Entiendo lo que decís, pero no se si está bueno algo tan acotado: me parece que esos espacios se terminan viciando de una sola mirada, y a veces no está bueno. Me parece que lo más rico de esto es el intercambio. Pero no se trata de si lo abrís vos, o SA o M80 o IS: se trata de que no poder debatir no se cuán interesante es. Siempre es bueno tener otra visión de las cosas. Pero si te place, abrí el tema en el que no se permita X cosa. Creo que acá es más bien para compartir (y debatir) pensamientos. Y si quisieras quedarte acá opinando, yo estaré muy contenta de contar con tu manera de ver las cosas.
Ok entonces damos no mas. Vamos por las presidenciales espera que me reciba y vamos directo a la rosada.
Yo salgo hablando a lo Alfonsin y vos salis saludando como princesa y a lo ultimo en una 4x4 con la mano al aire chocandolas con las manos de niños como el spot de la cris.
Basta de candidatos cualquiera que solo roban…
Facundo + Graciela = una dupla en serio!
Pigu, no es que no quiera debatir por capricho, sino que es porq me estresa mucho, me hace mal de verdad. Para muchas personas la política es una pasión como lo es River y a vos un bostero te puede explicar de las copas internacionales y no se que y vos vas a seguir siendo de River, aunque ganen 10 libertadores mas (dios no lo quiera)
Con los que son fanáticos K pasa lo mismo, yo que no soy fanático de la política, trato de usar la razón y contra una persona fanática no se puede y me termino estresando mal. Pasa por ahi la cosa.
La verdad que no voy a crear un topic como el que digo porque se terminaría desvirtuando, pero lo lamento mucho porque, por ejemplo, a este topic no voy a terminar entrando más si trato de explicar algo y uno se pone a defender lo indefendible me entendes?. O si escribo unas lineas de mi opinión y después tengo q estar 5 páginas explicandole a alguien que incentivar la educación no es darle plata a los padres de los pibes de la primaria, pero que aún asi dicha persona cree que está bien sólo porque lo hizo su candidato.
Sinceramente contra eso no puedo, me gustaría otro espacio de debate con todos los partidos politicos pero sin tanto fanatismo ciego. Lamentablemente no se puede controlar eso y me tendré que limitar a hablar de política con gente que conozca y que sepa que tenga una apertura mental que vaya más allá del político de turno. Que dicho sea de paso, es lo que hago.
Posición de la UCR sobre el proyecto de re-estatización de YPF:
[SPOILER]30-04-2012 | Notas de Opinion
YPF: LA EMOCIÓN Y LAS RAZONES
Por Jesús Rodríguez
Una situación problemática asegura su permanencia en el tiempo de dos maneras. La primera es si los encargados de resolverla tienen una actitud negadora frente al problema, y la otra es si la manera de enfrentarlo es basándose en diagnósticos equivocados.
En el caso de YPF los gobiernos de los Kirchner han incurrido en los dos tipos de errores posibles y esa evidencia impregna, como no puede ser de otra manera, la valoración de la iniciativa oficial.
A continuación se presentan algunos aspectos que requieren ser considerados:
Antecedentes
La Argentina accedió al autoabastecimiento energético en 1988, en el Gobierno del Presidente Alfonsín, ochenta años después del descubrimiento de petróleo en Comodoro Rivadavia. La cuestión energética es consustancial con el Radicalismo, de hecho YPF fue creada por el Presidente Yrigoyen en el año 1922 y sus primeros y fundamentales desarrollos fueron posibles por la gestión del General Mosconi, designado titular de la misma por el Presidente Alvear.
La administración peronista del Presidente Menem inició la privatización en 1992 y el Estado vendió su último 20% de la compañía a Repsol en el año 1998 que, a su vez, compró al año siguiente el remanente de acciones cotizado en Bolsa.
Con posterioridad al colapso del régimen de convertibilidad, la combinación de demanda creciente – exarcebada la mejora relativa de la actividad económica por precios subsidiados de los productos energéticos- y mermas en la producción doméstica de gas y petróleo -en el período 1998-2011 la producción de petróleo decayó un 32% y la de gas, por su parte, se redujo el 11% desde el año 2004- condujo a requerir, en el último año, importaciones por casi 10 mil millones de dólares llevando la balanza comercial energética a un registro negativo de alrededor de 3200 millones de dólares. Se espera, además, para este año importaciones superiores a los 12000 millones de dólares.
Así, el autoabastecimiento energético que demandó ochenta años alcanzar dejó paso, algo más de dos décadas más tarde, a un estado de vulnerabilidad creciente en un insumo estratégico desde todo punto de vista.
La Respuesta del Gobierno
Pasada la elección de Octubre del año pasado, el Gobierno de la Presidente Kirchner anunció la puesta en práctica de un esquema de política económica que incluía la eliminación de subsidios y un tope del 18% en las negociaciones salariales. Estos criterios hoy abandonados, presentados bajo la idea de la “sintonía fina”, tenían el objetivo de atender los requerimientos de las cuentas externas y el sector público, que se habían transformado en deficitarios, y ya no eran más los “pilares del modelo” que tan intensamente pregonaba el discurso oficial.
¿Por qué no se habló más de la “sintonía fina” que, en rigor, era munición gruesa para el dispositivo de poder oficial? En primer lugar porque el Gobierno no se dispuso a afrontar los costos de decisiones que diluían su discurso “progre” –aumentos de tarifas, salarios por debajo del incremento de precios y, en consecuencia, menor ingreso disponible para cebar la bomba del consumo- y afectaban su base de sustentación social.
En segundo término, porque la consideración social sobre el Gobierno se vio afectada por la tragedia del accidente ferroviario de Once, haciendo socialmente inviable los incrementos tarifarios, y por las derivaciones del “Caso Ciccone”, que desnudaba el tráfico de influencias desde el vértice del poder político y condicionaba el desempeño de la clara mayoría legislativa obtenida en la última elección. En efecto, el primer trimestre del año la confianza en el Gobierno, afectada también por un contexto de amesetamiento de la actividad económica con inflación de dos dígitos, se había reducido en un 30%, según el estudio sistemático que desde hace 10 años realiza la UTDT.
Ante este panorama, el Gobierno decide evitar correr riesgos políticos derivados de la puja distributiva, desentendiéndose así de enfrentar las exigencias de un esquema económico que alcanzó sus límites. Para ello repite la estrategia del año 2008, en ocasión de la crisis política originada en las retenciones móviles a la exportación de productos agropecuarios, cuando sorpresivamente propuso la estatización de Aerolíneas Argentina. En esta ocasión lo hace propiciando una iniciativa, la expropiación del 51% del patrimonio de YPF, que moviliza sensibilidades históricas y es capaz de conseguir simpatía social y amplio apoyo parlamentario.
En el corregido discurso oficial se retoma el fraseo tradicional del “relato” para el objetivo de profundizar el modelo. Ahora, mediante la recuperación de la soberanía energética que desplaza la sintonía fina, dos objetivos y políticas que, además de contradictorias, están ausentes en la Plataforma electoral del oficialismo en la última elección.
A partir de la iniciativa oficial se impone una pregunta crucial: ¿La expropiación de YPF asegura el autoabastecimiento energético, a través de incrementos en la producción de gas natural y petróleo, que – según el Proyecto del Poder Ejecutivo- es de interés público y objetivo prioritario de la República Argentina?
La respuesta es obvia: si no hay un cambio en la política energética que llevó adelante el gobierno de los Kirchner no hay ninguna razón para esperar el cumplimiento del objetivo del autoabastecimiento.
Ello es así no solo porque YPF es una porción, hoy reducida, de la actividad de exploración, producción y refinación del mercado de petróleo y derivados. En efecto, YPF hoy produce apenas un tercio del petróleo que se explota en la Argentina y apenas un 25% del gas natural.
La verdadera causal de disminución en la producción de gas natural y petróleo es la merma de las reservas comprobadas de hidrocarburos que, por su parte, está relacionada con la caída de de la inversión exploratoria y que, por otro lado, alcanza a todo el conjunto empresario que desarrolla la actividad. El año pasado la caída en la producción, para el conjunto de empresas que representan el 90 % de la oferta de petróleo y gas, cayó un 6% en el caso del petróleo y casi un 4% en el caso del gas natural.
Un indicador claro de la menor actividad generalizada en el sector es que, mientras en la década de los ochenta los pozos en exploración fueron en promedio 103, en la década pasada se redujeron a 41 pozos promedio y solo fueron 68 el año anterior. La razón de la caída no hay que buscarla en motivos geológicos ni en la composición accionaria de YPF sino que, por el contrario, reside en las definiciones de la política sectorial.
Una consecuencia fatal de la política energética es que dejó de aportar al saldo favorable de la balanza comercial. En efecto, como consecuencia de un proceso gradual de creciente necesidades de importación, el año pasado el saldo negativo de la balanza comercial energética fue de 3200 millones de dólares y se espera que este año sea equivalente al saldo comercial favorable del resto del comercio internacional de la Argentina.
Es imposible pensar en mayores y auténticas inversiones de riesgo en el sector mientras se mantenga vigente una política que, por ejemplo, estimula la importación de gas. Hoy en nuestro país se paga el gas en la frontera con Bolivia casi cuatro veces más, y el que se compra con contratos nada transparentes en barcos regasificadores seis veces más, que el precio con el cual se remunera en nuestro territorio a los productores locales, sean éstos una empresa nacional, extranjera o estatal.
Este verdadero despropósito no admite justificación de ningún tipo, tampoco argumentos de redistribución de ingresos, ya que los subsidios de más de 42000 millones de pesos que el año pasado requirió el sector energético – 20 veces más que en el año 2005- no alcanzan a casi la mitad de la población que, según el Censo del año 2010, no acceden al gas por red domiciliaria sino que están obligados a consumir, y a pagar precios a valores internacionales, gas en garrafas.
Un aspecto institucional central para entender el problema, y que relativiza la importancia de la composición accionaria de YPF, es que la Constitución Nacional prescribe que son las Provincias las titulares del dominio sobre los hidrocarburos.
En uso de sus competencias, en años recientes, algunas provincias decidieron licitar y adjudicar 166 áreas para la exploración petrolera. Este hecho, que podría valorarse como promisorio, empalidece cuando se sabe que la exploración de más de la mitad de las áreas fueron adjudicadas a empresarios amigos del poder sin experiencia en la actividad. Por caso, en la Provincia de Santa Cruz, se licitaron y adjudicaron 14 bloques de exploración y explotación que cubren 7,2 millones de hectáreas, quedando descalificados, como oferentes, importantes y experimentadas empresas como YPF, Petrobras, Tecpetrol, Pluspetrol y otras.
Así, la política energética de los gobiernos peronistas dilapidó el logro histórico del autoabastecimiento energético que, trabajosamente a lo largo de ochenta años, finalmente se consiguió en el gobierno del Presidente Alfonsín. Para ello promovieron con Menem la privatización de YPF – contrariamente a lo hecho por otros países productores como Brasil y México- , y luego -con los Kirchner- a través de una política sectorial que desalentó el desarrollo de la producción local, consumió divisas, exigió recursos públicos crecientes para una política de subsidios regresiva y favoreció el florecimiento del capitalismo de amigos.
¿Habrá algún otro caso en la historia contemporánea donde la política pública de un partido en el gobierno, tan equivocada y nociva para los intereses nacionales como la energética – que además conspira contra las aspiraciones de las mayorías sociales-, pueda usarse como excusa y aspire a convertirse en la justificación de otra que tampoco esté a la altura de los desafíos que la época nos impone? Difícil saberlo. En cualquier caso el futuro inmediato depende, en última instancia, de lo que hagamos los que no compartimos el populismo político y el facilismo económico característico del justicialismo.
La Posición del Radicalismo
El Radicalismo se opuso a la privatización de YPF y Gas del Estado en el Gobierno Justicialista de Menem, y no solo por el escándalo que significó la presencia de falsos diputados para aprobar leyes. También se diferenció cuando la venta de acciones sirvió para dar aire fiscal a un régimen de convertibilidad agonizante.
En el pasado reciente alentó la búsqueda de coincidencias para afrontar la crisis, que el gobierno se empecinaba en negar, y sus expertos contribuyeron a crear el foro de los ex secretarios de energía de gobiernos democráticos suscribiendo una propuesta suprapartidaria dotada de solvencia técnica y viabilidad política. Estas iniciativas fueron acompañadas por actividades institucionales del Comité Nacional partidario, a través de seminarios temáticos, que fueron torpemente descalificadas por los funcionarios peronistas del área.
En línea con estas acciones, en la última elección presidencial la Plataforma de la UCR sostuvo los siguientes puntos sustanciales en el área energética:
Realizar auditorías integrales e independientes de concesiones de explotación y permisos de exploración.
Promover una nueva ley de hidrocarburos que incluyera la creación de una Agencia Nacional de Petróleo, Gas y Biocombustible.
Retirar las áreas off-shore de la jurisdicción de Enarsa y licitar a través de una modalidad de contratos de asociación similar al llamado Plan Houston.
Realizar una auditoría integral de los contratos de importación de combustibles.
El posicionamiento del Radicalismo, definido luego de una discusión conjunta de los Bloques Legislativos y las autoridades del Comité Nacional, se distingue por la coherencia y la responsabilidad política.
La UCR rechazó en el Congreso el DNU del Poder Ejecutivo que dispuso la intervención de YPF, llevada a cabo con procedimientos que ni el Gobierno del Presidente Chávez practica, porque hubiera correspondido una intervención judicial que otorgara dicha facultad de intervención. Otra razón adicional al rechazo del Radicalismo es la designación del interventor, precisamente el principal responsable de la política que llevó a la pérdida del autoabastecimiento energético.
En el Dictamen que votó la UCR, además de proponer la realización de auditorías de las concesiones, se propicia el control de la AGN negado explícitamente en el proyecto oficial –repitiendo textual el párrafo respectivo de la ley de privatizaciones del Presidente Menem- y se postula la creación de una Agencia Federal de Hidrocarburos replicando el modelo organizacional de la República de Brasil. Más importante, se rechaza la expropiación y se promueve una compra consensuada del 51% de las acciones, valuación mediante con control parlamentario, de los dos grupos privados accionistas de la compañía de manera proporcional.
El Radicalismo tuvo un solo voto afirmativo al proyecto oficial: el que declara de interés público y como objetivo prioritario el logro del autoabastecimiento de hidrocarburos y consiguió incorporar en el texto, porque estaba ausente en la iniciativa oficialista, la actividad de exploración a las de explotación e industrialización.
La Polémica
Los cuestionamiento a la decisión institucional de la UCR se centraron en que su actitud diluía su papel de oposición a un Gobierno que, en nuestra caracterización, aísla a la Argentina con una política exterior errática y carente de profesionalismo, desaprovecha una coyuntura internacional histórica excepcional al consolidar una estructura productiva que no permite resolver las flagrantes desigualdades sociales y regionales; atropella las instituciones republicanas mediante la concentración de poder presidencial y el desapego a la ley; y escandaliza a los ciudadanos con las conductas impropias de funcionarios y cargos electivos de máxima responsabilidad.
En términos de acción política, el poder -para este gobierno- es una colina estratégica a conquistar que exige, siempre, la derrota del oponente. La lógica binaria del poder ejercitada desde el Gobierno, que estigmatiza a quien piensa distinto, es una versión de este siglo del viejo movimientismo, tan característico de muchos países de América Latina. El movimientismo identifica como enemigos, sean éstos intelectuales, una fuerza política o un periodista, a quienes no forman parte de su proyecto.
Esa lógica del blanco y negro -tan nociva para la salud de la democracia representativa- requiere, para ser eficaz, de aceptación social. Exige que los otros protagonistas de la vida social – partidos, sindicatos, medios de comunicación social, organizaciones empresarias y de la sociedad civil- las validen con su accionar. En otros términos, es condición para su desarrollo que todos crean que las actitudes sean, en todo momento y circunstancia, a todo o nada.
Esa dialéctica del cero o el infinito es una rémora de los largos años de dictaduras y autoritarismos que recorren nuestra historia. Esa situación, junto con la debilidad del sistema político de nuestro país, es lo que permite entender cómo una posición de firme oposición y coherencia política puede ser confundida con complacencia.
En nuestra concepción, el poder es una construcción social – de ninguna manera una conquista que exige la derrota inexcusable del otro- para producir transformaciones. Por eso es imprescindible que nuestra acción política señale y advierta la necesidad de promover un cambio en nuestra cultura política.
Creer en la imposibilidad del cambio de nuestras conductas políticas, con el argumento de que constituye una raíz cultural, es una concepción profundamente conservadora. La acción política, precisamente, se caracteriza por su potencialidad para modificar pautas culturales y esa sí que es una creencia hondamente progresista.
Del mismo modo nuestra acción política debe enfatizar en la necesidad de reconstrucción del sistema de partidos en la Argentina porque ese es el mejor antídoto frente a los populismos. El populismo, hoy presente en la Argentina como en otros países de América Latina, tiene antecedentes. En los años cuarenta con un discurso nacionalista, en los noventa con impronta neoliberal y ahora en versión progresista. Pero siempre populismo por su exaltación de la relación directa del líder con las masas, por sus tonos fundacionales al cuestionar el pasado, al que responsabiliza de las frustraciones presentes. El rasgo distintivo del populismo es la subestimación de la democracia de partidos y el descreimiento en la democracia representativa.
Otro imperativo de nuestra acción política es denunciar la carencia de visión estratégica que distingue el facilismo económico de las administraciones populistas. Sus decisiones, por lo general arbitrarias y discrecionales, responden a la lógica de disponer de recursos de poder – económicos, institucionales o políticos- procurando estar en sintonía con amplios sectores de la opinión pública. Corto plazo, recursos en sentido amplio y opinión pública, así fue en la década del noventa y así es ahora para favorecer, hoy como ayer, a los empresarios cercanos al poder de turno.
Desde esta aproximación la decisión institucional del Radicalismo es acertada porque cuestionó la lógica del todo o nada que esteriliza la acción política y la reduce a la oposición in totum sin alternativa ni propuestas; porque su posicionamiento fue resultado de una decisión institucional poniendo en valor la vigencia de los partidos políticos; porque impugnó severamente el facilismo económico del populismo político que, en los últimos veinte años privatizó, luego argentinizó y ahora expropia la mayoría accionaria de YPF, dilapidó el autobastecimiento energético.
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Fuente: YPF: La Emoción y las Razones - UCR :: Comité Nacional - 30-04-2012