Estaba degustando un flan con frutas (que allá en Bucará o en San Giles se les llama Scursh con rocamoras) cuando en la mesa divisó un budín de pan (que ellos le dan otro nombre, emparedado relleno faláceo) En ese instante su instinto panquequero infalible lo llevó a lo inevitable, viéndose al Deivi’ puteando su ya digerido postre, mofándose de su forma, sexualidad y club que no gana nada por pibiiito ¡¡, señalando que el nuevo era mejor. A todo esto, ya consumada la wafleada, un tiburcio (tiburón blanco de los mares austríacos neozelandeces con carencias vitamínicas) deglutió el nuevo blanco de la morsa catatónica. Al darse cuenta de esto supo que debía hacer lo que Dios le ordenó cuando lo mandó al mundo por error (originalmente iba a limpiar los baños de allá arriba porque Frank Sinatra se marea mucho y vomita a lo loco los guisos que hace Kurt Cobain) Seguir entrando a internet mintiendo acerca de su capacidad sexual y repartiendo incoherencias, inmoralidades, invertebralidades, Insurraldes () y faltas de ortografía a quién ose cruzarse en su camino repostero y lleno de clubes que, seguramente, no conoce la alineación inicial.