Deuda
El endeudamiento que lleva adelante el gobierno macrista no nació de la nada. Cuando las cajas del Estado tocaron fondo, el sector dominante de la economía argentina, reclamó un viraje que permitiera obtener financiamiento internacionalmente. Al mismo tiempo, el gobierno realizó todo tipo de concesiones a las grandes corporaciones multinacionales, a los capitales locales y a los acreedores internacionales como los fondos buitre, para favorecer este nuevo ciclo de endeudamiento. Ha incidido también en la necesidad del endeudamiento la quita o la baja de retenciones al sector agropecuario y minero, que produjo un incremento del déficit fiscal, que en el gobierno anterior se cubría con emisión monetaria, mientras que el macrismo lo hace con endeudamiento externo. Mientras tanto, Macri va llevando adelante un plan de ajuste y de ataque a las conquistas de los trabajadores, exigidas por el sector concentrado de la economía, como el tarifazo en los servicios públicos, el desempleo que llega casi al 10% y el aumento sobre los 11 millones de pobres que dejó el kirchnerismo al que el macrismo le agregó en estos meses 1,5 millones, con una caída del salario real, en los primeros 10 meses de 2016, del 12%.
En los once meses el gobierno, las provincias y los bancos se han endeudado en u$s 50.352 millones en préstamos, con lo que la deuda pública queda en una cifra cercana los u$s 200.000 millones, que representa casi el 40% del PBI. Pero, para el año próximo el gobierno de Macri piensa, según el presupuesto, endeudarse en u$s 40.000 millones más. Los números son realmente alarmantes ya que no existen datos que consignen este enorme nivel de endeudamiento en tan poco tiempo. Esta política acentúa la bicicleta financiera de los “inversores” que traen dólares para obtener enormes ganancias, en un mercado con tasas de interés positivas y un tipo de cambio “planchado”, acentuando también el atraso cambiario. Por otro lado es importante consignar el endeudamiento en pesos, por las licitaciones de los bonos Lebac del BCRA. El stock de Lebac suma 690.590 millones de pesos, el doble que a fines del año pasado. Estas letras rinden hoy un 26,75% anual y son el gran incentivo para el ingreso de los dólares golondrina.
Pero, la “lluvia de dólares productivos” todavía está en lista de espera (“esa te la debo”), ya que solamente han ingresado los dólares de los “inversores golondrina”, que ante el menor atisbo de inconvenientes sociales o económicos, partirán hacia sus lugares de origen, con los enormes beneficios acumulados, dando lugar a la fuga de capitales (que en realidad ya se ha iniciado), situación que se repite históricamente en la Argentina. Esta situación la hemos vivido en 2001 cuando el esquema de financiamiento internacional se frenó en medio de una profunda crisis política y económica que terminó en el famoso “corralito” (la restricción al retiro de los depósitos bancarios) y en una explosión social que dejó 39 muertos. Pero también en 1989, cuando varios planes gubernamentales para tratar de contener la inflación, usando préstamos del exterior, fracasaron y los sectores concentrados aplicaron el “golpe de mercado” que aceleró la caída del gobierno del entonces presidente Raúl Alfonsín. Y pasó durante la dictadura militar en 1979, cuando las minidevaluaciones del “orejudo” no pudieron contener la pérdida de reservas, lo que llevó a una gran devaluación y a un gran incremento de la inflación. En definitiva, para que se haga realidad la lluvia de dólares de los inversores, va a ser necesario acentuar un profundo retroceso histórico en las conquistas y condiciones de vida de los trabajadores. ¿Pero, a pesar de concretarse esta posibilidad, llegarán esos fondos?
Servicios de la deuda
La incidencia de los servicios de la deuda sobre los gastos totales ascendía a 21,56% en el presupuesto del año 2001, se redujo a 13.23% en 2002, para volver a incrementarse en 2003 a 22,63%. Ya en el presupuesto de 2004, primero elaborado por Néstor Kirchner, los servicios de la deuda representaron 11,55% de los Gastos Totales presupuestados. De allí en adelante, la curva es descendente. En efecto, el promedio del peso de los Servicios de Deuda en el Gasto Total de los presupuestos de 2004 a 2016 fue de 10,09%.
En los tres casos se marca un contraste importante con el proyecto de presupuesto para el 2017, elevado recientemente por el Poder Ejecutivo al Congreso Nacional. Para 2017 los Servicios de la Deuda se incrementan, según el proyecto, un 137% respecto del presupuesto 2016, que sin embargo tuvo ampliaciones y modificaciones dispuestas por el actual Jefe de Gabinete de Ministros, aumentando los servicios a lo largo de este año en 21,61%. Hasta el momento de escribir estas líneas esto significa unos 203.000 millones de pesos, es decir un aumento del 95% de lo presupuestado por el gobierno anterior. En el presupuesto 2017, los Gastos Totales aumentan en 50,5%, Recursos Totales 27,9% e Ingresos Tributarios 22,7%.
La incidencia de los servicios de la deuda sobre el Gasto Total presupuestado para 2017 alcanzará el 10,48% (incrementándose 58% respecto de lo presupuestado para 2016). En efecto, un total de 143.000 millones de pesos es el monto en términos absolutos de aumento de los Servicios de la Deuda en 2017, que representa 3,84 puntos porcentuales adicionales del Gasto. No puede dejar de señalarse que 83.000 millones de pesos de los casi 248.000 millones que se pretenden destinar a Servicios de Deuda en 2017, obedecen a las emisiones de deuda realizadas a partir del 10 de diciembre de 2015 y representan un incremento del 50% sobre los servicios de deuda que hubiesen correspondido abonar de no verse incrementado el endeudamiento. De no ser por las nuevas emisiones de los títulos, los Servicios de Deuda hubieran representado en 2017 un 6,95% de los Gastos Totales, considerando el nivel de Gasto Total presupuestado por el Poder Ejecutivo para 2017.
El rumbo político y económico del macrismo llevará posiblemente a una nueva crisis nacional. Pero el gobierno trata de postergar las contradicciones de su política a costa de acelerar al máximo el endeudamiento externo e interno, que financia el déficit fiscal. Tampoco es imposible, que para poder continuar con su política de entrega llegue a revertir algunas de las nacionalizaciones realizadas anteriormente, si las tarifas se volvieran rentables.
No es difícil pensar que por algún corto período de tiempo, el macrismo tenga algún grado de éxito político, ya que la burguesía implementó esta política de recambio, basada en el voto popular, expresando las relaciones de fuerza entre clases y fracciones de clases. Hay que tener en cuenta, que los sectores concentrados que lo sostienen y apoyan no vislumbran, por el momento, ninguna alternativa similar que pueda reemplazar a este gobierno liberal. En consecuencia contará con su apoyo, más allá de las diferencias, hasta el momento que la situación se vuelva extremadamente crítica.
Pero existen crecientes disputas entre los sectores dominantes vinculados a tres aspectos. Primero, cual es el rumbo que se tomará con los dólares del endeudamiento; segundo cuál es el nivel de tasa de interés, una tasa para la timba financiera o una tasa baja para apuntalar el crecimiento o la actividad productiva; y finalmente otro eje es el nivel del tipo de cambio. Alrededor de estas tres cuestiones existen los conflictos en el interior de los sectores dominantes, dado que el macrismo no logró todavía articular todos los intereses de los sectores concentrados.