Es un articulo de Jose Pekerman en el Pais el dia antes del Argentina Brasil y del que aqui en España se ha hablado mucho en tertulias futoleras, repasando el presente de Argentina.
Los jugadores argentinos que emigran siempre se quedan con ganas de volver a su origen. Con la carrera resuelta, muchos vieron el campeonato argentino como un lugar en el que dejar, por fin, su parte de amateurismo. Hasta hace unos años, esto chocaba con la realidad. Los veteranos, que estaban en declive, en su regreso encontraban mucha competencia. En las canteras había abundancia de talento formado y joven. El nivel era tan competitivo que había para escoger varios jóvenes por puesto. Ante esta disyuntiva, los entrenadores preferían al que estaba creciendo. Desde hace cinco años, los clubes están acogiendo a jugadores consagrados. Simeone, Kily, Verón, Solari, Palermo, o Riquelme, son algunos casos. Esta inmigración al revés es señal de falta de figuras. Dice mucho de cómo está el fútbol argentino.
La crisis viene de la mano de una señal contradictoria. Cuanto mayor ha sido la pobreza de talentos, más ha sido el número de jóvenes que se han ido a otros países. Se van futbolistas de todo tipo, sin cumplir con los requisitos que antes demandaba el mercado. Ya no es necesario tener estabilidad en un grande, o ir a la selección, para que el joven sea traspasado al extranjero. Basta con que haga algunos partidos buenos porque hay compradores. Se van diversificando: Serbia, Turquía, Croacia, Rusia, países árabes… Se van demasiados. Sin tiempo para madurar en Argentina, y dejando los equipos locales sin jugadores de calidad, con la prensa y el público reclamando ídolos.
Argentina y Brasil [se enfrentan a las 2.30 del domingo, hora española, en la clasificación para el Mundial de 2010] comparten un mismo problema. Los talentos no han desaparecido de las calles. Lo que ha bajado es la calidad de los jugadores en los clubes porque el programa de desarrollo está fallando. Los chicos pasan a ser profesionales sin desarrollarse. Sin estar formados, consiguen cosas económicamente buenas. Los equipos del campeonato local se quedan sin sus jóvenes porque son traspasados demasiado pronto a otras Ligas, y se pierden.
Al fútbol argentino le va bien cuando se acepta el trabajo. Ahora hemos vuelto para atrás. Hemos regresado al modelo vigente en las décadas de los cincuenta, sesenta y setenta, cuando el fútbol nacional vivía en la autoindulgencia, librado a la improvisación, y a la aparición espontánea de superdotados. Yo pertenezco a la generación que admiró las hazañas de aquellos individualistas que fracasaban Mundial tras Mundial. Una vez Checoslovaquia nos metió seis goles, otra nos eliminó Perú en cancha de Boca, en 1974 nos humilló la Naranja Mecánica… A partir de la década de los ochenta se empezó a crear una estructura. Se gestó un mecanismo impresionante de crear futbolistas. En ese proceso se consiguieron cinco campeonatos sub 20 y dos medallas olímpicas, y en los Mundiales, Argentina siempre estuvo entre los candidatos al título.
Desde hace unos años, en Argentina predomina la desconfianza en el trabajo y la rentabilidad sin esfuerzo. Todo lo contrario que España, que trabajó con los juveniles sus bases de identidad. Contra Brasil, la selección argentina afrontará el primero de los cuatro partidos que le quedan para intentar clasificarse para el Mundial. Será una empresa difícil. Espero que lo logre, porque tiene jugadores extraordinarios. Si es así, espero que el éxito nos sirva para aprender la lección y reconstruir nuestro fútbol.