El “cepo” K: reivindicado por “inversores”, sustentado por el INDEC, avalado por Mitre y confirmado por Naciones Unidas
10-06-2017 | El señor de la imagen es Andrew Liveris, presidente y CEO Global de Dow. Andrew o Andrés, fue entrevistado por el diario La Nación en septiembre de 2016 en el marco del Foro de Inversión y Negocios, más conocido como “Mini Davos”. Promediando la conversación, se le preguntó: “En su intervención en el panel recordó la etapa en la que no podían sacar las ganancias del país. ¿Tiene temor de que eso vuelva a suceder?”. Andrés respondió (subrayado nuestro): “No fue un problema porque reinvertimos; esa es la estrategia obvia. Pero uno quiere tener flexibilidad. Uno ve esas cosas como trabas y barreras”. No sólo no pisó el palito, sino que reivindicó el “cepo”. El periodista no dudó un segundo y tiró la toalla en el primer round. Las preguntas que obligadamente merecían hacerse eran: ¿Cuánto fue que reinvirtieron? ¿Cuánto desde diciembre de 2015 a esta parte? De todo esto, y del maldecido-bendecido “cepo”, las siguientes reflexiones.
[SPOILER]Fuente: Diario La Nación, 18 de septiembre de 2016. En función de la revelación de Liveris, los números del INDEC de Todesca y la confirmación de la UNCTAD en su reciente reporte mundial sobre IED que aquí se repasa, nuestro humilde aporte: El control del mercado de cambios, maliciosamente llamado “cepo”, constituye el más eficiente y genuino instrumento que una política cambiaria puede proponer para que las IED rindan su máximo provecho en beneficio del país al cual se destinan, contribuyendo además a minimizar o suprimir sus efectos nocivos a nivel fuga de divisas, términos del intercambio y balance de pagos. Cuando se la ejecuta simultáneamente con una política de protección y fomento del empleo, la producción y la industrialización domésticos, el control de cambio emerge como piedra angular de una política de desendeudamiento sólida y sustentable en el tiempo. En otras palabras, piedra angular de un proceso de desarrollo económico soberano y autosuficiente.
“El cepo provocó una reinversión de más de USD 29.000 millones de ganancias”
Andrés Liveris, no es cualquier Andrés. Además de ser el CEO Global de Dow Chemical, fue el elegido por Mauricio Macri para inaugurar el “Mini Davos” del año pasado. Recordando lo dicho en la introducción, para este empresario de fuste el “cepo” lejos de ser un problema fue clave para que la multinacional dejara sus utilidades o una parte sustancial de ellas en el país. ¿Pero cómo puede ser que el maldito “cepo” haya cumplido semejante rol? Ya en marzo de 2016, el diario Infobae adelantaba:
Fuente: Diario Infobae, 21 de marzo de 2016.
Su autor, el consultor privado Daniel Sticco -insospechado de kirchnerismo- brindaba la siguiente y elocuente imagen:
Fuente: Diario Infobae, 21 de marzo de 2016.
Acto seguido, Sticco explicaba (subrayado nuestro): “Las ahora superadas barreras para girar divisas al exterior [cepo] provocaron durante los últimos cuatro años de vigencia una sobreinversión de ganancias de las empresas de capital extranjero radicadas en el país de USD 29.343 millones, con una marca histórica en más de 20 años de USD 8.058 millones en 2015”.
¿29.000 millones de dólares? ¿8.000 millones en 2015? Semejantes números debían ser chequeados. A tal efecto, recurrimos al INDEC de Todesca (fuente de Sticco) y, efectivamente, encontramos que fueron 29.000 millones de dólares de reinversiones entre 2012 y 2015, y 8.000 en ese último año. Pero a diferencia de los “populistas de mercado” -siempre precavidos a la hora de sustentar con números las delicias del “derrame” o la bonanza inversora- indagamos mucho más allá del comienzo del tercer gobierno K. El gráfico que sigue complementa el trabajo de Sticco y confirma la incómoda revelación de Andrés Liveris, CEO de Dow:
Fuente: Elaboración propia en base a datos del INDEC, serie histórica 1994-2015. Los recuadros exponen el resultado del acumulado para los períodos mencionados.
Entre 1994 y 2002 (inclusive), las reinversiones fueron negativas en 967 millones de dólares. Entre 2003 y 2015 (inclusive), las reinversiones de empresas de capitales extranjeros rozaron los 50.000 millones de dólares. De ese pequeñísimo e insignificante monto, 29.743 millones se alcanzaron durante el segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner.
Dicho de otro modo, en tiempos de “cepo” se registraron el 62% de las reinversiones ocurridas a lo largo de los tres gobiernos kirchneristas. ¿Qué volumen total de reinversiones dejaron los años con marcas positivas entre 1994 y 2002? Apenas 3.407 millones, esto es, un 7% de lo consumado con Néstor y Cristina Kirchner. No obstante, y como se afirmó al inicio de este párrafo, debe recordarse que el balance para este último período fue negativo en 967 millones.
De la revelación de Andrés Liveris a la de Bartolomé Mitre
Queremos ser justos con el diario La Nación: por mucho que lo niegue, viene siendo hasta el momento de escribirse estas líneas el mejor respaldo político y cultural al mal denominado “cepo”. ¿Por qué? Meses atrás arrancó con la revelación de Andrés; y días atrás, la perfeccionó con la revelación de Naciones Unidas:
Diario La Nación, 8 de junio de 2017.
Analicemos algunas perlitas. El segundo párrafo del artículo: "Así lo indicó ayer un informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), en el que se señala que “los flujos de IED a la Argentina se redujeron a la mitad a 6.000 millones en 2016, en gran parte debido a las medidas de política recientemente adoptadas”.
Y del tercer párrafo, que no tiene desperdicio y por ello va tal cual en formato imagen, leemos que:
Fuente: Diario La Nación, 8 de junio de 2017.Subrayado es nuestro.
¿Se aprecia el golpe de muerte que el house organ del neoliberalismo doméstico propinó a la zoncera del “cepo”? Sintetizamos los tres párrafos en uno:
El último año de gobierno populista-guevarista-maoísta y chavista K duplicó las inversiones extranjeras directas recibidas durante el primer año de administración madura y market-friendly PRO. Las históricas y tradicionales operaciones contra un genuino ahorro nacional que las multinacionales ejercen sobre las naciones periféricas (remachando y perpetuando negativamente los términos del intercambio de las susodichas naciones) son las célebres “envío de remesas” y “pago de préstamos intracorporativos”. La desaparición del control de cambio, al liberar estas operaciones, las razones del abrupto desplome de las IED en 2016. Entonces, regla de tres: si el “cepo” cambiario contribuye a incrementar y optimizar la naturaleza de las IED al convertir “inversiones” en “reinversiones”, ¿cómo puede ser que el “cepo”, que nos dijeron que es muy malo, sea a la vez “tan bueno”? Porque, duplicar las IED es bueno; y haber generado 29.000 millones de dólares de IED entre 2012 y 2015 contra 3.407 millones entre 1994-2002 es, sin dudas, increíblemente mejor.
De la revelación de Mitre a la de Naciones Unidas (UNCTAD)
Sepa disculparnos el lector, pero nos resistimos a que el “cepo” tenga algo de bueno. Una vez más, decidimos consultar la fuente original. ¿Habrá realmente afirmado lo que afirmó el trabajo de la UNCTAD y que empujó a Bartolomé Mitre a cometer el error “cultural” de reivindicar al “cepo” para mejor comprensión del obnubilado medio pelo argentino? Parece que sí. Debajo, la prueba; y debajo de la prueba, su traducción al castellano con yapa incluida:
Fuente: UNCTAD, Reporte de 2017. Página 61. Subrayado es nuestro. En el reporte, de 54 páginas, la única mención a “control de cambio” [currency controls] está en el párrafo dedicado a la Argentina.
Pedimos al lector que obre de la siguiente manera: 1) Léase el subrayado de la imagen de arriba (es fácil de entender); 2) Léase ahora la última imagen del apartado anterior, la del artículo de La Nación que comienza con “Según el trabajo…”. Hay un detalle periodístico no menor aunque sutil entre la traducción del diario y el texto original de la UNCTAD, y es el siguiente: En el artículo periodístico no se entrecomilla, oh casualidad, “el levantamiento de los controles de cambio [¡cepo!] en diciembre de 2015”. Sutil pero no menor diferencia, pues queda como una opinión del diario en lugar de como lo que es, una aseveración de la UNCTAD.
Un periodista verdaderamente independiente debió haber redactado así: Según el trabajo, “el levantamiento de los controles de cambio en diciembre de 2015 normalizó el pago de dividendos de las filiales a las casas centrales en el extranjero, llevando a una fuerte reducción en la reinversión de utilidades”.
Y, para dotar de aún mayor independencia a la labor periodística de Mitre, un gráfico de complemento que bien podría haber incorporado el diario en formato infografía -tan apetecible a La Nación en la inmensa mayoría de sus informes-. Aclaramos, el gráfico se elaboró con datos provistos por igual trabajo de la UNCTAD, Anexo Tabla 1, Página 224:
Fuente: Elaboración propia en base a datos UNCTAD, Reporte de 2017, Página 224.
El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner terminó en 2015 con IED más altas que para su primer año. ¿Confianza en retirada? ¿Aislados del mundo? El desplome durante 2016 fue drástico en relación al año anterior. ¿Confianza en retirada? ¿Aislado del mundo?
“Cepo”
Antes de pasar a las conclusiones, un breve paréntesis dedicado a la palabra “cepo”. Como escribió Mario Rapoport en el trabajo publicado por este Observatorio tiempo atrás (ver bibliografía):
“En la época de la inquisición, y en Argentina hasta que fue eliminado en la Asamblea del año XIII, el cepo era uno de los instrumentos más comunes de tortura, que permitía atar de pies y manos, para inmovilizar a los presuntos culpables. Ahora la palabra se ha generalizado y es necesario explicar bien lo que significa. En realidad, cuando se habla de “cepo” cambiario se está mencionando una cosa muy distinta, que ya practicaron anteriormente frente a restricciones o crisis externas, hasta gobiernos conservadores, como en los años 30, y que se llamaba simplemente control de cambios. Con él se procuraba estabilizar la economía frente a la caída del comercio exterior o de los términos del intercambio”.
La utilización de un término negativo para describir una política económica progresiva, popular y nacional, constituye en realidad una estratégica práctica de bicentenaria data. Haber elegido “cepo”, para definir una herramienta de combate a la histórica sangría de capitales, de protección contra las recurrentes amenazas de la dolarización de la economía y de minimización o supresión de endeudamiento externo es similar a la elección de “intervención” (palabra sumamente antipopular en sus muchas acepciones) a la hora de calificar toda práctica que involucre un Estado rector y protagónico en el asunto que sea. Y nos ganaron, pues somos nosotros quienes hablamos de “intervención estatal”, cuando quien “interviene” (en la economía, en el BCRA, en YPF, etc.) es el mercado. Porque es el mercado y no el Estado el que se entromete donde no debería.
Así que, urgentemente, a las cosas por su nombre: no es “cepo”, sino una herramienta de “control de cambio”, que es como la UNCTAD la define y el diario La Nación, sin querer queriendo, también. Y sin querer queriendo también, ambas defienden. Es que los datos son irrebatibles: el “control de cambio” implementado durante la segunda presidencia de Cristina Fernández de Kirchner contribuyó grandemente a la capitalización interna por vía de reinversiones no especulativas emanadas de las empresas extranjeras que operan en el país, tal y como Mr. Andrew Liveris confió al diario La Nación en 2016 (y la mismísima Naciones Unidas terminó por confirmar días atrás).
Ahora sí, a cerrar este informe.
Conclusiones
Volvamos al artículo del señor Sticco, publicado por Infobae el 21 de marzo de 2016. Luego de afirmar, y volvemos a citar, que “Las ahora superadas barreras para girar divisas al exterior [cepo] provocaron durante los últimos cuatro años de vigencia una sobreinversión de ganancias de las empresas de capital extranjero radicadas en el país de USD 29.343 millones, con una marca histórica en más de 20 años de USD 8.058 millones en 2015”, el articulista agregó:
“Antes del cepo cambiario que el gobierno de Cristina Kirchner impuso desde el 1 de noviembre de 2011, la inversión extranjera directa se originaba fundamentalmente en los aportes de fondos frescos de las casas matrices de las empresas de capitales foráneos radicadas en el país y pedidos de préstamos de ese origen…”.
Y esto último, expresado por un consultor afecto al macrismo, sumado a lo que el mismo consultor omitió medir en su nota (ver primer gráfico), y todo sumado a la revelación de Andrés explicada al comienzo nos lleva a concluir que:
El control del mercado de cambios, maliciosamente llamado “cepo”, constituye el más eficiente y genuino instrumento que una política cambiaria puede proponer para que las IED rindan su máximo provecho en beneficio del país al cual se destinan, contribuyendo además a minimizar o suprimir sus efectos nocivos a nivel fuga de divisas, términos del intercambio y balance de pagos. Cuando se la ejecuta simultáneamente con una política de protección y fomento del empleo, la producción y la industrialización domésticos, el control de cambio emerge como piedra angular de una política de desendeudamiento sólida y sustentable en el tiempo. En otras palabras, piedra angular de un proceso de desarrollo económico soberano y autosuficiente.
Yapa (Sugerencia presidencial)
En cuanto a los famosos inversores que tanto preocupan al señor Presidente de la Nación, sépase que acompañarán el “control de cambio” si es que el señor Presidente entendió el informe de la UNCTAD. De hecho, así se lo hizo saber personalmente el señor Andrés de la multinacional Dow, elegido por Ud. para inaugurar el primer “Mini Davos”. Y agregamos: el INDEC de Todesca lo confirmó, Bartolomé Mitre desde su diario lo avaló y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) lo ratificó.
Claro que volver a implementar el “control de cambio” significaría comenzar a abandonar el modelo financiero y la estafa del endeudamiento para abrazar un modelo de autosuficiencia, productivo e industrial, garante de la seguridad jurídica ciudadana. No perdemos las esperanzas, aunque sabemos de la incompatibilidad con el granero del mundo en su versión supermercadista.
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