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Varias cosas de mi viaje de 21 días a Venezuela:
- En todas las colas que hice, siempre vi a alguien diciendo a quien atiende: “Hola mi amor, aquí te traje un chocolatico” para pasar antes.
- Cuando me fui, las cosas costaban 3 veces más que cuando llegué.
- Todas y cada una de las conversaciones que escuché mientras caminaba por la calle eran sobre estos problemas: inflación, escasez, inseguridad. TODAS. Es vivir sumergido en angustias.
[b]- Siempre que llevas bolsas en las manos te ven para saber “qué llegó al mercado”.
Otros, aunque sean completos desconocidos, directamente te preguntan qué llevas, qué llegó.[/b]
- En cualquier establecimiento el personal de atención al público se reduce al mínimo. Colas infinitas en diligencias simples.
- Ninguna diligencia que hice con mi mamá se resolvió a la primera, ni a la segunda ni tercera. En algunas simplemente hubo que abandonar.
- No hay plástico para sacarte cédula porque todo se fue en hacer millones y millones del llamado ‘Carnet de la Patria’.
- Ví a la gente sedada, yendo por inercia dentro del caos. No hay tiempo, hay problemas todos los días durante todo el día. Papá me dice que es resignación. Lo tomo.
- En mi casa solo hay agua 2 de los 7 días de la semana. Entiendo que es una “fortuna” porque hay gente peor.
- Hay un mercado paralelo al mercado paralelo del dólar. Nada más que agregar. Todas las tasas cambian y aumentan por hora.
- El sueldo mínimo es 1 dólar. Con el sueldo mínimo no te compras ni medio kg de pollo.
- Hay toques de queda autoimpuestos por la inseguridad.
- Todo está excesivamente abandonado. Mucho más de lo que yo podía imaginarme.
- Solo puedo dar gracias a Dios por haber visto a mis papás, algunos tíos y primos, y a las únicas 2 amigas que me quedan en Caracas.
- Algo que olvidé y acaban de recordarme:
La delgadez de la gente.
- El estado del metro. Y este punto me jode particularmente porque el metro es de mis medios favoritos de transporte en cualquier lugar del mundo, y el que tiene Venezuela es INCREÍBLE.
El metro de Caracas, incluyendo sus vagones más viejos, es un metro espacioso, iluminado, con asientos grandes y cómodos.
Ahora está abandonado, con un servicio muy irregular, y de paso gratuito porque no hay recursos para imprimir los boletos. Es lamentable.
- Como no hay efectivo en la calle, “no quedó de otra” a que salieran los vivos a vender efectivo al triple (en el mejor de los casos) de lo que cuesta,
- De nuevo, NO existe el efectivo. Una golosina cuesta al menos 95.000 bolívares.
Por cajero o por ventanilla del banco solo podrás retirar hasta 20.000, así que absolutamente todo es por transferencia. Hasta el pago de una golosina.
- El taxi que me llevó a Maiquetía hace 4 años costó 1.000 bolívares (una locura para mí en ese momento). Esta vez costó 850.000 bolívares y todo el mundo dijo que salió baratísimo.
- Mi mamá ya no actualiza su libreta bancaria, aquel librito quedó inexistente. Ahora tus movimientos te los imprimen en una hoja carta. Importante: LA HOJA LA TIENES QUE LLEVAR TÚ.
- Aquello de “Precio de venta sugerido al público” ya es parte de la prehistoria. En una cuadra conseguimos una lata de Diablitos a 90.000 bolívares. A las 2 cuadras, la misma lata, tenía un costo de 130.000 bolívares.
- Lo mismo con una bolsita de Torontos. En un supermercado mi mamá pago 500.000 bolívares. MEDIO MILLÓN DE BOLÍVARES una bolsa con chocolates. A unas cuadras la misma bolsa costaba un millón y medio. La cajera solo dijo que ella, ni en sus mejores sueños, se podía comprar eso.
- Solo escuché la radio atentamente una vez mientras iba en un taxi. Un farmaceuta hablaba de la crisis humanitaria, la escasez de medicinas y de cómo las personas deben juntar hasta 3 o 4 TARJETAS DE CRÉDITO para pagar un medicamento.
- Es tal el nivel de hambre, desempleo, pobreza, que en el centro de Caracas ví gente con una sabana en el piso vendiendo su plancha usada. Solo eso en toda la sábana. Otro vendía unos zapatos viejos usados sin trenzas.
- Edificios con muchos departamentos vacíos. La gente cierra y se va del país como puede. Por un lado te arriesgas a que te lo invadan, por otro te niegas a regalar lo que tanto te costó comprar.
- Niños, jóvenes y viejos. Buscar comida en la basura se volvió tarea de una cantidad creciente y alarmante de venezolanos.
- el Jardín Botánico de la UCV era de mis cosas favoritas de ver mientras pasaba por la Autopista Francisco Fajardo. Hoy vive en el absoluto abandono.
- “Sal sin celular”, “ no te pongas ese reloj” y otras advertencias preventivas de mi papá antes de yo salir de la casa.
A los que no padecemos esto directamente (y soy enfática con lo de “directamente”, porque igual lo padecemos de una manera u otra) no demos NADA por sentado ni olvidemos ser agradecidos por todo lo que tenemos al alcance TODOS LOS DÍAS. Desde lo más simple hasta lo más grande.
Una cosa es ver fotos de la escasez -que ya resultan indignantes-, pero otra es verlo personalmente. Después de 4 años sin ir, visitar los supermercados a los que fui desde pequeña con mis papás y, con mis propios ojos, verlos VACÍOS. Eso dolió bastante.
Antes podía ir y ver 9 o 10 pasillos con comida de todo tipo, ahora son unos 5 o 6 como mucho. Anchos para ocupar más espacio. Un pasillo repleto de ketchup, otro repleto de cloro, y así… No hay comida.
- La mafia de los consejos comunales. Los ven yendo en patota al supermercado. Son los primeros que pasan sin hacer cola.
- El criadero de delincuentes que representa cada edificio creado bajo la fulana “Misión Vivienda”. Azotan todas las zonas aledañas.
Lo peor es que este hilo queda caduco dentro de poco. El país va en picada diariamente, y yo que cuando me fui pensaba que no se podía estar peor.
Una desgracia con todas sus letras.
Y a la vuelta pánico hasta el final. El “guardia” que me revisó la maleta agarraba mis cámaras con desparpajo. Me veía el reloj, seguía revisando, me veía los zarcillos, seguía revisando. No se quedó quieto hasta que dijo: “Te voy a quitar solo un chocolate porque soy bueno”. HDP
Siguió el de Aduanas: “Mi amorcito tendrás un chocolate que me regales?”, para seguir con “estoy esperando mis vacaciones para ver a donde me voy y quedarme ahí”. Todo muy triste.
- Ahí frente a los “guardias”, un tipo se acerca para decirme: “Reina, si quieres me pagas y te paso al comienzo de la fila”. EHH NO GRACIAS.
- Un aeropuerto que te pone a sudar de principio a fin. Literal. No hay aire acondicionado en ningún sector.
Te vas del país nadando entre una recarga de energía por ver a tu familia y un corazón roto por tener volverlos a dejar en un país que se cae a pedazos. Por ver semejante miseria y destrucción.
Solo pensando cómo carajo ahorro lo suficiente para sacarlos de ahí.
[b]El chavismo, el socialismo del siglo XXI, “la revolución bonita”… Toda una gran mentira. Una gran mierda para destruir a un país.
Un gobierno genocida.
Un gobierno que llevó a la gente a estar tras la limosna: un bono, una bolsa mensual de comida[/b].
Pero después cuando pierdan van a venir los estúpidos de siempre a echarle la culpa a EEUU y a la derecha…