Macri y Cristina juntos contra la clase obrera.
La aprobación de la reforma de la Ley de
Riegos de Trabajo el 24 de octubre fue el
último acto que devela el carácter
abiertamente patronal del kirchnerismo.
Los legisladores que responden a Cristina y
los acólitos de Macri levantaron la mano
para votar una ley que rifa la salud y la vida
de la clase trabajadora. Las patronales no
paran de aplaudir. Se trata de una ley
“noventista”. No faltó cámara empresarial
del país, grande, mediana o chica, que no
haya saludado la iniciativa oficial.
La marcha convocada por la CTA Micheli y
la CGT Moyano contra la reforma de la ley
fue otra de sus acostumbradas “medidas
de lucha” testimoniales. La bronca de los
trabajadores sobra, pero los dirigentes sólo
hacen discursos virulentos para los
medios: no hay ningún plan de lucha
concreto para derrotar la “Ley Banelco” de
los K. Ni siquiera le pusieron fecha al paro
general. No es de extrañar. Dos días antes
de la movilización, Hugo Moyano se
fotografiaba con Mauricio Macri. La
“estrategia” del líder sindical es fortalecer a
la oposición patronal. Despotrica con que
hay que “echar a las ART” pero su objetivo
es apuntalar al peronismo más retrógrado y
hasta al empresario neoliberal Macri. El
juego de Pablo Micheli de la CTA es similar,
pero al servicio de la centroizquierda
sojera del FAP de Binner.
Un descontento que crece
La oposición que existe entre los
trabajadores a esta reforma se suma a la
cadena de descontentos que acumula el
gobierno en una etapa de declive político,
todavía lento, porque la situación general
de la economía no es de hundimiento, pero
declive al fin. La inflación, el sostenimiento
de un piso bajo del mínimo no imponible
del impuesto al salario entre los
trabajadores en blanco y la continuidad y
agravamiento de las precarias condiciones
laborales de una amplia franja de la clase
obrera; producen un descontento mucho
más generalizado aún. En la provincia de
Buenos Aires ya se cumplen dos días de
altísimo acatamiento de paro docente con
movilización, donde los trabajadores
exigen la reapertura de paritarias y el pago
de sueldos atrasados. Sectores de las
clases medias también vienen protestando.
Los cacerolazos y luego el motín de
gendarmes y prefectos, fueron expresiones
activas por derecha de la pérdida de base
de sustentación del kirchnerismo.
El 7D y la crisis de sucesión
Uno de los principales laberintos que
articula (o desarticula) el escenario político
es la crisis de sucesión en el seno de la
coalición gubernamental. Sin candidato
propio del riñón cristinista para 2015, (el
“último de los mohicanos” que intentaron
encumbrar fue el corrupto Boudou); el
kirchnerismo choca con sus propios límites.
El agotamiento del “modelo” –y sus
problemas estructurales- emerge por todos
lados. Las condiciones de ferrocarril
Sarmiento están exactamente igual que el
día del crimen social de Once, la crisis
energética continúa tras los permanentes
fracasos luego de la estatización parcial de
YPF para aumentar la producción local, y
son recurrentes las crisis provinciales
provocadas por el “cepo” al dólar o los
ajustes fiscales producto de la falta de
envío de fondos por parte del gobierno
nacional.
La famosa batalla del 7D contra Clarín es
un punto de fuga para mantener como
blanco a un “enemigo” de las
“corporaciones”, y darle algo de letra a su
sector progresista. Pero el “relato” se cae a
pedazos con el Secretario de Seguridad,
Sergio Berni, actuando en las calles contra
la protestas sociales y obreras, o cuando
los diputados del Frente para la Victoria
votan con el macrismo una ley menemista,
dictada por De Mendiguren de la UIA.
“Derechos y humanos”
Los anuncios por cadena nacional, luego
del silencio durante la crisis de los
gendarmes, no alcanzan siquiera para
mantener el “rating” de la transmisión. El
famoso plan PRO.CRE.AR de construcción
de viviendas, o las exigencias de
inversiones en proyectos productivos a los
bancos y ahora a las aseguradoras, pasaron
sin pena ni gloria. Para las masas
populares, los anuncios y largos discursos
no tienen consecuencia en su vida
cotidiana y comienzan a generar hartazgo.
A las tímidas intervenciones estatales de
exigencia a sectores empresarios, se las
recompensa con una reforma pro-
empresarial como la de la Ley de Riesgos
de Trabajo. Y con la garantía de que el
orden reine en las calles de la mano de un
ex–Teniente Coronel del Ejército,
participante del alzamiento carapintada de
1987 que, a lo Rambo, encabeza en
persona los ataques a quienes se
manifiestan, con escenas que serían
cómicas, sino fuera porque dejan secuelas
graves para los luchadores. Las sufren los
choferes de la línea 60, que fueron
denunciados penalmente por movilizarse
en la Panamericana o los perseguidos por
el “Proyecto X”. En su último acto represivo,
el 24/10 contra ex combatientes que
cortaban la 9 de Julio en la Ciudad de
Buenos Aires, Berni vociferó: “No puede ser
que doscientas personas compliquen a
millones de hombres y mujeres que vienen
a trabajar a la Ciudad”, bien lejos del verso
del gobierno que “no reprime la protesta
social”.
Los aliados sindicales de Cristina, la CGT de
Caló con el ex-buchón de la dictadura,
Gerardo Martínez de la UOCRA, como uno
de los protagonistas “de peso”, y la
relevancia que tomó Berni en las acciones
de represión callejera; desnudan el quiebre
del discurso del gobierno “de los derechos
humanos”.
Opositores de la misma clase
La oposición compite con el gobierno en
sus políticas antipopulares. Macri acaba de
vetar la ley de aborto no punible, para
restringir aún más un derecho elemental
vedado a las mujeres con el mismo
fanatismo con el que “Santa Cristina” se
niega al aborto legal, seguro y gratuito, que
evitaría miles de muertes, sobre todo de
mujeres pobres (pág. 14) En el paraíso
“socialista” de Santa Fe del gobernador
Bonfatti y de Binner, saltó a la luz que
estos íntimos amigos de las patronales
sojeras del trabajo esclavo; sostienen su
poder real en aparatos represivos tan
podridos como la Bonaerense o el resto de
las policías bravas. No se trató de un
policía aislado de menor rango, sino del
mismísimo jefe de policía provincial,
organizador del narcotráfico (pág. 4).
Ganar la calle con nuestra agenda
La persecución y represión a los que
protestan y esta reforma de ley pro-
empresarial, suman nuevos agravios contra
la clase obrera, que ponen a la orden del
día la necesidad de un paro general y un
plan de lucha.
Los trabajadores y los sectores populares
pueden y deben ganar protagonismo y las
calles para imponer su agenda. La
anulación de esta ley patronal, y que se
vayan las ART, terminar con el impuesto al
salario, la reapertura de las paritarias,
comenzando por el reclamo de un “plus”
de fin de año que ya exigen varios
sectores, el fin del trabajo en negro y la
precarización, la nacionalización de todo el
transporte, bajo control de los
trabajadores; son algunas de las medidas
por las que tenemos que luchar. Ni la CGT
Moyano ni la CTA Micheli están dispuestas
a dar una lucha seria por los reclamos de
la clase obrera. Hay que imponerles a estos
dirigentes, no sólo que le pongan fecha al
paro, sino que éste sea debatido
democráticamente en todas las fábricas y
establecimientos del país, incluyendo a las
bases de los gremios que están en la CGT y
CTA que apoyan al gobierno.
No podemos dejar que la debilidad del
gobierno, sean sólo aprovechadas por
sectores de las clases medias derechistas o
las corporaciones armadas; debemos
intervenir golpeando por nuestros
reclamos. Hay que pegar en los puntos
débiles del gobierno, que evidencian sus
impresentables aliados sindicales y
funcionarios como Berni. Las
organizaciones obreras, de derechos
humanos, estudiantiles y sociales, debemos
hacer una gran campaña contra este
“patotero” al mando de una de las
principales fuerzas represivas del Estado.
No sólo por la elemental autodefensa de
nuestras organizaciones y activistas, sino
para desenmascarar el doble discurso
oficial.
Para la izquierda, y en especial para el
Frente de Izquierda y las organizaciones
antiburocráticas del movimiento obrero, se
trata de conformar un polo, asamblea o
coordinadora que fortalezca la voz de los
sectores combativos que se oponen a la
burocracia sindical. En momentos en que,
por seguir a distintas variantes patronales,
la burocracia divide al movimiento obrero
en cinco centrales, y cuando el gobierno
ataca las condiciones de trabajo y de vida
de los trabajadores, es necesaria la unidad
de un bloque independiente,
antiburocrático y de lucha.
Nacional