Venezuela: rodrigazo y bendición papal
En medio de ‘guarimbas’ y ‘trancazos’ (cortes de calles y barricadas) y conspiraciones, el gobierno chavista acabó anunciando una devaluación de la moneda que es, a la vez, descomunal y ambigua, y que echará más leña a la caldera de la crisis. En realidad, se ha creado un nuevo mercado de cambios, que debutó con una cotización de 55 bolívares por dólar, que contrasta con los 6 y 11 bs de los otros mercados oficiales y con los 80 bs del mercado negro. De 0,09 dólares se pasó a 0,045 dólares por bolívar -una devaluación del 50 por ciento. No es claro todavía qué rubros del comercio exterior podrán ser transados en este nuevo mercado, pero seguramente abarcará una gran parte de la importación, con un impacto descomunal sobre los precios, cuando la inflación alcanza un 55% anual. Por otro lado, el nuevo mercado habilita la compra y venta de divisas, lo cual estaba prohibido, de modo que ya ha acaparado una buena parte de las transacciones que se hacían en negro -el paralelo cayó a 70 bs. De ahora en más, se podrán comprar títulos públicos en dólares con bolívares, que luego podrán revendidos en Nueva York. Este mecanismo permite la salida de capitales por medio de una deuda pública mayor.
La megadevaluación enfrenta al gobierno con su verdadero espectro: el descontento y la rebelión de las masas chavistas. El nuevo mercado ofrece al principal exportador de Venezuela, la petrolera PDVSA, la posibilidad de sacar una mejor tajada de sus dólares, pero esto significa, al mismo tiempo, financiar la fuga de capitales con los ingresos que PDVSA necesita para pagar su deuda y financiar sus inversiones. De acuerdo a numerosos analistas, la deuda de PDVSA es sencillamente enorme, en especial con China y con las empresas que le brindan servicios tecnológicos o realizan operaciones periféricas. PDVSA financia los grandes planes sociales del gobierno, incluso es ella misma la que se hace cargo de ellos en muchos casos. Luego de la gran batalla de 2002 con la oligarquía local por la dirección de la petrolera estatal, se vuelve a plantear ahora la redefinición de su destino. En la mesa de la crisis, luego de la devaluación se plantea un aumento del precio interno del petróleo que, según algunos, podría ser fatal. PDVSA es la propietaria formal de la cuenca del Orinoco, el mayor reservorio mundial de petróleo, la que para explotar en asociación con capitales extranjeros requiere un saneamiento (traumático) de sus finanzas. La pelea por PDVSA pondrá en juego la situación de los obreros del petróleo.
La inminencia de esta crisis ha sido el factor más importante en la decisión de una fracción de la oposición de proceder a un planteo golpista, con la consigna explícita de “la salida está en las calles”. No es solamente el golpismo opositor quien se ha lanzado a llenar el vacío político que deja planteada la crisis en un país donde la carestía y el desabastecimiento crecen con desmesura. También tomó la posta el núcleo fundamental de la burguesía venezolana, aunque con una línea diferente. El pulpo de las comunicaciones -Gustavo Cisneros, de DirecTv- y el de la alimentación -Polar, a cargo de Mario Mendoza- se han delimitado del golpismo, para impulsar una mediación papal. Cisneros, un amigo íntimo de George Bush, llegó hace tiempo a un arreglo con el propio Hugo Chávez, lo cual le ahorró las incomodidades que sufrieran Caracas RTV y Globovisión. Este conspicuo representante del capital internacional acaba de abandonar su perfil político bajo para publicar en el Financial Times, El País y La Nación, entre muchos otros, una caracterización terminal de la crisis venezolana. Sobre la base de este diagnóstico reclama la intervención del Vaticano, la cual presenta como la última carta o recurso para una salida política. Cisneros no recibió hasta ahora la réplica combativa que el chavismo propina a sus opositores; al contrario, el gobierno ha iniciado una serie de “conferencias de paz”, en cuya versión económica incorpora al grupo Cisneros, a Polar y a Fedecámaras -la entidad que piloteó el golpe de 2002. Los empresarios se han distanciado de las ‘guarimbas’, pero no de sus objetivos; en esas conferencias han exigido la devaluación, con un éxito todavía a medias; una liquidación de la protección legal del empleo y una salida para la crisis de PDVSA.
Es muy probable que la convocatoria papal de Cisneros ya contara con un visto bueno del Papa nacional y popular, pero lo cierto es que se abrió camino a toda velocidad, y el ex nuncio en Venezuela, Parolín, ya se ha declarado dispuesto a ejercer el oficio. La agenda de la mediación está cargada de cuestiones estratégicas, toda vez que la oposición exige la independencia del Poder Judicial -un callejón que no tiene salida, además, claro, de la libertad de los presos. Maduro solamente ha aceptado esa mediación en apariencia, pues la limita a una condición de “testigo” de conversaciones entre el oficialismo y la oposición, sin ninguna condición previa. Los “amigos” de la Unasur también han ejercido acciones mediadoras, lo cual coloca en el mismo plano al gobierno legal con la oposición que pretende, explícita o implícitamente, acortar el mandato del chavismo.
Las “conferencias de paz” con la gran burguesía denuncian la búsqueda de una salida ajena a las masas explotadas de Venezuela; lo prueba el rodrigazo monetario. Mientras el Tea Party de Estados Unidos financia las ‘guarimbas’, Obama apoya las ‘conferencias’ con la bendición de Francisco.
El movimiento obrero no parece advertir la dirección que están tomando los acontecimientos; reina una enorme confusión. Marea Socialista, un agrupamiento que encabeza Stalin Pérez, se queja por la ausencia de una representación obrera en las “conferencias de paz”, es decir que sigue llevado de las narices por el chavismo.
La crisis que enfrenta Venezuela, de proporciones históricas, recién comienza.