Brasil: Creyeron que era gay y lo mataron a piedrazos
El domingo pasado, alrededor de las cuatro y media de la mañana, José Leandro y José Leonardo, ambos de 22 años, caminaban juntos por la calle, volviendo de una fiesta junina —celebración tradicional que se realiza en distintos lugares del mundo y es muy importante en Brasil, principalmente en la región nordeste— en Camaçari, municipio ubicado a 41 km. de Salvador, en el estado de Bahía. Iban abrazados y eso, apenas eso, le costó la vida a uno de ellos. Ocho jóvenes que viajaban en un pequeño micro los vieron y pensaron que se trataba de una pareja gay.
LINK DEL CUERPO TIRADO EN EL PISO: : http://a3.sphotos.ak.fbcdn.net/hphotos-ak-ash3/599501_10150996955499863_206102964_n.jpg ( Pongo el link ya que en la nota aparece la imagen, pero bueno, si la quieren ver entren si no, no )
Rápidamente bajaron y comenzaron a insultarlos, patearlos, golpearlos, atacarlos con cuchillos y arrojarles piedras. “¡Mujercitas!”, les gritaban. A José Leandro, que terminó internado en el Hospital General de Camaçari, le rompieron los maxilares en tres lugares y le dejaron el ojo izquierdo casi perforado. José Leonardo consiguió sacarle el cuchillo a uno de los agresores, pero lo golpearon con una baldoza, cayó al suelo y ahí comenzaron a darle con la misma baldoza una y otra vez en la cabeza, hasta que murió desangrado.
Avisada por un testigo, la policía llegó al lugar y arrestó a tres de los agresores, que quedaron detenidos y serán juzgados por el crimen: Douglas dos Santos Estrela, de 19 años; Adriano Santos Lopes da Silva, de 21; y Adan Jorge Araújo Benevides, de 22. Otros cuatro miembros del grupo también fueron detenidos pero acabaron recuperando la libertad. El hermano de Douglas, Diogo dos Santos, está prófugo. “Yo pregunté por qué nos estaban agrediendo y me respondieron que éramos dos ‘mujercitas’. La homofobia está surgiendo en todos lados, un hombre no puede salir abrazado a otro hombre, un padre no puede abrazar a su hijo. Quiero que la justicia llegue hasta el final. Mi hermano era mi alma gemela, trabajábamos juntos, salíamos juntos, nos divertíamos mucho. Fue una pérdida muy grande y es un dolor que nunca voy a superar”, dijo José Leandro a la TV Bahia.
No se trata de un caso aislado. Este tipo de crímenes ocurre todo el tiempo en Brasil, pero este caso tuvo una gran repercusión —¡qué ironía!— porque José Leandro y José Leonardo no eran una pareja gay. Sus asesinos se confundieron. Los chicos eran hermanos gemelos y su abrazo era apenas fraternal. La novia de José Leonardo, que ya fue sepultado, está embarazada de tres meses. Y no es el primer caso en el que esto sucede: en julio del año pasado, en São João da Boa Vista, interior de San Pablo, un padre y su hijo, que también estaban abrazados en una exposición agropecuaria, fueron brutalmente atacados por un grupo de jóvenes que también creyeron que se trataba de una pareja gay. Padre e hijo terminaron en el hospital y nunca olvidarán lo ocurrido: al padre, de 42 años, uno de los agresores le mordió la oreja, arrancándole un pedazo.
La Secretaría de Derechos Humanos de Brasil divulgó recientemente un informe que contabiliza 278 asesinatos homofóbicos en todo el país durante 2011. Según el Grupo Gay de Bahía, que viene elaborando un informe anual desde la década del ’70, al menos una persona gay, lesbiana, bisexual o trans es asesinada en ese estado cada tres días. Pero ambas estadísticas son precarias, incompletas, ya que se basan apenas en denuncias realizadas telefónicamente y en noticias publicadas en los diarios, ya que no existe un registro oficial que permita contabilizar los crímenes homofóbicos a partir de los casos en los que toma intervención la policía. En Río de Janeiro, el gobierno provincial decidió implementar un sistema estadístico oficial, por el que la policía debe completar en el informe de cada caso (asesinatos, agresiones, etc.) un casillero en el que se deja constancia si de la investigación surge que la motivación del crimen fue homofóbica. Pero el sistema es reciente, por lo que no se cuenta aún con una serie estadística, y enfrenta un serio problema: en muchos casos, las familias piden a la policía —por miedo o por vergüenza— que no complete ese casillero, según relataron al autor de este blog funcionarios del gobierno.
El fundador del Grupo Gay de Bahía, Luiz Mott, asegura que la violencia letal anti homosexual en ese estado ya alcanzó el límite máximo de lo insoportable. “Si el gobierno no realiza acciones radicales de control de la homofobia, vamos a hacer una denuncia internacional ante la OEA contra el Estado. La comunidad homosexual está en pánico y no soporta más el clima de inseguridad”. Todo esto sucede mientras la presidenta Dilma Rousseff, la peor de todas, que canceló el programa de educación y prevención del buyilling homofóbico en las escuelas porque, según dijo, era “propaganda de la homosexualidad” —en realidad lo canceló cediendo a la presión de los diputados y senadores evangélicos, aliados de su gobierno, que la amenazaron con votar a favor de que el Congreso investigara a su ex jefe de gabinete, acusado de corrupción—, y desarticuló todas las políticas públicas para la comunidad LGBT iniciadas durante el gobierno de Lula, sigue haciendo de cuenta que acá no pasa nada. Dilma se calla, cierra los ojos y mantiene su alianza con la mafia evangélica mientras, según su propio gobierno, casi 300 personas LGBT son asesinadas en apenas un año.
Cuatro días después del ataque que costó la muerte de José Leonardo da Silva, el 28 de junio, ¡día mundial del orgullo LGBT!, la Cámara de Diputados de Brasil realizó una insólita audiencia pública para debatir el proyecto de un diputado y pastor evangélico, João Campos, que quiere anular por decreto legislativo una resolución del Consejo Federal de Psicología que prohíbe a los psicólogos “tratar” la homosexualidad como si fuera una enfermedad. Según el diputado y su interbloque fundamentalista, los gays son enfermos y el Congreso debe permitir a los psicólogos que los “curen”.
Ese mismo día, el cuerpo del joven gay Lucas Ribeiro Pimentel, de 15 años, fue encontrado en el río Paraíba do Sul, en Volta Redonda, Río de Janeiro. Lo mataron a palazos, le metieron un palo en el culo, le perforaron los dos ojos y lo arrojaron al río. Todo eso mientras los diputados discutían cómo “curar” la homosexualidad.
Faltan poquitos pasos para llegar a Irán.