hacen fuera de la época vacacional cuando todos están trabajando, el ego trepa a 10 puntos.
A veces, ocurre que nos ataca una incontrolable necesidad de mostrar nuestro ambiente laboral, siempre y cuando sea lo suficientemente “cool” con el objetivo que la gente diga: “¡Guau! Este tipo trabaja como en Google!¡Es un groso!¡Quiero ser como él!”
Comidas – Bebidas
Este es uno de los pocos casos (si es que no el único) en el que el hambre y las ganas de saborear quedan bastardeadas frente al ego. Podemos tener sed, se nos puede estar haciendo agua la boca por probar una porción de lo que sea o intentar controlar el pulso para no tomar ese vino del pico, pero antes, necesitamos sacarle una foto a todo eso. Y subirla. Ya. Para que todos vean ese gran nivel de vida que estamos pasando. Acá ya somos bacanes. O por lo menos eso esperamos que piensen.
Misceláneas
No podemos NO sacarle una foto a nuestro 0KM apenas sale del concesionario. ¿Cómo recuerdo? No señor, para demostrarles que nuestro ego le ganó al sistema económico y estamos cada vez mejor. Forbes, allá vamos.
No hay que dejar de lado cosas como TV de 895”, Play Station 8,6 o equipos de música que bien se podrían usar en cualquier estadio para dar un recital. ¿Se imaginan encontrar un álbum de fotos de nuestros padres y encontrar una de su tele con el tan apreciado (en su momento) decodificador?
Por más que lo ocultemos o neguemos, este tipo de cosas las hacemos para alimentar nuestro propio ego. Para que todos vean que la estamos pasando un poquito mejor que otro, y con eso basta. Refregar nuestras salidas, cholulaje con algún “famoso”, nuevo auto o viaje de trabajo no es más que un mero intento de poder subir un par de peldaños más en el status del hoy.
Dicen y se comenta que hubo una época en donde se sacaba una limitada cantidad de fotos, se esperaba casi una semana para tenerlas y se guardaba para compartir en familia o simplemente solo recordar lindas épocas. Dicen.