84%, me había equivocado. Son 7 y monedas
Y sería algo así como Uruguay, poco territorio, todo fértil, menos población, ninguna riqueza mineral conflictiva. El país más fácil de gobernar
Suecia despierta de su sueño integrador
Terminal de autobuses de Kista, al noroeste de Estocolmo. El cliente se dirige a la ventanilla: “Querría ir a Tensta, ¿Cómo lo hago?”. Respuesta: “¿Y para qué quieres ir allí?”. Las risas, para tranquilidad del que es novato en lidiar con el sentido del humor sueco, no tardan en aparecer. ¿Qué se le puede haber perdido a alguien en Tensta? Tampoco hay tanta distancia entre los dos barrios de la capital de Suecia. Al menos, en kilómetros. Kista, diana también de la ira de los jóvenes que protagonizan los disturbios desde hace una semana, se desengancha de los distritos más populares gracias al empujón de los centros comerciales y los mastodontes de las sedes de grandes multinacionales. A Tensta no llega todo eso. Los que sí se acercaron en la madrugada del sábado y por sexto día consecutivo fueron los vándalos para reducir a cenizas un vehículo.
“Aquí los días son todos iguales”, se resigna Girre Jong, de 22 años, mientras toma el sol con el pecho al aire, junto a la estación de Tensta. Él es de allí, como el resto de su pandilla, todos de origen inmigrante. Jong conoce a alguno de los que salieron a patear las calles. “Nadie quiere hacer daño, solo es una forma de expresión, cuando solo les hablamos no nos hacen ni caso”. Pero, ¿qué os está pasando con la policía? “Vienen todos los días a registrarnos”, dice este joven, desocupado, pero loco por el fútbol. ¿A ti te pasó? “Sí, claro”.
No se llevan bien. La inmigración, los jóvenes de las barriadas que rodean el centro de Estocolmo, aseguran que la policía es racista, les persigue, insulta y atosiga con maneras discriminatorias. Podría ser una de las conclusiones de una semana de disturbios en la capital sueca, que arrancó con la muerte a balazos en Husby de un hombre de 69 años, al que varios agentes pretendían detener. Nada que ver con el modelo de interculturalidad del que presumía la sociedad escandinava.
Pero Suecia no es lo que era y los números pueden ayudar a atar cabos. El crecimiento económico se ha desplomado desde tasas por encima del 6% hace tres años hasta situarse por debajo del 1% en 2012; la OCDE ha hecho retroceder al país de la cabeza del ránking de sociedades con mayor igualdad hasta el puesto 14; ahí es donde los no nacidos en Suecia, un 15% de los más de nueve millones de habitantes, se juegan mucho; entre ellos, el desempleo se dispara, como muestra el ejemplo del barrio de Husby, con un 80% de población inmigrante: el paro afecta al 8,8% de su población, mientras en el conjunto de Estocolmo solo es del 3,3%.
Lo raro en Tensta es que sus vecinos no se confundan de timbre al llegar a casa. Todas son iguales, recortadas a tijera sobre un molde de formas rectangulares y rugosas. Petter Carlsson, de 21 años, sueco por todos los costados, se mudó allí hace dos meses. “Me enteré de los disturbios porque mi madre me llamó”, dice este joven, empleado de una tienda online, que no para de atusarse el flequillo. “Eso sí, creo que los jóvenes de por aquí tienen problemas con la policía”. En el bloque de al lado, sirva de contraste, cinco mujeres, algunas tocadas con un velo, bailan en el césped al son de una canción árabe.
La música, a buen volumen, acompaña por la calle hasta el puente de piedra más cercano. Encapuchado, Rickard —se niega a facilitar el apellido—, de 24 años, aporta otro detalle de ese manto de discriminación del que se quejan: “Si vienes de fuera”, señala con aspavientos, “tienes que pasar por inmigración y ellos te dicen dónde vivir. Tú, aquí, tú aquí…”. Sea o no tan simple, vista la periferia de Estocolmo, parece que Rickard no anda desencaminado.
Pero los dedos de los habitantes de la periferia de Estocolmo no señalan solo a las fuerzas de seguridad, aunque son ellos los que recibieron las pedradas. Apuntan hacia el Gobierno del conservador Fredrik Reinfeldt, que tras siete años en el poder, tradicionalmente en manos de los socialdemócratas, no hizo lo suficiente para evitar la desconexión de la población inmigrante. Y a río revuelto, últimamente la ganancia es de los partidos de derechas que ven en la inmigración —para la que Suecia ofrece una política de asilo ejemplar— el principio de todos los males. En este país escandinavo se llaman Demócratas de Suecia y ocupan ya el tercer lugar en las encuestas ante las elecciones de septiembre de 2014.
Cuando los suecos vayan a votar, salvo ingrata sorpresa, los disturbios serán historia. Y en ese esfuerzo por apagar el incendio mucho tienen que ver los voluntarios que, ataviados con sus chalecos amarillos, salen cada noche a hablar con los chavales. Ali Abdu, de 25 años y natural de Husby, vestido con una chilaba, enumera algunos de esos colectivos: Ungdomvardar, Medborgarvardar, Moske gruppen… “No sé por qué los jóvenes tiran piedras, no soy político”, dice Abdu, “pero es cierto que carecen de cultura, hábitos, intereses…”. Y de motivos para liarla fuera de Husby, donde tuvo lugar el incidente hace siete días. “Lo de los otros barrios es estúpido, lo hacen por diversión”.
No opina igual F. Paris, amigo que, para no molestar, prefiere dar su versión cuando Abdu ha marchado. Así de fácil: “Si en las manos no tienen libros, cogen las piedras”. “No es que lo justifique”, continúa, “pero hay que entender si no tienes una razón para vivir…”. Entender que la segregación entre inmigrantes y no inmigrantes es un hecho en los colegios, que muchos no asisten a clase, que la educación no logró extender el uso del sueco entre los habitantes de las barriadas, que ese idioma es vital para tener un empleo y que, incluso así, el premio gordo suele caer entre los suecos de toda la vida.
Terminal central de Estocolmo, corazón de la capital, a 20 minutos de Tensta. El mundo parece otro. Suecia parece otra, es bonita, salpicada por medio centenar de puentes y agua por todas partes. Por eso decía el joven Girre Jong: “Voy allí todas las semanas, me gusta mucho. Pero el Gobierno prefiere allí a los turistas”.
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Lei por ahi que 1 de cada 5 jovenes no trabaja ni estudia. Lindo lo que lograron los que empezaron a sacar los subsidios…Me hace acordar a un loco en la CNN hablando hoy, que decia que en EEUU hay que recortar los subsidios a las universidades para que vayan solo los que tienen plata para pagarla…
Entonces cuando hablemos de la pobreza, desocupacion o villas miserias en argentina, tambien saquemos de la lista a peruanos, paraguayos y bolivianos.
Rebelión en el paraíso de Suecia
El 27 de octubre de 2005, dos jóvenes musulmanes franceses de origen africano, que escapaban de la policía en un suburbio de París, subieron a un poste y murieron electrocutados. Rápidamente, miles de jóvenes salieron a las calles y chocaron con la policía durante varias jornadas, en enfrentamientos que se expandieron a otras áreas de Francia y que incluso tuvieron su réplica en otros países como Bélgica, Dinamarca, Alemania, Grecia, Suiza y Holanda. Los enfrentamientos se prolongaron durante tres semanas.
El 6 de agosto de 2011, la Policía Metropolitana de Londres abatió en Tottenham (Londres) a Mark Duggan, un joven británico de 29 años negro. Al día siguiente, y durante varias jornadas, hubo intensos choques entre jóvenes y la policía en varios barrios de la capital.
El 19 de mayo pasado, la policía fusiló a un hombre de 69 años en Husby, barrio periférico de Estocolmo. Los pobladores de Husby reaccionaron inmediatamente. Así los describe el diario El País: “son jóvenes, muy jóvenes, por lo general de edades comprendidas entre 12 y 20 años, varones, encapuchados y con el rostro cubierto (…) por encima de la nariz. Gamberros, cada uno con sus motivos, que solo dejan a la vista los ojos, las piedras que agarran y el fuego que prenden para retomar el pulso diario y nocturno con las fuerzas de seguridad” (El País, 25/5). Durante más de siete días, los jóvenes de Husby y de otros tantos barrios periféricos sostuvieron los combates, que se extendieron también a ciudades del interior del país, como Örebro. Hay varias denuncias de complicidad policial con el accionar de bandas neonazis, que organizan grupos de choque para enfrentar a las bandas de “cerdos”, en alusión a los suecos descendientes de inmigrantes recientes (Kaos en la Red, 26/5). Durante los disturbios de Francia, Sarkozy había calificado a los sublevados de “escoria”.
Declive sueco y crisis europea
Desde fines de los ’70 se ha desarrollado un fuerte movimiento inmigratorio hacia Suecia. En 2012, “casi la mitad eran de Siria, Afganistán y Somalía” (La Nación, 24/5). Un 15% de la población sueca es inmigrante y vive mayormente aglomerada en la periferia de Estocolmo, en virtuales guetos, con tasas de desempleo que duplican a las del resto del país, bajo el acoso policial, y con una masa de descendientes nacionalizados que no tienen posibilidades de estudio o de trabajo.
Suecia se ha visto afectada por la crisis capitalista. En 2009, el PBI se contrajo un 5%, y aunque hubo una relativa recuperación, hay preocupaciones por el eventual estallido de una burbuja inmobiliaria y el creciente endeudamiento de los hogares, que “representa 170% de su ingreso disponible, una de las tasas más elevadas del mundo” (Banesto Comercio Exterior, Financiación el portal de negocios internacionales de las empresas.). En los últimos años ha primado una política de ajuste y desmantelamiento de beneficios sociales. El deterioro social de Suecia explica el derrumbe de la socialdemocracia, que en las últimas elecciones (2010) hizo la peor elección en sus más de cien años de historia. En 2006 ya había perdido el poder a manos de una coalición de partidos de centroderecha.
La sublevación de los jóvenes suecos tiene un carácter elemental -carece de programa. La tarea de la izquierda es ofrecer una perspectiva política.
Rebelión en el paraíso de Suecia : Prensa Obrera 1270 – 30/05/13