River Plate 3 - boca juniors 1 Copa Libertadores 2018 CAMPEÓN

Hace un par de noches soñé que perdíamos 1 a 0 con gol de Benedetto. Nos cagaban y el partido de alguna manera no terminaba, no tengo muy en claro que pasó. Era de noche el partido en ese sueño.

Pero anoche soñé que ganábamos 3 a 0, y fue tan real ese sueño vieja. Empezaba con un gol de Pratto, que no llegué a ver porque intentaba meterme en la cancha sin entrada, de camino a casa se escucha un gol, con toda, y yo no quería ni ver de quien era (es de Boca pienso) y cuando volví prendo la tele y estaba el partido 1 a 0. Los relatores dicen que fue de Pratto, me quería morir de la alegría, aunque después en la repetición no se por qué pero fue del Pity el gol, de afuera del área la colgó en un ángulo. Después el 2 a 0 fue de Mora, en una jugada re disputada en el área de Boca, estaba toda sucia, y la agarra Mora entre todos caidos y le pega con toda al medio. La pelota llega a entrar pero el arquero la saca, los jugadores de River festejan el gol y los de Boca protestan. Ahí el VAR muestra que la pelota alcanzó a entrar entera y que el arquero la sacó de adentro. Cobra el gol y a sacar del medio. Ese fue el primer gol que salí a festejar al balcón.
A partir de ahí decayó River, empezó a jugar mal, Boca se le venía encima, la gente estaba callada. Tienen una chance clarísima y pega en el travesaño. Parecía que era cuestión de tiempo, que si entraba un gol entraba otro y lo perdíamos y se venía una pecheada histórica. Hasta que en un contraataque, después de que ellos estuvieran todos abocados adelante enloquecidos, quedan 3 de River contra un solo defensor de Boca. Era tan clara que te ponía demasiado nervioso, cualquier error en esa jugada y se desperdiciaba una oportunidad única, había que meterla sí o sí o perdíamos, era así. Parecía una jugada de gol de Alemania contra Brasil, entonces adelante el Pity toca atrás para Nacho, que parece que le va a pegar y en realidad dió un pase a Palacios, que parece que le quedó demasiado largo y me quiero cortar las pelotas, la pelota se va para la derecha del arco y se va quedando sin ángulo para meterla, pero Palacios le pega medio con chanfle, que le pasa por al lado al arquero, y se mete despacito para sentenciar el partido 3 a 0. Ahí se me puso la piel de gallina, intenté gritar el gol con toda aunque no me salía la voz fuerte (como en los sueños en los que no podés correr), pero no daba más de la emoción y la felicidad, y salí eufórico a festejar “Dale campeón, dale campeón”. Se lo dedique a todos los bosteros, entre los cuales al fin pude ver al vecino bostero puto que tanto me grita los goles siempre. Se lo dediqué, para vos bostero puto, forro, no te la sacás nunca más ahora.

Y a diferencia del otro sueño, a este partido sí lo soñé de día, y en el Monumental, con todos los detalles y los relatos de Closs, que una vez ya resignados con que Boca perdió la final, decían “este resultado se veía venir desde hace mucho tiempo, te diría que desde los cruces del 2014 y 2015”.
Por un segundo realmente me invadió la felicidad mi cuerpo. Pensaba: “no puedo creer que, pese a todos los pronósticos, y a haber ganado los últimos 2 cruces en Copas, hayamos vuelto a repetir esta vez, en la más importante de todas, y la más importante de la historia”. Realmente me lo creí vieja, me sentí campeón. Haberme despertado de ese sueño fue una de las peores experiencias de mi vida, fue tan real. Para colmo me levanté con una euforia y una alegría tremenda, pensé “somos campeones” con mi primer pensamiento despierto, como cuando uno todavía sigue tonto. Y después caí. “No vieja, esto no pudo haber sido un sueño. Esta vez no, todo menos este.” Porque una cosa es que la mina más linda del mundo te de bola en un sueño, te pase el número y se genere esa hermosa tensión sexual, de saber que ya es tuya, o garcharte a Emma Watson, pero despertarte de este sueño es lo más duro que te puede pasar en relación a eso.

Y ahí tomé consciencia de otra cosa. A partir de mañana, pase lo que pase, el Universo se va a dividir en 2. En cada uno de los cuales se dieron realidades distintas. En uno somos campeones y, aún después de haberlos eliminado 2 veces seguidas en Copas, les volvemos a ganar en el partido más importante de la historia de ambos clubes, un partido que no tiene comparación con nada en la historia de ninguno de los 2 equipos, y lo ganamos nosotros, le ganamos a Boca en una final de Libertadores (sí, escuchaste bien). No van a poder tener argumentos para decirnos absolutamente nada, porque al partido más importante de la historia lo ganamos nosotros. Y si se llega a dar esta realidad, y pasamos a pertenecer a la población de los afortunados individuos que le ganaron a Boca una final de Libertadores, te juro que le voy a perdonar al destino todo lo malo que me deparó a nivel deportivo, desde la final perdida contra Alemania en el 2014 (que por fin voy a poder superar) y la de la Copa América 2016, el descenso de River (que ya no me afecta, e incluso me trae buenisimos recuerdos por el despertar y renacer que supuso), la serie contra Lanús del año pasado y todo lo que se te pueda ocurrir, hasta incluso te diría que las muertes de Chris Cornell o John Lennon (que si bien no viví, me sigue causando impotencia al darme cuenta de lo que pasó). Todo sea para poder llegar a este momento y a esta realidad.
Ahora, en la otra realidad, el campeón es Boca y ahí realmente no sé como voy a reaccionar. Todo se amplificaría, seríamos la generación de los más perdedores de todos, sin dudas. Y lo cierto es que ahí voy a tener que dejar de ver fútbol, no me queda otra. Y realmente lo pienso. Voy a desconectarme de cualquier cosa relacionada al fútbol y me va a resbalar lo que me digan los hinchas de Boca, realmente (aunque los voy a seguir odiando, ojo. No a los hinchas pero sí al club. Club de oligarcas mafiosos y corruptos, con los colores más feos que se te puedan ocurrir, producto de la bandera del país mas desagradable y repulsivo del mundo que es Suecia. Mientras nosotros somos intelectuales y tenemos el rojo socialista. Son todo lo que no queremos ser). No me pueden cargar si yo me pongo a mí mismo en un plano intelectual superior, en el que una cosa tan intrascendente como un par de boluditos corriendo alrededor de una pelota jamás podría generarte un efecto emocional alguno. Pero si por el contrario llegamos a salir campeones, me voy a fanatizar como nunca antes, voy a respirar River las 24 horas del día hasta que me muera. Es así de drástico el cambio que se puede llegar a dar. Y lo peor es que estoy tan traumado con todo esto que ya perdí de vista lo que es el fútbol, se distorsionó todo y ya ni siquiera entiendo el concepto de “partido de fútbol”. Se me hace toda una bola de pensamientos en mi cabeza en la que relaciono el fútbol y River, con mi vida personal, educación, viajes, música y felicidad en la vida.

Sea como sea y pase lo que pase, nosotros vamos a quedar encerrados para siempre y por toda la eternidad en una de esas 2 realidades, en uno de esos Universos Paralelos. Y es una perspectiva que asusta muchísimo, porque ya sea quedamos para siempre en el Universo de los derrotados, de los perdedores; o en el Universo de los ganadores, de los victoriosos, los que alcanzaron la gloria eterna, ahora y para siempre. Está en nosotros.

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