El mito dice:
Que Steaua Bucarest, el rival de River Plate en la final de la Copa Intercontinental 1986, no era el campeón reinante de Europa, sino un representante de segundo nivel que envió la UEFA para disputar dicho partido en Japón.
La realidad indica:
Que el equipo rumano no sólo era el campeón legítimo de la Copa de Europa, sino que en la final disputada en Sevilla derrotó al FC Barcelona de Terry Venables, conjunto antecesor del Dream Team de Johan Cruyff.
Pero… ¿quién instaló esta falacia?
El periodismo de 4ta categoría, partidista y subjetivo, que apela a justificar las miserias de algún club en particular intentando denigrar a otros. Luego los fanáticos de escaso conocimiento, y nula capacidad de razonamiento propio, utilizan tal discurso en la lucha por imponer una realidad falsa.
Este mito se apoya en lo que sucedió durante la década del setenta, cuando varios campeones de la UEFA renunciaron a jugar la Copa Europeo-Sudamericana. El primero fue Ajax de Holanda, que no disputó las finales de 1971 y 1973 y le dejó su lugar a Panathinaikos de Grecia y Juventus de Italia, respectivamente. En 1974, Bayern Munich renunció y Atlético Madrid definió la Intercontinental ante Independiente, mientras que un año después el equipo alemán volvió a negarse y ni siquiera se pudo jugar la “Copa del mundo de clubes”. En 1976, Bayern sí decidió participar y en 1978 Liverpool le cedió el privilegio a Borussia Möngengladbach. En la siguiente temporada volvió a suspenderse y en 1979 el representante europeo fue Malmö, porque Nottingham Forest se negó a jugar. Aquella fue la última negativa europea, ya que desde 1980 comenzó a jugarse la Copa Intercontinental en Japón. Desde 1980 el prestigio del partido intercontinental aumenta significativamente, como pueden observar.
El Estrella de Bucarest (eso significa Steaua) nació en 1947, apenas finalizada la Segunda Guerra Mundial. Oficiales de la Casa Real Rumana fundaron el club deportivo del ejército mediante un decreto firmado por el general Mihail Lascar. Su primer nombre fue ASA Bucarest y recién en 1961 adquirió su denominación actual. Logró su primer título de Liga en 1951 y desde ese año se convirtió en uno de los cuadros más importantes del país. A la fecha, suma 25 campeonatos de Liga, 21 Copas y 6 Supercopas.
Durante los 80’s
En cinco años, Steaua Bucarest ganó cinco ligas consecutivas, cuatro copas, una Copa de Europa, una Supercopa UEFA y además fue subcampeón europeo en 1989 y llegó a semifinales en 1988. Como si fuera poco, permaneció invicto por 106 partidos, la racha positiva más larga de todos los tiempos. Por todo esto, es muy injusta aquella creencia popular que marca la fragilidad del equipo que perdió 1-0 contra River Plate en la Intercontinental 1986.
¿Por qué era tan bueno el Steaua?
Porque el club, como podría ser hoy en día un Bayern Munich o el Barcelona, se convirtió en la base de su selección nacional. El país, que se encontraba bajo el comunismo, quiso exponer los méritos de tal sistema amparándose en el deporte nacional. Un logro futbolístico era prensa de la buena, y tenía más llegada que los logros de figuras increíbles como Nadia Comăneci. La selección rumana que disputó el Mundial '90 contra Argentina (1-1) y el de 1994 (2-3) fue posible gracias a esa política deportiva, que orientó el talento local a un único objetivo: un club de nivel mundial, para una selección que compita con los más fuertes mano a mano. De hecho, muchos de los jugadores que disputaron la Intercontinental frente a River luego se destacaron en diversos equipos del fútbol europeo. Aunque Gica Hagi, el más grande futbolista nacido en Rumania, no llegó a jugar en el campeón europeo (sí lo hizo años después), el subcampeón intercontinental 1986 es recordado como el primer gran equipo de Europa del este. Y merece que todos sepamos cuál es su lugar en la historia.
¿Un caso similar? Con el Estrella Roja de Belgrado, equipo yugoslavo (ahora serbio), se aplicó el mismo sistema. Los resultados también fueron excelentes, ya que se coronó campeón europeo (y mundial). También fue la base de una gran selección nacional, que apenas perdió en los penales con Argentina en 1990 (cuartos de final).
BONUS TRACK
El clásico rival de River se jacta de haber ganado primero un título intercontinental, pero no lo hizo ante el campeón de Europa. Sólo consiguió esto 14 años después de River, en el 2000. El equipo que ganó dos Libertadores con el Toto Lorenzo en el banco y se salvó del descenso en 1980, alcanzó tales instancias bajo la sospecha del dóping. La conciencia de diversos jugadores, agobiados por un pasado de trampas, disparó la información en reiteradas oportunidades:
Página/12
Salieron al cruce de Artime
El clima hostil que se vivía en Argentina cuando arribaban clubes europeos, sumado al hecho de disputar un encuentro contra el campeón sudamericano bajo sospecha, provocó que el mejor de Europa rechace el duelo en dos oportunidades consecutivas. Los jugadores del equipo argentino, que luego tuvieron una carrera entre mediocre y mala, enfrentaron (vaya uno a saber bajo qué efectos) por única vez al subcampeón. Se trata del Borussia Mönchengladbach, al cual no vamos a denigrar bajo ningún concepto pero ubicaremos en contexto: nunca ganó la Copa de Europa, actual Liga de Campeones.
Desde nuestro humilde lugar, saludamos al Campeón de Europa 1985/86. Gran rival en la final intercontinental de 1986.