Si lo ponía un mes antes quizás ganaba el premio de “título más bizarro 2014”
El 27 de septiembre el periódico británico The Independent publicaba una artículo titulado “la presidenta de Argentina apadrina a un niño judío para evitar que se convierta en hombre lobo”.
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La presidenta Cristina Fernández de Kirchner se reunió en su oficina la semana pasada con Yair Tawil y su familia, con motivo de una ceremonia inusual que se remonta más de 100 años .
Según el folclore argentino, el séptimo hijo nacido de una familia se convierte en el temido “hombre lobo”.
Según la leyenda, la metamorfosis se produce el primer viernes después del 13 cumpleaños del muchacho, y a partir de entonces el niño se transforma en un demonio a media noche en cada luna llena, estando condenado a cazar y matar antes de volver a su forma humana. Se alimentan de excrementos, de bebés no bautizados, y de la carne de los recién fallecidos. Se decía que eran anormalmente fuertes y capaces de contagiar su maldición con un mordisco.
El miedo al hombre lobo estaba tan arraigado en el siglo XIX en Argentina, que algunas familias abandonaban e incluso asesinaban a sus propios bebés.[/i]
Aunque parezca surrealista, la historia es cierta. En las zonas rurales de Argentina se creía que el séptimo hijo varón de una pareja se convertiría en hombre lobo al alcanzar la adolescencia. En 1907 empezó la costumbre de apadrinar al séptimo hijo por parte e la presidencia para evitar la estigmatización de estos niños y las represalias que tomaban sus propios padres, que llegaban incluso a matarlos a pedradas en el momento de su nacimiento. En 1973, el presidente Juan Domingo Perón legalizó esta costumbre por medio del decreto número 848. En este decreto se especificaba que en el apadrinamiento, se le concedía al niño una medalla de oro, y una beca de estudios para su educación hasta los 21 años.
Lo que se originó como una medida para evitar la marginación, se convirtió en un privilegio. Y claro, aparecieron las protestas por la discriminación sexual de esta asignación, pese a que nunca nadie estigmatizó a la séptima niña por temor a que se convertirse en mujer loba. En 1974, María Estela Martínez de Perón amplió este privilegio a la séptima niña nacida de un matrimonio.
Pero esta no era la única discriminación. Los hijos tenían que ser fruto de un matrimonio cristiano y estar bautizados. No son susceptibles de recibir este beneficio los hijos de parejas no casadas, o parejas no cristianas. En 2009 se subsanó este punto, eliminando el requisito de ser cristiano.
La novedad del ultimo apadrinamiento es que el niño ( el jóven en este caso) es judío, el primero en recibir este beneficio. En 1993 sus padres escribieron a la presidencia solicitándolo, pero se les negó. Este año, el propio hijo lo solicitó de nuevo alegando la modificación al decreto de 2009, y finalmente se le ha concedido.
Ah no, pero estas cosas le hacen bien a la sociedad, el ateísmo es malo :roll: