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La historia de la introspección revisada

Kurt Danziger

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Pese a ser un tema de importancia central en la emergencia de la psicología moderna, la introspección no ha recibido la consideración histórica que merece. A partir de las nociones globales y las generalizaciones vacías que se le destinan se puede fácilmente tener la impresión de que la introspección siempre significó lo mismo, no importa en qué tiempo y lugar. Pero esto, por supuesto, está lejos de ser cierto, y si pretendemos evitar generalizaciones históricas injustificadas acerca de “paradigmas” y cosas por el estilo, deberemos desarrollar un punto de vista bastante más diferenciado sobre el tema que el que prevalece en el presente.
Algunas de las razones de nuestras dificultades históricas son bastante obvias. Vivimos todavía en las sombras de la oposición conductista contra la introspección y las actitudes de muchas de nuestras autoridades en la disciplina están claramente teñidas por esta oposición. Para empezar, la misma noción “psicología introspeccionista” es un producto del conductismo. Tal como G.G. Boring lo ha señalado: “el introspeccionismo ha adquirido su ismo a causa de que la nueva escuela contestataria necesitaba un fondo contrastante claro y estable contra el cual exhibir sus nuevos rasgos. Ningunos de los que proponen a la introspección como el método básico de la psicología se denominan a sí mismos introspeccionistas”.[1] La primera tarea de un examen objetivo, por lo tanto, es la exploración de la variedad que subyace a los slogans polémicos empleados por los oponentes de la introspección.
La propia consideración de Boring, aunque contiene algunas observaciones valiosas, es insatisfactoria en varios puntos. Su tratamiento de muchos de los aspectos importantes del tema está hecha muy a la ligera. En particular, su consideración de la literatura que no es norteamericana ve desde la simple falta de información a lo positivamente erróneo. Es evidente que Boring frecuentemente basa su relato en las opiniones e interpretaciones especiales de E. B. Titchener antes que en un examen cuidadoso y directo de las fuentes extranjeras.
Para alcanzar una perspectiva adecuada en este tema, en todo caso, es necesario evitar cualquier clase de parroquialismo. Es preciso reconocer que la peculiar coloración emocional que el tópico de la introspección adquirió en la literatura norteamericana no ha sido favorable a un pensamiento claro sobre el tema. Esto tuvo sus fuentes históricamente no sólo en los aspectos ideológicos del conductismo, sino en el hecho de que la psicología norteamericana del período pre-experimental estuvo dominada por la perspectiva de la escuela escocesa. Ahora bien, en el amplio espectro de actitudes filosóficas en ese período, la escuela escocesa ocupa una posición extrema en términos de su compromiso “extremo” con las virtudes de la introspección.[2] Más aún, el tema parece haber conservado alguna de las connotaciones religiosas que había perdido en Europa. Por lo tanto no es sorprendente que se volviera el foco de reacciones apasionadas. Los efectos de este legado todavía deben ser detectados en parte de la literatura secundaria sobre el tema y es preciso prepararse debidamente para ello.
En vista de las amplias ramificaciones del tema, el análisis que sigue se concentra en el período que va de 1880 a 1914 y está limitado a la psicología académica. El período pre-experimental es considerado sólo en relación con aquellos aspectos que tienen particular importancia para una comprensión de los desarrollos posteriores. Han quedado excluidos de toda consideración las implicaciones de la práctica en el campo clínico y los desarrollos posteriores a la primera guerra mundial, que tuvieron lugar sobre la base de la aceptación del marco referencial conductista. Estos aspectos son importantes para la historia más reciente de la introspección, pero introducen nuevos temas que requieren ser analizados por separado.

DOS TRADICIONES FILOSOFICAS

Para comprender el curso de los desarrollos subsiguientes es necesario advertir que la introspección no tenía el mismo estatuto en la tradición filosófica alemana que en la inglesa. En esta última, la ecuación mente-conciencia había permanecido incuestionable hasta bien entrado el siglo XIX. De allí que la interrogación de la conciencia pudo parecer el método obvio y básico para alcanzar la evidencia acerca de la naturaleza y la constitución de la mente humana. Este punto de vista fue presentado con particular fuerza por la escuela escocesa y por los Mills. Por el contrario, la tradición alemana en filosofía tuvo en Leibniz, impresa desde sus comienzos, la denegación explícita de la ecuación mente-conciencia. Este había sido un punto clave en la crítica de Leibniz a Descartes y en la fundación de una orientación filosófica muy diferente a la de este último. En la historia de la psicología este aspecto del pensamiento de Leibniz es bien conocido bajo la forma de su teoría de las “percepciones oscuras”, que fue revivida por Johan Friedrich Herbart de una forma algo modificada y fue importante en el desenvolvimiento del concepto de umbral de conciencia y por ello de umbral sensorial.[3] En el contexto presente, la importancia de la posición de Leibniz deriva de una implicación clara: si la mente no puede ser igualada con la conciencia no es posible esperar el descubrimiento de su naturaleza y constitución simplemente por una observación de la conciencia. La introspección, por lo tanto, no puede ser admitida como un método de confiabilidad incuestionable y de importancia fundamental. En esta tradición los métodos de la lógica y de las matemáticas han alcanzado de modo característico un estatuto mucho mas elevado que el de la introspección.
Esta posición han quedado muy destacadas en la contribución de Immanuel Kant al tema. Johan Nicholas Tetens, que fue en alguna medida influenciado por la filosofía británica, había criticado la psicología de Christian Wolff, discípulo de Leibniz, por su descuido de las evidencias del llamado sentido interno.[4] Con su usual posición de árbitro entre las exigencias del racionalismo y el empirismo, Kant había establecido que la introspección se limitaba al conocimiento del yo fenoménico, un mundo de apariencias psicológicas que proveen materia prima para un conjunto de lecturas vulgares, pero que tiene escasa consecuencia cuando uno se propone seriamente la empresa de investigar la constitución de la mente humana. “Me conozco a mí mismo a través de la experiencia interna sólo en el modo en que aparezco para mí mismo”.[5] Las verdaderas bases de nuestra vida mental, por lo tanto, el sujeto de la pura apercepción, el sujeto que conoce, quiere y juzga, es inaccesible a la “experiencia interna”. Más aún, la descripción del mundo del yo fenoménico permanece en un nivel puramente anecdótico y no puede aspirar al estatuto de una ciencia por la misma naturaleza de su materia.[6] En relación con la historia de la introspección la posición de Kant esencialmente refuerza la de Leibniz. La conciencia es consiguientemente devaluada en su relación con la mente o con la subjetividad como un todo, y la observación de la conciencia no es una actividad científica legítima. El contraste con el punto de vista prevaleciente entre los filósofos ingleses y escoceses no podía ser más acentuado.
La influencia de la escuela hegeliana en Alemania sólo viene a confirmar esa escasa valoración de la autoobservación individual. En la medida en que la mente o el espíritu eran concebidos como una categoría objetiva, englobada en lo que hoy llamamos cultura y reflejada directamente solamente en forma de abstracciones filosóficas, el papel que quedaba para la observación de la mente humana individual era muy pequeño. La contribución de Herbart no vino a significar un avance de la causa de la introspección. En la tradición de Leibniz, prefería un abordaje matemático y puramente especulativo, al punto que las generaciones posteriores han podido asombrarse de la facilidad con que ignoraba evidencias psicológicas casi elementales. Incluso Friedrich Eduard Beneke, que estaba relativamente abierto a la evidencia introspectiva, fundó todo su sistema psicológico sobre la doctrina de una actividad mental inconsciente.[7]
Entre los sistemas mayores de la filosofía idealista alemana sólo Johann Gottlieb Fichte proporcionó algún fundamento que diera importancia a la observación de la conciencia individual. Fue sobre esas bases filosóficas que Karl Fortlage desarrolló una psicología genuinamente introspectiva en la década de 1850. La reacción fue previsible. Una década más tarde Friedrich Albert Lange publicó un ataque agudo contra el método de la introspección en general y contra Fortlage en particular.[8] Al mismo tiempo señaló algo nuevo. Tanto la introspección como el método especulativo lógico-matemático debían ser reemplazados por un nuevo método “somático” de acuerdo con el cual la actividad psicológica debía ser estudiada en función de sus manifestaciones materiales.
Esto incluía no sólo el método fisiológico de Hermann Helmholtz sino también el estudio empírico del lenguaje y el habla, la observación de niños y de la conducta animal y la aplicación de estadísticas a los datos de la conducta humana compleja. La influencia de Lange fue considerable en su tiempo.[9]
Hacia la mitad del siglo XIX las ideas filosóficas alemanas lentamente comenzaron a ejercer alguna influencia en Inglaterra. Sir William Hamilton, rompiendo con la tradición de sus predecesores escoceses, introdujo explícitamente la noción Leibniziana de una actividad mental inconsciente.[10] Esto le ganó la crítica de John Stuart Mill que había asumido el papel de defensor principal del estatuto central que la introspección había merecido siempre en la psicología filosófica británica. Para Mill, como para sus predecesores, la evidencia directa de la conciencia parecía proveer un terreno firme para la observación empírica, y su relegamiento conducía al peligro, o bien de la especulación metafísica como en el caso de Hamilton, o de la especulación frenológica, como en el caso de Augusto Comte.[11] Pero la apertura producida por Hamilton fue explotada por Henry Maudsley que rechazó la introspección enteramente a favor de la confianza en los métodos objetivos.[12] La posición de Maudsley, sin embargo, permaneció como una expresión aislada en la literatura en lengua inglesa. Incluso, aquellos psicólogos-filosófos británicos cuya actitud hacia la posición general de Comte era mucho más afín que la de Mill, rehusaron seguir a Comte en su rechazo de la introspección. Tanto Herbert Spencer como G.H. Lewes adjudicaban un papel significativo al uso de la evidencia introspectiva, aunque otras fuentes de evidencia fueran ahora necesarias para suplementarla.[13] Psicólogos norteamericanos del final del siglo XIX, con William James y G.T. Ladd, claramente permanecieron en la tradición británica en función del valor que adjudicaban a la introspección como una fuente del conocimiento de la mente. Y la actividad de los alemanes era apreciada más en términos de su ejecución técnica que en sus perspectivas teóricas fundamentales.
En la medida en que la ejecución técnica de la primera psicología experimental alemana implicaba un punto de vista acerca de la introspección que era significativamente diferente del británico tradicional, la adopción amplia de esos métodos generaba una buena dosis de incomprensión y confusión en la medida en que la perspectiva británica continuaba dominando la teoría de la introspección mientras el modelo alemán comenzaba a dar forma a la práctica de la investigación psicológica. Hacia el fin del siglo XIX y con relación a áreas amplias de la investigación experimental, la introspección jugaba un rol mucho más limitado en la práctica de lo que uno puede suponer a partir de las exposiciones metodológicas generales que se encuentran en los textos contemporáneos de lengua inglesa. A esto se agrega la posición especial ocupada por Titchener, que intentó reinterpretar las bases teóricas de la nueva psicología experimental alemana, tal como la representaba Wilhelm Wundt, de modo de hacerlas menos incompatibles con la psicología tradicional británica, que formaba la base de su propio abordaje.[14] Wundt había establecido que un programa sistemático de experimentación psicológica requería una reformulación del rol de la introspección. Esta reformulación proveía una exposición explícita de las normas prácticas que debían ser aplicadas en la investigación experimental, las cuales directa o indirectamente tenían influencia en la medida en que la práctica desarrollada por Wundt se convirtió en un modelo para otros. La formulación de Wundt acerca del papel de la introspección exige una atención particular, no solo porque inició una nueva fase, sino también porque ha permanecido extraviada para la psicología en lengua inglesa. La extensa confusión dominante acerca de la relación temprana entre introspección y experimentación no puede ser disipada a menos que se reemplace el mito que ha crecido alrededor del “introspeccionismo” de Wundt.

LA INTROSPECCION Y EL EXPERIMENTO SEGÚN WUNDT

Wundt elaboró su posición metodológica en el curso de los dos mayores debates acerca de los fundamentos de la psicología; y lo hizo en períodos diferentes de su vida. Enfrentó oponentes muy diferentes en esas dos ocasiones. El primer período de clarificación metodológica ocurrió en los tiempos de la formación de su laboratorio de psicología y de su revista, los Philosophische Studien. Su programa para una psicología experimental despertó cierto rechazo de parte de algunos filósofos idealistas alemanes y en el curso de su respuesta a algunas de las críticas, Wundt se vio obligado a clarificar su propia posición sobre las cuestiones de una psicología científica. El segundo período de controversia empezó una década después, a mediados de los noventa, y culminó en 1907 en la relativamente conocida crítica de Wundt hacia la metodología de la escuela de Würzburgo. Pero esta vez la noción de una psicología experimental ya no era extraña y de hecho había generado una adhesión considerable. Esta vez Wundt encontró a alguno de sus adversarios no entre los filósofos idealistas, sino, irónicamente, entre esa generación de experimentalistas a los que había aportado previamente su inspiración. Aún admitiendo las diferencias de contexto entre esos dos debates, la posición de Wundt permaneció notablemente consistente.
Las bases de la discusión inicial de Wundt acerca del problema de la introspección provenían de su insistencia en distinguir entre “autoobservación” (Selbstbeobachtung) y “percepción interna” (innere wahrnehmung).[15] Lamentablemente las referencias a la posición de Wundt en idioma inglés casi invariablemente fracasan en la reproducción de esta distinción y usan el término “introspección” para cubrir ambos conceptos indiscriminadamente. Esto hace difícil entender la naturaleza de la contribución de Wundt al problema de la introspección, además de que conduce a la apariencia de una extraordinaria inconsistencia. Ya que si por una parte Wundt compara desdeñosamente al introspeccionista con el Barón Münchhausen tratando de impulsarse a sí mismo fuera del pantano tirando de su propio cabello,[16] en otro lugar establece que la introspección es el fundamento de la psicología.[17] Por supuesto, se refiere a la Selbstbeobachtung (la introspección en su sentido más literal) en el primer caso y a la Innere Wahrnehmung en el segundo. Esa distinción, entonces, expresa una evaluación por oposición de dos procesos y si uno traduce ambos por el término simple “introspección”, se puede fácilmente alcanzar la impresión de que está diciendo lo contrario de lo que en verdad dice.[18]
¿Qué motivó entonces la distinción de Wundt entre introspección (selbstbeobachtung) y percepción interna (innere wahrnehmung)?.[19] Es claro que tomaba muy en serio el problema que la crítica a la introspección anticipada por Lange y Comte planteaba para una psicología científica de la conciencia. De hecho, aceptaba la validez de estas críticas, pero a la vez sostenía que las mismas nacían específicamente fuera de los problemas de una observación interna. La vieja psicología introspectiva había tenido problemas a causa de su identificación ingenua de la percepción de hechos subjetivos con su observación. Que los hechos subjetivos son percibidos es algo que no puede ponerse en duda, pero no se puede concluir de ello que sean también observables en sentido científico. Allí en efecto, todas las críticas clásicas a la introspección se vuelven operativas. La observación científica exige la clase de independencia entre sujeto y objeto que la introspección (autoobservación) justamente destruye. El proceso de introspección es exitoso sólo en cuanto destruye o al menos distorsiona mucho sus objetos. El intento de alcanzar un fundamento sólido por ese procedimiento es en efecto una empresa digna del Barón Münchausen. Por otra parte Wundt rechaza el intento de rescatar a la introspección sobre las bases de la “retrospección”, esto es, el argumento según el cual los problemas esenciales de la introspección son evitados si se reconoce que lo que el introspeccionista observa no es la experiencia original sino los recuerdos de ella. (Este argumento había sido desarrollado por J.S. Mill en su réplica a Comte y continuaba teniendo cierta popularidad en los introspeccionistas de habla inglesa hasta los primeros años del siglo XX). Estos recuerdos estarían sometidos a múltiples distorsiones, algunas de las cuales podían ser documentadas precisamente aún en la época de Wundt. Finalmente, esta introspección retrospectiva no sería comparable a la observación en las ciencias naturales por cuanto ésta se dirige por sí misma a los hechos tal como ocurren y no a sus imágenes en la memoria.
Al mismo tiempo la percepción interna también fracasa como método de una psicología científica. En la mayoría de los casos, puede ser casual y por lo tanto asistemática. Excluye toda investigación deliberada, por cuanto tan pronto como comienza a saber de sí misma se convierte en autoobservación y se abre a toda clase de críticas válidas y bien conocidas. Esta es verdaderamente la base de una psicología de la conciencia, en el sentido de que los procesos conscientes deben ser percibidos para ser conocidos, pero para una ciencia esto no es suficiente.
Wundt piensa que para una psicología científica sería necesario manipular las condiciones de la percepción interna de modo de aproximarlas a las condiciones de la percepción externa. Esta manipulación se cumplía en el experimento psicológico y era ese objetivo el que daba al experimento su forma específica y sus prescripciones características. Wundt era explícito acerca de los modos en los cuales el método experimental era capaz de producir un conjunto de condiciones bajo las cuales la percepción interna se aproximaba a la percepción externa, y podía de ese modo proveer la materia prima para una ciencia. En primer lugar, las condiciones de laboratorio podían ser usadas para reducir el intervalo de tiempo entre la percepción original y su reproducción con propósitos de observación, hasta el punto en que las distorsiones de la memoria podrían ser considerablemente reducidas e incluso volverse insignificantes. Si la observación y el informe podían seguir inmediatamente a la percepción original, sin tiempo de reflexión y sin autoconciencia, las condiciones de la observación psicológica podían aproximarse a las condiciones de la observación externa. La preferencia de Wundt por observadores experimentados surgía de estas consideraciones. La ventaja de los observadores experimentados radica en el hecho de que sus actos de observación se han vuelto hábitos automáticos, y, por lo tanto, se caracterizan por la velocidad y la capacidad de atención, tanto como por la ausencia de autoconciencia. Entonces, la preferencia por observadores experimentados era estrictamente un medio de alcanzar propósitos precisos y definidos, y no era ciertamente en sí misma una cuestión de principio. En los escritos de los años ’80, en los cuales define cuidadosamente los principios de su abordaje de la observación psicológica, Wundt apenas menciona al pasar el tema de la experiencia del observador.
La opinión que creció en la literatura americana acerca de las exigencias exactas de Wundt debe ser vista en el contexto del tipo de reacción hacia las normas del laboratorio alemán que fue común en la primera generación de estudiantes americanos, los que buscaron entrenarse en laboratorios alemanes precisamente porque no se disponía de ese entrenamiento en casa. La reacción más bien temerosa al respecto no era propia del laboratorio de Wundt.
Fue en el círculo de Titchener donde el énfasis acerca del observador entrenado se volvió una cuestión de principio. Por ello la exigencia fue entonces expresada en términos de entrenamiento, más que en la de simple experiencia del observador. Para apreciar la significación histórica de este cambio se debe recordar que Titchener no debía su introducción al método de la introspección a Wundt, sino a su lectura de James Mill mientras era todavía un estudiante mientras era todavía un estudiante en Oxford, antes de su estadía en Leipzig. En 1909 afirmó: “mi creencia en la introspección es lo suficientemente vieja como para haber alcanzado su mayoría de edad; porque fue en 1888, cuando por primera vez estuve leyendo el Análisis de James Mill, que se presentó ante mí una convicción ¾’se puede probar todo esto a través de uno mismo!’¾ que nunca he perdido desde entonces.”[20] Ahora bien, para Mill el análisis de la mente consistía en un ejercicio especial que apuntaba a procurar un saber completo sobre las sensaciones elementales, que eran el material del cual estaban compuestas todas las experiencias complejas. Su doctrina sensista establecía una discrepancia entre las percepciones complejas de la experiencia común y las percepciones claras de los elementos sensoriales que podían ser alcanzadas sólo como resultado del aprendizaje .[21] La idea de una mente entrenada, necesaria para penetrar los elementos subyacentes más allá de la experiencia común se volvió parte de la tradición introspeccionista británica.
Tanto para los introspeccionistas británicos como para Wundt la habilidad del observador jugaba cierto papel en el intento de superar los problemas de una psicología empírica de la conciencia. Pero en ambos abordajes esos problemas eran atribuidos a fuentes diferentes, de modo que la naturaleza del papel asignado a la habilidad del observador era también diferente. Para la tradición clásica británica el problema era el de reconciliar la pretensión de la psicología, o el análisis mental, de ser empírica con el hecho de que la doctrina sensista no se fundaba en la experiencia espontánea. Para Wundt el problema era el de reconciliar la pretensión de que la observación psicológica podía ser científica bajo ciertas circunstancias con el hecho demostrado de que la observación introspectiva normalmente carecía de la objetividad de la observación científica. Para la tradición introspeccionista británica el observador debía ser entrenado para percibir claramente los elementos que la doctrina sensista requería. Para Wundt, el observador debía haber practicado con el propósito de incrementar una observación rápida y atenta, con un mínimo de los efectos perturbadores de la sorpresa y la autoconciencia. De ese modo esperaba que las condiciones de la observación psicológica se aproximarían mucho a las condiciones de la observación científica ordinaria de hechos externos.
Para Wundt el segundo rasgo esencial del método experimental, que permitía a la percepción interna aproximarse a la confiabilidad de la percepción externa, tenía que ver con el factor de la repetición. Si partimos del hecho de que estímulos externos idénticos producen experiencias subjetivas idénticas o muy similares, se pueden iniciar tales experiencias a voluntad y repetirlas tanto como se desee. Esto hace posible presentarlas repetidamente a la percepción interna, y es esta circunstancia la que provee las bases para una observación válida de la experiencia subjetiva. El problema es que la percepción interna es válida sólo mientras ocurre. En el flujo normal de la experiencia una percepción está ya concluída cuando decidimos observarla, de modo que la introspección se vuelve retrospección, o sea la observación de una imagen no confiable de la memoria. Podemos esperar que la percepción retorne, pero también podemos quedar esperando para siempre. Aquí es donde los experimentos vienen en nuestra ayuda. Por medio de la presentación experimental de estímulos producimos la percepción que queremos observar una y otra vez, y bajo esas circunstancias no tenemos que confiar en imágenes dudosas de la memoria; sabemos que la percepción está en camino y estamos listos par observarla cuando llega. En tanto las condiciones experimentales permiten esta clase de observación de “el proceso mismo”, [22] más que de nuestro recuerdo de él, los datos psicológicos tendrán el mismo valor que los datos de la ciencia natural reunidos por la observación de hechos externos.
Admitiendo las críticas al introspeccionismo clásico, y sin aceptar la alternativa de la retrospección, que había sido sugerida por el introspeccionismo británico, Wundt propone en su lugar que la percepción interna (no la introspección) podría proporcionar datos aceptables para la ciencia sólo en la medida en que las condiciones experimentales permitan una repetición de la experiencia interna a voluntad. Pero estas condiciones imponen inmediatamente limitaciones muy severas a los fines de la psicología experimental y de la introspección científica. El examen razonado de Wundt acerca de la validez de la introspección bajo condiciones experimentales descansa en la convicción de que percepciones idénticas o casi idénticas pueden ser producidas de modo confiable y deliberado por la presentación repetida de estímulos externos conocidos. Esto limita la psicología experimental a aquellas áreas de la experiencia humana donde esa convicción fundamental del método puede ser observada y cumplida completamente. La sensación y la percepción eran las áreas que más claramente cumplían los requerimientos fundamentales de Wundt, y persistieron siempre como las áreas más investigadas en el laboratorio de Wundt.
En el otro extremo del espectro de los procesos psicológicos hay dos áreas que Wundt excluyó desde el principio de la posibilidad de investigación experimental. La primera de ellas está constituida por “los procesos de pensamiento en sí mismos”,[23] que, pensaba, podían ser solamente investigados por la vía de una psicolingüística no experimental que desarrolló subsiguientemente con gran detalle.[24] La segunda área situada mas allá de los límites necesarios del método de la introspección experimental es la constituida por “sentimientos y sus conexiones complejas, afectos, y procesos volitivos”.[25] En su crítica a Titchener, Wundt señala que es científicamente irrelevante la obtención de informes introspectivos del sujeto acerca del sentimiento que experimenta ante la presentación de ciertos estímulos externos.[26] Con ello Wundt estaba simplemente extrayendo la conclusión necesaria de su temprana exigencia fundamental: condiciones externas constantes debían producir resultados subjetivos constantes si la introspección científica había tenido lugar. Wundt pensaba que en esta área de la psicología había muy poco o ningún lugar para la introspección, y consecuentemente privilegiaba el uso de mediciones fisiológicas de la respuesta afectiva. En ese contexto encontramos a Wundt adoptando una postura que prácticamente podría caracterizarlo como un buen conductista.
Las restricciones severas que Wundt planteaba a la introspección se ponen de manifiesto también en el tipo de juicio que se requería de los sujetos experimentales. De acuerdo con el precepto que establecía que la percepción interna podía volverse observación sólo en la medida en que se ligara a estímulos externos controlables, el informe introspectivo en el laboratorio estaba marcadamente limitado a juicios acerca de la magnitud, intensidad, y duración del estímulo físico, complementados a veces por juicios sobre su simultaneidad y sucesión.
En pocos estudios una forma limitada de introspección es usada para controlar la efectividad de la manipulación experimental de las condiciones; esto podía involucrar informes de juicios acerca del carácter placentero del estímulo o de la intensidad de la atención, usualmente a partir de una escala de dos puntos. Hay un manojo de estudios marginales que incluyen juicios introspectivos algo más difíciles, por ejemplo, acerca de la intensidad de imágenes, de la cualidad de sensaciones gustativas, y de la presencia de estímulos en el contexto de una estética experimental. Pero estos estudios son atípicos en términos de la norma constituida por la abrumadora mayoría de los trabajos publicados en la revista de Wundt. De los aproximadamente 180 estudios experimentales publicados entre 1883 y 1903 en los 20 volúmenes de la Philosophische Studien hay sólo 4 que usan datos introspectivos cualitativos de un modo aproximado al que se practicó en otros laboratorios durante la década siguiente.[27] Por otra parte, el laboratorio de Wundt produjo un gran número de estudios cuyos datos básicos eran enteramente “conductuales”, la mayoría bajo la forma de diversos modos de medición del tiempo de reacción. Lo que era “mentalista” en estos estudios era la interpretación teórica de los resultados, no los datos básicos mismos.
Para Wundt la significación de los estudios de tiempos de reacción residía en la contribución potencial a sus teorías acerca de las funciones apercitivo-volitivas, la pieza central de su sistema psicológico. Pero hay una división clara entre los estudios empíricamente orientados de los datos y la discusión teórica de Wundt acerca de los resultados. Los datos que eran informados en los trabajos empíricos eran simplemente mediciones de tiempo tomadas bajo condiciones experimentales variadas.[28]
Sólo cuando Wundt discute la interpretación de esos datos en un trabajo teórico separado[29] o en la sección correspondiente de su texto, el Grundzüge der physiologischen psychologie, introduce un modelo mentalista de los procesos psicológicos operativos. En el curso de esas discusiones teóricas Wundt ocasionalmente introducía una observación introspectiva a modo de ilustración. Pero generalmente es claro a partir del contexto de su argumentación que su propósito no es más que ilustrativo; la confirmación de sus teorías del funcionamiento mental, Wundt la veía claramente como dependiente de mediciones objetivas ulteriores bajo condiciones experimentales controladas.[30] La confusión entre la crítica a la introspección como una técnica y la crítica a los conceptos mentalistas en la teoría psicológica sólo puede surgir cuando la disciplina estricta del laboratorio de Leipzig sea reemplazada por una actitud más permisiva hacia la evidencia introspectiva.
En el curso de su prolongada carrera Wundt se expresa en diversos momentos con grados variables de optimismo o pesimismo acerca de si ciertas áreas de la psicología son capaces de someterse al método experimental. Pero tales opiniones, sin embargo, no suponen ningún cambio en sus principios básicos. Lo que Wundt acepta siempre como un corolario inevitable de sus principios metodológicos fundamentales es la idea de que el ámbito de la psicología no es coextensivo con el de la psicología experimental. La capacidad del experimento para la solución de los variados problemas psicológicos resulta ser un problema de grado. En un extremo están los problemas para los cuales el método experimental provee una fuente excelente de datos válidos; en el otro extremo están los problemas que son casi imposibles para la investigación experimental. En esa escala Wundt consistentemente asigna el extremo más apto a los problemas del área de la sensación y la percepción, mientras que los problemas del pensamiento, el afecto, la actividad voluntaria, y la psicología social se ubican en el punto más bajo. En medio de ellos están áreas como la memoria, la imaginación, y la atención, donde el método experimental es parcialmente apreciado. Pero esa línea precisa debe ser establecida en cada momento y depende parcialmente del desenvolvimiento técnico y del optimismo del investigador, de modo que esa línea es históricamente variable. Con todo tales decisiones no afectan el marco fundamental de referencia en el cual se toman.
Siento tan limitado, entonces, el objetivo de la psicología experimental se entiende que para Wundt el objetivo de la introspección científica sea, por lo menos, igualmente limitado. Ya que, como hemos visto, no puede haber introspección científica fuera del experimento psicológico. Sólo el experimento provee las condiciones bajo las cuales “percepciones internas” huidizas pueden proveer el material para una observación sistemática. Pero el experimento sólo es capaz de cumplir esta función respecto de aquellas áreas de la experiencia consciente en las que la relación entre lo externo y lo interno es directa y segura. Por lo tanto, las áreas de la experiencia consciente en las que esa relación no es ni directa ni segura, son incapaces de proporcionar datos introspectivos científicos. Esto no significa que esos datos no sean susceptibles de un tratamiento científico, sino que están más allá de los objetivos de la introspección experimental. Wundt estaría espantado al verse calificado de “psicólogo introspectivo”, no sólo por su desprecio por la tradición introspeccionista, sino también porque implica que el alcance de la psicología sería coextensivo con el objetivo de la introspección, inferencia totalmente alejada de su abordaje global de la psicología. Aparte de los 10 volúmenes de su psicología social (Völkerpsychologie), su texto más importante de psicología experimental, Grundzüge der physiologischen Psycholigie, contiene una porción importante de psicología que va mucho más allá de los datos provistos por la introspección experimental.
Para apreciar el rol de la introspección en la psicología de Wundt como un todo es necesario comprender su concepción de la relación entre teoría y datos en psicología. En su primer ensayo programático titulado “Las tareas de la psicología experimental” señala que la clase de descripción de fenómenos conscientes elementales, de su coexistencia y sucesión, que es capaz de proveer el experimento psicológico, es sólo el primer paso hacia la construcción de una psicología científica.[31] Usa, en ese sentido, una analogía interesante, la relación entre las leyes de Kepler del movimiento planetario y el sistema newtoniano. Las primeras son resúmenes simples de regularidades empíricamente observadas, pero el último, aunque toma el movimiento planetario como un dato básico, tiene un objetivo que es mucho más amplio que ese aspecto limitado del mundo físico. Es claro que la ambición de Wundt era ser el Newton más que el Kepler de la psicología. Las observaciones experimentales de los fenómenos subjetivos proveerían a la teoría psicológica, no de respuestas sino de preguntas, de modo que demandaban una solución científica más que metafísica. Para el punto de vista de Wundt sobre la naturaleza de la ciencia, la descripción debía ser seguida por el “análisis causal”. La ciencia de la psicología debía ser una ciencia causal cuyo interés final fuera el descubrimiento de las leyes de la “causalidad psíquica”. Por supuesto, el alcance de estas leyes estaría muy lejos del informe experimental de la experiencia subjetiva que sólo habría proporcionado el punto de partida. Los datos sistemáticos extraídos de los experimentos psicológicos no constituían la ciencia psicológica del mismo modo que las observaciones sistemáticas del movimiento planetario no constituían la ciencia física.
Aún en el área de la percepción, en la que la introspección experimental es capaz de proveer una cantidad de datos observacionales, el trabajo de Wundt está lleno de procesos y entidades hipotéticas, que considera necesarios para proporcionar el tipo de análisis causal que está buscando. La categoría de entidades hipotéticas implica no sólo una oposición obvia hacia signos locales, sentimientos simples y sensaciones elementales. En la segunda vuelta del debate de Wundt con el filósofo J. Volkelt esto se convirtió en un punto clave. Volkelt quería restringir los procesos psicológicos a aquellos que pudieran ser verificados directamente por introspección y había acusado a Wundt de “invención”. En un trabajo que llevaba un título provocativo, “Sensaciones Inventadas”, Wundt orgullosamente se declara culpable de este cargo. Sí, dice, estoy por el uso de procesos hipotéticos para intentar una explicación causal de lo que está dado en la percepción consciente. En particular, las sensaciones elementales “no son nunca dadas a nosotros en la percepción interna inmediata, sino que son el resultado de una abstracción psicológica.”[32] La ciencia no acepta simplemente la apariencia externa de los fenómenos naturales sino que busca explicarlos causalmente como el resultado de procesos hipotéticos subyacentes. En otras palabras, los datos proporcionados por la percepción interna constituyen un dominio de fenómenos que la psicología debe explicar, pero no contienen en ellos mismos sus principios explicativos.
Entonces, el uso que Wundt hace del método de introspección es muy limitado. En la medida en que acepta la crítica clásica, rechaza que la introspección sea reemplazable por la “percepción interna”. Para los propósitos prácticos de la investigación psicológica más bien se vuelve sinónimo de observación e informe de la percepción externa. La mayor parte de los fenómenos mentales, en particular los fenómenos de pensamiento y sentimientos complejos, estaban excluidos del estudio introspectivo. Aún en el área de la sensación y percepción los informes “introspectivos” se limitaban a los juicios más simples y los informes cualitativos eran en general excluidos. Los datos no introspectivos, bajo la forma de mediciones de conducta y de productos como el lenguaje, ocupaban un extenso lugar en la investigación psicológica. Finalmente, los conceptos explicativos y los principios de su psicología no estaban fundados en la percepción interna sino que eran esencialmente construcciones hipotéticas. La psicología de Wundt era mentalista en el sentido en que el psicólogo estaba obligado a explicar fenómenos variados de conciencia; no era “introspectiva” en el sentido de que este método, tal como se lo entiende comúnmente, fuera considerado la llave de esa empresa.

EL PERIODO DE LA “INTROSPECCION SISTEMATICA”

Durante los últimos años del siglo XIX los desarrollos metodológicos en psicología empezaron a sobrepasar a Wundt. Estos desarrollos fueron de dos clases. Por una parte, los métodos de la psicología infantil y animal, por los cuales Wundt no tenía un entusiasmo particular, comenzaron a ser considerados con interés creciente. Por otra parte, el método de la introspección comenzó a ser desarrollado en direcciones que eran completamente distintas de los preceptos básicos de Wundt. Esto fue seguido por un período relativamente breve de entusiasmo introspectivo que rápidamente culminó en una crisis y, por lo menos en EE.UU., en el conductismo.
El contraste entre este período y la precedente era Wundtiana fue señalado por Titchener, quien cumplió un papel no desdeñable en ese cambio. En 1912 comienza su introducción a la introspección del siguiente modo:
“Aquellos que recuerdan los laboratorios psicológicos de hace 20 años difícilmente pueden escapara a un choque ocasional por el contraste que, actualmente, muestra con un vívido relieve la diferencia entre el viejo y el nuevo orden. El experimentador de los primeros años de la década del ’90 confiaba, ante todo, en sus instrumentos; cronógrafo, quimógrafo y taquitoscopio eran ¾y no es una exageración decirlo¾ de importancia mayor que el observador,… Había todavía amplios campos de la vida mental a los que el experimento no había tocado, …entretanto, ciertos capítulos de la psicología estaban escritos bajo las luces del “sistema” más que con el apoyo de los hechos. Ahora 20 años después hemos cambiado todo eso. El movimiento hacia el análisis cualitativo ha culminado en lo que se llama, con cierta expresión redundante, el método de la “introspección experimental sistemática”… Un gran cambio ha tenido lugar, intensiva y extensivamente en la dirección del método introspectivo.”[33]
Los cambios “extensivos” a los que Titchener se refería incluyen la difusión de análisis introspectivos “sistemáticos” a áreas como memoria, pensamiento, y sentimientos complejos. En su mayor parte, eran áreas que Wundt explícitamente había excluido del ámbito legítimo de la introspección experimental. Los experimentos de Würzburgo constituyen los elementos más avanzados en esta nueva ola del análisis introspectivo; al cuestionarlos Wundt se colocó en la oposición de esa corriente. Sus argumentos contra Würzburgo no eran nuevos; casi directamente se basaban en los preceptos que previamente había formulado para proveer una razón a su propio programa experimental. Sólo cuando “el objeto de la introspección está directamente ligado a objetos físicos externos o procesos” se dan las condiciones ideales para la investigación psicológica; en otras circunstancias se da una aproximación más o menos satisfactoria a ese ideal y requieren ser tratadas con gran precaución.[34] La dificultad de la observación subjetiva y la falibilidad de la memoria produce una “barrera infranqueable” que afecta primariamente la investigación del pensamiento y de los procesos afectivos y volitivos.[35] Como una alternativa a los métodos de Würzburgo para la investigación de procesos cognitivos complejos Wundt describía la combinación de evidencia experimental y lingüística que ya había propuesto y practicado durante años.[36]
Desde un punto de vista metodológico, los cambios “intensivos” en la aplicación de la introspección, tal como lo señalaba Titchener, son todavía más significativos que esa extensión hacia temas previamente excluidos. Los cambios en la práctica de la introspección, que sirven para distinguir su uso en el período wundtiano clásico del uso durante el período posterior de “introspección sistemática”, pueden ser agrupados bajo cuatro ítems. En primer lugar, los introspeccionistas posteriores, eran mucho más permisivos que Wundt respecto de la práctica de la retrospección. Para Wundt el rechazo de la retrospección había jugado un rol clave en su reemplazo de la introspección clásica por la percepción interna bajo condiciones experimentales. Esto establecía una diferencia fundamental entre Wundt y autores no experimentalistas como J.S.Mill y William James. Sin embargo, la práctica de requerir informes introspectivos retrospectivos gradualmente se extiende entre un sector de psicólogos experimetales. En sus sistematización de las técnicas introspectivas establecidas, el gran experimentador G. Müller en 1911,[37] admite la “auto-percepción” directa (Selbswahrnehnung) y el informe retrospectivo como las dos formas fundamentales del método introspectivo. El año siguiente Titchener adopta exactamente la misma posición.[38] La admisión general de métodos retrospectivos a un estatuto sistemático era una consecuencia de la impresión de que la introspección podía interferir con el curso “natural” o “libre” de los procesos mentales durante el tiempo en que ocurren, de allí que los relatos retrospectivos fueran, a menudo, necesarios. Enfrentados a la alternativa de limitar sus estudios a aquellas pocas áreas en las que las respuestas subjetivas fueran tan automáticas que la actitud introspectiva sólo muy improbablemente podría producir distorsiones serias, o extender sus estudios hacia procesos psicológicos más interesantes y aceptar el problema del informe retrospectivo, los introspeccionistas sistemáticos adoptaron la segunda alternativa.
Pero la confianza en los informes retrospectivos entraña serios problemas. No solo tiene que enfrentar muchas posibles distorsiones de la memoria, sino que, en particular, se ha demostrado que la memoria humana está llena de huecos. Esto entraña una consecuencia de largo alcance que fue claramente percibida primero por Albert Edward Michotte,[39] a saber, que si el informe retrospectivo no contiene referencias sobre algún aspecto particular de la experiencia de la que trata, esto no constituye fundamento para creer que ese aspecto estuvo ausente de hecho. En otras palabras, el informe retrospectivo proporcionado por el introspeccionista no provee criterios decisivos confiables para rechazar (o para verificar de ese modo) ninguna hipótesis particular acerca de procesos subjetivos. Esta clase de consideraciones gradualmente enfrió el entusiasmo por la “introspección sistemática” de muchos de aquellos que no sentían atracción por la alternativa conductista.
El segundo rasgo de la “introspección sistemática” que la separa de la fase temprana de introspección limitada supone un deslizamiento en la importancia relativa adjudicada a los datos objetivos e introspectivos en una serie particular de observaciones experimentales. En los tipos de experimentos más tradicionales los datos esenciales eran o bien completamente objetivos, como los tiempos de reacción o los errores del recuerdo, o bien directamente ligados a las variaciones medidas de las condiciones físicas, como en psicofísica o en experimentos diversos sobre la percepción. En términos del verdadero dato subjetivo, se esperaba que el sujeto proporcionara a lo sumo informes ocasionales sobre procesos mentales que acompañaban sus respuestas registradas más evidentes. La introspección sistemática cambió este énfasis. Los informes subjetivos ahora eran requeridos como una base regular, usualmente, en cada prueba experimental, y eran ellos, más que las mediciones objetivas, los que proveían los datos esenciales de la investigación. Los estudios de la escuela de Würzburgo, y otros a los que dan lugar,[40] aportan el ejemplo más conocido de esta tendencia, aunque no está limitada a es grupo.[41] En los estudios de Würzburgo la solución actual a la tarea experimental se vuelve mas bien irrelevante respecto del real propósito del experimento, que es proveer datos subjetivos acerca de los procesos de pensamiento. Por supuesto que para Wundt estos eran simplemente “pseudo-experimentos”. Müller, más cuidadoso, prevenía contra el peligro de que estos métodos vinieran a ser considerados la norma en la psicología experimental.[42]
El tercer rasgo del nuevo introspeccionismo está fuertemente conectado con este desvío hacia los informes subjetivos: el interés en descripciones cualitativas. Los estudios de Francis Galton sobre la imaginación en cierta medida habían anticipado esta tendencia,[43] pero en la época de Wundt y de G.T. Fechner constituían un área distintivamente marginal de la investigación psicológica. Fue Alfred Binet en el que jugó el rol clave en el desafío a la introspección wundtiana en sus propios fundamentos. En 1903 publicó una serie de trabajos de investigación sobre el umbral entre dos puntos en los cuales no se limitó a los informes introspectivos acostumbrados, que no iban más allá de consignar cuando habían sido sentidos uno o dos puntos después de la aplicación del estímulo.[44] A través de preguntas y de informes espontáneos del sujeto acumulaba una masa de datos cualitativos que mostraban que la determinación convencional del umbral representaba una grosera sobresimplificación de los procesos subjetivos involucrados. Los sujetos no sólo informaban las sensaciones entre la unicidad y la duplicidad, sino que también describían complejos procesos de decisión que claramente involucraban los efectos de la expectativa y de la sugestión, tanto como las diferencias individuales. Otros ya habían notado algunos de los problemas asociados con el umbral diferencial de dos puntos,[45] pero fue Binet quien claramente acentuó las implicaciones metodológicas. Su uso del complejo material cualitativo introspectivo fue también un rasgo destacado en su estudio clásico acerca de las diferencias del estilo cognitivo, en las cuales usó a sus dos hijas como sujetos.[46] Su pretensión de haber anticipado los descubrimientos de la escuela de Würzburgo era posible, en gran medida, porque sus innovaciones metodológicas eran similares. Los estudios de Würzburgo también se vinculaban con informes introspectivos complejos y cualitativos de un tipo que hasta entonces no había sido aceptable en la psicología experimental. Una consecuencia de su práctica fue que aquellos que querían comprobar esos resultados debieron hacer uso de métodos similares.
El cuarto rasgo distintivo de la introspección sistemática que puede ser destacado involucra un cambio en la psicología social del experimento psicológico. Esto se origina en el rol mucho más dominante que el experimentador asume ahora en la conducción del experimento. Tradicionalmente, el rol del experimentador había sido más bien modesto; debía asegurarse de que la serie de estímulos fuesen presentadas como correspondía y que el resultado fuera propiamente registrado, pero no se entrometía durante el curso del experimento. Cuanto más énfasis se pone en la importancia de los informes cualitativos detallados e introspectivos realizados por el sujeto, más destacadas y persistentes tienden a ser las preguntas del experimentador, tanto que en el caso extremo la función del experimento parece ser simplemente la provisión de un encuadre para el diálogo entre el experimentador y el sujeto.[47] Pero aún cuando este extremo no sea alcanzado, el carácter requerido al experimento ha cambiado. En el experimento tradicional el sujeto se consideraba a sí mismo como respondiendo a estímulos físicos; ahora a lo que está respondiendo es a las preguntas dirigidas a él por el experimentador. Aparte de la posibilidad obvia de que la formulación de instrucciones y preguntas por parte del experimentador podía inclinar los resultados, está el efecto más fundamental que consiste en la creación de la impresión de que las preguntas planteadas por el experimentador son posibles de ser respondidas, es decir, que el sujeto debe ser capaz de proporcionar un relato inteligible de lo que pasa por su mente mientras intenta resolver las pruebas experimentales. El resultado fue que la introspección se convirtió menos en una cuestión de observación que en un asunto de construcción.[48] Las derivaciones de la controversia sobre el pensamiento sin imágenes mostró rápidamente que una vez adoptada la metodología de la introspección sistemática era muy fácil para grupos asociados con laboratorios particulares construir cada uno su propia y especial versión de la realidad subjetiva. En la fase temprana de la introspección experimental había habido ciertamente diferencias teóricas en la interpretación de los datos; pero la introspección sistemática aportaba a que las diferencias teóricas estuviesen listas para adoptar la forma de diferencias en los datos mismos.
Los “introspeccionistas sistemáticos” comparten el deseo de trascender los límites muy estrechos de la introspección experimental wundtiana clásica. Partiendo de que la experiencia consciente conforma el tema esencial de la psicología, los introspeccionistas sistemáticos también comparten la pretensión de incluir hechos mentales complejos en el ámbito de la investigación experimental. Entre ellos se aceptaba generalmente que la psicología debía y podía encarar el estudio de la experiencia consciente en las áreas del pensamiento y el sentimiento por medios experimentales.
Theodor Lipps fue uno de los que jugaron un rol destacado en la legitimación de un punto de vista menos restrictivo sobre la introspección que el que había caracterizado a Wundt. Algunos introspeccionistas experimentales recibieron su inspiración fenoménica de Lipps más que de trabajos propiamente filosóficos.[49] El optimismo de Lipps con respecto a las posibilidades de una introspección relativamente sin trabas mostraba un contraste acentuado con la extrema precaución de Wundt y de Müller. Creía en el valor del análisis retrospectivo de la conciencia y frente al cargo de que la introspección distorsionaba o destruía su objeto, afirmaba, por el contrario, que “cuando más intensiva es la observación más emerge lo observado en su completa naturaleza”.[50] Distinguía entre experimentos externos e internos. La primera categoría está constituida por el concepto de Wundt de un experimento psicológico en el cual los hechos de conciencia se suponen ligados a datos físicos o fisiológicos. Para Lipps, estos experimentos “externos” tenían algún valor pero sus resultados eran limitados en interés y en importancia. En cambio los experimentos “internos” eran los verdaderos experimentos psicológicos. Estos experimentos incluían “el recuerdo de ideas y pensamientos, la libre presentación a uno mismo de toda clase de experiencias, la variación interna, la adición de partes y también la abstracción”. La gran ventaja de la introspección, el único método esencial de la psicología, es que hace posible tal “experimentación interna libre.”[51] Es posible sospechar que cuando psicólogos con puntos de vista tan diverso como los de Wundt y Lipps son puestos juntos como “introspeccionistas”, el resultado conduce a la confusión y al malentendido.
El florecimiento breve de la “introspección sistemática” en la psicología no dejó de tener relación con una corriente de pensamiento que fue característica del período hacia el fin de siglo. Se trata de la corriente del fenomenismo. Se manifestó en la filosofía de la ciencia a través de la enorme influencia de los escritos de Ernest Mach y más adelante de su seguidor, Karl Pearson; influyó en general en la filosofía a través del trabajo de Richard Avenarius (muy relacionado con el de Mach) y eventualmente a través de la “fenomenología” de Edmund Husserl y otros.[52] Un rasgo común de estos representantes del fenomenismo fue un decidido rechazo de los esquemas hipotéticos explicativos, que eran clasificados de “metafísicos”, y la convicción de que la ciencia y la filosofía debían volver a su fundamento en el análisis del orden de la experiencia directa. En ese sentido, los conceptos explicativos no deben ser inventados sino descubiertos en el esquema, en la regularidad y la evidencia de la propia experiencia. La “introspección sistemática” fue una expresión de esta perspectiva en psicología.
Estas amplias bases comunes no excluyen algunas divergencias fundamentales. En particular, los fenomenistas estaban profundamente divididos en términos de si la interrogación sobre la experiencia directa debía tener por motivo la búsqueda de un orden de “lo dado”, exactamente como aquello que la naturaleza presenta por todos lados, o si debía ser encarada como el descubrimiento de actos a través de los cuales ese orden estaba constituido, pero que eran, ellos mismos, diferentes de tal orden. La primera de estas alternativas está representada por el positivismo de Mach para quien la física y la psicología están comprometidas, ambas, simplemente con el “análisis de las sensaciones”, esto es, lo dado de la experiencia; ambas difieren en sus respectivos puntos de vista pero no en la naturaleza de sus datos fundamentales.[53] La segunda alternativa está representada por Husserl y otros que continuando en la línea de la fundación que en la psicología moderna se remite a Franz Brentano, intentaban trazar el contenido de lo que es dado en la experiencia en los actos últimos de intencionalidad, siendo tales actos, por supuesto, desconocidos para los físicos. En su forma primera, el fenomenismo se muestra heredero de una filosofía empirista que no reconoce otro orden que el orden de la contingencia; en su segunda forma el fenomenismo apunta a encontrar en la experiencia el fundamento de la existencia de un orden de necesidad, esto es, un orden lógico.
Entre los introspeccionistas sistemáticos, representantes de la tendencia fenomenista en psicología en los comienzos de nuestro siglo, había adherentes de ambas versiones del fenomenismo, y esto rápidamente condujo a una crisis de los fundamentos. Titchener fue, claramente, el representante más prominente y teóricamente más elaborado del tipo de fenomenismo de Mach-Pearson. Para él el objetivo de la introspección reside en la descripción analítica de lo que está dado en la conciencia, sus “contenidos”, tal como lo dice. La introspección produciría una reducción de la experiencia compleja a elementos que estaban desprovistas de sentido, y que eran, como para Mach, idénticos a los elementos sensoriales que conformaban también los datos básicos de la ciencia física. La única diferencia estaba en que la psicología estudiaba esos elementos en su dependencia respecto de un organismo, mientras que la física los trataba independientemente. Titchener afirmaba el estatuto de la psicología como una ciencia natural sobre la base de la fundamental similitud entre la introspección en la psicología y la inspección practicada por las ciencias físicas. A este respecto no era simplemente un seguidor de Mach sino que también continuaba la tradición de los empiristas británicos, con los cuales el propio Mach eventualmente descubriría una fuerte afinidad.
El tipo de enfoque representado por Mach había tenido también una marcada atracción para figuras como Hermann Ebbinghaus y Oswald Külpe. Sin embargo, en el caso del último por lo menos, diferentes influencias comenzaban a alcanzar preeminencia después de los últimos años del siglo XIX. Aunque apreciaba el rol del positivismo anti-metafísico de Mach, que proveía una corrección para sistemas de hipótesis como los de Wundt,[54] Külpe llegó a percibir la alternativa positiva al enfoque de Wundt cada vez más en términos de un modelo de psicología del acto, tal como el implicado en la fenomenología de Husserl y representado por la psicología de Brentano, Carl Stumpf y Lipps.[55] En este sentido, Külpe estaba siguientdo y a la vez anticipando, una tendencia que fue bastante marcada en Alemania durante los primeros años de nuestro siglo. Una tendencia que dejó una marca inconfundible en la práctica de la introspección sistemática. La mayor parte de los primeros trabajos de los introspeccionistas de Würzburgo, por ejemplo, estaban directamente inspirados por la sugerencia, proveniente de la lógica fenomenológica, que los juicios debían ser entendidos como actos de la experiencia consciente. La deuda explícita con Husserl es particularmente pronunciada en el caso de Karl Bühler cuyo trabajo fue caracterizado por un contemporáneo como el intento más o menos deliberado de subordinar la fenomenología de Husserl a la prueba experimental.[56] La devaluación de la introspección en la tradición kantiana había derivado, en gran medida, del principio de que el orden real normativo era trascendental y por lo tanto no abordable por el estudio introspectivo de la mera conciencia fenoménica. La ruptura de Husserl con esta tradición parecía, a algunos psicólogos, aportar una nueva significación a los estudios introspectivos sistemáticos; podría ahora esperarse que arrojaran luz sobre algunas cuestiones verdaderamente fundamentales, que previamente habían sido consideradas inabordables.[57]

LA CRISIS DE LA INTROSPECCION

La década que va de 1903 a 1913 puede considerarse como el período durante el cual la “introspección sistemática” florece y prolifera. Antes de este período el limitado punto de vista wundtiano no fue, en general, desafiado por los experimentalistas; después de este período hubo una rápida pérdida de interés en el método mismo. Pero si la “introspección sistemática” es así identificada con un período distintivo en la historia de la psicología, sería engañoso caracterizarlo como una “escuela”, como un “paradigma”, o incluso como un “programa de investigación”. Los practicantes de las diferentes variantes del método sostenían en común ciertas aspiraciones para la psicología y compartían algunos presupuestos fenomenistas globales. En este sentido su trabajo mostraba características distintivas importantes. Pero también diferían en aspectos fundamentales. En particular, existía una divergencia filosófica básica entre el empirismo sensualista de Titchener y las variadas versiones de la psicología del acto que predominaban en Alemania. Sus programas de investigación introspectiva eran bastante diferentes. En un caso se buscaban los elementos sensoriales abstractos a los cuales la experiencia debía ser reducida y en otro se buscaban los actos subjetivos que hacían posible experiencias de distinto carácter. Ambos programas fracasaron, pero no a causa de la incompatibilidad de sus resultados. Esto es algo que no sorprende dadas las divergencias en objetivos y presupuestos. De cualquier modo, la controversia que siguió tuvo un alcance muy limitado, en tanto los introspeccionistas alemanes en general no tenían conocimiento de la posición de Titchener.
En Alemania la crítica fundamental a la “introspección sistemática” estuvo expresada en términos de la distinción entre “descripción” y “comunicación” (Beschreibungy Kundgabe). Así es como se afirmaba que “allí donde las palabras con las cuales el sujeto experimental describe sus experiencias no inducen en el experimentador ciertas experiencias propias, es imposible una interpretación específica, y, por tanto una evaluación científica de tales informes introspectivos.”[58] La cuestión de la validez de los informes introspectivos sistemáticos se convierte entonces en la pregunta por la relación entre las experiencias subjetivas que conforman el dato último y la forma verbal en la cual son simbólicamente expresados. Esta relación puede tomar diferentes formas en la medida en que el dato físico puede ser representado simbólicamente por un dibujo o por una descripción verbal. Es posible intentar describir las partes distinguibles de la experiencia original, pero entonces inevitablemente se fracasa en comunicar la naturaleza de la experiencia como un todo; alternativamente es posible intentar transmitir la cualidad de la experiencia como un todo pero esto usualmente debería ser hecho metafóricamente y, por lo tanto, ambiguamente; es decir que no proveería certeza de que la interpretación del experimentador corresponde a aquello que ha estado actualmente en la mente del sujeto. Si una descripción relativamente no ambigua de los elementos de la experiencia, en un lenguaje sensualista, es posible, a la vez es irrelevante, porque simplemente no proporciona un relato de la experiencia tal como ella existe. Al mismo tiempo, los mensajes verbales acerca de la experiencia total actual tienen una cualidad expresiva, por así decirlo, poética, que es efectiva para los propósitos de la comunicación interpersonal normal pero que no permite extraer conclusiones científicamente ciertas acerca de la equivalencia precisa entre lo que el mensaje evoca en la mente del oyente y lo que estaba en la mente del informante.
Enfrentado con este dilema el introspeccionismo sistemático alemán se dividió en dos corrientes divergentes, ninguna de las cuales podría ser descripta como introspeccionista en el sentido clásico. Primero, estaban aquellos que preferían la mayor cercanía a las experiencias de la vida real que era el que permitía el método de la Kundgabe. Pero esto significaba resignar cualquier pretensión, en la experimentación, de alcanzar la clase de precisión y certeza propias de la ciencia natural. El método de elección fue la interpretación intuitiva de los informes cualitativos o “clínicos”. De cualquier modo, debe quedar claro que esto no era una “psicología introspectiva”. El objetivo no era dar cuenta de estados particulares de conciencia sino extraer conclusiones acerca de las disposiciones del sujeto, valores, motivos, etc; esto es, acerca de características de la persona más que de caracteres de conciencia. Al atraer la atención hacia el hecho de que la comunicación normal sobre estados subjetivos no alcanzaba a ser la descripción objetiva de estadios de conciencia sino de expresiones de estados de la persona, el concepto de Kundgabe sirvió para poner fin a la influencia desafortunada que la visión de una conciencia abstracta y separada del cuerpo había ejercido sobre la psicología por muy largo tiempo.
Renuentes a renunciar a las ventajas de un enfoque experimental, un segundo grupo de psicólogos alemanes optó por la mayor certeza relativa de la descripción antes que por la cercanía a la experiencia vivida que ofrecía la Kundgabe. De un modo general abandonaron los rasgos característicos de la “introspección sistemática” y tomaron en serio el consejo de viejos experimentalistas como Müller en el sentido de que se deben someter los informes introspectivos al control constante de mediciones de la conducta evidente y de los resultados de tal conducta .[59] En otras palabras una vez más prevaleció una concepción mucho más limitada del rol propio de la introspección. Principalmente, el nuevo desarrollo involucraba la adopción de un lenguaje descriptivo que resultaba ser un vehículo más satisfactorio para dar cuenta de la organización de la experiencia que el viejo lenguaje sensualista. Indudablemente la fenomenología había indicado el camino. La versión de la Gestalt de este nuevo lenguaje se ha convertido en la más conocida, pero otras versiones pueden ser encontradas en los últimos trabajos de Bühler, Otto Selz, y de la segunda escuela de Leipzig. Se cree que ya que la experiencia está siempre organizada, una descripción adecuada y no ambigua requiere de hecho del abandono del lenguaje equívoco de los elementos y su reemplazo por un lenguaje que contenga los términos necesarios para la descripción de los estados de organización.
La resolución de la crisis de la “introspección sistemática” siguió un curso muy diferente en los EE.UU. Aunque no es un tema de importancia principal es necesario tomar en cuenta la posición especial que ocupó Titchener en ese contexto. A causa del gusto con el cual entró en la polémica, a través de sus pronunciamientos a menudo provocativamente dogmáticos, y a causa de la singularidad de alguno de los puntos de vista que defendía, Titchener alcanzó una posición de visibilidad que no reflejaba la representatividad de sus puntos de vista para la psicología introspectiva como un todo. Siempre polémico, fue capaz de usar su inusual conocimiento del trabajo europeo para crear la impresión de que su posición era menos solitaria.[60] El resultado fue que cuando esta versión única de la introspección se mostró claramente inadecuada, fue fácilmente generalizada respecto del método como un todo por aquellos que tomaban sus argumentos en su significación literal. Sin embargo, la crisis del sistema de Titchener no debería ser confundida con los problemas más generales del método introspectivo en psicología. El sistema de Titchener fracasó, primero, porque era incapaz de discutir consistentemente las evidencias sobre el pensamiento sin imágenes; y, segundo –y esto es lo más importante en el contexto presente- a causa de que insistía en que la descripción introspectiva no debía tener referencia al significado. Esta había sido su única contribución a la metodología de la introspección. Ahora bien, por una parte, esto realmente nunca había dado resultado,[61] y, por otra, no interesaba a nadie. Boring lo sintetizó muy bien, a partir de su experiencia personal: “En la medida en que la introspección dejaba fuera la inferencia y el significado tanto como le era posible, se volvía un pesado recuento taxonómico de hechos sensoriales, que, en cuanto casi no poseen valor funcional para el organismo, son particularmente poco interesantes para el temperamento científico norteamericano”.[62]
Esto deja planteada la pregunta acerca de si la introspección, aun la no titcheneriana, podía interesar a los psicólogos norteamericanos. Aquí el historiador debe ser cuidadoso para no extraviarse a partir de las exageraciones surgidas al calor de argumentos sostenidos por los abogados apasionados de una causa. Titchener no era el único dedicado a la polémica en la escena. También J. Watson era poco objetivo en su evaluación de la situación de la psicología. Como cualquier propagandista radical, se inclinaba a acentuar la audacia de su solución; y para hacerlo debía crear el mito de un establishment unido sólidamente y dedicado a prácticas desviadas. De modo que si uno se atiene a Watson y Titchener se tendría la impresión de que el interés por la introspección jugó en la psicología americana, en los primeros años de este siglo, un rol mucho más importante que el que en realidad cumplió. En verdad, la confianza en las mediciones objetivas estaba ya suficientemente extendida, y en muchos lugares la introspección no era proclamada como el método central de la psicología, en el sentido en que lo había sido para James. Entre los manuales norteamericanos de la época, sólo el de Titchener se distingue por limitar su discusión de los métodos psicológicos a la exposición del método de la introspección.[63] El enfoque usual mencionaba a la introspección en una lista de métodos, sólo para conceder crecientemente un lugar de privilegio a los otros métodos. E.L. Thorndike fue uno de los primeros en insistir en el reemplazo de la “mera” observación y análisis mentales por experimentos conducidos con “precisión cuantitativa.”[64] C.H.Judd, que había traducido el Compendio de Wundt y que, en general, estaba más cerca del espíritu de Wundt que del de Titchener, afirmaba: “Es evidente que los primeros psicólogos tenían razón cuando establecían la importancia particular de la introspección. Sin embargo, es igualmente evidente que imponían en su ciencia una limitación sin garantías cuando afirmaban que la introspección era el único medio posible de reunir hechos psicológicos”.[65] Walter Pillsbury define a la psicología como “ la ciencia del comportamiento humano” y aunque “la conciencia todavía debe ocupar una parte importante de nuestra ciencia”, al mismo tiempo es claro que “el hombre deber ser tratado tan objetivamente como cualquier fenómeno físico”.[66] James Mc Keen Cattell colocó decididamente a la introspección en su lugar en 1904: “La idea bastante extendida de que no puede haber psicología sin introspección es refutada por el simple argumento de los hechos. Creo que la mayor parte del trabajo de investigación que ha sido hecho en mi laboratorio es casi tan independiente de la introspección como el trabajo en física o en zoología.”[67]
Cuando apareció el artículo ya clásico de Watson en 1913,[68] el mismo había sido precedido por un buen número de ataques directos a la introspección. Uno de ellos ofrecía una crítica a los presupuestos del método.[69] Limitado a la literatura en lengua inglesa, tuvo que tomar ejemplos británicos del siglo XIX y a James; la literatura norteamericana más contemporánea, exceptuando a Titchener, simplemente no ofrecía ningún blanco sustantivo, ya que no había el tipo de interés y de compromiso con esa orientación que había producido los análisis detallados de experimentalistas como Wundt y Müller.
La referencia de Cattell al trabajo realizado en su laboratorio, que era enteramente independiente de la introspección, apuntó al factor real que estuvo involucrado en el eclipse de la introspección. En una dimensión creciente, los psicólogos americanos formulaban sus problemas de investigación en términos de la ejecución práctica de la que sus sujetos eran capaces, y de las condiciones manipulables que determinaban y limitaban tal ejecución (performance). A partir de tales objetivos de investigación, la introspección se volvía, en el mejor de los casos, irrelevante, y, en el peor, un verdadero estorbo. Tempranamente, en 1899, R.S. Woodworth había reconocido que la introspección no era la herramienta para estudiar la habilidad motora, y había generalizado esta idea a otras áreas: “A partir de la introspección no podemos decir que es lo que guía nuestros movimientos. Debemos atenernos a una determinación cuantitativa del grado de precisión observada bajo diferentes condiciones. Y poseemos un método en psicología que no depende de la introspección; parece innegable que ese método debe ser aplicado a tantas áreas como sea posible… Dar al sujeto algún tarea difícil para ejecutar, bajo ciertas condiciones de las que no puede evadirse (mayormente como un juego), luego variar las condiciones y medir y comparar el éxito de sus esfuerzos”.[70]
Con el crecimiento rápido del interés en el estudio de las habilidades prácticas y en el examen de la eficiencia práctica de ejecución, creció también el número de los que consideraban a la introspección no sólo sin propósito sino como una interferencia en los objetivos de investigación.
La perspectiva de la ejecución rápidamente se extendió de la actividad motora a la actividad mental en general. Esto fue particularmente claro en el abordaje de Thorndike, pero se aplica igualmente a otros trabajos en el área de los tests mentales. Lo más característico del enfoque de los investigadores norteamericanos no fue simplemente su interés en las diferencias individuales per se, sino que estaban interesados en estas diferencias individuales desde el punto de vista de la ejecución. En esto el trabajo se distinguía respecto del que se hacía en Europa sobre las diferencias individuales, así como del de Binet que adoptó para su orientación el punto de vista del estilo. Aplicado a los procesos mas que al efecto, la perspectiva de la ejecución se expuso en estudios sobre el entrenamiento mental y la fatiga mental. No es extraño, entonces, que parte de la crítica a la introspección que precedió a la de Watson viniera de los que adoptaron este enfoque.[71]
Watson no agregó nada sustancial a la crítica de la introspección que circulaba en 1913. Lo que añadió fue un énfasis mucho más explícito en la incompatibilidad del método introspectivo con los requerimientos de una disciplina orientada primariamente a las demandas de la práctica: “Si la psicología va a seguir el plan que sugiero, el educador, el médico, el jurista y el empresario podrían utilizar nuestros datos de una manera práctica, siempre y cuando seamos capaces de obtenerlos experimentalmente. Lo que me permite esperar que la posición conductista sea defendible, es el hecho de que aquellas ramas de la psicología que se han ya distanciado parcialmente de la psicología experimental originaria, y que son consecuentemente menos dependientes de la introspección, están hoy en la condición más floreciente. La pedagogía experimental, la psicología de las drogas, la psicología de la publicidad, la psicología jurídica, la psicología de los tests y la psicopatología están todas creciendo vigorosamente.”[72]
Watson objeta que se llame a estos campos psicología “aplicada”; para él las respectivas orientaciones constituyen la única dirección posible hacia una psicología científica. Vale la pena advertir que dos años antes el primer manual que define a la psicología como la ciencia del comportamiento humano había dado también como referencia la necesidad que tenía la industria de un conocimiento más fundado de lo que era llamado el “instrumento humano”: “El fin práctico es determinar de qué depende la capacidad humana y, a la luz de este conocimiento, descubrir los medios de incrementar la eficiencia humana.”[73] En cuanto se adhiere a este objetivo, los datos de la introspección dejan de tener algún interés: Titchener percibió claramente la fuente de la nueva y radical enemistad que debía enfrentar una psicología introspectiva. Lo percibió en la identificación de los objetivos de la “tecnología” con los objetivos de la ciencia.[74] Müller también discutía la oposición que existía entre “los intereses de la vida práctica” y la clase de “intereses psicológicos” de los cuales la introspección dependía efectivamente.[75] Por estas razones sostenía la tradición que consideraba preferible que los datos introspectivos fueran recolectados por sujetos psicológicamente entrenados. Con el eclipse de esos que eran, para Müller, intereses psicológicos y su reemplazo por lo que llamaba “los intereses de la vida práctica”, esa restricción perdía su apoyo, y la definición de los roles del sujeto y el experimentador cambiaban. Era el experimentador, y no más el sujeto, el que se constituía ahora en el “observador”.
Un examen de la literatura psicológica relevante no conduce a la conclusión de que este rechazo radical de la introspección fuera el resultado de dificultades internas enfrentadas por el método. Las dificultades clásicas eran bien conocidas y no habían impedido la combinación de una forma limitada de introspección con el crecimiento vigoroso de la psicología experimental. La “introspección sistemática” que se puso de moda en los comienzos del siglo XX indudablemente agregaba algo a estas dificultades, y es claro que había que elegir entre esta forma de introspección y el método del experimento tal como había sido normalmente concebido. Esto es lo que sucedió entre los psicólogos alemanes. Pero el rechazo total, en principio, de toda forma de introspección no fue una conclusión racional a la luz de los problemas que surgían en esa época. Esta solución sólo puede ser entendida en términos de la intervención de factores que son externos al desenvolvimiento interno de la disciplina, en cuanto determinada esencialmente por normas racionales.[76] Estos factores no racionales están constituidos, por entonces, por el surgimiento de nuevos “intereses” en los psicólogos y particularmente entre los psicólogos americanos. Estos intereses redefinen las metas de la investigación psicológica y por consiguiente producen una nueva selección de los métodos necesarios para alcanzar esas metas. La introspección fue menos una víctima de sus problemas intrínsecos que una contingencia derivada de fuerzas históricas mucho más poderosas que ella.[77]

Notas:

[[1]](http://www.elseminario.com.ar/biblioteca/Danziger_Introspeccion_revisada.htm#_ednref1) Edwin G. Boring, “A History of Introspection”, [b] [/b][i]Psychological Bulletin[/i], 50 (1953), 169-189, p. 172.

[2] Es la caracterización usada por Maudsley, en su crítica. Véase Henry Maudsley, The Physiology of Mind, N. York, Appleton, 1878, p. 15.

[3] Wundt menciona mas de una vez su deuda con la filosofía leibniziana. Los Grundzüge der physiologischen Psychologieiniciaron una nueva era, pero su afirmación final es una invocación al espíritu de Leibniz.

[4] Johan Nicholas Tetens, Philosophische Versuche über die menschliche Natur und ihre Entwicklung, Berlin, Reuther and Reichard, 1913. Original.

[5] Immanuel Kant, Anthropology from a Pragmatic Point of View, trad. M.J. Gregor, The Hague, Martinus Nijhoff, 1974, original 1798, p. 22.

[6] Immanuel Kant, Metaphysical Foundations of Natural Science, trad. James Ellington, Indianapolis, Bobbs-Merrill, 1970, orig. 1785, p. 8. Véase también Theodor Mischel, “Kant ant the Possibilitiy of a Science of Psychology” Monist, 51 (1967), 599-622. Charles Coauaux, “Kant’s View on the Nature of Empricial Psychology”, Journal of the History of the Behavioral Science, 8 (1972), 237-242.

[7] Friedrich Eduard Beneke, Lehrbuch der Psychologie als Naturwissenschaft, Amsterdam, Bouset, 1964, orig. 1845. El único filósofo alemán cuyos puntos de vista en este tema estaban cerca de las posiciones británicas era J.F. Friess. Véase David E. Leary, “The Philosophical Development of the Cocneption of Psychology in Germany, 1780-1880”, Journal Hist. Behav. Sciences, 14 (1978), 113-121.

[8] Friedrich Albert Lange, The History of Materialism, trad. E.C. Thomas, 2 vols., N. York, Humanities Press, 1950, orig. 1865, 2, sect. 3, cap. 3.

[9] Lange fue el predecesor de Wundt en Zurich. Acuñó el slogan “psicología sin alma” y cumplió un papel importante en la divulgación de la idea de una psicología científica sobre bases neokantianas. Véase O.A. Ellissen, Friedrich Albert Lange: Eine Lebensbeschreibung, Leipzig, Baedeker, 1891: también L.J. Pongratz, Problemgeschichte der Psychologie, Bern, Francke, 1967.

[10] Sir William Hamilton, Lectures on Metaphysics and Logic, Boston, Gould and Lincoln, 1863, original 1859.

[11] John Stuart Mill, An Examination of Sir William Hamilton’s Philosophy, N. York, Longmans, 1889; orig. 1865. También Auguste Comte and Positivism, Ann Arbor, Univ. Of Michigan Press, 1961; orig. 1865.

[12] Maudsley, Phisiology of Mind.

[13] Herbert Spencer, Principles of Psychology, 2 vols, 2nd. Ed., London, Williams and Norgate, 1870, 1, 140-141. George Henry Lewes, “The Study of Psychology: Its Object, Scope and Method”, en The Origins of Psychology: A Collection of Early Writings, ed. W.G. Bringmann, N. York, Liss, 1976, caps. 5, 6; original publicado en 1879.

[14] En el prefacio de su primer texto Titchener caracteriza su “posición general” como “la de la psicología inglés tradicional”. Luego indica que su “sistema” está “en la relación más cercana” con “la escuela experimental alemana”. Véase Edward Bradford Titchener, An Outline of Psychology , N. York, Macmillan, 1896. Tratando de comunicar lo incomunicable frecuentemente presentaba una lectura de la literatura alemana que estaba bastante alejada del espíritu del original.

[15] La misma distinción fue hecha por Franz Brentano, Psychologie von empirischen Standpunkt, 2 vols, Hamburg, Meiner, 1955, orig. 1874, 1, cap. 2. Aunque no reconoce ninguna deuda, Wundt se refiere a Brentano en una primera discusión sobre el tema y no es improbable que haya decidido adoptar la terminología introducida por Brentano.

[16] Wilhelm Wundt, “Die Aufgaben der experimentellen Psychologie”, Unsere Zeit, 1882. Reeditado en Essays, 2nd. Ed., Leipszig, Engelmann, 1906.

[17] Wilhelm Wundt, Logik, 2 vols, Stuttgart, Enke, 1880, 1883, 2, 482.

[18] Titchener traduce ambos términos por “introspección”, de acuerdo con las exigencias de su argumentación. Boring (“History of Introspection”) hace lo mismo pero incluye los términos originales alemanes entre parétnesis. Es claro que no atribuye importancia a la distinción y, por lo tanto, falla en clarificar la posición de Wundt.

[19] En lo que sigue usaré esa traducción de los términos respectivos.

[20] Edward Bradford Titchener, Lectures on the Experimental Psychologiy of the Thought Processes, N. York, Macmillan, 1909, p. 96.

[21] James Mill, Analysis of the Phenomena of the Human Mind (1869), N. York, Kelley, 1967, p. 2.

[22] Wilhelm Wundt, “Selbstbeobachtung und innere Wahrnehmung”, Philosophische Studien, 4 (1887), 292-309, p. 302.

[23] Wilhelm Wundt, “Über psychologische Methoden”, Philosophische Studien, 1, (1883), 1-40, p. 26.

[24] Wilhelm Wundt, Völkerpsychologie, 10 vols, Leipzig, Engelmann, 1900-1920, vol. 1.

[25] Wilhelm Wundt, Logik, 3rd. Ed, 2 vols, Stuttgart, Enke, 1908, 3, 173. Véase también “Die Aufgaben der experimentellen Psychologie”, p. 208.

[26] Wilhelm Wundt, “Bermerkungen zur Theorie der Gefühle”, Philosophischen Studien, 15 (1900), 149-182.

[27] En dos de ellos hay serios defectos, mencionados explícitamente por Wundt en su crítica al trabajo en Würzburgo: ver W. Wundt, “Ueber Ausfrageexperimente und über die Methoden zur Psychologie des Denkens”, Psychologische Studien, 3 (1907), 301-360, esp. P. 321. Un tercer trabajo involucrado no fue hecho en su laboratorio.

[28] Para su ejemplo temprano, véase Max Friedrich, “Über die Apperceptionsdauer bei einfachen und zusammengesetzten Vorstellungen”, Philosophische Studien, 1 (1883), 39-77; Ernst Tischer, “Über die Unterscheidung von Schallstärken”, Philosophische Studien, 1 (1883), 495-542; Julius Merkel, “Die zeitlichen Verhältnisse der Willenstätigkeit”, Philosophische Studien, 2 (1885) 73-127; James McKeen Cattell, “Psychometrische Untersuchungen”, Philosophische Studien, 3 (1886), 305-336, 452-492.

[29] Wilhelm Wundt, “Zur Beurtheilung der zusammengesetzten Reaktionen”, Philosophische Studien, 10 (1894), 485-498.

[30] Wilhelm Wundt, “Zur Frage des Bewusstseinsumfanges”, Philosophischen Studien, 7 (1892), 222-231.

[31] W. Wundt, “Die Aufgaben der experimentellen Psychologie”, p. 206-207.

[32] W. Wundt, “Erfundene Empfingungen”, Philosophische Studien, 2 (1885), 298-305, p. 299.

[33] Edward Bradford Titchener, “Prolegomena to a Study of Introspection” American Journal of Psychology, 23 (1912), 427-448, p. 427.

[34] W. Wundt, “Über Ausfrageexperimente und über die Methoden zur Psychologie des Denkes”, Psychologische Studien, 8 (1907), 301-360.

[35] Ibid. pp. 319-322.

[36] Ibid., pp. 340-344.

[37] Georg Elias Müller, “Zur Analyse der Gedachtnistatigkeit und des Vrostellungsverlaufes”, Zeitschrift für Psychologie, Ergänzungsband, 5 (1911).

[38] Edward Bradford Titchener, “The Schema of Introspection”, American Journal of Psychology, 23 (1912), 485-508.

[39] Albert Edward Michotte, “A propos de la ‘Methode d’Introspection’ dans la psychologie experimentale”, Revue Neo-Scolastique, 4 (1907), 522.

[40] El abogado más entusiasta de estos métodos fue Narziss Ach, quien acuñó el término “introspección experimental sistemática”. Ver Narziss Ach, Über die Willenstätigkeit und das Denken, Göttingen, Vandenhoeck, und Ruprecht, 1905.

[41] Cf. Ibid., y J. Segal, “Über den Reproduktionstypus und das Reproduzieren von Vorstellungen”, Archiv für die gesamte Pshychologie, 12 (1908), 124-235.

[42] Müller, “Zur Analyse der Gedächtnistätigkeit”, p. 135. Para una defensa del nuevo introspeccionismo en contra de Wundt, véase también E. Dürr, “Über die experimentelle Untersuchung der Denkvorgänge”, Zeitschrift für Psychologie, 49 (1908), 313-340.

[43] Francis Galton, Inquiries into Human Faculty and Its Development, London, Macmillan, 1883.

[44] Alfred Binet, “La mesure de la sensibilité”, L’Année Psychologique, 9 (1903), 79-128.

[45] For example, G. Tawney, “The Perception of Two Points Not the Space-Threshold”, Psychological Review, 2 (1895), 587-593.

[46] Alfred Binet, L’Etude expèrimentale de l’intelligence, Paris, Schleicher, 1903.

[47] Cf. Ach, Über die Willenstätigkeit und das Kenken.

[48] En una notable anticipación del pensamiento moderno sobre el carácter exigido a los experimentos, Gorg Elías Müller fue capaz de mostrar cómo el método de la Escuela de Würzburgo imponía una presión sobre el sujeto para comprometerlo en una reconstrucción imaginativa hasta tanto él pudiera alcanzar alguna respuesta aceptable. Müller, “Zur Analyse der Gedächtnistätgkeit”, p. 122 f, 137 f.

[49] Véase August Messer, “Experimentell-psychologische Untersuchungen über das Denken”, Archiv für die gesamte Psychologie, 8 (1908), 1-224, p. 14.

[50] Theodor Lipps, Leitfaden der Pshychologie, 3rd. Ed., Leipzig, Engelmann, 1909, orig. 1903, p. 58.

[51] Ibid.

[52] Los trabajos germinales son: Enrst Mach, The Analysis of Sensations, N. York, Dover, 1959; orig. 1886. Karl Pearson, The Grammar of Science, N. York, Dutton, 1911; original 1892. Richard Heinrich Ludwig Avenarius, Kritik der reinen Erfahrung, Leipzig, Reisland, 1888-1890. Edmund Husserl, Logical Investigations, N. York, Humanities Press, 1970; orig. 1900.

[53] Las ulteriores implicaciones de la adopción de este punto de vista por algunos de los alumnos de Wundt han sido expuestas en otro trabajo. Véase K. Danziger, “The Positivist Repudiation of Wundt”, Journal of the Hist. Behav. Sciences, 15 (1979), 205-230.

[54] Oswald Külpe, Die Philosophie der Gegenwart in Deutschland, 7th. Ed., Leipzig, Teubner, 1920.

[55] Oswald Külpe, Vorlesungen über Psychologie, ed. Karl Bühler, Leipzig, Hirzel, 1920.

[56] Ver E. Von Aster, “Die psychologische Beobachtung und experimentelle Untersuchung von Denkvorgängen”, Zeitschrift für Psychologie, 49 (1908), 56-107. Para otros ejemplos de la influencia de Husserl en la metodología psicológica, véase G. Anschütz, “Über die methoden der Psychologie”, Archiv für die gesamte Psychologie, 20 (1911), 414-498.

[57] Karl Bühler, “Tatsachen und Probleme zu einer Psychologie der Denkvorgänge”, Archiv für die gesamte Psychologie, 9 (1907), 297-369. En su respuesta a las críticas de Wundt, Bühler se defiende afirmando que es mejor usar la introspección para describir qué está pasando en la mente del sujeto que limitarse a los tiempos de reacción y especular acerca de los procesos subyacentes, al modo de Wundt. Ver K. Bühler, “Antwort auf die von W. Wundt erhobenen Einwände gegen die Methode der Selbstbeobactung an experimentell erzeugten Erlebnissen”, Archiv für die gesamte Psychologie, 12 (1908), 93-123.

[58] E. Von Aster, “Die psychologische Beobachtung”, p. 65. Para una temparana apreciación de los problemas inherentes a la descripción verbal de los datos de la introspección, ver Hugo Münsterberg, Grundzüge der Psychologie, Leipzig, Barth, 1900.

[59] Müller, “Zur Analyse der Gedächtnistätigkeit”. Un similar abordaje precavido a la introspección fue la mantenida por Hermann Ebbinghaus; ver H. Ebbinghaus, Grundzüge der Psychologie, Leipzig, Veit, 1902, cap. 6.

[60] La experiencia me ha enseñado que cualquier referencia de Titchener a una fuente extranjera debe ser tratada con un grado de precaución mayor de lo habitual, sin que importe si él estima a la fuente como amistosa o no. Un ejemplo detallado de un “malentendido” de Titchener en George Humphrey, Thinking, Londo, Methuen, 1951, p. 64. A juzgar por la muy eficiente trayectoria de Titchener como traductor, la raíz del problema es más profunda que un simple problema de lenguaje.

[61] Boring, “History of Introspection”, p. 174.

[62] Ibid. Desde una perspectiva “clínica” la introspección titcheriana recibe el mismo veredicto negativo: “El reclamo por una psicología que tuviera alguna utilidad era completamente justificado cuando el objeto cuestionado era la clase de introspección sostenida por Titchener”, David Bakan, On Method, San Francisco, Jossey-Bass, 1967, p. 101.

[63] E.B. Titchener, A Textbook of Psychology, N. York, Macmillan, 1909.

[64] Edward L. Thorndike, The Elements of Psychology, N. York, Seiler, 1905, p. 322.

[65] Charles H. Judd, Psychology: General Introduction, Boston, Ginn, 1907, p. 5.

[66] Walter B. Pillsbury, The Essentials of Psychology, N. York, Macmillan, 1911, pp. 1-4.

[67] James McKeen Cattell, “The Conceptions and Methods of Psychology”, Popular Science Monthly, 60 (1904), 176-186. Reeditado en James McKeen Cattell: Man of Science, ed. A. T. Poffenberger, 2 vols, Lancaster, Pa, Science Press, 1947, 2.

[68] John B. Watson, “Psychology as the Behaviorist Views It”, Psychological Review, 20 (1913), 158-177.

[69] Knight Dunlap, “The Case against Introspection”, Psychological Review, 19 (1912), 404-413.

[70] Robert S. Woodworth, “The Accuracy of Voluntary Movement”,Psychological Review Monographs, 3 (1899), Nº 13.

[71] Ver Raymond Dodge, “The Theory and Limitations of Introspection”, American Journal of Psychology, 23 (1912), 214-229; también “Mental Work: A Study in Psychodynamics”, Psychological Review, 20 (1913), 1-42.

[72] Watson, “Psychology as the Behaviorist Views It”, pp. 168-169.

[73] Pillsbury, Essentials of Psychology, p.2.

[74] Edward Bradford Titchener, “Psychology: Science or Technology?”, Popular Science Monthly, 84 (1914), 39-51.

[75] Müller, “Zur Analyse der Gedächtnistätigkeit”, p. 103.

[76] Los términos “externo” e “interno” en este contexto de uso remiten a consideraciones más generales en historia y filosofía de la ciencia. Véase, por ejemplo, Imre Lakatos, “History of Science and Its Rational Reconstructiones”, en Boston Studies in the Philosophy of Science, ed. Roger C. Buck and Robert S. Cohen, 8 (1972), 91-136. Robert Young, “This Historiographic and Ideological Context of the Nineteenth Century Debate on Man’s Place in Nature”, en Perspectives in the History of Science, ed. M. Teich and R. Young, London, Heinemann, 1973. Walter B. Weimer, “The History of Psychology and Its Retrieval from Historiography II: Some Lessons for the Methodology of Scientific Research”, Science Studies, 4 (1974), 367-396.

[77] Véase Kurt Danziger, “The Social Origins of Modern Psychology: Positivist Sociology and the Sociology of Knowledge”, in Psychology in Social Context, ed. Allan R. Buss, Irvington, 1979.

Fuente:
Danziger, Kurt: “The history of introspection reconsidered”, Journal of the History of the Behavioral Sciences, 16 (1980), 241-262.

Traducción:
Hugo Vezzetti, 1991

 [b]La historia de la introspección revisada[/b]

Kurt Danziger

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Pese a ser un tema de importancia central en la emergencia de la psicología moderna, la introspección no ha recibido la consideración histórica que merece. A partir de las nociones globales y las generalizaciones vacías que se le destinan se puede fácilmente tener la impresión de que la introspección siempre significó lo mismo, no importa en qué tiempo y lugar. Pero esto, por supuesto, está lejos de ser cierto, y si pretendemos evitar generalizaciones históricas injustificadas acerca de “paradigmas” y cosas por el estilo, deberemos desarrollar un punto de vista bastante más diferenciado sobre el tema que el que prevalece en el presente.
Algunas de las razones de nuestras dificultades históricas son bastante obvias. Vivimos todavía en las sombras de la oposición conductista contra la introspección y las actitudes de muchas de nuestras autoridades en la disciplina están claramente teñidas por esta oposición. Para empezar, la misma noción “psicología introspeccionista” es un producto del conductismo. Tal como G.G. Boring lo ha señalado: “el introspeccionismo ha adquirido su ismo a causa de que la nueva escuela contestataria necesitaba un fondo contrastante claro y estable contra el cual exhibir sus nuevos rasgos. Ningunos de los que proponen a la introspección como el método básico de la psicología se denominan a sí mismos introspeccionistas”.[1] La primera tarea de un examen objetivo, por lo tanto, es la exploración de la variedad que subyace a los slogans polémicos empleados por los oponentes de la introspección.
La propia consideración de Boring, aunque contiene algunas observaciones valiosas, es insatisfactoria en varios puntos. Su tratamiento de muchos de los aspectos importantes del tema está hecha muy a la ligera. En particular, su consideración de la literatura que no es norteamericana ve desde la simple falta de información a lo positivamente erróneo. Es evidente que Boring frecuentemente basa su relato en las opiniones e interpretaciones especiales de E. B. Titchener antes que en un examen cuidadoso y directo de las fuentes extranjeras.
Para alcanzar una perspectiva adecuada en este tema, en todo caso, es necesario evitar cualquier clase de parroquialismo. Es preciso reconocer que la peculiar coloración emocional que el tópico de la introspección adquirió en la literatura norteamericana no ha sido favorable a un pensamiento claro sobre el tema. Esto tuvo sus fuentes históricamente no sólo en los aspectos ideológicos del conductismo, sino en el hecho de que la psicología norteamericana del período pre-experimental estuvo dominada por la perspectiva de la escuela escocesa. Ahora bien, en el amplio espectro de actitudes filosóficas en ese período, la escuela escocesa ocupa una posición extrema en términos de su compromiso “extremo” con las virtudes de la introspección.[2] Más aún, el tema parece haber conservado alguna de las connotaciones religiosas que había perdido en Europa. Por lo tanto no es sorprendente que se volviera el foco de reacciones apasionadas. Los efectos de este legado todavía deben ser detectados en parte de la literatura secundaria sobre el tema y es preciso prepararse debidamente para ello.
En vista de las amplias ramificaciones del tema, el análisis que sigue se concentra en el período que va de 1880 a 1914 y está limitado a la psicología académica. El período pre-experimental es considerado sólo en relación con aquellos aspectos que tienen particular importancia para una comprensión de los desarrollos posteriores. Han quedado excluidos de toda consideración las implicaciones de la práctica en el campo clínico y los desarrollos posteriores a la primera guerra mundial, que tuvieron lugar sobre la base de la aceptación del marco referencial conductista. Estos aspectos son importantes para la historia más reciente de la introspección, pero introducen nuevos temas que requieren ser analizados por separado.

DOS TRADICIONES FILOSOFICAS

Para comprender el curso de los desarrollos subsiguientes es necesario advertir que la introspección no tenía el mismo estatuto en la tradición filosófica alemana que en la inglesa. En esta última, la ecuación mente-conciencia había permanecido incuestionable hasta bien entrado el siglo XIX. De allí que la interrogación de la conciencia pudo parecer el método obvio y básico para alcanzar la evidencia acerca de la naturaleza y la constitución de la mente humana. Este punto de vista fue presentado con particular fuerza por la escuela escocesa y por los Mills. Por el contrario, la tradición alemana en filosofía tuvo en Leibniz, impresa desde sus comienzos, la denegación explícita de la ecuación mente-conciencia. Este había sido un punto clave en la crítica de Leibniz a Descartes y en la fundación de una orientación filosófica muy diferente a la de este último. En la historia de la psicología este aspecto del pensamiento de Leibniz es bien conocido bajo la forma de su teoría de las “percepciones oscuras”, que fue revivida por Johan Friedrich Herbart de una forma algo modificada y fue importante en el desenvolvimiento del concepto de umbral de conciencia y por ello de umbral sensorial.[3] En el contexto presente, la importancia de la posición de Leibniz deriva de una implicación clara: si la mente no puede ser igualada con la conciencia no es posible esperar el descubrimiento de su naturaleza y constitución simplemente por una observación de la conciencia. La introspección, por lo tanto, no puede ser admitida como un método de confiabilidad incuestionable y de importancia fundamental. En esta tradición los métodos de la lógica y de las matemáticas han alcanzado de modo característico un estatuto mucho mas elevado que el de la introspección.
Esta posición han quedado muy destacadas en la contribución de Immanuel Kant al tema. Johan Nicholas Tetens, que fue en alguna medida influenciado por la filosofía británica, había criticado la psicología de Christian Wolff, discípulo de Leibniz, por su descuido de las evidencias del llamado sentido interno.[4] Con su usual posición de árbitro entre las exigencias del racionalismo y el empirismo, Kant había establecido que la introspección se limitaba al conocimiento del yo fenoménico, un mundo de apariencias psicológicas que proveen materia prima para un conjunto de lecturas vulgares, pero que tiene escasa consecuencia cuando uno se propone seriamente la empresa de investigar la constitución de la mente humana. “Me conozco a mí mismo a través de la experiencia interna sólo en el modo en que aparezco para mí mismo”.[5] Las verdaderas bases de nuestra vida mental, por lo tanto, el sujeto de la pura apercepción, el sujeto que conoce, quiere y juzga, es inaccesible a la “experiencia interna”. Más aún, la descripción del mundo del yo fenoménico permanece en un nivel puramente anecdótico y no puede aspirar al estatuto de una ciencia por la misma naturaleza de su materia.[6] En relación con la historia de la introspección la posición de Kant esencialmente refuerza la de Leibniz. La conciencia es consiguientemente devaluada en su relación con la mente o con la subjetividad como un todo, y la observación de la conciencia no es una actividad científica legítima. El contraste con el punto de vista prevaleciente entre los filósofos ingleses y escoceses no podía ser más acentuado.
La influencia de la escuela hegeliana en Alemania sólo viene a confirmar esa escasa valoración de la autoobservación individual. En la medida en que la mente o el espíritu eran concebidos como una categoría objetiva, englobada en lo que hoy llamamos cultura y reflejada directamente solamente en forma de abstracciones filosóficas, el papel que quedaba para la observación de la mente humana individual era muy pequeño. La contribución de Herbart no vino a significar un avance de la causa de la introspección. En la tradición de Leibniz, prefería un abordaje matemático y puramente especulativo, al punto que las generaciones posteriores han podido asombrarse de la facilidad con que ignoraba evidencias psicológicas casi elementales. Incluso Friedrich Eduard Beneke, que estaba relativamente abierto a la evidencia introspectiva, fundó todo su sistema psicológico sobre la doctrina de una actividad mental inconsciente.[7]
Entre los sistemas mayores de la filosofía idealista alemana sólo Johann Gottlieb Fichte proporcionó algún fundamento que diera importancia a la observación de la conciencia individual. Fue sobre esas bases filosóficas que Karl Fortlage desarrolló una psicología genuinamente introspectiva en la década de 1850. La reacción fue previsible. Una década más tarde Friedrich Albert Lange publicó un ataque agudo contra el método de la introspección en general y contra Fortlage en particular.[8] Al mismo tiempo señaló algo nuevo. Tanto la introspección como el método especulativo lógico-matemático debían ser reemplazados por un nuevo método “somático” de acuerdo con el cual la actividad psicológica debía ser estudiada en función de sus manifestaciones materiales.
Esto incluía no sólo el método fisiológico de Hermann Helmholtz sino también el estudio empírico del lenguaje y el habla, la observación de niños y de la conducta animal y la aplicación de estadísticas a los datos de la conducta humana compleja. La influencia de Lange fue considerable en su tiempo.[9]
Hacia la mitad del siglo XIX las ideas filosóficas alemanas lentamente comenzaron a ejercer alguna influencia en Inglaterra. Sir William Hamilton, rompiendo con la tradición de sus predecesores escoceses, introdujo explícitamente la noción Leibniziana de una actividad mental inconsciente.[10] Esto le ganó la crítica de John Stuart Mill que había asumido el papel de defensor principal del estatuto central que la introspección había merecido siempre en la psicología filosófica británica. Para Mill, como para sus predecesores, la evidencia directa de la conciencia parecía proveer un terreno firme para la observación empírica, y su relegamiento conducía al peligro, o bien de la especulación metafísica como en el caso de Hamilton, o de la especulación frenológica, como en el caso de Augusto Comte.[11] Pero la apertura producida por Hamilton fue explotada por Henry Maudsley que rechazó la introspección enteramente a favor de la confianza en los métodos objetivos.[12] La posición de Maudsley, sin embargo, permaneció como una expresión aislada en la literatura en lengua inglesa. Incluso, aquellos psicólogos-filosófos británicos cuya actitud hacia la posición general de Comte era mucho más afín que la de Mill, rehusaron seguir a Comte en su rechazo de la introspección. Tanto Herbert Spencer como G.H. Lewes adjudicaban un papel significativo al uso de la evidencia introspectiva, aunque otras fuentes de evidencia fueran ahora necesarias para suplementarla.[13] Psicólogos norteamericanos del final del siglo XIX, con William James y G.T. Ladd, claramente permanecieron en la tradición británica en función del valor que adjudicaban a la introspección como una fuente del conocimiento de la mente. Y la actividad de los alemanes era apreciada más en términos de su ejecución técnica que en sus perspectivas teóricas fundamentales.
En la medida en que la ejecución técnica de la primera psicología experimental alemana implicaba un punto de vista acerca de la introspección que era significativamente diferente del británico tradicional, la adopción amplia de esos métodos generaba una buena dosis de incomprensión y confusión en la medida en que la perspectiva británica continuaba dominando la teoría de la introspección mientras el modelo alemán comenzaba a dar forma a la práctica de la investigación psicológica. Hacia el fin del siglo XIX y con relación a áreas amplias de la investigación experimental, la introspección jugaba un rol mucho más limitado en la práctica de lo que uno puede suponer a partir de las exposiciones metodológicas generales que se encuentran en los textos contemporáneos de lengua inglesa. A esto se agrega la posición especial ocupada por Titchener, que intentó reinterpretar las bases teóricas de la nueva psicología experimental alemana, tal como la representaba Wilhelm Wundt, de modo de hacerlas menos incompatibles con la psicología tradicional británica, que formaba la base de su propio abordaje.[14] Wundt había establecido que un programa sistemático de experimentación psicológica requería una reformulación del rol de la introspección. Esta reformulación proveía una exposición explícita de las normas prácticas que debían ser aplicadas en la investigación experimental, las cuales directa o indirectamente tenían influencia en la medida en que la práctica desarrollada por Wundt se convirtió en un modelo para otros. La formulación de Wundt acerca del papel de la introspección exige una atención particular, no solo porque inició una nueva fase, sino también porque ha permanecido extraviada para la psicología en lengua inglesa. La extensa confusión dominante acerca de la relación temprana entre introspección y experimentación no puede ser disipada a menos que se reemplace el mito que ha crecido alrededor del “introspeccionismo” de Wundt.

LA INTROSPECCION Y EL EXPERIMENTO SEGÚN WUNDT

Wundt elaboró su posición metodológica en el curso de los dos mayores debates acerca de los fundamentos de la psicología; y lo hizo en períodos diferentes de su vida. Enfrentó oponentes muy diferentes en esas dos ocasiones. El primer período de clarificación metodológica ocurrió en los tiempos de la formación de su laboratorio de psicología y de su revista, los Philosophische Studien. Su programa para una psicología experimental despertó cierto rechazo de parte de algunos filósofos idealistas alemanes y en el curso de su respuesta a algunas de las críticas, Wundt se vio obligado a clarificar su propia posición sobre las cuestiones de una psicología científica. El segundo período de controversia empezó una década después, a mediados de los noventa, y culminó en 1907 en la relativamente conocida crítica de Wundt hacia la metodología de la escuela de Würzburgo. Pero esta vez la noción de una psicología experimental ya no era extraña y de hecho había generado una adhesión considerable. Esta vez Wundt encontró a alguno de sus adversarios no entre los filósofos idealistas, sino, irónicamente, entre esa generación de experimentalistas a los que había aportado previamente su inspiración. Aún admitiendo las diferencias de contexto entre esos dos debates, la posición de Wundt permaneció notablemente consistente.
Las bases de la discusión inicial de Wundt acerca del problema de la introspección provenían de su insistencia en distinguir entre “autoobservación” (Selbstbeobachtung) y “percepción interna” (innere wahrnehmung).[15] Lamentablemente las referencias a la posición de Wundt en idioma inglés casi invariablemente fracasan en la reproducción de esta distinción y usan el término “introspección” para cubrir ambos conceptos indiscriminadamente. Esto hace difícil entender la naturaleza de la contribución de Wundt al problema de la introspección, además de que conduce a la apariencia de una extraordinaria inconsistencia. Ya que si por una parte Wundt compara desdeñosamente al introspeccionista con el Barón Münchhausen tratando de impulsarse a sí mismo fuera del pantano tirando de su propio cabello,[16] en otro lugar establece que la introspección es el fundamento de la psicología.[17] Por supuesto, se refiere a la Selbstbeobachtung (la introspección en su sentido más literal) en el primer caso y a la Innere Wahrnehmung en el segundo. Esa distinción, entonces, expresa una evaluación por oposición de dos procesos y si uno traduce ambos por el término simple “introspección”, se puede fácilmente alcanzar la impresión de que está diciendo lo contrario de lo que en verdad dice.[18]
¿Qué motivó entonces la distinción de Wundt entre introspección (selbstbeobachtung) y percepción interna (innere wahrnehmung)?.[19] Es claro que tomaba muy en serio el problema que la crítica a la introspección anticipada por Lange y Comte planteaba para una psicología científica de la conciencia. De hecho, aceptaba la validez de estas críticas, pero a la vez sostenía que las mismas nacían específicamente fuera de los problemas de una observación interna. La vieja psicología introspectiva había tenido problemas a causa de su identificación ingenua de la percepción de hechos subjetivos con su observación. Que los hechos subjetivos son percibidos es algo que no puede ponerse en duda, pero no se puede concluir de ello que sean también observables en sentido científico. Allí en efecto, todas las críticas clásicas a la introspección se vuelven operativas. La observación científica exige la clase de independencia entre sujeto y objeto que la introspección (autoobservación) justamente destruye. El proceso de introspección es exitoso sólo en cuanto destruye o al menos distorsiona mucho sus objetos. El intento de alcanzar un fundamento sólido por ese procedimiento es en efecto una empresa digna del Barón Münchausen. Por otra parte Wundt rechaza el intento de rescatar a la introspección sobre las bases de la “retrospección”, esto es, el argumento según el cual los problemas esenciales de la introspección son evitados si se reconoce que lo que el introspeccionista observa no es la experiencia original sino los recuerdos de ella. (Este argumento había sido desarrollado por J.S. Mill en su réplica a Comte y continuaba teniendo cierta popularidad en los introspeccionistas de habla inglesa hasta los primeros años del siglo XX). Estos recuerdos estarían sometidos a múltiples distorsiones, algunas de las cuales podían ser documentadas precisamente aún en la época de Wundt. Finalmente, esta introspección retrospectiva no sería comparable a la observación en las ciencias naturales por cuanto ésta se dirige por sí misma a los hechos tal como ocurren y no a sus imágenes en la memoria.
Al mismo tiempo la percepción interna también fracasa como método de una psicología científica. En la mayoría de los casos, puede ser casual y por lo tanto asistemática. Excluye toda investigación deliberada, por cuanto tan pronto como comienza a saber de sí misma se convierte en autoobservación y se abre a toda clase de críticas válidas y bien conocidas. Esta es verdaderamente la base de una psicología de la conciencia, en el sentido de que los procesos conscientes deben ser percibidos para ser conocidos, pero para una ciencia esto no es suficiente.
Wundt piensa que para una psicología científica sería necesario manipular las condiciones de la percepción interna de modo de aproximarlas a las condiciones de la percepción externa. Esta manipulación se cumplía en el experimento psicológico y era ese objetivo el que daba al experimento su forma específica y sus prescripciones características. Wundt era explícito acerca de los modos en los cuales el método experimental era capaz de producir un conjunto de condiciones bajo las cuales la percepción interna se aproximaba a la percepción externa, y podía de ese modo proveer la materia prima para una ciencia. En primer lugar, las condiciones de laboratorio podían ser usadas para reducir el intervalo de tiempo entre la percepción original y su reproducción con propósitos de observación, hasta el punto en que las distorsiones de la memoria podrían ser considerablemente reducidas e incluso volverse insignificantes. Si la observación y el informe podían seguir inmediatamente a la percepción original, sin tiempo de reflexión y sin autoconciencia, las condiciones de la observación psicológica podían aproximarse a las condiciones de la observación externa. La preferencia de Wundt por observadores experimentados surgía de estas consideraciones. La ventaja de los observadores experimentados radica en el hecho de que sus actos de observación se han vuelto hábitos automáticos, y, por lo tanto, se caracterizan por la velocidad y la capacidad de atención, tanto como por la ausencia de autoconciencia. Entonces, la preferencia por observadores experimentados era estrictamente un medio de alcanzar propósitos precisos y definidos, y no era ciertamente en sí misma una cuestión de principio. En los escritos de los años ’80, en los cuales define cuidadosamente los principios de su abordaje de la observación psicológica, Wundt apenas menciona al pasar el tema de la experiencia del observador.
La opinión que creció en la literatura americana acerca de las exigencias exactas de Wundt debe ser vista en el contexto del tipo de reacción hacia las normas del laboratorio alemán que fue común en la primera generación de estudiantes americanos, los que buscaron entrenarse en laboratorios alemanes precisamente porque no se disponía de ese entrenamiento en casa. La reacción más bien temerosa al respecto no era propia del laboratorio de Wundt.
Fue en el círculo de Titchener donde el énfasis acerca del observador entrenado se volvió una cuestión de principio. Por ello la exigencia fue entonces expresada en términos de entrenamiento, más que en la de simple experiencia del observador. Para apreciar la significación histórica de este cambio se debe recordar que Titchener no debía su introducción al método de la introspección a Wundt, sino a su lectura de James Mill mientras era todavía un estudiante mientras era todavía un estudiante en Oxford, antes de su estadía en Leipzig. En 1909 afirmó: “mi creencia en la introspección es lo suficientemente vieja como para haber alcanzado su mayoría de edad; porque fue en 1888, cuando por primera vez estuve leyendo el Análisis de James Mill, que se presentó ante mí una convicción ¾’se puede probar todo esto a través de uno mismo!’¾ que nunca he perdido desde entonces.”[20] Ahora bien, para Mill el análisis de la mente consistía en un ejercicio especial que apuntaba a procurar un saber completo sobre las sensaciones elementales, que eran el material del cual estaban compuestas todas las experiencias complejas. Su doctrina sensista establecía una discrepancia entre las percepciones complejas de la experiencia común y las percepciones claras de los elementos sensoriales que podían ser alcanzadas sólo como resultado del aprendizaje .[21] La idea de una mente entrenada, necesaria para penetrar los elementos subyacentes más allá de la experiencia común se volvió parte de la tradición introspeccionista británica.
Tanto para los introspeccionistas británicos como para Wundt la habilidad del observador jugaba cierto papel en el intento de superar los problemas de una psicología empírica de la conciencia. Pero en ambos abordajes esos problemas eran atribuidos a fuentes diferentes, de modo que la naturaleza del papel asignado a la habilidad del observador era también diferente. Para la tradición clásica británica el problema era el de reconciliar la pretensión de la psicología, o el análisis mental, de ser empírica con el hecho de que la doctrina sensista no se fundaba en la experiencia espontánea. Para Wundt el problema era el de reconciliar la pretensión de que la observación psicológica podía ser científica bajo ciertas circunstancias con el hecho demostrado de que la observación introspectiva normalmente carecía de la objetividad de la observación científica. Para la tradición introspeccionista británica el observador debía ser entrenado para percibir claramente los elementos que la doctrina sensista requería. Para Wundt, el observador debía haber practicado con el propósito de incrementar una observación rápida y atenta, con un mínimo de los efectos perturbadores de la sorpresa y la autoconciencia. De ese modo esperaba que las condiciones de la observación psicológica se aproximarían mucho a las condiciones de la observación científica ordinaria de hechos externos.
Para Wundt el segundo rasgo esencial del método experimental, que permitía a la percepción interna aproximarse a la confiabilidad de la percepción externa, tenía que ver con el factor de la repetición. Si partimos del hecho de que estímulos externos idénticos producen experiencias subjetivas idénticas o muy similares, se pueden iniciar tales experiencias a voluntad y repetirlas tanto como se desee. Esto hace posible presentarlas repetidamente a la percepción interna, y es esta circunstancia la que provee las bases para una observación válida de la experiencia subjetiva. El problema es que la percepción interna es válida sólo mientras ocurre. En el flujo normal de la experiencia una percepción está ya concluída cuando decidimos observarla, de modo que la introspección se vuelve retrospección, o sea la observación de una imagen no confiable de la memoria. Podemos esperar que la percepción retorne, pero también podemos quedar esperando para siempre. Aquí es donde los experimentos vienen en nuestra ayuda. Por medio de la presentación experimental de estímulos producimos la percepción que queremos observar una y otra vez, y bajo esas circunstancias no tenemos que confiar en imágenes dudosas de la memoria; sabemos que la percepción está en camino y estamos listos par observarla cuando llega. En tanto las condiciones experimentales permiten esta clase de observación de “el proceso mismo”, [22] más que de nuestro recuerdo de él, los datos psicológicos tendrán el mismo valor que los datos de la ciencia natural reunidos por la observación de hechos externos.
Admitiendo las críticas al introspeccionismo clásico, y sin aceptar la alternativa de la retrospección, que había sido sugerida por el introspeccionismo británico, Wundt propone en su lugar que la percepción interna (no la introspección) podría proporcionar datos aceptables para la ciencia sólo en la medida en que las condiciones experimentales permitan una repetición de la experiencia interna a voluntad. Pero estas condiciones imponen inmediatamente limitaciones muy severas a los fines de la psicología experimental y de la introspección científica. El examen razonado de Wundt acerca de la validez de la introspección bajo condiciones experimentales descansa en la convicción de que percepciones idénticas o casi idénticas pueden ser producidas de modo confiable y deliberado por la presentación repetida de estímulos externos conocidos. Esto limita la psicología experimental a aquellas áreas de la experiencia humana donde esa convicción fundamental del método puede ser observada y cumplida completamente. La sensación y la percepción eran las áreas que más claramente cumplían los requerimientos fundamentales de Wundt, y persistieron siempre como las áreas más investigadas en el laboratorio de Wundt.
En el otro extremo del espectro de los procesos psicológicos hay dos áreas que Wundt excluyó desde el principio de la posibilidad de investigación experimental. La primera de ellas está constituida por “los procesos de pensamiento en sí mismos”,[23] que, pensaba, podían ser solamente investigados por la vía de una psicolingüística no experimental que desarrolló subsiguientemente con gran detalle.[24] La segunda área situada mas allá de los límites necesarios del método de la introspección experimental es la constituida por “sentimientos y sus conexiones complejas, afectos, y procesos volitivos”.[25] En su crítica a Titchener, Wundt señala que es científicamente irrelevante la obtención de informes introspectivos del sujeto acerca del sentimiento que experimenta ante la presentación de ciertos estímulos externos.[26] Con ello Wundt estaba simplemente extrayendo la conclusión necesaria de su temprana exigencia fundamental: condiciones externas constantes debían producir resultados subjetivos constantes si la introspección científica había tenido lugar. Wundt pensaba que en esta área de la psicología había muy poco o ningún lugar para la introspección, y consecuentemente privilegiaba el uso de mediciones fisiológicas de la respuesta afectiva. En ese contexto encontramos a Wundt adoptando una postura que prácticamente podría caracterizarlo como un buen conductista.
Las restricciones severas que Wundt planteaba a la introspección se ponen de manifiesto también en el tipo de juicio que se requería de los sujetos experimentales. De acuerdo con el precepto que establecía que la percepción interna podía volverse observación sólo en la medida en que se ligara a estímulos externos controlables, el informe introspectivo en el laboratorio estaba marcadamente limitado a juicios acerca de la magnitud, intensidad, y duración del estímulo físico, complementados a veces por juicios sobre su simultaneidad y sucesión.
En pocos estudios una forma limitada de introspección es usada para controlar la efectividad de la manipulación experimental de las condiciones; esto podía involucrar informes de juicios acerca del carácter placentero del estímulo o de la intensidad de la atención, usualmente a partir de una escala de dos puntos. Hay un manojo de estudios marginales que incluyen juicios introspectivos algo más difíciles, por ejemplo, acerca de la intensidad de imágenes, de la cualidad de sensaciones gustativas, y de la presencia de estímulos en el contexto de una estética experimental. Pero estos estudios son atípicos en términos de la norma constituida por la abrumadora mayoría de los trabajos publicados en la revista de Wundt. De los aproximadamente 180 estudios experimentales publicados entre 1883 y 1903 en los 20 volúmenes de la Philosophische Studien hay sólo 4 que usan datos introspectivos cualitativos de un modo aproximado al que se practicó en otros laboratorios durante la década siguiente.[27] Por otra parte, el laboratorio de Wundt produjo un gran número de estudios cuyos datos básicos eran enteramente “conductuales”, la mayoría bajo la forma de diversos modos de medición del tiempo de reacción. Lo que era “mentalista” en estos estudios era la interpretación teórica de los resultados, no los datos básicos mismos.
Para Wundt la significación de los estudios de tiempos de reacción residía en la contribución potencial a sus teorías acerca de las funciones apercitivo-volitivas, la pieza central de su sistema psicológico. Pero hay una división clara entre los estudios empíricamente orientados de los datos y la discusión teórica de Wundt acerca de los resultados. Los datos que eran informados en los trabajos empíricos eran simplemente mediciones de tiempo tomadas bajo condiciones experimentales variadas.[28]
Sólo cuando Wundt discute la interpretación de esos datos en un trabajo teórico separado[29] o en la sección correspondiente de su texto, el Grundzüge der physiologischen psychologie, introduce un modelo mentalista de los procesos psicológicos operativos. En el curso de esas discusiones teóricas Wundt ocasionalmente introducía una observación introspectiva a modo de ilustración. Pero generalmente es claro a partir del contexto de su argumentación que su propósito no es más que ilustrativo; la confirmación de sus teorías del funcionamiento mental, Wundt la veía claramente como dependiente de mediciones objetivas ulteriores bajo condiciones experimentales controladas.[30] La confusión entre la crítica a la introspección como una técnica y la crítica a los conceptos mentalistas en la teoría psicológica sólo puede surgir cuando la disciplina estricta del laboratorio de Leipzig sea reemplazada por una actitud más permisiva hacia la evidencia introspectiva.
En el curso de su prolongada carrera Wundt se expresa en diversos momentos con grados variables de optimismo o pesimismo acerca de si ciertas áreas de la psicología son capaces de someterse al método experimental. Pero tales opiniones, sin embargo, no suponen ningún cambio en sus principios básicos. Lo que Wundt acepta siempre como un corolario inevitable de sus principios metodológicos fundamentales es la idea de que el ámbito de la psicología no es coextensivo con el de la psicología experimental. La capacidad del experimento para la solución de los variados problemas psicológicos resulta ser un problema de grado. En un extremo están los problemas para los cuales el método experimental provee una fuente excelente de datos válidos; en el otro extremo están los problemas que son casi imposibles para la investigación experimental. En esa escala Wundt consistentemente asigna el extremo más apto a los problemas del área de la sensación y la percepción, mientras que los problemas del pensamiento, el afecto, la actividad voluntaria, y la psicología social se ubican en el punto más bajo. En medio de ellos están áreas como la memoria, la imaginación, y la atención, donde el método experimental es parcialmente apreciado. Pero esa línea precisa debe ser establecida en cada momento y depende parcialmente del desenvolvimiento técnico y del optimismo del investigador, de modo que esa línea es históricamente variable. Con todo tales decisiones no afectan el marco fundamental de referencia en el cual se toman.
Siento tan limitado, entonces, el objetivo de la psicología experimental se entiende que para Wundt el objetivo de la introspección científica sea, por lo menos, igualmente limitado. Ya que, como hemos visto, no puede haber introspección científica fuera del experimento psicológico. Sólo el experimento provee las condiciones bajo las cuales “percepciones internas” huidizas pueden proveer el material para una observación sistemática. Pero el experimento sólo es capaz de cumplir esta función respecto de aquellas áreas de la experiencia consciente en las que la relación entre lo externo y lo interno es directa y segura. Por lo tanto, las áreas de la experiencia consciente en las que esa relación no es ni directa ni segura, son incapaces de proporcionar datos introspectivos científicos. Esto no significa que esos datos no sean susceptibles de un tratamiento científico, sino que están más allá de los objetivos de la introspección experimental. Wundt estaría espantado al verse calificado de “psicólogo introspectivo”, no sólo por su desprecio por la tradición introspeccionista, sino también porque implica que el alcance de la psicología sería coextensivo con el objetivo de la introspección, inferencia totalmente alejada de su abordaje global de la psicología. Aparte de los 10 volúmenes de su psicología social (Völkerpsychologie), su texto más importante de psicología experimental, Grundzüge der physiologischen Psycholigie, contiene una porción importante de psicología que va mucho más allá de los datos provistos por la introspección experimental.
Para apreciar el rol de la introspección en la psicología de Wundt como un todo es necesario comprender su concepción de la relación entre teoría y datos en psicología. En su primer ensayo programático titulado “Las tareas de la psicología experimental” señala que la clase de descripción de fenómenos conscientes elementales, de su coexistencia y sucesión, que es capaz de proveer el experimento psicológico, es sólo el primer paso hacia la construcción de una psicología científica.[31] Usa, en ese sentido, una analogía interesante, la relación entre las leyes de Kepler del movimiento planetario y el sistema newtoniano. Las primeras son resúmenes simples de regularidades empíricamente observadas, pero el último, aunque toma el movimiento planetario como un dato básico, tiene un objetivo que es mucho más amplio que ese aspecto limitado del mundo físico. Es claro que la ambición de Wundt era ser el Newton más que el Kepler de la psicología. Las observaciones experimentales de los fenómenos subjetivos proveerían a la teoría psicológica, no de respuestas sino de preguntas, de modo que demandaban una solución científica más que metafísica. Para el punto de vista de Wundt sobre la naturaleza de la ciencia, la descripción debía ser seguida por el “análisis causal”. La ciencia de la psicología debía ser una ciencia causal cuyo interés final fuera el descubrimiento de las leyes de la “causalidad psíquica”. Por supuesto, el alcance de estas leyes estaría muy lejos del informe experimental de la experiencia subjetiva que sólo habría proporcionado el punto de partida. Los datos sistemáticos extraídos de los experimentos psicológicos no constituían la ciencia psicológica del mismo modo que las observaciones sistemáticas del movimiento planetario no constituían la ciencia física.
Aún en el área de la percepción, en la que la introspección experimental es capaz de proveer una cantidad de datos observacionales, el trabajo de Wundt está lleno de procesos y entidades hipotéticas, que considera necesarios para proporcionar el tipo de análisis causal que está buscando. La categoría de entidades hipotéticas implica no sólo una oposición obvia hacia signos locales, sentimientos simples y sensaciones elementales. En la segunda vuelta del debate de Wundt con el filósofo J. Volkelt esto se convirtió en un punto clave. Volkelt quería restringir los procesos psicológicos a aquellos que pudieran ser verificados directamente por introspección y había acusado a Wundt de “invención”. En un trabajo que llevaba un título provocativo, “Sensaciones Inventadas”, Wundt orgullosamente se declara culpable de este cargo. Sí, dice, estoy por el uso de procesos hipotéticos para intentar una explicación causal de lo que está dado en la percepción consciente. En particular, las sensaciones elementales “no son nunca dadas a nosotros en la percepción interna inmediata, sino que son el resultado de una abstracción psicológica.”[32] La ciencia no acepta simplemente la apariencia externa de los fenómenos naturales sino que busca explicarlos causalmente como el resultado de procesos hipotéticos subyacentes. En otras palabras, los datos proporcionados por la percepción interna constituyen un dominio de fenómenos que la psicología debe explicar, pero no contienen en ellos mismos sus principios explicativos.
Entonces, el uso que Wundt hace del método de introspección es muy limitado. En la medida en que acepta la crítica clásica, rechaza que la introspección sea reemplazable por la “percepción interna”. Para los propósitos prácticos de la investigación psicológica más bien se vuelve sinónimo de observación e informe de la percepción externa. La mayor parte de los fenómenos mentales, en particular los fenómenos de pensamiento y sentimientos complejos, estaban excluidos del estudio introspectivo. Aún en el área de la sensación y percepción los informes “introspectivos” se limitaban a los juicios más simples y los informes cualitativos eran en general excluidos. Los datos no introspectivos, bajo la forma de mediciones de conducta y de productos como el lenguaje, ocupaban un extenso lugar en la investigación psicológica. Finalmente, los conceptos explicativos y los principios de su psicología no estaban fundados en la percepción interna sino que eran esencialmente construcciones hipotéticas. La psicología de Wundt era mentalista en el sentido en que el psicólogo estaba obligado a explicar fenómenos variados de conciencia; no era “introspectiva” en el sentido de que este método, tal como se lo entiende comúnmente, fuera considerado la llave de esa empresa.

EL PERIODO DE LA “INTROSPECCION SISTEMATICA”

Durante los últimos años del siglo XIX los desarrollos metodológicos en psicología empezaron a sobrepasar a Wundt. Estos desarrollos fueron de dos clases. Por una parte, los métodos de la psicología infantil y animal, por los cuales Wundt no tenía un entusiasmo particular, comenzaron a ser considerados con interés creciente. Por otra parte, el método de la introspección comenzó a ser desarrollado en direcciones que eran completamente distintas de los preceptos básicos de Wundt. Esto fue seguido por un período relativamente breve de entusiasmo introspectivo que rápidamente culminó en una crisis y, por lo menos en EE.UU., en el conductismo.
El contraste entre este período y la precedente era Wundtiana fue señalado por Titchener, quien cumplió un papel no desdeñable en ese cambio. En 1912 comienza su introducción a la introspección del siguiente modo:
“Aquellos que recuerdan los laboratorios psicológicos de hace 20 años difícilmente pueden escapara a un choque ocasional por el contraste que, actualmente, muestra con un vívido relieve la diferencia entre el viejo y el nuevo orden. El experimentador de los primeros años de la década del ’90 confiaba, ante todo, en sus instrumentos; cronógrafo, quimógrafo y taquitoscopio eran ¾y no es una exageración decirlo¾ de importancia mayor que el observador,… Había todavía amplios campos de la vida mental a los que el experimento no había tocado, …entretanto, ciertos capítulos de la psicología estaban escritos bajo las luces del “sistema” más que con el apoyo de los hechos. Ahora 20 años después hemos cambiado todo eso. El movimiento hacia el análisis cualitativo ha culminado en lo que se llama, con cierta expresión redundante, el método de la “introspección experimental sistemática”… Un gran cambio ha tenido lugar, intensiva y extensivamente en la dirección del método introspectivo.”[33]
Los cambios “extensivos” a los que Titchener se refería incluyen la difusión de análisis introspectivos “sistemáticos” a áreas como memoria, pensamiento, y sentimientos complejos. En su mayor parte, eran áreas que Wundt explícitamente había excluido del ámbito legítimo de la introspección experimental. Los experimentos de Würzburgo constituyen los elementos más avanzados en esta nueva ola del análisis introspectivo; al cuestionarlos Wundt se colocó en la oposición de esa corriente. Sus argumentos contra Würzburgo no eran nuevos; casi directamente se basaban en los preceptos que previamente había formulado para proveer una razón a su propio programa experimental. Sólo cuando “el objeto de la introspección está directamente ligado a objetos físicos externos o procesos” se dan las condiciones ideales para la investigación psicológica; en otras circunstancias se da una aproximación más o menos satisfactoria a ese ideal y requieren ser tratadas con gran precaución.[34] La dificultad de la observación subjetiva y la falibilidad de la memoria produce una “barrera infranqueable” que afecta primariamente la investigación del pensamiento y de los procesos afectivos y volitivos.[35] Como una alternativa a los métodos de Würzburgo para la investigación de procesos cognitivos complejos Wundt describía la combinación de evidencia experimental y lingüística que ya había propuesto y practicado durante años.[36]
Desde un punto de vista metodológico, los cambios “intensivos” en la aplicación de la introspección, tal como lo señalaba Titchener, son todavía más significativos que esa extensión hacia temas previamente excluidos. Los cambios en la práctica de la introspección, que sirven para distinguir su uso en el período wundtiano clásico del uso durante el período posterior de “introspección sistemática”, pueden ser agrupados bajo cuatro ítems. En primer lugar, los introspeccionistas posteriores, eran mucho más permisivos que Wundt respecto de la práctica de la retrospección. Para Wundt el rechazo de la retrospección había jugado un rol clave en su reemplazo de la introspección clásica por la percepción interna bajo condiciones experimentales. Esto establecía una diferencia fundamental entre Wundt y autores no experimentalistas como J.S.Mill y William James. Sin embargo, la práctica de requerir informes introspectivos retrospectivos gradualmente se extiende entre un sector de psicólogos experimetales. En sus sistematización de las técnicas introspectivas establecidas, el gran experimentador G. Müller en 1911,[37] admite la “auto-percepción” directa (Selbswahrnehnung) y el informe retrospectivo como las dos formas fundamentales del método introspectivo. El año siguiente Titchener adopta exactamente la misma posición.[38] La admisión general de métodos retrospectivos a un estatuto sistemático era una consecuencia de la impresión de que la introspección podía interferir con el curso “natural” o “libre” de los procesos mentales durante el tiempo en que ocurren, de allí que los relatos retrospectivos fueran, a menudo, necesarios. Enfrentados a la alternativa de limitar sus estudios a aquellas pocas áreas en las que las respuestas subjetivas fueran tan automáticas que la actitud introspectiva sólo muy improbablemente podría producir distorsiones serias, o extender sus estudios hacia procesos psicológicos más interesantes y aceptar el problema del informe retrospectivo, los introspeccionistas sistemáticos adoptaron la segunda alternativa.
Pero la confianza en los informes retrospectivos entraña serios problemas. No solo tiene que enfrentar muchas posibles distorsiones de la memoria, sino que, en particular, se ha demostrado que la memoria humana está llena de huecos. Esto entraña una consecuencia de largo alcance que fue claramente percibida primero por Albert Edward Michotte,[39] a saber, que si el informe retrospectivo no contiene referencias sobre algún aspecto particular de la experiencia de la que trata, esto no constituye fundamento para creer que ese aspecto estuvo ausente de hecho. En otras palabras, el informe retrospectivo proporcionado por el introspeccionista no provee criterios decisivos confiables para rechazar (o para verificar de ese modo) ninguna hipótesis particular acerca de procesos subjetivos. Esta clase de consideraciones gradualmente enfrió el entusiasmo por la “introspección sistemática” de muchos de aquellos que no sentían atracción por la alternativa conductista.
El segundo rasgo de la “introspección sistemática” que la separa de la fase temprana de introspección limitada supone un deslizamiento en la importancia relativa adjudicada a los datos objetivos e introspectivos en una serie particular de observaciones experimentales. En los tipos de experimentos más tradicionales los datos esenciales eran o bien completamente objetivos, como los tiempos de reacción o los errores del recuerdo, o bien directamente ligados a las variaciones medidas de las condiciones físicas, como en psicofísica o en experimentos diversos sobre la percepción. En términos del verdadero dato subjetivo, se esperaba que el sujeto proporcionara a lo sumo informes ocasionales sobre procesos mentales que acompañaban sus respuestas registradas más evidentes. La introspección sistemática cambió este énfasis. Los informes subjetivos ahora eran requeridos como una base regular, usualmente, en cada prueba experimental, y eran ellos, más que las mediciones objetivas, los que proveían los datos esenciales de la investigación. Los estudios de la escuela de Würzburgo, y otros a los que dan lugar,[40] aportan el ejemplo más conocido de esta tendencia, aunque no está limitada a es grupo.[41] En los estudios de Würzburgo la solución actual a la tarea experimental se vuelve mas bien irrelevante respecto del real propósito del experimento, que es proveer datos subjetivos acerca de los procesos de pensamiento. Por supuesto que para Wundt estos eran simplemente “pseudo-experimentos”. Müller, más cuidadoso, prevenía contra el peligro de que estos métodos vinieran a ser considerados la norma en la psicología experimental.[42]
El tercer rasgo del nuevo introspeccionismo está fuertemente conectado con este desvío hacia los informes subjetivos: el interés en descripciones cualitativas. Los estudios de Francis Galton sobre la imaginación en cierta medida habían anticipado esta tendencia,[43] pero en la época de Wundt y de G.T. Fechner constituían un área distintivamente marginal de la investigación psicológica. Fue Alfred Binet en el que jugó el rol clave en el desafío a la introspección wundtiana en sus propios fundamentos. En 1903 publicó una serie de trabajos de investigación sobre el umbral entre dos puntos en los cuales no se limitó a los informes introspectivos acostumbrados, que no iban más allá de consignar cuando habían sido sentidos uno o dos puntos después de la aplicación del estímulo.[44] A través de preguntas y de informes espontáneos del sujeto acumulaba una masa de datos cualitativos que mostraban que la determinación convencional del umbral representaba una grosera sobresimplificación de los procesos subjetivos involucrados. Los sujetos no sólo informaban las sensaciones entre la unicidad y la duplicidad, sino que también describían complejos procesos de decisión que claramente involucraban los efectos de la expectativa y de la sugestión, tanto como las diferencias individuales. Otros ya habían notado algunos de los problemas asociados con el umbral diferencial de dos puntos,[45] pero fue Binet quien claramente acentuó las implicaciones metodológicas. Su uso del complejo material cualitativo introspectivo fue también un rasgo destacado en su estudio clásico acerca de las diferencias del estilo cognitivo, en las cuales usó a sus dos hijas como sujetos.[46] Su pretensión de haber anticipado los descubrimientos de la escuela de Würzburgo era posible, en gran medida, porque sus innovaciones metodológicas eran similares. Los estudios de Würzburgo también se vinculaban con informes introspectivos complejos y cualitativos de un tipo que hasta entonces no había sido aceptable en la psicología experimental. Una consecuencia de su práctica fue que aquellos que querían comprobar esos resultados debieron hacer uso de métodos similares.
El cuarto rasgo distintivo de la introspección sistemática que puede ser destacado involucra un cambio en la psicología social del experimento psicológico. Esto se origina en el rol mucho más dominante que el experimentador asume ahora en la conducción del experimento. Tradicionalmente, el rol del experimentador había sido más bien modesto; debía asegurarse de que la serie de estímulos fuesen presentadas como correspondía y que el resultado fuera propiamente registrado, pero no se entrometía durante el curso del experimento. Cuanto más énfasis se pone en la importancia de los informes cualitativos detallados e introspectivos realizados por el sujeto, más destacadas y persistentes tienden a ser las preguntas del experimentador, tanto que en el caso extremo la función del experimento parece ser simplemente la provisión de un encuadre para el diálogo entre el experimentador y el sujeto.[47] Pero aún cuando este extremo no sea alcanzado, el carácter requerido al experimento ha cambiado. En el experimento tradicional el sujeto se consideraba a sí mismo como respondiendo a estímulos físicos; ahora a lo que está respondiendo es a las preguntas dirigidas a él por el experimentador. Aparte de la posibilidad obvia de que la formulación de instrucciones y preguntas por parte del experimentador podía inclinar los resultados, está el efecto más fundamental que consiste en la creación de la impresión de que las preguntas planteadas por el experimentador son posibles de ser respondidas, es decir, que el sujeto debe ser capaz de proporcionar un relato inteligible de lo que pasa por su mente mientras intenta resolver las pruebas experimentales. El resultado fue que la introspección se convirtió menos en una cuestión de observación que en un asunto de construcción.[48] Las derivaciones de la controversia sobre el pensamiento sin imágenes mostró rápidamente que una vez adoptada la metodología de la introspección sistemática era muy fácil para grupos asociados con laboratorios particulares construir cada uno su propia y especial versión de la realidad subjetiva. En la fase temprana de la introspección experimental había habido ciertamente diferencias teóricas en la interpretación de los datos; pero la introspección sistemática aportaba a que las diferencias teóricas estuviesen listas para adoptar la forma de diferencias en los datos mismos.
Los “introspeccionistas sistemáticos” comparten el deseo de trascender los límites muy estrechos de la introspección experimental wundtiana clásica. Partiendo de que la experiencia consciente conforma el tema esencial de la psicología, los introspeccionistas sistemáticos también comparten la pretensión de incluir hechos mentales complejos en el ámbito de la investigación experimental. Entre ellos se aceptaba generalmente que la psicología debía y podía encarar el estudio de la experiencia consciente en las áreas del pensamiento y el sentimiento por medios experimentales.
Theodor Lipps fue uno de los que jugaron un rol destacado en la legitimación de un punto de vista menos restrictivo sobre la introspección que el que había caracterizado a Wundt. Algunos introspeccionistas experimentales recibieron su inspiración fenoménica de Lipps más que de trabajos propiamente filosóficos.[49] El optimismo de Lipps con respecto a las posibilidades de una introspección relativamente sin trabas mostraba un contraste acentuado con la extrema precaución de Wundt y de Müller. Creía en el valor del análisis retrospectivo de la conciencia y frente al cargo de que la introspección distorsionaba o destruía su objeto, afirmaba, por el contrario, que “cuando más intensiva es la observación más emerge lo observado en su completa naturaleza”.[50] Distinguía entre experimentos externos e internos. La primera categoría está constituida por el concepto de Wundt de un experimento psicológico en el cual los hechos de conciencia se suponen ligados a datos físicos o fisiológicos. Para Lipps, estos experimentos “externos” tenían algún valor pero sus resultados eran limitados en interés y en importancia. En cambio los experimentos “internos” eran los verdaderos experimentos psicológicos. Estos experimentos incluían “el recuerdo de ideas y pensamientos, la libre presentación a uno mismo de toda clase de experiencias, la variación interna, la adición de partes y también la abstracción”. La gran ventaja de la introspección, el único método esencial de la psicología, es que hace posible tal “experimentación interna libre.”[51] Es posible sospechar que cuando psicólogos con puntos de vista tan diverso como los de Wundt y Lipps son puestos juntos como “introspeccionistas”, el resultado conduce a la confusión y al malentendido.
El florecimiento breve de la “introspección sistemática” en la psicología no dejó de tener relación con una corriente de pensamiento que fue característica del período hacia el fin de siglo. Se trata de la corriente del fenomenismo. Se manifestó en la filosofía de la ciencia a través de la enorme influencia de los escritos de Ernest Mach y más adelante de su seguidor, Karl Pearson; influyó en general en la filosofía a través del trabajo de Richard Avenarius (muy relacionado con el de Mach) y eventualmente a través de la “fenomenología” de Edmund Husserl y otros.[52] Un rasgo común de estos representantes del fenomenismo fue un decidido rechazo de los esquemas hipotéticos explicativos, que eran clasificados de “metafísicos”, y la convicción de que la ciencia y la filosofía debían volver a su fundamento en el análisis del orden de la experiencia directa. En ese sentido, los conceptos explicativos no deben ser inventados sino descubiertos en el esquema, en la regularidad y la evidencia de la propia experiencia. La “introspección sistemática” fue una expresión de esta perspectiva en psicología.
Estas amplias bases comunes no excluyen algunas divergencias fundamentales. En particular, los fenomenistas estaban profundamente divididos en términos de si la interrogación sobre la experiencia directa debía tener por motivo la búsqueda de un orden de “lo dado”, exactamente como aquello que la naturaleza presenta por todos lados, o si debía ser encarada como el descubrimiento de actos a través de los cuales ese orden estaba constituido, pero que eran, ellos mismos, diferentes de tal orden. La primera de estas alternativas está representada por el positivismo de Mach para quien la física y la psicología están comprometidas, ambas, simplemente con el “análisis de las sensaciones”, esto es, lo dado de la experiencia; ambas difieren en sus respectivos puntos de vista pero no en la naturaleza de sus datos fundamentales.[53] La segunda alternativa está representada por Husserl y otros que continuando en la línea de la fundación que en la psicología moderna se remite a Franz Brentano, intentaban trazar el contenido de lo que es dado en la experiencia en los actos últimos de intencionalidad, siendo tales actos, por supuesto, desconocidos para los físicos. En su forma primera, el fenomenismo se muestra heredero de una filosofía empirista que no reconoce otro orden que el orden de la contingencia; en su segunda forma el fenomenismo apunta a encontrar en la experiencia el fundamento de la existencia de un orden de necesidad, esto es, un orden lógico.
Entre los introspeccionistas sistemáticos, representantes de la tendencia fenomenista en psicología en los comienzos de nuestro siglo, había adherentes de ambas versiones del fenomenismo, y esto rápidamente condujo a una crisis de los fundamentos. Titchener fue, claramente, el representante más prominente y teóricamente más elaborado del tipo de fenomenismo de Mach-Pearson. Para él el objetivo de la introspección reside en la descripción analítica de lo que está dado en la conciencia, sus “contenidos”, tal como lo dice. La introspección produciría una reducción de la experiencia compleja a elementos que estaban desprovistas de sentido, y que eran, como para Mach, idénticos a los elementos sensoriales que conformaban también los datos básicos de la ciencia física. La única diferencia estaba en que la psicología estudiaba esos elementos en su dependencia respecto de un organismo, mientras que la física los trataba independientemente. Titchener afirmaba el estatuto de la psicología como una ciencia natural sobre la base de la fundamental similitud entre la introspección en la psicología y la inspección practicada por las ciencias físicas. A este respecto no era simplemente un seguidor de Mach sino que también continuaba la tradición de los empiristas británicos, con los cuales el propio Mach eventualmente descubriría una fuerte afinidad.
El tipo de enfoque representado por Mach había tenido también una marcada atracción para figuras como Hermann Ebbinghaus y Oswald Külpe. Sin embargo, en el caso del último por lo menos, diferentes influencias comenzaban a alcanzar preeminencia después de los últimos años del siglo XIX. Aunque apreciaba el rol del positivismo anti-metafísico de Mach, que proveía una corrección para sistemas de hipótesis como los de Wundt,[54] Külpe llegó a percibir la alternativa positiva al enfoque de Wundt cada vez más en términos de un modelo de psicología del acto, tal como el implicado en la fenomenología de Husserl y representado por la psicología de Brentano, Carl Stumpf y Lipps.[55] En este sentido, Külpe estaba siguientdo y a la vez anticipando, una tendencia que fue bastante marcada en Alemania durante los primeros años de nuestro siglo. Una tendencia que dejó una marca inconfundible en la práctica de la introspección sistemática. La mayor parte de los primeros trabajos de los introspeccionistas de Würzburgo, por ejemplo, estaban directamente inspirados por la sugerencia, proveniente de la lógica fenomenológica, que los juicios debían ser entendidos como actos de la experiencia consciente. La deuda explícita con Husserl es particularmente pronunciada en el caso de Karl Bühler cuyo trabajo fue caracterizado por un contemporáneo como el intento más o menos deliberado de subordinar la fenomenología de Husserl a la prueba experimental.[56] La devaluación de la introspección en la tradición kantiana había derivado, en gran medida, del principio de que el orden real normativo era trascendental y por lo tanto no abordable por el estudio introspectivo de la mera conciencia fenoménica. La ruptura de Husserl con esta tradición parecía, a algunos psicólogos, aportar una nueva significación a los estudios introspectivos sistemáticos; podría ahora esperarse que arrojaran luz sobre algunas cuestiones verdaderamente fundamentales, que previamente habían sido consideradas inabordables.[57]

LA CRISIS DE LA INTROSPECCION

La década que va de 1903 a 1913 puede considerarse como el período durante el cual la “introspección sistemática” florece y prolifera. Antes de este período el limitado punto de vista wundtiano no fue, en general, desafiado por los experimentalistas; después de este período hubo una rápida pérdida de interés en el método mismo. Pero si la “introspección sistemática” es así identificada con un período distintivo en la historia de la psicología, sería engañoso caracterizarlo como una “escuela”, como un “paradigma”, o incluso como un “programa de investigación”. Los practicantes de las diferentes variantes del método sostenían en común ciertas aspiraciones para la psicología y compartían algunos presupuestos fenomenistas globales. En este sentido su trabajo mostraba características distintivas importantes. Pero también diferían en aspectos fundamentales. En particular, existía una divergencia filosófica básica entre el empirismo sensualista de Titchener y las variadas versiones de la psicología del acto que predominaban en Alemania. Sus programas de investigación introspectiva eran bastante diferentes. En un caso se buscaban los elementos sensoriales abstractos a los cuales la experiencia debía ser reducida y en otro se buscaban los actos subjetivos que hacían posible experiencias de distinto carácter. Ambos programas fracasaron, pero no a causa de la incompatibilidad de sus resultados. Esto es algo que no sorprende dadas las divergencias en objetivos y presupuestos. De cualquier modo, la controversia que siguió tuvo un alcance muy limitado, en tanto los introspeccionistas alemanes en general no tenían conocimiento de la posición de Titchener.
En Alemania la crítica fundamental a la “introspección sistemática” estuvo expresada en términos de la distinción entre “descripción” y “comunicación” (Beschreibungy Kundgabe). Así es como se afirmaba que “allí donde las palabras con las cuales el sujeto experimental describe sus experiencias no inducen en el experimentador ciertas experiencias propias, es imposible una interpretación específica, y, por tanto una evaluación científica de tales informes introspectivos.”[58] La cuestión de la validez de los informes introspectivos sistemáticos se convierte entonces en la pregunta por la relación entre las experiencias subjetivas que conforman el dato último y la forma verbal en la cual son simbólicamente expresados. Esta relación puede tomar diferentes formas en la medida en que el dato físico puede ser representado simbólicamente por un dibujo o por una descripción verbal. Es posible intentar describir las partes distinguibles de la experiencia original, pero entonces inevitablemente se fracasa en comunicar la naturaleza de la experiencia como un todo; alternativamente es posible intentar transmitir la cualidad de la experiencia como un todo pero esto usualmente debería ser hecho metafóricamente y, por lo tanto, ambiguamente; es decir que no proveería certeza de que la interpretación del experimentador corresponde a aquello que ha estado actualmente en la mente del sujeto. Si una descripción relativamente no ambigua de los elementos de la experiencia, en un lenguaje sensualista, es posible, a la vez es irrelevante, porque simplemente no proporciona un relato de la experiencia tal como ella existe. Al mismo tiempo, los mensajes verbales acerca de la experiencia total actual tienen una cualidad expresiva, por así decirlo, poética, que es efectiva para los propósitos de la comunicación interpersonal normal pero que no permite extraer conclusiones científicamente ciertas acerca de la equivalencia precisa entre lo que el mensaje evoca en la mente del oyente y lo que estaba en la mente del informante.
Enfrentado con este dilema el introspeccionismo sistemático alemán se dividió en dos corrientes divergentes, ninguna de las cuales podría ser descripta como introspeccionista en el sentido clásico. Primero, estaban aquellos que preferían la mayor cercanía a las experiencias de la vida real que era el que permitía el método de la Kundgabe. Pero esto significaba resignar cualquier pretensión, en la experimentación, de alcanzar la clase de precisión y certeza propias de la ciencia natural. El método de elección fue la interpretación intuitiva de los informes cualitativos o “clínicos”. De cualquier modo, debe quedar claro que esto no era una “psicología introspectiva”. El objetivo no era dar cuenta de estados particulares de conciencia sino extraer conclusiones acerca de las disposiciones del sujeto, valores, motivos, etc; esto es, acerca de características de la persona más que de caracteres de conciencia. Al atraer la atención hacia el hecho de que la comunicación normal sobre estados subjetivos no alcanzaba a ser la descripción objetiva de estadios de conciencia sino de expresiones de estados de la persona, el concepto de Kundgabe sirvió para poner fin a la influencia desafortunada que la visión de una conciencia abstracta y separada del cuerpo había ejercido sobre la psicología por muy largo tiempo.
Renuentes a renunciar a las ventajas de un enfoque experimental, un segundo grupo de psicólogos alemanes optó por la mayor certeza relativa de la descripción antes que por la cercanía a la experiencia vivida que ofrecía la Kundgabe. De un modo general abandonaron los rasgos característicos de la “introspección sistemática” y tomaron en serio el consejo de viejos experimentalistas como Müller en el sentido de que se deben someter los informes introspectivos al control constante de mediciones de la conducta evidente y de los resultados de tal conducta .[59] En otras palabras una vez más prevaleció una concepción mucho más limitada del rol propio de la introspección. Principalmente, el nuevo desarrollo involucraba la adopción de un lenguaje descriptivo que resultaba ser un vehículo más satisfactorio para dar cuenta de la organización de la experiencia que el viejo lenguaje sensualista. Indudablemente la fenomenología había indicado el camino. La versión de la Gestalt de este nuevo lenguaje se ha convertido en la más conocida, pero otras versiones pueden ser encontradas en los últimos trabajos de Bühler, Otto Selz, y de la segunda escuela de Leipzig. Se cree que ya que la experiencia está siempre organizada, una descripción adecuada y no ambigua requiere de hecho del abandono del lenguaje equívoco de los elementos y su reemplazo por un lenguaje que contenga los términos necesarios para la descripción de los estados de organización.
La resolución de la crisis de la “introspección sistemática” siguió un curso muy diferente en los EE.UU. Aunque no es un tema de importancia principal es necesario tomar en cuenta la posición especial que ocupó Titchener en ese contexto. A causa del gusto con el cual entró en la polémica, a través de sus pronunciamientos a menudo provocativamente dogmáticos, y a causa de la singularidad de alguno de los puntos de vista que defendía, Titchener alcanzó una posición de visibilidad que no reflejaba la representatividad de sus puntos de vista para la psicología introspectiva como un todo. Siempre polémico, fue capaz de usar su inusual conocimiento del trabajo europeo para crear la impresión de que su posición era menos solitaria.[60] El resultado fue que cuando esta versión única de la introspección se mostró claramente inadecuada, fue fácilmente generalizada respecto del método como un todo por aquellos que tomaban sus argumentos en su significación literal. Sin embargo, la crisis del sistema de Titchener no debería ser confundida con los problemas más generales del método introspectivo en psicología. El sistema de Titchener fracasó, primero, porque era incapaz de discutir consistentemente las evidencias sobre el pensamiento sin imágenes; y, segundo –y esto es lo más importante en el contexto presente- a causa de que insistía en que la descripción introspectiva no debía tener referencia al significado. Esta había sido su única contribución a la metodología de la introspección. Ahora bien, por una parte, esto realmente nunca había dado resultado,[61] y, por otra, no interesaba a nadie. Boring lo sintetizó muy bien, a partir de su experiencia personal: “En la medida en que la introspección dejaba fuera la inferencia y el significado tanto como le era posible, se volvía un pesado recuento taxonómico de hechos sensoriales, que, en cuanto casi no poseen valor funcional para el organismo, son particularmente poco interesantes para el temperamento científico norteamericano”.[62]
Esto deja planteada la pregunta acerca de si la introspección, aun la no titcheneriana, podía interesar a los psicólogos norteamericanos. Aquí el historiador debe ser cuidadoso para no extraviarse a partir de las exageraciones surgidas al calor de argumentos sostenidos por los abogados apasionados de una causa. Titchener no era el único dedicado a la polémica en la escena. También J. Watson era poco objetivo en su evaluación de la situación de la psicología. Como cualquier propagandista radical, se inclinaba a acentuar la audacia de su solución; y para hacerlo debía crear el mito de un establishment unido sólidamente y dedicado a prácticas desviadas. De modo que si uno se atiene a Watson y Titchener se tendría la impresión de que el interés por la introspección jugó en la psicología americana, en los primeros años de este siglo, un rol mucho más importante que el que en realidad cumplió. En verdad, la confianza en las mediciones objetivas estaba ya suficientemente extendida, y en muchos lugares la introspección no era proclamada como el método central de la psicología, en el sentido en que lo había sido para James. Entre los manuales norteamericanos de la época, sólo el de Titchener se distingue por limitar su discusión de los métodos psicológicos a la exposición del método de la introspección.[63] El enfoque usual mencionaba a la introspección en una lista de métodos, sólo para conceder crecientemente un lugar de privilegio a los otros métodos. E.L. Thorndike fue uno de los primeros en insistir en el reemplazo de la “mera” observación y análisis mentales por experimentos conducidos con “precisión cuantitativa.”[64] C.H.Judd, que había traducido el Compendio de Wundt y que, en general, estaba más cerca del espíritu de Wundt que del de Titchener, afirmaba: “Es evidente que los primeros psicólogos tenían razón cuando establecían la importancia particular de la introspección. Sin embargo, es igualmente evidente que imponían en su ciencia una limitación sin garantías cuando afirmaban que la introspección era el único medio posible de reunir hechos psicológicos”.[65] Walter Pillsbury define a la psicología como “ la ciencia del comportamiento humano” y aunque “la conciencia todavía debe ocupar una parte importante de nuestra ciencia”, al mismo tiempo es claro que “el hombre deber ser tratado tan objetivamente como cualquier fenómeno físico”.[66] James Mc Keen Cattell colocó decididamente a la introspección en su lugar en 1904: “La idea bastante extendida de que no puede haber psicología sin introspección es refutada por el simple argumento de los hechos. Creo que la mayor parte del trabajo de investigación que ha sido hecho en mi laboratorio es casi tan independiente de la introspección como el trabajo en física o en zoología.”[67]
Cuando apareció el artículo ya clásico de Watson en 1913,[68] el mismo había sido precedido por un buen número de ataques directos a la introspección. Uno de ellos ofrecía una crítica a los presupuestos del método.[69] Limitado a la literatura en lengua inglesa, tuvo que tomar ejemplos británicos del siglo XIX y a James; la literatura norteamericana más contemporánea, exceptuando a Titchener, simplemente no ofrecía ningún blanco sustantivo, ya que no había el tipo de interés y de compromiso con esa orientación que había producido los análisis detallados de experimentalistas como Wundt y Müller.
La referencia de Cattell al trabajo realizado en su laboratorio, que era enteramente independiente de la introspección, apuntó al factor real que estuvo involucrado en el eclipse de la introspección. En una dimensión creciente, los psicólogos americanos formulaban sus problemas de investigación en términos de la ejecución práctica de la que sus sujetos eran capaces, y de las condiciones manipulables que determinaban y limitaban tal ejecución (performance). A partir de tales objetivos de investigación, la introspección se volvía, en el mejor de los casos, irrelevante, y, en el peor, un verdadero estorbo. Tempranamente, en 1899, R.S. Woodworth había reconocido que la introspección no era la herramienta para estudiar la habilidad motora, y había generalizado esta idea a otras áreas: “A partir de la introspección no podemos decir que es lo que guía nuestros movimientos. Debemos atenernos a una determinación cuantitativa del grado de precisión observada bajo diferentes condiciones. Y poseemos un método en psicología que no depende de la introspección; parece innegable que ese método debe ser aplicado a tantas áreas como sea posible… Dar al sujeto algún tarea difícil para ejecutar, bajo ciertas condiciones de las que no puede evadirse (mayormente como un juego), luego variar las condiciones y medir y comparar el éxito de sus esfuerzos”.[70]
Con el crecimiento rápido del interés en el estudio de las habilidades prácticas y en el examen de la eficiencia práctica de ejecución, creció también el número de los que consideraban a la introspección no sólo sin propósito sino como una interferencia en los objetivos de investigación.
La perspectiva de la ejecución rápidamente se extendió de la actividad motora a la actividad mental en general. Esto fue particularmente claro en el abordaje de Thorndike, pero se aplica igualmente a otros trabajos en el área de los tests mentales. Lo más característico del enfoque de los investigadores norteamericanos no fue simplemente su interés en las diferencias individuales per se, sino que estaban interesados en estas diferencias individuales desde el punto de vista de la ejecución. En esto el trabajo se distinguía respecto del que se hacía en Europa sobre las diferencias individuales, así como del de Binet que adoptó para su orientación el punto de vista del estilo. Aplicado a los procesos mas que al efecto, la perspectiva de la ejecución se expuso en estudios sobre el entrenamiento mental y la fatiga mental. No es extraño, entonces, que parte de la crítica a la introspección que precedió a la de Watson viniera de los que adoptaron este enfoque.[71]
Watson no agregó nada sustancial a la crítica de la introspección que circulaba en 1913. Lo que añadió fue un énfasis mucho más explícito en la incompatibilidad del método introspectivo con los requerimientos de una disciplina orientada primariamente a las demandas de la práctica: “Si la psicología va a seguir el plan que sugiero, el educador, el médico, el jurista y el empresario podrían utilizar nuestros datos de una manera práctica, siempre y cuando seamos capaces de obtenerlos experimentalmente. Lo que me permite esperar que la posición conductista sea defendible, es el hecho de que aquellas ramas de la psicología que se han ya distanciado parcialmente de la psicología experimental originaria, y que son consecuentemente menos dependientes de la introspección, están hoy en la condición más floreciente. La pedagogía experimental, la psicología de las drogas, la psicología de la publicidad, la psicología jurídica, la psicología de los tests y la psicopatología están todas creciendo vigorosamente.”[72]
Watson objeta que se llame a estos campos psicología “aplicada”; para él las respectivas orientaciones constituyen la única dirección posible hacia una psicología científica. Vale la pena advertir que dos años antes el primer manual que define a la psicología como la ciencia del comportamiento humano había dado también como referencia la necesidad que tenía la industria de un conocimiento más fundado de lo que era llamado el “instrumento humano”: “El fin práctico es determinar de qué depende la capacidad humana y, a la luz de este conocimiento, descubrir los medios de incrementar la eficiencia humana.”[73] En cuanto se adhiere a este objetivo, los datos de la introspección dejan de tener algún interés: Titchener percibió claramente la fuente de la nueva y radical enemistad que debía enfrentar una psicología introspectiva. Lo percibió en la identificación de los objetivos de la “tecnología” con los objetivos de la ciencia.[74] Müller también discutía la oposición que existía entre “los intereses de la vida práctica” y la clase de “intereses psicológicos” de los cuales la introspección dependía efectivamente.[75] Por estas razones sostenía la tradición que consideraba preferible que los datos introspectivos fueran recolectados por sujetos psicológicamente entrenados. Con el eclipse de esos que eran, para Müller, intereses psicológicos y su reemplazo por lo que llamaba “los intereses de la vida práctica”, esa restricción perdía su apoyo, y la definición de los roles del sujeto y el experimentador cambiaban. Era el experimentador, y no más el sujeto, el que se constituía ahora en el “observador”.
Un examen de la literatura psicológica relevante no conduce a la conclusión de que este rechazo radical de la introspección fuera el resultado de dificultades internas enfrentadas por el método. Las dificultades clásicas eran bien conocidas y no habían impedido la combinación de una forma limitada de introspección con el crecimiento vigoroso de la psicología experimental. La “introspección sistemática” que se puso de moda en los comienzos del siglo XX indudablemente agregaba algo a estas dificultades, y es claro que había que elegir entre esta forma de introspección y el método del experimento tal como había sido normalmente concebido. Esto es lo que sucedió entre los psicólogos alemanes. Pero el rechazo total, en principio, de toda forma de introspección no fue una conclusión racional a la luz de los problemas que surgían en esa época. Esta solución sólo puede ser entendida en términos de la intervención de factores que son externos al desenvolvimiento interno de la disciplina, en cuanto determinada esencialmente por normas racionales.[76] Estos factores no racionales están constituidos, por entonces, por el surgimiento de nuevos “intereses” en los psicólogos y particularmente entre los psicólogos americanos. Estos intereses redefinen las metas de la investigación psicológica y por consiguiente producen una nueva selección de los métodos necesarios para alcanzar esas metas. La introspección fue menos una víctima de sus problemas intrínsecos que una contingencia derivada de fuerzas históricas mucho más poderosas que ella.[77]

Notas:

[[1]](http://www.elseminario.com.ar/biblioteca/Danziger_Introspeccion_revisada.htm#_ednref1) Edwin G. Boring, “A History of Introspection”, [b] [/b][i]Psychological Bulletin[/i], 50 (1953), 169-189, p. 172.

[2] Es la caracterización usada por Maudsley, en su crítica. Véase Henry Maudsley, The Physiology of Mind, N. York, Appleton, 1878, p. 15.

[3] Wundt menciona mas de una vez su deuda con la filosofía leibniziana. Los Grundzüge der physiologischen Psychologieiniciaron una nueva era, pero su afirmación final es una invocación al espíritu de Leibniz.

[4] Johan Nicholas Tetens, Philosophische Versuche über die menschliche Natur und ihre Entwicklung, Berlin, Reuther and Reichard, 1913. Original.

[5] Immanuel Kant, Anthropology from a Pragmatic Point of View, trad. M.J. Gregor, The Hague, Martinus Nijhoff, 1974, original 1798, p. 22.

[6] Immanuel Kant, Metaphysical Foundations of Natural Science, trad. James Ellington, Indianapolis, Bobbs-Merrill, 1970, orig. 1785, p. 8. Véase también Theodor Mischel, “Kant ant the Possibilitiy of a Science of Psychology” Monist, 51 (1967), 599-622. Charles Coauaux, “Kant’s View on the Nature of Empricial Psychology”, Journal of the History of the Behavioral Science, 8 (1972), 237-242.

[7] Friedrich Eduard Beneke, Lehrbuch der Psychologie als Naturwissenschaft, Amsterdam, Bouset, 1964, orig. 1845. El único filósofo alemán cuyos puntos de vista en este tema estaban cerca de las posiciones británicas era J.F. Friess. Véase David E. Leary, “The Philosophical Development of the Cocneption of Psychology in Germany, 1780-1880”, Journal Hist. Behav. Sciences, 14 (1978), 113-121.

[8] Friedrich Albert Lange, The History of Materialism, trad. E.C. Thomas, 2 vols., N. York, Humanities Press, 1950, orig. 1865, 2, sect. 3, cap. 3.

[9] Lange fue el predecesor de Wundt en Zurich. Acuñó el slogan “psicología sin alma” y cumplió un papel importante en la divulgación de la idea de una psicología científica sobre bases neokantianas. Véase O.A. Ellissen, Friedrich Albert Lange: Eine Lebensbeschreibung, Leipzig, Baedeker, 1891: también L.J. Pongratz, Problemgeschichte der Psychologie, Bern, Francke, 1967.

[10] Sir William Hamilton, Lectures on Metaphysics and Logic, Boston, Gould and Lincoln, 1863, original 1859.

[11] John Stuart Mill, An Examination of Sir William Hamilton’s Philosophy, N. York, Longmans, 1889; orig. 1865. También Auguste Comte and Positivism, Ann Arbor, Univ. Of Michigan Press, 1961; orig. 1865.

[12] Maudsley, Phisiology of Mind.

[13] Herbert Spencer, Principles of Psychology, 2 vols, 2nd. Ed., London, Williams and Norgate, 1870, 1, 140-141. George Henry Lewes, “The Study of Psychology: Its Object, Scope and Method”, en The Origins of Psychology: A Collection of Early Writings, ed. W.G. Bringmann, N. York, Liss, 1976, caps. 5, 6; original publicado en 1879.

[14] En el prefacio de su primer texto Titchener caracteriza su “posición general” como “la de la psicología inglés tradicional”. Luego indica que su “sistema” está “en la relación más cercana” con “la escuela experimental alemana”. Véase Edward Bradford Titchener, An Outline of Psychology , N. York, Macmillan, 1896. Tratando de comunicar lo incomunicable frecuentemente presentaba una lectura de la literatura alemana que estaba bastante alejada del espíritu del original.

[15] La misma distinción fue hecha por Franz Brentano, Psychologie von empirischen Standpunkt, 2 vols, Hamburg, Meiner, 1955, orig. 1874, 1, cap. 2. Aunque no reconoce ninguna deuda, Wundt se refiere a Brentano en una primera discusión sobre el tema y no es improbable que haya decidido adoptar la terminología introducida por Brentano.

[16] Wilhelm Wundt, “Die Aufgaben der experimentellen Psychologie”, Unsere Zeit, 1882. Reeditado en Essays, 2nd. Ed., Leipszig, Engelmann, 1906.

[17] Wilhelm Wundt, Logik, 2 vols, Stuttgart, Enke, 1880, 1883, 2, 482.

[18] Titchener traduce ambos términos por “introspección”, de acuerdo con las exigencias de su argumentación. Boring (“History of Introspection”) hace lo mismo pero incluye los términos originales alemanes entre parétnesis. Es claro que no atribuye importancia a la distinción y, por lo tanto, falla en clarificar la posición de Wundt.

[19] En lo que sigue usaré esa traducción de los términos respectivos.

[20] Edward Bradford Titchener, Lectures on the Experimental Psychologiy of the Thought Processes, N. York, Macmillan, 1909, p. 96.

[21] James Mill, Analysis of the Phenomena of the Human Mind (1869), N. York, Kelley, 1967, p. 2.

[22] Wilhelm Wundt, “Selbstbeobachtung und innere Wahrnehmung”, Philosophische Studien, 4 (1887), 292-309, p. 302.

[23] Wilhelm Wundt, “Über psychologische Methoden”, Philosophische Studien, 1, (1883), 1-40, p. 26.

[24] Wilhelm Wundt, Völkerpsychologie, 10 vols, Leipzig, Engelmann, 1900-1920, vol. 1.

[25] Wilhelm Wundt, Logik, 3rd. Ed, 2 vols, Stuttgart, Enke, 1908, 3, 173. Véase también “Die Aufgaben der experimentellen Psychologie”, p. 208.

[26] Wilhelm Wundt, “Bermerkungen zur Theorie der Gefühle”, Philosophischen Studien, 15 (1900), 149-182.

[27] En dos de ellos hay serios defectos, mencionados explícitamente por Wundt en su crítica al trabajo en Würzburgo: ver W. Wundt, “Ueber Ausfrageexperimente und über die Methoden zur Psychologie des Denkens”, Psychologische Studien, 3 (1907), 301-360, esp. P. 321. Un tercer trabajo involucrado no fue hecho en su laboratorio.

[28] Para su ejemplo temprano, véase Max Friedrich, “Über die Apperceptionsdauer bei einfachen und zusammengesetzten Vorstellungen”, Philosophische Studien, 1 (1883), 39-77; Ernst Tischer, “Über die Unterscheidung von Schallstärken”, Philosophische Studien, 1 (1883), 495-542; Julius Merkel, “Die zeitlichen Verhältnisse der Willenstätigkeit”, Philosophische Studien, 2 (1885) 73-127; James McKeen Cattell, “Psychometrische Untersuchungen”, Philosophische Studien, 3 (1886), 305-336, 452-492.

[29] Wilhelm Wundt, “Zur Beurtheilung der zusammengesetzten Reaktionen”, Philosophische Studien, 10 (1894), 485-498.

[30] Wilhelm Wundt, “Zur Frage des Bewusstseinsumfanges”, Philosophischen Studien, 7 (1892), 222-231.

[31] W. Wundt, “Die Aufgaben der experimentellen Psychologie”, p. 206-207.

[32] W. Wundt, “Erfundene Empfingungen”, Philosophische Studien, 2 (1885), 298-305, p. 299.

[33] Edward Bradford Titchener, “Prolegomena to a Study of Introspection” American Journal of Psychology, 23 (1912), 427-448, p. 427.

[34] W. Wundt, “Über Ausfrageexperimente und über die Methoden zur Psychologie des Denkes”, Psychologische Studien, 8 (1907), 301-360.

[35] Ibid. pp. 319-322.

[36] Ibid., pp. 340-344.

[37] Georg Elias Müller, “Zur Analyse der Gedachtnistatigkeit und des Vrostellungsverlaufes”, Zeitschrift für Psychologie, Ergänzungsband, 5 (1911).

[38] Edward Bradford Titchener, “The Schema of Introspection”, American Journal of Psychology, 23 (1912), 485-508.

[39] Albert Edward Michotte, “A propos de la ‘Methode d’Introspection’ dans la psychologie experimentale”, Revue Neo-Scolastique, 4 (1907), 522.

[40] El abogado más entusiasta de estos métodos fue Narziss Ach, quien acuñó el término “introspección experimental sistemática”. Ver Narziss Ach, Über die Willenstätigkeit und das Denken, Göttingen, Vandenhoeck, und Ruprecht, 1905.

[41] Cf. Ibid., y J. Segal, “Über den Reproduktionstypus und das Reproduzieren von Vorstellungen”, Archiv für die gesamte Pshychologie, 12 (1908), 124-235.

[42] Müller, “Zur Analyse der Gedächtnistätigkeit”, p. 135. Para una defensa del nuevo introspeccionismo en contra de Wundt, véase también E. Dürr, “Über die experimentelle Untersuchung der Denkvorgänge”, Zeitschrift für Psychologie, 49 (1908), 313-340.

[43] Francis Galton, Inquiries into Human Faculty and Its Development, London, Macmillan, 1883.

[44] Alfred Binet, “La mesure de la sensibilité”, L’Année Psychologique, 9 (1903), 79-128.

[45] For example, G. Tawney, “The Perception of Two Points Not the Space-Threshold”, Psychological Review, 2 (1895), 587-593.

[46] Alfred Binet, L’Etude expèrimentale de l’intelligence, Paris, Schleicher, 1903.

[47] Cf. Ach, Über die Willenstätigkeit und das Kenken.

[48] En una notable anticipación del pensamiento moderno sobre el carácter exigido a los experimentos, Gorg Elías Müller fue capaz de mostrar cómo el método de la Escuela de Würzburgo imponía una presión sobre el sujeto para comprometerlo en una reconstrucción imaginativa hasta tanto él pudiera alcanzar alguna respuesta aceptable. Müller, “Zur Analyse der Gedächtnistätgkeit”, p. 122 f, 137 f.

[49] Véase August Messer, “Experimentell-psychologische Untersuchungen über das Denken”, Archiv für die gesamte Psychologie, 8 (1908), 1-224, p. 14.

[50] Theodor Lipps, Leitfaden der Pshychologie, 3rd. Ed., Leipzig, Engelmann, 1909, orig. 1903, p. 58.

[51] Ibid.

[52] Los trabajos germinales son: Enrst Mach, The Analysis of Sensations, N. York, Dover, 1959; orig. 1886. Karl Pearson, The Grammar of Science, N. York, Dutton, 1911; original 1892. Richard Heinrich Ludwig Avenarius, Kritik der reinen Erfahrung, Leipzig, Reisland, 1888-1890. Edmund Husserl, Logical Investigations, N. York, Humanities Press, 1970; orig. 1900.

[53] Las ulteriores implicaciones de la adopción de este punto de vista por algunos de los alumnos de Wundt han sido expuestas en otro trabajo. Véase K. Danziger, “The Positivist Repudiation of Wundt”, Journal of the Hist. Behav. Sciences, 15 (1979), 205-230.

[54] Oswald Külpe, Die Philosophie der Gegenwart in Deutschland, 7th. Ed., Leipzig, Teubner, 1920.

[55] Oswald Külpe, Vorlesungen über Psychologie, ed. Karl Bühler, Leipzig, Hirzel, 1920.

[56] Ver E. Von Aster, “Die psychologische Beobachtung und experimentelle Untersuchung von Denkvorgängen”, Zeitschrift für Psychologie, 49 (1908), 56-107. Para otros ejemplos de la influencia de Husserl en la metodología psicológica, véase G. Anschütz, “Über die methoden der Psychologie”, Archiv für die gesamte Psychologie, 20 (1911), 414-498.

[57] Karl Bühler, “Tatsachen und Probleme zu einer Psychologie der Denkvorgänge”, Archiv für die gesamte Psychologie, 9 (1907), 297-369. En su respuesta a las críticas de Wundt, Bühler se defiende afirmando que es mejor usar la introspección para describir qué está pasando en la mente del sujeto que limitarse a los tiempos de reacción y especular acerca de los procesos subyacentes, al modo de Wundt. Ver K. Bühler, “Antwort auf die von W. Wundt erhobenen Einwände gegen die Methode der Selbstbeobactung an experimentell erzeugten Erlebnissen”, Archiv für die gesamte Psychologie, 12 (1908), 93-123.

[58] E. Von Aster, “Die psychologische Beobachtung”, p. 65. Para una temparana apreciación de los problemas inherentes a la descripción verbal de los datos de la introspección, ver Hugo Münsterberg, Grundzüge der Psychologie, Leipzig, Barth, 1900.

[59] Müller, “Zur Analyse der Gedächtnistätigkeit”. Un similar abordaje precavido a la introspección fue la mantenida por Hermann Ebbinghaus; ver H. Ebbinghaus, Grundzüge der Psychologie, Leipzig, Veit, 1902, cap. 6.

[60] La experiencia me ha enseñado que cualquier referencia de Titchener a una fuente extranjera debe ser tratada con un grado de precaución mayor de lo habitual, sin que importe si él estima a la fuente como amistosa o no. Un ejemplo detallado de un “malentendido” de Titchener en George Humphrey, Thinking, Londo, Methuen, 1951, p. 64. A juzgar por la muy eficiente trayectoria de Titchener como traductor, la raíz del problema es más profunda que un simple problema de lenguaje.

[61] Boring, “History of Introspection”, p. 174.

[62] Ibid. Desde una perspectiva “clínica” la introspección titcheriana recibe el mismo veredicto negativo: “El reclamo por una psicología que tuviera alguna utilidad era completamente justificado cuando el objeto cuestionado era la clase de introspección sostenida por Titchener”, David Bakan, On Method, San Francisco, Jossey-Bass, 1967, p. 101.

[63] E.B. Titchener, A Textbook of Psychology, N. York, Macmillan, 1909.

[64] Edward L. Thorndike, The Elements of Psychology, N. York, Seiler, 1905, p. 322.

[65] Charles H. Judd, Psychology: General Introduction, Boston, Ginn, 1907, p. 5.

[66] Walter B. Pillsbury, The Essentials of Psychology, N. York, Macmillan, 1911, pp. 1-4.

[67] James McKeen Cattell, “The Conceptions and Methods of Psychology”, Popular Science Monthly, 60 (1904), 176-186. Reeditado en James McKeen Cattell: Man of Science, ed. A. T. Poffenberger, 2 vols, Lancaster, Pa, Science Press, 1947, 2.

[68] John B. Watson, “Psychology as the Behaviorist Views It”, Psychological Review, 20 (1913), 158-177.

[69] Knight Dunlap, “The Case against Introspection”, Psychological Review, 19 (1912), 404-413.

[70] Robert S. Woodworth, “The Accuracy of Voluntary Movement”,Psychological Review Monographs, 3 (1899), Nº 13.

[71] Ver Raymond Dodge, “The Theory and Limitations of Introspection”, American Journal of Psychology, 23 (1912), 214-229; también “Mental Work: A Study in Psychodynamics”, Psychological Review, 20 (1913), 1-42.

[72] Watson, “Psychology as the Behaviorist Views It”, pp. 168-169.

[73] Pillsbury, Essentials of Psychology, p.2.

[74] Edward Bradford Titchener, “Psychology: Science or Technology?”, Popular Science Monthly, 84 (1914), 39-51.

[75] Müller, “Zur Analyse der Gedächtnistätigkeit”, p. 103.

[76] Los términos “externo” e “interno” en este contexto de uso remiten a consideraciones más generales en historia y filosofía de la ciencia. Véase, por ejemplo, Imre Lakatos, “History of Science and Its Rational Reconstructiones”, en Boston Studies in the Philosophy of Science, ed. Roger C. Buck and Robert S. Cohen, 8 (1972), 91-136. Robert Young, “This Historiographic and Ideological Context of the Nineteenth Century Debate on Man’s Place in Nature”, en Perspectives in the History of Science, ed. M. Teich and R. Young, London, Heinemann, 1973. Walter B. Weimer, “The History of Psychology and Its Retrieval from Historiography II: Some Lessons for the Methodology of Scientific Research”, Science Studies, 4 (1974), 367-396.

[77] Véase Kurt Danziger, “The Social Origins of Modern Psychology: Positivist Sociology and the Sociology of Knowledge”, in Psychology in Social Context, ed. Allan R. Buss, Irvington, 1979.

Fuente:
Danziger, Kurt: “The history of introspection reconsidered”, Journal of the History of the Behavioral Sciences, 16 (1980), 241-262.

Traducción:
Hugo Vezzetti, 1991

La historia de la introspección revisada

Kurt Danziger

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Pese a ser un tema de importancia central en la emergencia de la psicología moderna, la introspección no ha recibido la consideración histórica que merece. A partir de las nociones globales y las generalizaciones vacías que se le destinan se puede fácilmente tener la impresión de que la introspección siempre significó lo mismo, no importa en qué tiempo y lugar. Pero esto, por supuesto, está lejos de ser cierto, y si pretendemos evitar generalizaciones históricas injustificadas acerca de “paradigmas” y cosas por el estilo, deberemos desarrollar un punto de vista bastante más diferenciado sobre el tema que el que prevalece en el presente.
Algunas de las razones de nuestras dificultades históricas son bastante obvias. Vivimos todavía en las sombras de la oposición conductista contra la introspección y las actitudes de muchas de nuestras autoridades en la disciplina están claramente teñidas por esta oposición. Para empezar, la misma noción “psicología introspeccionista” es un producto del conductismo. Tal como G.G. Boring lo ha señalado: “el introspeccionismo ha adquirido su ismo a causa de que la nueva escuela contestataria necesitaba un fondo contrastante claro y estable contra el cual exhibir sus nuevos rasgos. Ningunos de los que proponen a la introspección como el método básico de la psicología se denominan a sí mismos introspeccionistas”.[1] La primera tarea de un examen objetivo, por lo tanto, es la exploración de la variedad que subyace a los slogans polémicos empleados por los oponentes de la introspección.
La propia consideración de Boring, aunque contiene algunas observaciones valiosas, es insatisfactoria en varios puntos. Su tratamiento de muchos de los aspectos importantes del tema está hecha muy a la ligera. En particular, su consideración de la literatura que no es norteamericana ve desde la simple falta de información a lo positivamente erróneo. Es evidente que Boring frecuentemente basa su relato en las opiniones e interpretaciones especiales de E. B. Titchener antes que en un examen cuidadoso y directo de las fuentes extranjeras.
Para alcanzar una perspectiva adecuada en este tema, en todo caso, es necesario evitar cualquier clase de parroquialismo. Es preciso reconocer que la peculiar coloración emocional que el tópico de la introspección adquirió en la literatura norteamericana no ha sido favorable a un pensamiento claro sobre el tema. Esto tuvo sus fuentes históricamente no sólo en los aspectos ideológicos del conductismo, sino en el hecho de que la psicología norteamericana del período pre-experimental estuvo dominada por la perspectiva de la escuela escocesa. Ahora bien, en el amplio espectro de actitudes filosóficas en ese período, la escuela escocesa ocupa una posición extrema en términos de su compromiso “extremo” con las virtudes de la introspección.[2] Más aún, el tema parece haber conservado alguna de las connotaciones religiosas que había perdido en Europa. Por lo tanto no es sorprendente que se volviera el foco de reacciones apasionadas. Los efectos de este legado todavía deben ser detectados en parte de la literatura secundaria sobre el tema y es preciso prepararse debidamente para ello.
En vista de las amplias ramificaciones del tema, el análisis que sigue se concentra en el período que va de 1880 a 1914 y está limitado a la psicología académica. El período pre-experimental es considerado sólo en relación con aquellos aspectos que tienen particular importancia para una comprensión de los desarrollos posteriores. Han quedado excluidos de toda consideración las implicaciones de la práctica en el campo clínico y los desarrollos posteriores a la primera guerra mundial, que tuvieron lugar sobre la base de la aceptación del marco referencial conductista. Estos aspectos son importantes para la historia más reciente de la introspección, pero introducen nuevos temas que requieren ser analizados por separado.

DOS TRADICIONES FILOSOFICAS

Para comprender el curso de los desarrollos subsiguientes es necesario advertir que la introspección no tenía el mismo estatuto en la tradición filosófica alemana que en la inglesa. En esta última, la ecuación mente-conciencia había permanecido incuestionable hasta bien entrado el siglo XIX. De allí que la interrogación de la conciencia pudo parecer el método obvio y básico para alcanzar la evidencia acerca de la naturaleza y la constitución de la mente humana. Este punto de vista fue presentado con particular fuerza por la escuela escocesa y por los Mills. Por el contrario, la tradición alemana en filosofía tuvo en Leibniz, impresa desde sus comienzos, la denegación explícita de la ecuación mente-conciencia. Este había sido un punto clave en la crítica de Leibniz a Descartes y en la fundación de una orientación filosófica muy diferente a la de este último. En la historia de la psicología este aspecto del pensamiento de Leibniz es bien conocido bajo la forma de su teoría de las “percepciones oscuras”, que fue revivida por Johan Friedrich Herbart de una forma algo modificada y fue importante en el desenvolvimiento del concepto de umbral de conciencia y por ello de umbral sensorial.[3] En el contexto presente, la importancia de la posición de Leibniz deriva de una implicación clara: si la mente no puede ser igualada con la conciencia no es posible esperar el descubrimiento de su naturaleza y constitución simplemente por una observación de la conciencia. La introspección, por lo tanto, no puede ser admitida como un método de confiabilidad incuestionable y de importancia fundamental. En esta tradición los métodos de la lógica y de las matemáticas han alcanzado de modo característico un estatuto mucho mas elevado que el de la introspección.
Esta posición han quedado muy destacadas en la contribución de Immanuel Kant al tema. Johan Nicholas Tetens, que fue en alguna medida influenciado por la filosofía británica, había criticado la psicología de Christian Wolff, discípulo de Leibniz, por su descuido de las evidencias del llamado sentido interno.[4] Con su usual posición de árbitro entre las exigencias del racionalismo y el empirismo, Kant había establecido que la introspección se limitaba al conocimiento del yo fenoménico, un mundo de apariencias psicológicas que proveen materia prima para un conjunto de lecturas vulgares, pero que tiene escasa consecuencia cuando uno se propone seriamente la empresa de investigar la constitución de la mente humana. “Me conozco a mí mismo a través de la experiencia interna sólo en el modo en que aparezco para mí mismo”.[5] Las verdaderas bases de nuestra vida mental, por lo tanto, el sujeto de la pura apercepción, el sujeto que conoce, quiere y juzga, es inaccesible a la “experiencia interna”. Más aún, la descripción del mundo del yo fenoménico permanece en un nivel puramente anecdótico y no puede aspirar al estatuto de una ciencia por la misma naturaleza de su materia.[6] En relación con la historia de la introspección la posición de Kant esencialmente refuerza la de Leibniz. La conciencia es consiguientemente devaluada en su relación con la mente o con la subjetividad como un todo, y la observación de la conciencia no es una actividad científica legítima. El contraste con el punto de vista prevaleciente entre los filósofos ingleses y escoceses no podía ser más acentuado.
La influencia de la escuela hegeliana en Alemania sólo viene a confirmar esa escasa valoración de la autoobservación individual. En la medida en que la mente o el espíritu eran concebidos como una categoría objetiva, englobada en lo que hoy llamamos cultura y reflejada directamente solamente en forma de abstracciones filosóficas, el papel que quedaba para la observación de la mente humana individual era muy pequeño. La contribución de Herbart no vino a significar un avance de la causa de la introspección. En la tradición de Leibniz, prefería un abordaje matemático y puramente especulativo, al punto que las generaciones posteriores han podido asombrarse de la facilidad con que ignoraba evidencias psicológicas casi elementales. Incluso Friedrich Eduard Beneke, que estaba relativamente abierto a la evidencia introspectiva, fundó todo su sistema psicológico sobre la doctrina de una actividad mental inconsciente.[7]
Entre los sistemas mayores de la filosofía idealista alemana sólo Johann Gottlieb Fichte proporcionó algún fundamento que diera importancia a la observación de la conciencia individual. Fue sobre esas bases filosóficas que Karl Fortlage desarrolló una psicología genuinamente introspectiva en la década de 1850. La reacción fue previsible. Una década más tarde Friedrich Albert Lange publicó un ataque agudo contra el método de la introspección en general y contra Fortlage en particular.[8] Al mismo tiempo señaló algo nuevo. Tanto la introspección como el método especulativo lógico-matemático debían ser reemplazados por un nuevo método “somático” de acuerdo con el cual la actividad psicológica debía ser estudiada en función de sus manifestaciones materiales.
Esto incluía no sólo el método fisiológico de Hermann Helmholtz sino también el estudio empírico del lenguaje y el habla, la observación de niños y de la conducta animal y la aplicación de estadísticas a los datos de la conducta humana compleja. La influencia de Lange fue considerable en su tiempo.[9]
Hacia la mitad del siglo XIX las ideas filosóficas alemanas lentamente comenzaron a ejercer alguna influencia en Inglaterra. Sir William Hamilton, rompiendo con la tradición de sus predecesores escoceses, introdujo explícitamente la noción Leibniziana de una actividad mental inconsciente.[10] Esto le ganó la crítica de John Stuart Mill que había asumido el papel de defensor principal del estatuto central que la introspección había merecido siempre en la psicología filosófica británica. Para Mill, como para sus predecesores, la evidencia directa de la conciencia parecía proveer un terreno firme para la observación empírica, y su relegamiento conducía al peligro, o bien de la especulación metafísica como en el caso de Hamilton, o de la especulación frenológica, como en el caso de Augusto Comte.[11] Pero la apertura producida por Hamilton fue explotada por Henry Maudsley que rechazó la introspección enteramente a favor de la confianza en los métodos objetivos.[12] La posición de Maudsley, sin embargo, permaneció como una expresión aislada en la literatura en lengua inglesa. Incluso, aquellos psicólogos-filosófos británicos cuya actitud hacia la posición general de Comte era mucho más afín que la de Mill, rehusaron seguir a Comte en su rechazo de la introspección. Tanto Herbert Spencer como G.H. Lewes adjudicaban un papel significativo al uso de la evidencia introspectiva, aunque otras fuentes de evidencia fueran ahora necesarias para suplementarla.[13] Psicólogos norteamericanos del final del siglo XIX, con William James y G.T. Ladd, claramente permanecieron en la tradición británica en función del valor que adjudicaban a la introspección como una fuente del conocimiento de la mente. Y la actividad de los alemanes era apreciada más en términos de su ejecución técnica que en sus perspectivas teóricas fundamentales.
En la medida en que la ejecución técnica de la primera psicología experimental alemana implicaba un punto de vista acerca de la introspección que era significativamente diferente del británico tradicional, la adopción amplia de esos métodos generaba una buena dosis de incomprensión y confusión en la medida en que la perspectiva británica continuaba dominando la teoría de la introspección mientras el modelo alemán comenzaba a dar forma a la práctica de la investigación psicológica. Hacia el fin del siglo XIX y con relación a áreas amplias de la investigación experimental, la introspección jugaba un rol mucho más limitado en la práctica de lo que uno puede suponer a partir de las exposiciones metodológicas generales que se encuentran en los textos contemporáneos de lengua inglesa. A esto se agrega la posición especial ocupada por Titchener, que intentó reinterpretar las bases teóricas de la nueva psicología experimental alemana, tal como la representaba Wilhelm Wundt, de modo de hacerlas menos incompatibles con la psicología tradicional británica, que formaba la base de su propio abordaje.[14] Wundt había establecido que un programa sistemático de experimentación psicológica requería una reformulación del rol de la introspección. Esta reformulación proveía una exposición explícita de las normas prácticas que debían ser aplicadas en la investigación experimental, las cuales directa o indirectamente tenían influencia en la medida en que la práctica desarrollada por Wundt se convirtió en un modelo para otros. La formulación de Wundt acerca del papel de la introspección exige una atención particular, no solo porque inició una nueva fase, sino también porque ha permanecido extraviada para la psicología en lengua inglesa. La extensa confusión dominante acerca de la relación temprana entre introspección y experimentación no puede ser disipada a menos que se reemplace el mito que ha crecido alrededor del “introspeccionismo” de Wundt.

LA INTROSPECCION Y EL EXPERIMENTO SEGÚN WUNDT

Wundt elaboró su posición metodológica en el curso de los dos mayores debates acerca de los fundamentos de la psicología; y lo hizo en períodos diferentes de su vida. Enfrentó oponentes muy diferentes en esas dos ocasiones. El primer período de clarificación metodológica ocurrió en los tiempos de la formación de su laboratorio de psicología y de su revista, los Philosophische Studien. Su programa para una psicología experimental despertó cierto rechazo de parte de algunos filósofos idealistas alemanes y en el curso de su respuesta a algunas de las críticas, Wundt se vio obligado a clarificar su propia posición sobre las cuestiones de una psicología científica. El segundo período de controversia empezó una década después, a mediados de los noventa, y culminó en 1907 en la relativamente conocida crítica de Wundt hacia la metodología de la escuela de Würzburgo. Pero esta vez la noción de una psicología experimental ya no era extraña y de hecho había generado una adhesión considerable. Esta vez Wundt encontró a alguno de sus adversarios no entre los filósofos idealistas, sino, irónicamente, entre esa generación de experimentalistas a los que había aportado previamente su inspiración. Aún admitiendo las diferencias de contexto entre esos dos debates, la posición de Wundt permaneció notablemente consistente.
Las bases de la discusión inicial de Wundt acerca del problema de la introspección provenían de su insistencia en distinguir entre “autoobservación” (Selbstbeobachtung) y “percepción interna” (innere wahrnehmung).[15] Lamentablemente las referencias a la posición de Wundt en idioma inglés casi invariablemente fracasan en la reproducción de esta distinción y usan el término “introspección” para cubrir ambos conceptos indiscriminadamente. Esto hace difícil entender la naturaleza de la contribución de Wundt al problema de la introspección, además de que conduce a la apariencia de una extraordinaria inconsistencia. Ya que si por una parte Wundt compara desdeñosamente al introspeccionista con el Barón Münchhausen tratando de impulsarse a sí mismo fuera del pantano tirando de su propio cabello,[16] en otro lugar establece que la introspección es el fundamento de la psicología.[17] Por supuesto, se refiere a la Selbstbeobachtung (la introspección en su sentido más literal) en el primer caso y a la Innere Wahrnehmung en el segundo. Esa distinción, entonces, expresa una evaluación por oposición de dos procesos y si uno traduce ambos por el término simple “introspección”, se puede fácilmente alcanzar la impresión de que está diciendo lo contrario de lo que en verdad dice.[18]
¿Qué motivó entonces la distinción de Wundt entre introspección (selbstbeobachtung) y percepción interna (innere wahrnehmung)?.[19] Es claro que tomaba muy en serio el problema que la crítica a la introspección anticipada por Lange y Comte planteaba para una psicología científica de la conciencia. De hecho, aceptaba la validez de estas críticas, pero a la vez sostenía que las mismas nacían específicamente fuera de los problemas de una observación interna. La vieja psicología introspectiva había tenido problemas a causa de su identificación ingenua de la percepción de hechos subjetivos con su observación. Que los hechos subjetivos son percibidos es algo que no puede ponerse en duda, pero no se puede concluir de ello que sean también observables en sentido científico. Allí en efecto, todas las críticas clásicas a la introspección se vuelven operativas. La observación científica exige la clase de independencia entre sujeto y objeto que la introspección (autoobservación) justamente destruye. El proceso de introspección es exitoso sólo en cuanto destruye o al menos distorsiona mucho sus objetos. El intento de alcanzar un fundamento sólido por ese procedimiento es en efecto una empresa digna del Barón Münchausen. Por otra parte Wundt rechaza el intento de rescatar a la introspección sobre las bases de la “retrospección”, esto es, el argumento según el cual los problemas esenciales de la introspección son evitados si se reconoce que lo que el introspeccionista observa no es la experiencia original sino los recuerdos de ella. (Este argumento había sido desarrollado por J.S. Mill en su réplica a Comte y continuaba teniendo cierta popularidad en los introspeccionistas de habla inglesa hasta los primeros años del siglo XX). Estos recuerdos estarían sometidos a múltiples distorsiones, algunas de las cuales podían ser documentadas precisamente aún en la época de Wundt. Finalmente, esta introspección retrospectiva no sería comparable a la observación en las ciencias naturales por cuanto ésta se dirige por sí misma a los hechos tal como ocurren y no a sus imágenes en la memoria.
Al mismo tiempo la percepción interna también fracasa como método de una psicología científica. En la mayoría de los casos, puede ser casual y por lo tanto asistemática. Excluye toda investigación deliberada, por cuanto tan pronto como comienza a saber de sí misma se convierte en autoobservación y se abre a toda clase de críticas válidas y bien conocidas. Esta es verdaderamente la base de una psicología de la conciencia, en el sentido de que los procesos conscientes deben ser percibidos para ser conocidos, pero para una ciencia esto no es suficiente.
Wundt piensa que para una psicología científica sería necesario manipular las condiciones de la percepción interna de modo de aproximarlas a las condiciones de la percepción externa. Esta manipulación se cumplía en el experimento psicológico y era ese objetivo el que daba al experimento su forma específica y sus prescripciones características. Wundt era explícito acerca de los modos en los cuales el método experimental era capaz de producir un conjunto de condiciones bajo las cuales la percepción interna se aproximaba a la percepción externa, y podía de ese modo proveer la materia prima para una ciencia. En primer lugar, las condiciones de laboratorio podían ser usadas para reducir el intervalo de tiempo entre la percepción original y su reproducción con propósitos de observación, hasta el punto en que las distorsiones de la memoria podrían ser considerablemente reducidas e incluso volverse insignificantes. Si la observación y el informe podían seguir inmediatamente a la percepción original, sin tiempo de reflexión y sin autoconciencia, las condiciones de la observación psicológica podían aproximarse a las condiciones de la observación externa. La preferencia de Wundt por observadores experimentados surgía de estas consideraciones. La ventaja de los observadores experimentados radica en el hecho de que sus actos de observación se han vuelto hábitos automáticos, y, por lo tanto, se caracterizan por la velocidad y la capacidad de atención, tanto como por la ausencia de autoconciencia. Entonces, la preferencia por observadores experimentados era estrictamente un medio de alcanzar propósitos precisos y definidos, y no era ciertamente en sí misma una cuestión de principio. En los escritos de los años ’80, en los cuales define cuidadosamente los principios de su abordaje de la observación psicológica, Wundt apenas menciona al pasar el tema de la experiencia del observador.
La opinión que creció en la literatura americana acerca de las exigencias exactas de Wundt debe ser vista en el contexto del tipo de reacción hacia las normas del laboratorio alemán que fue común en la primera generación de estudiantes americanos, los que buscaron entrenarse en laboratorios alemanes precisamente porque no se disponía de ese entrenamiento en casa. La reacción más bien temerosa al respecto no era propia del laboratorio de Wundt.
Fue en el círculo de Titchener donde el énfasis acerca del observador entrenado se volvió una cuestión de principio. Por ello la exigencia fue entonces expresada en términos de entrenamiento, más que en la de simple experiencia del observador. Para apreciar la significación histórica de este cambio se debe recordar que Titchener no debía su introducción al método de la introspección a Wundt, sino a su lectura de James Mill mientras era todavía un estudiante mientras era todavía un estudiante en Oxford, antes de su estadía en Leipzig. En 1909 afirmó: “mi creencia en la introspección es lo suficientemente vieja como para haber alcanzado su mayoría de edad; porque fue en 1888, cuando por primera vez estuve leyendo el Análisis de James Mill, que se presentó ante mí una convicción ¾’se puede probar todo esto a través de uno mismo!’¾ que nunca he perdido desde entonces.”[20] Ahora bien, para Mill el análisis de la mente consistía en un ejercicio especial que apuntaba a procurar un saber completo sobre las sensaciones elementales, que eran el material del cual estaban compuestas todas las experiencias complejas. Su doctrina sensista establecía una discrepancia entre las percepciones complejas de la experiencia común y las percepciones claras de los elementos sensoriales que podían ser alcanzadas sólo como resultado del aprendizaje .[21] La idea de una mente entrenada, necesaria para penetrar los elementos subyacentes más allá de la experiencia común se volvió parte de la tradición introspeccionista británica.
Tanto para los introspeccionistas británicos como para Wundt la habilidad del observador jugaba cierto papel en el intento de superar los problemas de una psicología empírica de la conciencia. Pero en ambos abordajes esos problemas eran atribuidos a fuentes diferentes, de modo que la naturaleza del papel asignado a la habilidad del observador era también diferente. Para la tradición clásica británica el problema era el de reconciliar la pretensión de la psicología, o el análisis mental, de ser empírica con el hecho de que la doctrina sensista no se fundaba en la experiencia espontánea. Para Wundt el problema era el de reconciliar la pretensión de que la observación psicológica podía ser científica bajo ciertas circunstancias con el hecho demostrado de que la observación introspectiva normalmente carecía de la objetividad de la observación científica. Para la tradición introspeccionista británica el observador debía ser entrenado para percibir claramente los elementos que la doctrina sensista requería. Para Wundt, el observador debía haber practicado con el propósito de incrementar una observación rápida y atenta, con un mínimo de los efectos perturbadores de la sorpresa y la autoconciencia. De ese modo esperaba que las condiciones de la observación psicológica se aproximarían mucho a las condiciones de la observación científica ordinaria de hechos externos.
Para Wundt el segundo rasgo esencial del método experimental, que permitía a la percepción interna aproximarse a la confiabilidad de la percepción externa, tenía que ver con el factor de la repetición. Si partimos del hecho de que estímulos externos idénticos producen experiencias subjetivas idénticas o muy similares, se pueden iniciar tales experiencias a voluntad y repetirlas tanto como se desee. Esto hace posible presentarlas repetidamente a la percepción interna, y es esta circunstancia la que provee las bases para una observación válida de la experiencia subjetiva. El problema es que la percepción interna es válida sólo mientras ocurre. En el flujo normal de la experiencia una percepción está ya concluída cuando decidimos observarla, de modo que la introspección se vuelve retrospección, o sea la observación de una imagen no confiable de la memoria. Podemos esperar que la percepción retorne, pero también podemos quedar esperando para siempre. Aquí es donde los experimentos vienen en nuestra ayuda. Por medio de la presentación experimental de estímulos producimos la percepción que queremos observar una y otra vez, y bajo esas circunstancias no tenemos que confiar en imágenes dudosas de la memoria; sabemos que la percepción está en camino y estamos listos par observarla cuando llega. En tanto las condiciones experimentales permiten esta clase de observación de “el proceso mismo”, [22] más que de nuestro recuerdo de él, los datos psicológicos tendrán el mismo valor que los datos de la ciencia natural reunidos por la observación de hechos externos.
Admitiendo las críticas al introspeccionismo clásico, y sin aceptar la alternativa de la retrospección, que había sido sugerida por el introspeccionismo británico, Wundt propone en su lugar que la percepción interna (no la introspección) podría proporcionar datos aceptables para la ciencia sólo en la medida en que las condiciones experimentales permitan una repetición de la experiencia interna a voluntad. Pero estas condiciones imponen inmediatamente limitaciones muy severas a los fines de la psicología experimental y de la introspección científica. El examen razonado de Wundt acerca de la validez de la introspección bajo condiciones experimentales descansa en la convicción de que percepciones idénticas o casi idénticas pueden ser producidas de modo confiable y deliberado por la presentación repetida de estímulos externos conocidos. Esto limita la psicología experimental a aquellas áreas de la experiencia humana donde esa convicción fundamental del método puede ser observada y cumplida completamente. La sensación y la percepción eran las áreas que más claramente cumplían los requerimientos fundamentales de Wundt, y persistieron siempre como las áreas más investigadas en el laboratorio de Wundt.
En el otro extremo del espectro de los procesos psicológicos hay dos áreas que Wundt excluyó desde el principio de la posibilidad de investigación experimental. La primera de ellas está constituida por “los procesos de pensamiento en sí mismos”,[23] que, pensaba, podían ser solamente investigados por la vía de una psicolingüística no experimental que desarrolló subsiguientemente con gran detalle.[24] La segunda área situada mas allá de los límites necesarios del método de la introspección experimental es la constituida por “sentimientos y sus conexiones complejas, afectos, y procesos volitivos”.[25] En su crítica a Titchener, Wundt señala que es científicamente irrelevante la obtención de informes introspectivos del sujeto acerca del sentimiento que experimenta ante la presentación de ciertos estímulos externos.[26] Con ello Wundt estaba simplemente extrayendo la conclusión necesaria de su temprana exigencia fundamental: condiciones externas constantes debían producir resultados subjetivos constantes si la introspección científica había tenido lugar. Wundt pensaba que en esta área de la psicología había muy poco o ningún lugar para la introspección, y consecuentemente privilegiaba el uso de mediciones fisiológicas de la respuesta afectiva. En ese contexto encontramos a Wundt adoptando una postura que prácticamente podría caracterizarlo como un buen conductista.
Las restricciones severas que Wundt planteaba a la introspección se ponen de manifiesto también en el tipo de juicio que se requería de los sujetos experimentales. De acuerdo con el precepto que establecía que la percepción interna podía volverse observación sólo en la medida en que se ligara a estímulos externos controlables, el informe introspectivo en el laboratorio estaba marcadamente limitado a juicios acerca de la magnitud, intensidad, y duración del estímulo físico, complementados a veces por juicios sobre su simultaneidad y sucesión.
En pocos estudios una forma limitada de introspección es usada para controlar la efectividad de la manipulación experimental de las condiciones; esto podía involucrar informes de juicios acerca del carácter placentero del estímulo o de la intensidad de la atención, usualmente a partir de una escala de dos puntos. Hay un manojo de estudios marginales que incluyen juicios introspectivos algo más difíciles, por ejemplo, acerca de la intensidad de imágenes, de la cualidad de sensaciones gustativas, y de la presencia de estímulos en el contexto de una estética experimental. Pero estos estudios son atípicos en términos de la norma constituida por la abrumadora mayoría de los trabajos publicados en la revista de Wundt. De los aproximadamente 180 estudios experimentales publicados entre 1883 y 1903 en los 20 volúmenes de la Philosophische Studien hay sólo 4 que usan datos introspectivos cualitativos de un modo aproximado al que se practicó en otros laboratorios durante la década siguiente.[27] Por otra parte, el laboratorio de Wundt produjo un gran número de estudios cuyos datos básicos eran enteramente “conductuales”, la mayoría bajo la forma de diversos modos de medición del tiempo de reacción. Lo que era “mentalista” en estos estudios era la interpretación teórica de los resultados, no los datos básicos mismos.
Para Wundt la significación de los estudios de tiempos de reacción residía en la contribución potencial a sus teorías acerca de las funciones apercitivo-volitivas, la pieza central de su sistema psicológico. Pero hay una división clara entre los estudios empíricamente orientados de los datos y la discusión teórica de Wundt acerca de los resultados. Los datos que eran informados en los trabajos empíricos eran simplemente mediciones de tiempo tomadas bajo condiciones experimentales variadas.[28]
Sólo cuando Wundt discute la interpretación de esos datos en un trabajo teórico separado[29] o en la sección correspondiente de su texto, el Grundzüge der physiologischen psychologie, introduce un modelo mentalista de los procesos psicológicos operativos. En el curso de esas discusiones teóricas Wundt ocasionalmente introducía una observación introspectiva a modo de ilustración. Pero generalmente es claro a partir del contexto de su argumentación que su propósito no es más que ilustrativo; la confirmación de sus teorías del funcionamiento mental, Wundt la veía claramente como dependiente de mediciones objetivas ulteriores bajo condiciones experimentales controladas.[30] La confusión entre la crítica a la introspección como una técnica y la crítica a los conceptos mentalistas en la teoría psicológica sólo puede surgir cuando la disciplina estricta del laboratorio de Leipzig sea reemplazada por una actitud más permisiva hacia la evidencia introspectiva.
En el curso de su prolongada carrera Wundt se expresa en diversos momentos con grados variables de optimismo o pesimismo acerca de si ciertas áreas de la psicología son capaces de someterse al método experimental. Pero tales opiniones, sin embargo, no suponen ningún cambio en sus principios básicos. Lo que Wundt acepta siempre como un corolario inevitable de sus principios metodológicos fundamentales es la idea de que el ámbito de la psicología no es coextensivo con el de la psicología experimental. La capacidad del experimento para la solución de los variados problemas psicológicos resulta ser un problema de grado. En un extremo están los problemas para los cuales el método experimental provee una fuente excelente de datos válidos; en el otro extremo están los problemas que son casi imposibles para la investigación experimental. En esa escala Wundt consistentemente asigna el extremo más apto a los problemas del área de la sensación y la percepción, mientras que los problemas del pensamiento, el afecto, la actividad voluntaria, y la psicología social se ubican en el punto más bajo. En medio de ellos están áreas como la memoria, la imaginación, y la atención, donde el método experimental es parcialmente apreciado. Pero esa línea precisa debe ser establecida en cada momento y depende parcialmente del desenvolvimiento técnico y del optimismo del investigador, de modo que esa línea es históricamente variable. Con todo tales decisiones no afectan el marco fundamental de referencia en el cual se toman.
Siento tan limitado, entonces, el objetivo de la psicología experimental se entiende que para Wundt el objetivo de la introspección científica sea, por lo menos, igualmente limitado. Ya que, como hemos visto, no puede haber introspección científica fuera del experimento psicológico. Sólo el experimento provee las condiciones bajo las cuales “percepciones internas” huidizas pueden proveer el material para una observación sistemática. Pero el experimento sólo es capaz de cumplir esta función respecto de aquellas áreas de la experiencia consciente en las que la relación entre lo externo y lo interno es directa y segura. Por lo tanto, las áreas de la experiencia consciente en las que esa relación no es ni directa ni segura, son incapaces de proporcionar datos introspectivos científicos. Esto no significa que esos datos no sean susceptibles de un tratamiento científico, sino que están más allá de los objetivos de la introspección experimental. Wundt estaría espantado al verse calificado de “psicólogo introspectivo”, no sólo por su desprecio por la tradición introspeccionista, sino también porque implica que el alcance de la psicología sería coextensivo con el objetivo de la introspección, inferencia totalmente alejada de su abordaje global de la psicología. Aparte de los 10 volúmenes de su psicología social (Völkerpsychologie), su texto más importante de psicología experimental, Grundzüge der physiologischen Psycholigie, contiene una porción importante de psicología que va mucho más allá de los datos provistos por la introspección experimental.
Para apreciar el rol de la introspección en la psicología de Wundt como un todo es necesario comprender su concepción de la relación entre teoría y datos en psicología. En su primer ensayo programático titulado “Las tareas de la psicología experimental” señala que la clase de descripción de fenómenos conscientes elementales, de su coexistencia y sucesión, que es capaz de proveer el experimento psicológico, es sólo el primer paso hacia la construcción de una psicología científica.[31] Usa, en ese sentido, una analogía interesante, la relación entre las leyes de Kepler del movimiento planetario y el sistema newtoniano. Las primeras son resúmenes simples de regularidades empíricamente observadas, pero el último, aunque toma el movimiento planetario como un dato básico, tiene un objetivo que es mucho más amplio que ese aspecto limitado del mundo físico. Es claro que la ambición de Wundt era ser el Newton más que el Kepler de la psicología. Las observaciones experimentales de los fenómenos subjetivos proveerían a la teoría psicológica, no de respuestas sino de preguntas, de modo que demandaban una solución científica más que metafísica. Para el punto de vista de Wundt sobre la naturaleza de la ciencia, la descripción debía ser seguida por el “análisis causal”. La ciencia de la psicología debía ser una ciencia causal cuyo interés final fuera el descubrimiento de las leyes de la “causalidad psíquica”. Por supuesto, el alcance de estas leyes estaría muy lejos del informe experimental de la experiencia subjetiva que sólo habría proporcionado el punto de partida. Los datos sistemáticos extraídos de los experimentos psicológicos no constituían la ciencia psicológica del mismo modo que las observaciones sistemáticas del movimiento planetario no constituían la ciencia física.
Aún en el área de la percepción, en la que la introspección experimental es capaz de proveer una cantidad de datos observacionales, el trabajo de Wundt está lleno de procesos y entidades hipotéticas, que considera necesarios para proporcionar el tipo de análisis causal que está buscando. La categoría de entidades hipotéticas implica no sólo una oposición obvia hacia signos locales, sentimientos simples y sensaciones elementales. En la segunda vuelta del debate de Wundt con el filósofo J. Volkelt esto se convirtió en un punto clave. Volkelt quería restringir los procesos psicológicos a aquellos que pudieran ser verificados directamente por introspección y había acusado a Wundt de “invención”. En un trabajo que llevaba un título provocativo, “Sensaciones Inventadas”, Wundt orgullosamente se declara culpable de este cargo. Sí, dice, estoy por el uso de procesos hipotéticos para intentar una explicación causal de lo que está dado en la percepción consciente. En particular, las sensaciones elementales “no son nunca dadas a nosotros en la percepción interna inmediata, sino que son el resultado de una abstracción psicológica.”[32] La ciencia no acepta simplemente la apariencia externa de los fenómenos naturales sino que busca explicarlos causalmente como el resultado de procesos hipotéticos subyacentes. En otras palabras, los datos proporcionados por la percepción interna constituyen un dominio de fenómenos que la psicología debe explicar, pero no contienen en ellos mismos sus principios explicativos.
Entonces, el uso que Wundt hace del método de introspección es muy limitado. En la medida en que acepta la crítica clásica, rechaza que la introspección sea reemplazable por la “percepción interna”. Para los propósitos prácticos de la investigación psicológica más bien se vuelve sinónimo de observación e informe de la percepción externa. La mayor parte de los fenómenos mentales, en particular los fenómenos de pensamiento y sentimientos complejos, estaban excluidos del estudio introspectivo. Aún en el área de la sensación y percepción los informes “introspectivos” se limitaban a los juicios más simples y los informes cualitativos eran en general excluidos. Los datos no introspectivos, bajo la forma de mediciones de conducta y de productos como el lenguaje, ocupaban un extenso lugar en la investigación psicológica. Finalmente, los conceptos explicativos y los principios de su psicología no estaban fundados en la percepción interna sino que eran esencialmente construcciones hipotéticas. La psicología de Wundt era mentalista en el sentido en que el psicólogo estaba obligado a explicar fenómenos variados de conciencia; no era “introspectiva” en el sentido de que este método, tal como se lo entiende comúnmente, fuera considerado la llave de esa empresa.

EL PERIODO DE LA “INTROSPECCION SISTEMATICA”

Durante los últimos años del siglo XIX los desarrollos metodológicos en psicología empezaron a sobrepasar a Wundt. Estos desarrollos fueron de dos clases. Por una parte, los métodos de la psicología infantil y animal, por los cuales Wundt no tenía un entusiasmo particular, comenzaron a ser considerados con interés creciente. Por otra parte, el método de la introspección comenzó a ser desarrollado en direcciones que eran completamente distintas de los preceptos básicos de Wundt. Esto fue seguido por un período relativamente breve de entusiasmo introspectivo que rápidamente culminó en una crisis y, por lo menos en EE.UU., en el conductismo.
El contraste entre este período y la precedente era Wundtiana fue señalado por Titchener, quien cumplió un papel no desdeñable en ese cambio. En 1912 comienza su introducción a la introspección del siguiente modo:
“Aquellos que recuerdan los laboratorios psicológicos de hace 20 años difícilmente pueden escapara a un choque ocasional por el contraste que, actualmente, muestra con un vívido relieve la diferencia entre el viejo y el nuevo orden. El experimentador de los primeros años de la década del ’90 confiaba, ante todo, en sus instrumentos; cronógrafo, quimógrafo y taquitoscopio eran ¾y no es una exageración decirlo¾ de importancia mayor que el observador,… Había todavía amplios campos de la vida mental a los que el experimento no había tocado, …entretanto, ciertos capítulos de la psicología estaban escritos bajo las luces del “sistema” más que con el apoyo de los hechos. Ahora 20 años después hemos cambiado todo eso. El movimiento hacia el análisis cualitativo ha culminado en lo que se llama, con cierta expresión redundante, el método de la “introspección experimental sistemática”… Un gran cambio ha tenido lugar, intensiva y extensivamente en la dirección del método introspectivo.”[33]
Los cambios “extensivos” a los que Titchener se refería incluyen la difusión de análisis introspectivos “sistemáticos” a áreas como memoria, pensamiento, y sentimientos complejos. En su mayor parte, eran áreas que Wundt explícitamente había excluido del ámbito legítimo de la introspección experimental. Los experimentos de Würzburgo constituyen los elementos más avanzados en esta nueva ola del análisis introspectivo; al cuestionarlos Wundt se colocó en la oposición de esa corriente. Sus argumentos contra Würzburgo no eran nuevos; casi directamente se basaban en los preceptos que previamente había formulado para proveer una razón a su propio programa experimental. Sólo cuando “el objeto de la introspección está directamente ligado a objetos físicos externos o procesos” se dan las condiciones ideales para la investigación psicológica; en otras circunstancias se da una aproximación más o menos satisfactoria a ese ideal y requieren ser tratadas con gran precaución.[34] La dificultad de la observación subjetiva y la falibilidad de la memoria produce una “barrera infranqueable” que afecta primariamente la investigación del pensamiento y de los procesos afectivos y volitivos.[35] Como una alternativa a los métodos de Würzburgo para la investigación de procesos cognitivos complejos Wundt describía la combinación de evidencia experimental y lingüística que ya había propuesto y practicado durante años.[36]
Desde un punto de vista metodológico, los cambios “intensivos” en la aplicación de la introspección, tal como lo señalaba Titchener, son todavía más significativos que esa extensión hacia temas previamente excluidos. Los cambios en la práctica de la introspección, que sirven para distinguir su uso en el período wundtiano clásico del uso durante el período posterior de “introspección sistemática”, pueden ser agrupados bajo cuatro ítems. En primer lugar, los introspeccionistas posteriores, eran mucho más permisivos que Wundt respecto de la práctica de la retrospección. Para Wundt el rechazo de la retrospección había jugado un rol clave en su reemplazo de la introspección clásica por la percepción interna bajo condiciones experimentales. Esto establecía una diferencia fundamental entre Wundt y autores no experimentalistas como J.S.Mill y William James. Sin embargo, la práctica de requerir informes introspectivos retrospectivos gradualmente se extiende entre un sector de psicólogos experimetales. En sus sistematización de las técnicas introspectivas establecidas, el gran experimentador G. Müller en 1911,[37] admite la “auto-percepción” directa (Selbswahrnehnung) y el informe retrospectivo como las dos formas fundamentales del método introspectivo. El año siguiente Titchener adopta exactamente la misma posición.[38] La admisión general de métodos retrospectivos a un estatuto sistemático era una consecuencia de la impresión de que la introspección podía interferir con el curso “natural” o “libre” de los procesos mentales durante el tiempo en que ocurren, de allí que los relatos retrospectivos fueran, a menudo, necesarios. Enfrentados a la alternativa de limitar sus estudios a aquellas pocas áreas en las que las respuestas subjetivas fueran tan automáticas que la actitud introspectiva sólo muy improbablemente podría producir distorsiones serias, o extender sus estudios hacia procesos psicológicos más interesantes y aceptar el problema del informe retrospectivo, los introspeccionistas sistemáticos adoptaron la segunda alternativa.
Pero la confianza en los informes retrospectivos entraña serios problemas. No solo tiene que enfrentar muchas posibles distorsiones de la memoria, sino que, en particular, se ha demostrado que la memoria humana está llena de huecos. Esto entraña una consecuencia de largo alcance que fue claramente percibida primero por Albert Edward Michotte,[39] a saber, que si el informe retrospectivo no contiene referencias sobre algún aspecto particular de la experiencia de la que trata, esto no constituye fundamento para creer que ese aspecto estuvo ausente de hecho. En otras palabras, el informe retrospectivo proporcionado por el introspeccionista no provee criterios decisivos confiables para rechazar (o para verificar de ese modo) ninguna hipótesis particular acerca de procesos subjetivos. Esta clase de consideraciones gradualmente enfrió el entusiasmo por la “introspección sistemática” de muchos de aquellos que no sentían atracción por la alternativa conductista.
El segundo rasgo de la “introspección sistemática” que la separa de la fase temprana de introspección limitada supone un deslizamiento en la importancia relativa adjudicada a los datos objetivos e introspectivos en una serie particular de observaciones experimentales. En los tipos de experimentos más tradicionales los datos esenciales eran o bien completamente objetivos, como los tiempos de reacción o los errores del recuerdo, o bien directamente ligados a las variaciones medidas de las condiciones físicas, como en psicofísica o en experimentos diversos sobre la percepción. En términos del verdadero dato subjetivo, se esperaba que el sujeto proporcionara a lo sumo informes ocasionales sobre procesos mentales que acompañaban sus respuestas registradas más evidentes. La introspección sistemática cambió este énfasis. Los informes subjetivos ahora eran requeridos como una base regular, usualmente, en cada prueba experimental, y eran ellos, más que las mediciones objetivas, los que proveían los datos esenciales de la investigación. Los estudios de la escuela de Würzburgo, y otros a los que dan lugar,[40] aportan el ejemplo más conocido de esta tendencia, aunque no está limitada a es grupo.[41] En los estudios de Würzburgo la solución actual a la tarea experimental se vuelve mas bien irrelevante respecto del real propósito del experimento, que es proveer datos subjetivos acerca de los procesos de pensamiento. Por supuesto que para Wundt estos eran simplemente “pseudo-experimentos”. Müller, más cuidadoso, prevenía contra el peligro de que estos métodos vinieran a ser considerados la norma en la psicología experimental.[42]
El tercer rasgo del nuevo introspeccionismo está fuertemente conectado con este desvío hacia los informes subjetivos: el interés en descripciones cualitativas. Los estudios de Francis Galton sobre la imaginación en cierta medida habían anticipado esta tendencia,[43] pero en la época de Wundt y de G.T. Fechner constituían un área distintivamente marginal de la investigación psicológica. Fue Alfred Binet en el que jugó el rol clave en el desafío a la introspección wundtiana en sus propios fundamentos. En 1903 publicó una serie de trabajos de investigación sobre el umbral entre dos puntos en los cuales no se limitó a los informes introspectivos acostumbrados, que no iban más allá de consignar cuando habían sido sentidos uno o dos puntos después de la aplicación del estímulo.[44] A través de preguntas y de informes espontáneos del sujeto acumulaba una masa de datos cualitativos que mostraban que la determinación convencional del umbral representaba una grosera sobresimplificación de los procesos subjetivos involucrados. Los sujetos no sólo informaban las sensaciones entre la unicidad y la duplicidad, sino que también describían complejos procesos de decisión que claramente involucraban los efectos de la expectativa y de la sugestión, tanto como las diferencias individuales. Otros ya habían notado algunos de los problemas asociados con el umbral diferencial de dos puntos,[45] pero fue Binet quien claramente acentuó las implicaciones metodológicas. Su uso del complejo material cualitativo introspectivo fue también un rasgo destacado en su estudio clásico acerca de las diferencias del estilo cognitivo, en las cuales usó a sus dos hijas como sujetos.[46] Su pretensión de haber anticipado los descubrimientos de la escuela de Würzburgo era posible, en gran medida, porque sus innovaciones metodológicas eran similares. Los estudios de Würzburgo también se vinculaban con informes introspectivos complejos y cualitativos de un tipo que hasta entonces no había sido aceptable en la psicología experimental. Una consecuencia de su práctica fue que aquellos que querían comprobar esos resultados debieron hacer uso de métodos similares.
El cuarto rasgo distintivo de la introspección sistemática que puede ser destacado involucra un cambio en la psicología social del experimento psicológico. Esto se origina en el rol mucho más dominante que el experimentador asume ahora en la conducción del experimento. Tradicionalmente, el rol del experimentador había sido más bien modesto; debía asegurarse de que la serie de estímulos fuesen presentadas como correspondía y que el resultado fuera propiamente registrado, pero no se entrometía durante el curso del experimento. Cuanto más énfasis se pone en la importancia de los informes cualitativos detallados e introspectivos realizados por el sujeto, más destacadas y persistentes tienden a ser las preguntas del experimentador, tanto que en el caso extremo la función del experimento parece ser simplemente la provisión de un encuadre para el diálogo entre el experimentador y el sujeto.[47] Pero aún cuando este extremo no sea alcanzado, el carácter requerido al experimento ha cambiado. En el experimento tradicional el sujeto se consideraba a sí mismo como respondiendo a estímulos físicos; ahora a lo que está respondiendo es a las preguntas dirigidas a él por el experimentador. Aparte de la posibilidad obvia de que la formulación de instrucciones y preguntas por parte del experimentador podía inclinar los resultados, está el efecto más fundamental que consiste en la creación de la impresión de que las preguntas planteadas por el experimentador son posibles de ser respondidas, es decir, que el sujeto debe ser capaz de proporcionar un relato inteligible de lo que pasa por su mente mientras intenta resolver las pruebas experimentales. El resultado fue que la introspección se convirtió menos en una cuestión de observación que en un asunto de construcción.[48] Las derivaciones de la controversia sobre el pensamiento sin imágenes mostró rápidamente que una vez adoptada la metodología de la introspección sistemática era muy fácil para grupos asociados con laboratorios particulares construir cada uno su propia y especial versión de la realidad subjetiva. En la fase temprana de la introspección experimental había habido ciertamente diferencias teóricas en la interpretación de los datos; pero la introspección sistemática aportaba a que las diferencias teóricas estuviesen listas para adoptar la forma de diferencias en los datos mismos.
Los “introspeccionistas sistemáticos” comparten el deseo de trascender los límites muy estrechos de la introspección experimental wundtiana clásica. Partiendo de que la experiencia consciente conforma el tema esencial de la psicología, los introspeccionistas sistemáticos también comparten la pretensión de incluir hechos mentales complejos en el ámbito de la investigación experimental. Entre ellos se aceptaba generalmente que la psicología debía y podía encarar el estudio de la experiencia consciente en las áreas del pensamiento y el sentimiento por medios experimentales.
Theodor Lipps fue uno de los que jugaron un rol destacado en la legitimación de un punto de vista menos restrictivo sobre la introspección que el que había caracterizado a Wundt. Algunos introspeccionistas experimentales recibieron su inspiración fenoménica de Lipps más que de trabajos propiamente filosóficos.[49] El optimismo de Lipps con respecto a las posibilidades de una introspección relativamente sin trabas mostraba un contraste acentuado con la extrema precaución de Wundt y de Müller. Creía en el valor del análisis retrospectivo de la conciencia y frente al cargo de que la introspección distorsionaba o destruía su objeto, afirmaba, por el contrario, que “cuando más intensiva es la observación más emerge lo observado en su completa naturaleza”.[50] Distinguía entre experimentos externos e internos. La primera categoría está constituida por el concepto de Wundt de un experimento psicológico en el cual los hechos de conciencia se suponen ligados a datos físicos o fisiológicos. Para Lipps, estos experimentos “externos” tenían algún valor pero sus resultados eran limitados en interés y en importancia. En cambio los experimentos “internos” eran los verdaderos experimentos psicológicos. Estos experimentos incluían “el recuerdo de ideas y pensamientos, la libre presentación a uno mismo de toda clase de experiencias, la variación interna, la adición de partes y también la abstracción”. La gran ventaja de la introspección, el único método esencial de la psicología, es que hace posible tal “experimentación interna libre.”[51] Es posible sospechar que cuando psicólogos con puntos de vista tan diverso como los de Wundt y Lipps son puestos juntos como “introspeccionistas”, el resultado conduce a la confusión y al malentendido.
El florecimiento breve de la “introspección sistemática” en la psicología no dejó de tener relación con una corriente de pensamiento que fue característica del período hacia el fin de siglo. Se trata de la corriente del fenomenismo. Se manifestó en la filosofía de la ciencia a través de la enorme influencia de los escritos de Ernest Mach y más adelante de su seguidor, Karl Pearson; influyó en general en la filosofía a través del trabajo de Richard Avenarius (muy relacionado con el de Mach) y eventualmente a través de la “fenomenología” de Edmund Husserl y otros.[52] Un rasgo común de estos representantes del fenomenismo fue un decidido rechazo de los esquemas hipotéticos explicativos, que eran clasificados de “metafísicos”, y la convicción de que la ciencia y la filosofía debían volver a su fundamento en el análisis del orden de la experiencia directa. En ese sentido, los conceptos explicativos no deben ser inventados sino descubiertos en el esquema, en la regularidad y la evidencia de la propia experiencia. La “introspección sistemática” fue una expresión de esta perspectiva en psicología.
Estas amplias bases comunes no excluyen algunas divergencias fundamentales. En particular, los fenomenistas estaban profundamente divididos en términos de si la interrogación sobre la experiencia directa debía tener por motivo la búsqueda de un orden de “lo dado”, exactamente como aquello que la naturaleza presenta por todos lados, o si debía ser encarada como el descubrimiento de actos a través de los cuales ese orden estaba constituido, pero que eran, ellos mismos, diferentes de tal orden. La primera de estas alternativas está representada por el positivismo de Mach para quien la física y la psicología están comprometidas, ambas, simplemente con el “análisis de las sensaciones”, esto es, lo dado de la experiencia; ambas difieren en sus respectivos puntos de vista pero no en la naturaleza de sus datos fundamentales.[53] La segunda alternativa está representada por Husserl y otros que continuando en la línea de la fundación que en la psicología moderna se remite a Franz Brentano, intentaban trazar el contenido de lo que es dado en la experiencia en los actos últimos de intencionalidad, siendo tales actos, por supuesto, desconocidos para los físicos. En su forma primera, el fenomenismo se muestra heredero de una filosofía empirista que no reconoce otro orden que el orden de la contingencia; en su segunda forma el fenomenismo apunta a encontrar en la experiencia el fundamento de la existencia de un orden de necesidad, esto es, un orden lógico.
Entre los introspeccionistas sistemáticos, representantes de la tendencia fenomenista en psicología en los comienzos de nuestro siglo, había adherentes de ambas versiones del fenomenismo, y esto rápidamente condujo a una crisis de los fundamentos. Titchener fue, claramente, el representante más prominente y teóricamente más elaborado del tipo de fenomenismo de Mach-Pearson. Para él el objetivo de la introspección reside en la descripción analítica de lo que está dado en la conciencia, sus “contenidos”, tal como lo dice. La introspección produciría una reducción de la experiencia compleja a elementos que estaban desprovistas de sentido, y que eran, como para Mach, idénticos a los elementos sensoriales que conformaban también los datos básicos de la ciencia física. La única diferencia estaba en que la psicología estudiaba esos elementos en su dependencia respecto de un organismo, mientras que la física los trataba independientemente. Titchener afirmaba el estatuto de la psicología como una ciencia natural sobre la base de la fundamental similitud entre la introspección en la psicología y la inspección practicada por las ciencias físicas. A este respecto no era simplemente un seguidor de Mach sino que también continuaba la tradición de los empiristas británicos, con los cuales el propio Mach eventualmente descubriría una fuerte afinidad.
El tipo de enfoque representado por Mach había tenido también una marcada atracción para figuras como Hermann Ebbinghaus y Oswald Külpe. Sin embargo, en el caso del último por lo menos, diferentes influencias comenzaban a alcanzar preeminencia después de los últimos años del siglo XIX. Aunque apreciaba el rol del positivismo anti-metafísico de Mach, que proveía una corrección para sistemas de hipótesis como los de Wundt,[54] Külpe llegó a percibir la alternativa positiva al enfoque de Wundt cada vez más en términos de un modelo de psicología del acto, tal como el implicado en la fenomenología de Husserl y representado por la psicología de Brentano, Carl Stumpf y Lipps.[55] En este sentido, Külpe estaba siguientdo y a la vez anticipando, una tendencia que fue bastante marcada en Alemania durante los primeros años de nuestro siglo. Una tendencia que dejó una marca inconfundible en la práctica de la introspección sistemática. La mayor parte de los primeros trabajos de los introspeccionistas de Würzburgo, por ejemplo, estaban directamente inspirados por la sugerencia, proveniente de la lógica fenomenológica, que los juicios debían ser entendidos como actos de la experiencia consciente. La deuda explícita con Husserl es particularmente pronunciada en el caso de Karl Bühler cuyo trabajo fue caracterizado por un contemporáneo como el intento más o menos deliberado de subordinar la fenomenología de Husserl a la prueba experimental.[56] La devaluación de la introspección en la tradición kantiana había derivado, en gran medida, del principio de que el orden real normativo era trascendental y por lo tanto no abordable por el estudio introspectivo de la mera conciencia fenoménica. La ruptura de Husserl con esta tradición parecía, a algunos psicólogos, aportar una nueva significación a los estudios introspectivos sistemáticos; podría ahora esperarse que arrojaran luz sobre algunas cuestiones verdaderamente fundamentales, que previamente habían sido consideradas inabordables.[57]

LA CRISIS DE LA INTROSPECCION

La década que va de 1903 a 1913 puede considerarse como el período durante el cual la “introspección sistemática” florece y prolifera. Antes de este período el limitado punto de vista wundtiano no fue, en general, desafiado por los experimentalistas; después de este período hubo una rápida pérdida de interés en el método mismo. Pero si la “introspección sistemática” es así identificada con un período distintivo en la historia de la psicología, sería engañoso caracterizarlo como una “escuela”, como un “paradigma”, o incluso como un “programa de investigación”. Los practicantes de las diferentes variantes del método sostenían en común ciertas aspiraciones para la psicología y compartían algunos presupuestos fenomenistas globales. En este sentido su trabajo mostraba características distintivas importantes. Pero también diferían en aspectos fundamentales. En particular, existía una divergencia filosófica básica entre el empirismo sensualista de Titchener y las variadas versiones de la psicología del acto que predominaban en Alemania. Sus programas de investigación introspectiva eran bastante diferentes. En un caso se buscaban los elementos sensoriales abstractos a los cuales la experiencia debía ser reducida y en otro se buscaban los actos subjetivos que hacían posible experiencias de distinto carácter. Ambos programas fracasaron, pero no a causa de la incompatibilidad de sus resultados. Esto es algo que no sorprende dadas las divergencias en objetivos y presupuestos. De cualquier modo, la controversia que siguió tuvo un alcance muy limitado, en tanto los introspeccionistas alemanes en general no tenían conocimiento de la posición de Titchener.
En Alemania la crítica fundamental a la “introspección sistemática” estuvo expresada en términos de la distinción entre “descripción” y “comunicación” (Beschreibungy Kundgabe). Así es como se afirmaba que “allí donde las palabras con las cuales el sujeto experimental describe sus experiencias no inducen en el experimentador ciertas experiencias propias, es imposible una interpretación específica, y, por tanto una evaluación científica de tales informes introspectivos.”[58] La cuestión de la validez de los informes introspectivos sistemáticos se convierte entonces en la pregunta por la relación entre las experiencias subjetivas que conforman el dato último y la forma verbal en la cual son simbólicamente expresados. Esta relación puede tomar diferentes formas en la medida en que el dato físico puede ser representado simbólicamente por un dibujo o por una descripción verbal. Es posible intentar describir las partes distinguibles de la experiencia original, pero entonces inevitablemente se fracasa en comunicar la naturaleza de la experiencia como un todo; alternativamente es posible intentar transmitir la cualidad de la experiencia como un todo pero esto usualmente debería ser hecho metafóricamente y, por lo tanto, ambiguamente; es decir que no proveería certeza de que la interpretación del experimentador corresponde a aquello que ha estado actualmente en la mente del sujeto. Si una descripción relativamente no ambigua de los elementos de la experiencia, en un lenguaje sensualista, es posible, a la vez es irrelevante, porque simplemente no proporciona un relato de la experiencia tal como ella existe. Al mismo tiempo, los mensajes verbales acerca de la experiencia total actual tienen una cualidad expresiva, por así decirlo, poética, que es efectiva para los propósitos de la comunicación interpersonal normal pero que no permite extraer conclusiones científicamente ciertas acerca de la equivalencia precisa entre lo que el mensaje evoca en la mente del oyente y lo que estaba en la mente del informante.
Enfrentado con este dilema el introspeccionismo sistemático alemán se dividió en dos corrientes divergentes, ninguna de las cuales podría ser descripta como introspeccionista en el sentido clásico. Primero, estaban aquellos que preferían la mayor cercanía a las experiencias de la vida real que era el que permitía el método de la Kundgabe. Pero esto significaba resignar cualquier pretensión, en la experimentación, de alcanzar la clase de precisión y certeza propias de la ciencia natural. El método de elección fue la interpretación intuitiva de los informes cualitativos o “clínicos”. De cualquier modo, debe quedar claro que esto no era una “psicología introspectiva”. El objetivo no era dar cuenta de estados particulares de conciencia sino extraer conclusiones acerca de las disposiciones del sujeto, valores, motivos, etc; esto es, acerca de características de la persona más que de caracteres de conciencia. Al atraer la atención hacia el hecho de que la comunicación normal sobre estados subjetivos no alcanzaba a ser la descripción objetiva de estadios de conciencia sino de expresiones de estados de la persona, el concepto de Kundgabe sirvió para poner fin a la influencia desafortunada que la visión de una conciencia abstracta y separada del cuerpo había ejercido sobre la psicología por muy largo tiempo.
Renuentes a renunciar a las ventajas de un enfoque experimental, un segundo grupo de psicólogos alemanes optó por la mayor certeza relativa de la descripción antes que por la cercanía a la experiencia vivida que ofrecía la Kundgabe. De un modo general abandonaron los rasgos característicos de la “introspección sistemática” y tomaron en serio el consejo de viejos experimentalistas como Müller en el sentido de que se deben someter los informes introspectivos al control constante de mediciones de la conducta evidente y de los resultados de tal conducta .[59] En otras palabras una vez más prevaleció una concepción mucho más limitada del rol propio de la introspección. Principalmente, el nuevo desarrollo involucraba la adopción de un lenguaje descriptivo que resultaba ser un vehículo más satisfactorio para dar cuenta de la organización de la experiencia que el viejo lenguaje sensualista. Indudablemente la fenomenología había indicado el camino. La versión de la Gestalt de este nuevo lenguaje se ha convertido en la más conocida, pero otras versiones pueden ser encontradas en los últimos trabajos de Bühler, Otto Selz, y de la segunda escuela de Leipzig. Se cree que ya que la experiencia está siempre organizada, una descripción adecuada y no ambigua requiere de hecho del abandono del lenguaje equívoco de los elementos y su reemplazo por un lenguaje que contenga los términos necesarios para la descripción de los estados de organización.
La resolución de la crisis de la “introspección sistemática” siguió un curso muy diferente en los EE.UU. Aunque no es un tema de importancia principal es necesario tomar en cuenta la posición especial que ocupó Titchener en ese contexto. A causa del gusto con el cual entró en la polémica, a través de sus pronunciamientos a menudo provocativamente dogmáticos, y a causa de la singularidad de alguno de los puntos de vista que defendía, Titchener alcanzó una posición de visibilidad que no reflejaba la representatividad de sus puntos de vista para la psicología introspectiva como un todo. Siempre polémico, fue capaz de usar su inusual conocimiento del trabajo europeo para crear la impresión de que su posición era menos solitaria.[60] El resultado fue que cuando esta versión única de la introspección se mostró claramente inadecuada, fue fácilmente generalizada respecto del método como un todo por aquellos que tomaban sus argumentos en su significación literal. Sin embargo, la crisis del sistema de Titchener no debería ser confundida con los problemas más generales del método introspectivo en psicología. El sistema de Titchener fracasó, primero, porque era incapaz de discutir consistentemente las evidencias sobre el pensamiento sin imágenes; y, segundo –y esto es lo más importante en el contexto presente- a causa de que insistía en que la descripción introspectiva no debía tener referencia al significado. Esta había sido su única contribución a la metodología de la introspección. Ahora bien, por una parte, esto realmente nunca había dado resultado,[61] y, por otra, no interesaba a nadie. Boring lo sintetizó muy bien, a partir de su experiencia personal: “En la medida en que la introspección dejaba fuera la inferencia y el significado tanto como le era posible, se volvía un pesado recuento taxonómico de hechos sensoriales, que, en cuanto casi no poseen valor funcional para el organismo, son particularmente poco interesantes para el temperamento científico norteamericano”.[62]
Esto deja planteada la pregunta acerca de si la introspección, aun la no titcheneriana, podía interesar a los psicólogos norteamericanos. Aquí el historiador debe ser cuidadoso para no extraviarse a partir de las exageraciones surgidas al calor de argumentos sostenidos por los abogados apasionados de una causa. Titchener no era el único dedicado a la polémica en la escena. También J. Watson era poco objetivo en su evaluación de la situación de la psicología. Como cualquier propagandista radical, se inclinaba a acentuar la audacia de su solución; y para hacerlo debía crear el mito de un establishment unido sólidamente y dedicado a prácticas desviadas. De modo que si uno se atiene a Watson y Titchener se tendría la impresión de que el interés por la introspección jugó en la psicología americana, en los primeros años de este siglo, un rol mucho más importante que el que en realidad cumplió. En verdad, la confianza en las mediciones objetivas estaba ya suficientemente extendida, y en muchos lugares la introspección no era proclamada como el método central de la psicología, en el sentido en que lo había sido para James. Entre los manuales norteamericanos de la época, sólo el de Titchener se distingue por limitar su discusión de los métodos psicológicos a la exposición del método de la introspección.[63] El enfoque usual mencionaba a la introspección en una lista de métodos, sólo para conceder crecientemente un lugar de privilegio a los otros métodos. E.L. Thorndike fue uno de los primeros en insistir en el reemplazo de la “mera” observación y análisis mentales por experimentos conducidos con “precisión cuantitativa.”[64] C.H.Judd, que había traducido el Compendio de Wundt y que, en general, estaba más cerca del espíritu de Wundt que del de Titchener, afirmaba: “Es evidente que los primeros psicólogos tenían razón cuando establecían la importancia particular de la introspección. Sin embargo, es igualmente evidente que imponían en su ciencia una limitación sin garantías cuando afirmaban que la introspección era el único medio posible de reunir hechos psicológicos”.[65] Walter Pillsbury define a la psicología como “ la ciencia del comportamiento humano” y aunque “la conciencia todavía debe ocupar una parte importante de nuestra ciencia”, al mismo tiempo es claro que “el hombre deber ser tratado tan objetivamente como cualquier fenómeno físico”.[66] James Mc Keen Cattell colocó decididamente a la introspección en su lugar en 1904: “La idea bastante extendida de que no puede haber psicología sin introspección es refutada por el simple argumento de los hechos. Creo que la mayor parte del trabajo de investigación que ha sido hecho en mi laboratorio es casi tan independiente de la introspección como el trabajo en física o en zoología.”[67]
Cuando apareció el artículo ya clásico de Watson en 1913,[68] el mismo había sido precedido por un buen número de ataques directos a la introspección. Uno de ellos ofrecía una crítica a los presupuestos del método.[69] Limitado a la literatura en lengua inglesa, tuvo que tomar ejemplos británicos del siglo XIX y a James; la literatura norteamericana más contemporánea, exceptuando a Titchener, simplemente no ofrecía ningún blanco sustantivo, ya que no había el tipo de interés y de compromiso con esa orientación que había producido los análisis detallados de experimentalistas como Wundt y Müller.
La referencia de Cattell al trabajo realizado en su laboratorio, que era enteramente independiente de la introspección, apuntó al factor real que estuvo involucrado en el eclipse de la introspección. En una dimensión creciente, los psicólogos americanos formulaban sus problemas de investigación en términos de la ejecución práctica de la que sus sujetos eran capaces, y de las condiciones manipulables que determinaban y limitaban tal ejecución (performance). A partir de tales objetivos de investigación, la introspección se volvía, en el mejor de los casos, irrelevante, y, en el peor, un verdadero estorbo. Tempranamente, en 1899, R.S. Woodworth había reconocido que la introspección no era la herramienta para estudiar la habilidad motora, y había generalizado esta idea a otras áreas: “A partir de la introspección no podemos decir que es lo que guía nuestros movimientos. Debemos atenernos a una determinación cuantitativa del grado de precisión observada bajo diferentes condiciones. Y poseemos un método en psicología que no depende de la introspección; parece innegable que ese método debe ser aplicado a tantas áreas como sea posible… Dar al sujeto algún tarea difícil para ejecutar, bajo ciertas condiciones de las que no puede evadirse (mayormente como un juego), luego variar las condiciones y medir y comparar el éxito de sus esfuerzos”.[70]
Con el crecimiento rápido del interés en el estudio de las habilidades prácticas y en el examen de la eficiencia práctica de ejecución, creció también el número de los que consideraban a la introspección no sólo sin propósito sino como una interferencia en los objetivos de investigación.
La perspectiva de la ejecución rápidamente se extendió de la actividad motora a la actividad mental en general. Esto fue particularmente claro en el abordaje de Thorndike, pero se aplica igualmente a otros trabajos en el área de los tests mentales. Lo más característico del enfoque de los investigadores norteamericanos no fue simplemente su interés en las diferencias individuales per se, sino que estaban interesados en estas diferencias individuales desde el punto de vista de la ejecución. En esto el trabajo se distinguía respecto del que se hacía en Europa sobre las diferencias individuales, así como del de Binet que adoptó para su orientación el punto de vista del estilo. Aplicado a los procesos mas que al efecto, la perspectiva de la ejecución se expuso en estudios sobre el entrenamiento mental y la fatiga mental. No es extraño, entonces, que parte de la crítica a la introspección que precedió a la de Watson viniera de los que adoptaron este enfoque.[71]
Watson no agregó nada sustancial a la crítica de la introspección que circulaba en 1913. Lo que añadió fue un énfasis mucho más explícito en la incompatibilidad del método introspectivo con los requerimientos de una disciplina orientada primariamente a las demandas de la práctica: “Si la psicología va a seguir el plan que sugiero, el educador, el médico, el jurista y el empresario podrían utilizar nuestros datos de una manera práctica, siempre y cuando seamos capaces de obtenerlos experimentalmente. Lo que me permite esperar que la posición conductista sea defendible, es el hecho de que aquellas ramas de la psicología que se han ya distanciado parcialmente de la psicología experimental originaria, y que son consecuentemente menos dependientes de la introspección, están hoy en la condición más floreciente. La pedagogía experimental, la psicología de las drogas, la psicología de la publicidad, la psicología jurídica, la psicología de los tests y la psicopatología están todas creciendo vigorosamente.”[72]
Watson objeta que se llame a estos campos psicología “aplicada”; para él las respectivas orientaciones constituyen la única dirección posible hacia una psicología científica. Vale la pena advertir que dos años antes el primer manual que define a la psicología como la ciencia del comportamiento humano había dado también como referencia la necesidad que tenía la industria de un conocimiento más fundado de lo que era llamado el “instrumento humano”: “El fin práctico es determinar de qué depende la capacidad humana y, a la luz de este conocimiento, descubrir los medios de incrementar la eficiencia humana.”[73] En cuanto se adhiere a este objetivo, los datos de la introspección dejan de tener algún interés: Titchener percibió claramente la fuente de la nueva y radical enemistad que debía enfrentar una psicología introspectiva. Lo percibió en la identificación de los objetivos de la “tecnología” con los objetivos de la ciencia.[74] Müller también discutía la oposición que existía entre “los intereses de la vida práctica” y la clase de “intereses psicológicos” de los cuales la introspección dependía efectivamente.[75] Por estas razones sostenía la tradición que consideraba preferible que los datos introspectivos fueran recolectados por sujetos psicológicamente entrenados. Con el eclipse de esos que eran, para Müller, intereses psicológicos y su reemplazo por lo que llamaba “los intereses de la vida práctica”, esa restricción perdía su apoyo, y la definición de los roles del sujeto y el experimentador cambiaban. Era el experimentador, y no más el sujeto, el que se constituía ahora en el “observador”.
Un examen de la literatura psicológica relevante no conduce a la conclusión de que este rechazo radical de la introspección fuera el resultado de dificultades internas enfrentadas por el método. Las dificultades clásicas eran bien conocidas y no habían impedido la combinación de una forma limitada de introspección con el crecimiento vigoroso de la psicología experimental. La “introspección sistemática” que se puso de moda en los comienzos del siglo XX indudablemente agregaba algo a estas dificultades, y es claro que había que elegir entre esta forma de introspección y el método del experimento tal como había sido normalmente concebido. Esto es lo que sucedió entre los psicólogos alemanes. Pero el rechazo total, en principio, de toda forma de introspección no fue una conclusión racional a la luz de los problemas que surgían en esa época. Esta solución sólo puede ser entendida en términos de la intervención de factores que son externos al desenvolvimiento interno de la disciplina, en cuanto determinada esencialmente por normas racionales.[76] Estos factores no racionales están constituidos, por entonces, por el surgimiento de nuevos “intereses” en los psicólogos y particularmente entre los psicólogos americanos. Estos intereses redefinen las metas de la investigación psicológica y por consiguiente producen una nueva selección de los métodos necesarios para alcanzar esas metas. La introspección fue menos una víctima de sus problemas intrínsecos que una contingencia derivada de fuerzas históricas mucho más poderosas que ella.[77]

Notas:

[[1]](http://www.elseminario.com.ar/biblioteca/Danziger_Introspeccion_revisada.htm#_ednref1) Edwin G. Boring, “A History of Introspection”, [b] [/b][i]Psychological Bulletin[/i], 50 (1953), 169-189, p. 172.

[2] Es la caracterización usada por Maudsley, en su crítica. Véase Henry Maudsley, The Physiology of Mind, N. York, Appleton, 1878, p. 15.

[3] Wundt menciona mas de una vez su deuda con la filosofía leibniziana. Los Grundzüge der physiologischen Psychologieiniciaron una nueva era, pero su afirmación final es una invocación al espíritu de Leibniz.

[4] Johan Nicholas Tetens, Philosophische Versuche über die menschliche Natur und ihre Entwicklung, Berlin, Reuther and Reichard, 1913. Original.

[5] Immanuel Kant, Anthropology from a Pragmatic Point of View, trad. M.J. Gregor, The Hague, Martinus Nijhoff, 1974, original 1798, p. 22.

[6] Immanuel Kant, Metaphysical Foundations of Natural Science, trad. James Ellington, Indianapolis, Bobbs-Merrill, 1970, orig. 1785, p. 8. Véase también Theodor Mischel, “Kant ant the Possibilitiy of a Science of Psychology” Monist, 51 (1967), 599-622. Charles Coauaux, “Kant’s View on the Nature of Empricial Psychology”, Journal of the History of the Behavioral Science, 8 (1972), 237-242.

[7] Friedrich Eduard Beneke, Lehrbuch der Psychologie als Naturwissenschaft, Amsterdam, Bouset, 1964, orig. 1845. El único filósofo alemán cuyos puntos de vista en este tema estaban cerca de las posiciones británicas era J.F. Friess. Véase David E. Leary, “The Philosophical Development of the Cocneption of Psychology in Germany, 1780-1880”, Journal Hist. Behav. Sciences, 14 (1978), 113-121.

[8] Friedrich Albert Lange, The History of Materialism, trad. E.C. Thomas, 2 vols., N. York, Humanities Press, 1950, orig. 1865, 2, sect. 3, cap. 3.

[9] Lange fue el predecesor de Wundt en Zurich. Acuñó el slogan “psicología sin alma” y cumplió un papel importante en la divulgación de la idea de una psicología científica sobre bases neokantianas. Véase O.A. Ellissen, Friedrich Albert Lange: Eine Lebensbeschreibung, Leipzig, Baedeker, 1891: también L.J. Pongratz, Problemgeschichte der Psychologie, Bern, Francke, 1967.

[10] Sir William Hamilton, Lectures on Metaphysics and Logic, Boston, Gould and Lincoln, 1863, original 1859.

[11] John Stuart Mill, An Examination of Sir William Hamilton’s Philosophy, N. York, Longmans, 1889; orig. 1865. También Auguste Comte and Positivism, Ann Arbor, Univ. Of Michigan Press, 1961; orig. 1865.

[12] Maudsley, Phisiology of Mind.

[13] Herbert Spencer, Principles of Psychology, 2 vols, 2nd. Ed., London, Williams and Norgate, 1870, 1, 140-141. George Henry Lewes, “The Study of Psychology: Its Object, Scope and Method”, en The Origins of Psychology: A Collection of Early Writings, ed. W.G. Bringmann, N. York, Liss, 1976, caps. 5, 6; original publicado en 1879.

[14] En el prefacio de su primer texto Titchener caracteriza su “posición general” como “la de la psicología inglés tradicional”. Luego indica que su “sistema” está “en la relación más cercana” con “la escuela experimental alemana”. Véase Edward Bradford Titchener, An Outline of Psychology , N. York, Macmillan, 1896. Tratando de comunicar lo incomunicable frecuentemente presentaba una lectura de la literatura alemana que estaba bastante alejada del espíritu del original.

[15] La misma distinción fue hecha por Franz Brentano, Psychologie von empirischen Standpunkt, 2 vols, Hamburg, Meiner, 1955, orig. 1874, 1, cap. 2. Aunque no reconoce ninguna deuda, Wundt se refiere a Brentano en una primera discusión sobre el tema y no es improbable que haya decidido adoptar la terminología introducida por Brentano.

[16] Wilhelm Wundt, “Die Aufgaben der experimentellen Psychologie”, Unsere Zeit, 1882. Reeditado en Essays, 2nd. Ed., Leipszig, Engelmann, 1906.

[17] Wilhelm Wundt, Logik, 2 vols, Stuttgart, Enke, 1880, 1883, 2, 482.

[18] Titchener traduce ambos términos por “introspección”, de acuerdo con las exigencias de su argumentación. Boring (“History of Introspection”) hace lo mismo pero incluye los términos originales alemanes entre parétnesis. Es claro que no atribuye importancia a la distinción y, por lo tanto, falla en clarificar la posición de Wundt.

[19] En lo que sigue usaré esa traducción de los términos respectivos.

[20] Edward Bradford Titchener, Lectures on the Experimental Psychologiy of the Thought Processes, N. York, Macmillan, 1909, p. 96.

[21] James Mill, Analysis of the Phenomena of the Human Mind (1869), N. York, Kelley, 1967, p. 2.

[22] Wilhelm Wundt, “Selbstbeobachtung und innere Wahrnehmung”, Philosophische Studien, 4 (1887), 292-309, p. 302.

[23] Wilhelm Wundt, “Über psychologische Methoden”, Philosophische Studien, 1, (1883), 1-40, p. 26.

[24] Wilhelm Wundt, Völkerpsychologie, 10 vols, Leipzig, Engelmann, 1900-1920, vol. 1.

[25] Wilhelm Wundt, Logik, 3rd. Ed, 2 vols, Stuttgart, Enke, 1908, 3, 173. Véase también “Die Aufgaben der experimentellen Psychologie”, p. 208.

[26] Wilhelm Wundt, “Bermerkungen zur Theorie der Gefühle”, Philosophischen Studien, 15 (1900), 149-182.

[27] En dos de ellos hay serios defectos, mencionados explícitamente por Wundt en su crítica al trabajo en Würzburgo: ver W. Wundt, “Ueber Ausfrageexperimente und über die Methoden zur Psychologie des Denkens”, Psychologische Studien, 3 (1907), 301-360, esp. P. 321. Un tercer trabajo involucrado no fue hecho en su laboratorio.

[28] Para su ejemplo temprano, véase Max Friedrich, “Über die Apperceptionsdauer bei einfachen und zusammengesetzten Vorstellungen”, Philosophische Studien, 1 (1883), 39-77; Ernst Tischer, “Über die Unterscheidung von Schallstärken”, Philosophische Studien, 1 (1883), 495-542; Julius Merkel, “Die zeitlichen Verhältnisse der Willenstätigkeit”, Philosophische Studien, 2 (1885) 73-127; James McKeen Cattell, “Psychometrische Untersuchungen”, Philosophische Studien, 3 (1886), 305-336, 452-492.

[29] Wilhelm Wundt, “Zur Beurtheilung der zusammengesetzten Reaktionen”, Philosophische Studien, 10 (1894), 485-498.

[30] Wilhelm Wundt, “Zur Frage des Bewusstseinsumfanges”, Philosophischen Studien, 7 (1892), 222-231.

[31] W. Wundt, “Die Aufgaben der experimentellen Psychologie”, p. 206-207.

[32] W. Wundt, “Erfundene Empfingungen”, Philosophische Studien, 2 (1885), 298-305, p. 299.

[33] Edward Bradford Titchener, “Prolegomena to a Study of Introspection” American Journal of Psychology, 23 (1912), 427-448, p. 427.

[34] W. Wundt, “Über Ausfrageexperimente und über die Methoden zur Psychologie des Denkes”, Psychologische Studien, 8 (1907), 301-360.

[35] Ibid. pp. 319-322.

[36] Ibid., pp. 340-344.

[37] Georg Elias Müller, “Zur Analyse der Gedachtnistatigkeit und des Vrostellungsverlaufes”, Zeitschrift für Psychologie, Ergänzungsband, 5 (1911).

[38] Edward Bradford Titchener, “The Schema of Introspection”, American Journal of Psychology, 23 (1912), 485-508.

[39] Albert Edward Michotte, “A propos de la ‘Methode d’Introspection’ dans la psychologie experimentale”, Revue Neo-Scolastique, 4 (1907), 522.

[40] El abogado más entusiasta de estos métodos fue Narziss Ach, quien acuñó el término “introspección experimental sistemática”. Ver Narziss Ach, Über die Willenstätigkeit und das Denken, Göttingen, Vandenhoeck, und Ruprecht, 1905.

[41] Cf. Ibid., y J. Segal, “Über den Reproduktionstypus und das Reproduzieren von Vorstellungen”, Archiv für die gesamte Pshychologie, 12 (1908), 124-235.

[42] Müller, “Zur Analyse der Gedächtnistätigkeit”, p. 135. Para una defensa del nuevo introspeccionismo en contra de Wundt, véase también E. Dürr, “Über die experimentelle Untersuchung der Denkvorgänge”, Zeitschrift für Psychologie, 49 (1908), 313-340.

[43] Francis Galton, Inquiries into Human Faculty and Its Development, London, Macmillan, 1883.

[44] Alfred Binet, “La mesure de la sensibilité”, L’Année Psychologique, 9 (1903), 79-128.

[45] For example, G. Tawney, “The Perception of Two Points Not the Space-Threshold”, Psychological Review, 2 (1895), 587-593.

[46] Alfred Binet, L’Etude expèrimentale de l’intelligence, Paris, Schleicher, 1903.

[47] Cf. Ach, Über die Willenstätigkeit und das Kenken.

[48] En una notable anticipación del pensamiento moderno sobre el carácter exigido a los experimentos, Gorg Elías Müller fue capaz de mostrar cómo el método de la Escuela de Würzburgo imponía una presión sobre el sujeto para comprometerlo en una reconstrucción imaginativa hasta tanto él pudiera alcanzar alguna respuesta aceptable. Müller, “Zur Analyse der Gedächtnistätgkeit”, p. 122 f, 137 f.

[49] Véase August Messer, “Experimentell-psychologische Untersuchungen über das Denken”, Archiv für die gesamte Psychologie, 8 (1908), 1-224, p. 14.

[50] Theodor Lipps, Leitfaden der Pshychologie, 3rd. Ed., Leipzig, Engelmann, 1909, orig. 1903, p. 58.

[51] Ibid.

[52] Los trabajos germinales son: Enrst Mach, The Analysis of Sensations, N. York, Dover, 1959; orig. 1886. Karl Pearson, The Grammar of Science, N. York, Dutton, 1911; original 1892. Richard Heinrich Ludwig Avenarius, Kritik der reinen Erfahrung, Leipzig, Reisland, 1888-1890. Edmund Husserl, Logical Investigations, N. York, Humanities Press, 1970; orig. 1900.

[53] Las ulteriores implicaciones de la adopción de este punto de vista por algunos de los alumnos de Wundt han sido expuestas en otro trabajo. Véase K. Danziger, “The Positivist Repudiation of Wundt”, Journal of the Hist. Behav. Sciences, 15 (1979), 205-230.

[54] Oswald Külpe, Die Philosophie der Gegenwart in Deutschland, 7th. Ed., Leipzig, Teubner, 1920.

[55] Oswald Külpe, Vorlesungen über Psychologie, ed. Karl Bühler, Leipzig, Hirzel, 1920.

[56] Ver E. Von Aster, “Die psychologische Beobachtung und experimentelle Untersuchung von Denkvorgängen”, Zeitschrift für Psychologie, 49 (1908), 56-107. Para otros ejemplos de la influencia de Husserl en la metodología psicológica, véase G. Anschütz, “Über die methoden der Psychologie”, Archiv für die gesamte Psychologie, 20 (1911), 414-498.

[57] Karl Bühler, “Tatsachen und Probleme zu einer Psychologie der Denkvorgänge”, Archiv für die gesamte Psychologie, 9 (1907), 297-369. En su respuesta a las críticas de Wundt, Bühler se defiende afirmando que es mejor usar la introspección para describir qué está pasando en la mente del sujeto que limitarse a los tiempos de reacción y especular acerca de los procesos subyacentes, al modo de Wundt. Ver K. Bühler, “Antwort auf die von W. Wundt erhobenen Einwände gegen die Methode der Selbstbeobactung an experimentell erzeugten Erlebnissen”, Archiv für die gesamte Psychologie, 12 (1908), 93-123.

[58] E. Von Aster, “Die psychologische Beobachtung”, p. 65. Para una temparana apreciación de los problemas inherentes a la descripción verbal de los datos de la introspección, ver Hugo Münsterberg, Grundzüge der Psychologie, Leipzig, Barth, 1900.

[59] Müller, “Zur Analyse der Gedächtnistätigkeit”. Un similar abordaje precavido a la introspección fue la mantenida por Hermann Ebbinghaus; ver H. Ebbinghaus, Grundzüge der Psychologie, Leipzig, Veit, 1902, cap. 6.

[60] La experiencia me ha enseñado que cualquier referencia de Titchener a una fuente extranjera debe ser tratada con un grado de precaución mayor de lo habitual, sin que importe si él estima a la fuente como amistosa o no. Un ejemplo detallado de un “malentendido” de Titchener en George Humphrey, Thinking, Londo, Methuen, 1951, p. 64. A juzgar por la muy eficiente trayectoria de Titchener como traductor, la raíz del problema es más profunda que un simple problema de lenguaje.

[61] Boring, “History of Introspection”, p. 174.

[62] Ibid. Desde una perspectiva “clínica” la introspección titcheriana recibe el mismo veredicto negativo: “El reclamo por una psicología que tuviera alguna utilidad era completamente justificado cuando el objeto cuestionado era la clase de introspección sostenida por Titchener”, David Bakan, On Method, San Francisco, Jossey-Bass, 1967, p. 101.

[63] E.B. Titchener, A Textbook of Psychology, N. York, Macmillan, 1909.

[64] Edward L. Thorndike, The Elements of Psychology, N. York, Seiler, 1905, p. 322.

[65] Charles H. Judd, Psychology: General Introduction, Boston, Ginn, 1907, p. 5.

[66] Walter B. Pillsbury, The Essentials of Psychology, N. York, Macmillan, 1911, pp. 1-4.

[67] James McKeen Cattell, “The Conceptions and Methods of Psychology”, Popular Science Monthly, 60 (1904), 176-186. Reeditado en James McKeen Cattell: Man of Science, ed. A. T. Poffenberger, 2 vols, Lancaster, Pa, Science Press, 1947, 2.

[68] John B. Watson, “Psychology as the Behaviorist Views It”, Psychological Review, 20 (1913), 158-177.

[69] Knight Dunlap, “The Case against Introspection”, Psychological Review, 19 (1912), 404-413.

[70] Robert S. Woodworth, “The Accuracy of Voluntary Movement”,Psychological Review Monographs, 3 (1899), Nº 13.

[71] Ver Raymond Dodge, “The Theory and Limitations of Introspection”, American Journal of Psychology, 23 (1912), 214-229; también “Mental Work: A Study in Psychodynamics”, Psychological Review, 20 (1913), 1-42.

[72] Watson, “Psychology as the Behaviorist Views It”, pp. 168-169.

[73] Pillsbury, Essentials of Psychology, p.2.

[74] Edward Bradford Titchener, “Psychology: Science or Technology?”, Popular Science Monthly, 84 (1914), 39-51.

[75] Müller, “Zur Analyse der Gedächtnistätigkeit”, p. 103.

[76] Los términos “externo” e “interno” en este contexto de uso remiten a consideraciones más generales en historia y filosofía de la ciencia. Véase, por ejemplo, Imre Lakatos, “History of Science and Its Rational Reconstructiones”, en Boston Studies in the Philosophy of Science, ed. Roger C. Buck and Robert S. Cohen, 8 (1972), 91-136. Robert Young, “This Historiographic and Ideological Context of the Nineteenth Century Debate on Man’s Place in Nature”, en Perspectives in the History of Science, ed. M. Teich and R. Young, London, Heinemann, 1973. Walter B. Weimer, “The History of Psychology and Its Retrieval from Historiography II: Some Lessons for the Methodology of Scientific Research”, Science Studies, 4 (1974), 367-396.

[77] Véase Kurt Danziger, “The Social Origins of Modern Psychology: Positivist Sociology and the Sociology of Knowledge”, in Psychology in Social Context, ed. Allan R. Buss, Irvington, 1979.

Fuente:
Danziger, Kurt: “The history of introspection reconsidered”, Journal of the History of the Behavioral Sciences, 16 (1980), 241-262.

Traducción:
Hugo Vezzetti, 1991

 [b]La historia de la introspección revisada[/b]

Kurt Danziger

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Pese a ser un tema de importancia central en la emergencia de la psicología moderna, la introspección no ha recibido la consideración histórica que merece. A partir de las nociones globales y las generalizaciones vacías que se le destinan se puede fácilmente tener la impresión de que la introspección siempre significó lo mismo, no importa en qué tiempo y lugar. Pero esto, por supuesto, está lejos de ser cierto, y si pretendemos evitar generalizaciones históricas injustificadas acerca de “paradigmas” y cosas por el estilo, deberemos desarrollar un punto de vista bastante más diferenciado sobre el tema que el que prevalece en el presente.
Algunas de las razones de nuestras dificultades históricas son bastante obvias. Vivimos todavía en las sombras de la oposición conductista contra la introspección y las actitudes de muchas de nuestras autoridades en la disciplina están claramente teñidas por esta oposición. Para empezar, la misma noción “psicología introspeccionista” es un producto del conductismo. Tal como G.G. Boring lo ha señalado: “el introspeccionismo ha adquirido su ismo a causa de que la nueva escuela contestataria necesitaba un fondo contrastante claro y estable contra el cual exhibir sus nuevos rasgos. Ningunos de los que proponen a la introspección como el método básico de la psicología se denominan a sí mismos introspeccionistas”.[1] La primera tarea de un examen objetivo, por lo tanto, es la exploración de la variedad que subyace a los slogans polémicos empleados por los oponentes de la introspección.
La propia consideración de Boring, aunque contiene algunas observaciones valiosas, es insatisfactoria en varios puntos. Su tratamiento de muchos de los aspectos importantes del tema está hecha muy a la ligera. En particular, su consideración de la literatura que no es norteamericana ve desde la simple falta de información a lo positivamente erróneo. Es evidente que Boring frecuentemente basa su relato en las opiniones e interpretaciones especiales de E. B. Titchener antes que en un examen cuidadoso y directo de las fuentes extranjeras.
Para alcanzar una perspectiva adecuada en este tema, en todo caso, es necesario evitar cualquier clase de parroquialismo. Es preciso reconocer que la peculiar coloración emocional que el tópico de la introspección adquirió en la literatura norteamericana no ha sido favorable a un pensamiento claro sobre el tema. Esto tuvo sus fuentes históricamente no sólo en los aspectos ideológicos del conductismo, sino en el hecho de que la psicología norteamericana del período pre-experimental estuvo dominada por la perspectiva de la escuela escocesa. Ahora bien, en el amplio espectro de actitudes filosóficas en ese período, la escuela escocesa ocupa una posición extrema en términos de su compromiso “extremo” con las virtudes de la introspección.[2] Más aún, el tema parece haber conservado alguna de las connotaciones religiosas que había perdido en Europa. Por lo tanto no es sorprendente que se volviera el foco de reacciones apasionadas. Los efectos de este legado todavía deben ser detectados en parte de la literatura secundaria sobre el tema y es preciso prepararse debidamente para ello.
En vista de las amplias ramificaciones del tema, el análisis que sigue se concentra en el período que va de 1880 a 1914 y está limitado a la psicología académica. El período pre-experimental es considerado sólo en relación con aquellos aspectos que tienen particular importancia para una comprensión de los desarrollos posteriores. Han quedado excluidos de toda consideración las implicaciones de la práctica en el campo clínico y los desarrollos posteriores a la primera guerra mundial, que tuvieron lugar sobre la base de la aceptación del marco referencial conductista. Estos aspectos son importantes para la historia más reciente de la introspección, pero introducen nuevos temas que requieren ser analizados por separado.

DOS TRADICIONES FILOSOFICAS

Para comprender el curso de los desarrollos subsiguientes es necesario advertir que la introspección no tenía el mismo estatuto en la tradición filosófica alemana que en la inglesa. En esta última, la ecuación mente-conciencia había permanecido incuestionable hasta bien entrado el siglo XIX. De allí que la interrogación de la conciencia pudo parecer el método obvio y básico para alcanzar la evidencia acerca de la naturaleza y la constitución de la mente humana. Este punto de vista fue presentado con particular fuerza por la escuela escocesa y por los Mills. Por el contrario, la tradición alemana en filosofía tuvo en Leibniz, impresa desde sus comienzos, la denegación explícita de la ecuación mente-conciencia. Este había sido un punto clave en la crítica de Leibniz a Descartes y en la fundación de una orientación filosófica muy diferente a la de este último. En la historia de la psicología este aspecto del pensamiento de Leibniz es bien conocido bajo la forma de su teoría de las “percepciones oscuras”, que fue revivida por Johan Friedrich Herbart de una forma algo modificada y fue importante en el desenvolvimiento del concepto de umbral de conciencia y por ello de umbral sensorial.[3] En el contexto presente, la importancia de la posición de Leibniz deriva de una implicación clara: si la mente no puede ser igualada con la conciencia no es posible esperar el descubrimiento de su naturaleza y constitución simplemente por una observación de la conciencia. La introspección, por lo tanto, no puede ser admitida como un método de confiabilidad incuestionable y de importancia fundamental. En esta tradición los métodos de la lógica y de las matemáticas han alcanzado de modo característico un estatuto mucho mas elevado que el de la introspección.
Esta posición han quedado muy destacadas en la contribución de Immanuel Kant al tema. Johan Nicholas Tetens, que fue en alguna medida influenciado por la filosofía británica, había criticado la psicología de Christian Wolff, discípulo de Leibniz, por su descuido de las evidencias del llamado sentido interno.[4] Con su usual posición de árbitro entre las exigencias del racionalismo y el empirismo, Kant había establecido que la introspección se limitaba al conocimiento del yo fenoménico, un mundo de apariencias psicológicas que proveen materia prima para un conjunto de lecturas vulgares, pero que tiene escasa consecuencia cuando uno se propone seriamente la empresa de investigar la constitución de la mente humana. “Me conozco a mí mismo a través de la experiencia interna sólo en el modo en que aparezco para mí mismo”.[5] Las verdaderas bases de nuestra vida mental, por lo tanto, el sujeto de la pura apercepción, el sujeto que conoce, quiere y juzga, es inaccesible a la “experiencia interna”. Más aún, la descripción del mundo del yo fenoménico permanece en un nivel puramente anecdótico y no puede aspirar al estatuto de una ciencia por la misma naturaleza de su materia.[6] En relación con la historia de la introspección la posición de Kant esencialmente refuerza la de Leibniz. La conciencia es consiguientemente devaluada en su relación con la mente o con la subjetividad como un todo, y la observación de la conciencia no es una actividad científica legítima. El contraste con el punto de vista prevaleciente entre los filósofos ingleses y escoceses no podía ser más acentuado.
La influencia de la escuela hegeliana en Alemania sólo viene a confirmar esa escasa valoración de la autoobservación individual. En la medida en que la mente o el espíritu eran concebidos como una categoría objetiva, englobada en lo que hoy llamamos cultura y reflejada directamente solamente en forma de abstracciones filosóficas, el papel que quedaba para la observación de la mente humana individual era muy pequeño. La contribución de Herbart no vino a significar un avance de la causa de la introspección. En la tradición de Leibniz, prefería un abordaje matemático y puramente especulativo, al punto que las generaciones posteriores han podido asombrarse de la facilidad con que ignoraba evidencias psicológicas casi elementales. Incluso Friedrich Eduard Beneke, que estaba relativamente abierto a la evidencia introspectiva, fundó todo su sistema psicológico sobre la doctrina de una actividad mental inconsciente.[7]
Entre los sistemas mayores de la filosofía idealista alemana sólo Johann Gottlieb Fichte proporcionó algún fundamento que diera importancia a la observación de la conciencia individual. Fue sobre esas bases filosóficas que Karl Fortlage desarrolló una psicología genuinamente introspectiva en la década de 1850. La reacción fue previsible. Una década más tarde Friedrich Albert Lange publicó un ataque agudo contra el método de la introspección en general y contra Fortlage en particular.[8] Al mismo tiempo señaló algo nuevo. Tanto la introspección como el método especulativo lógico-matemático debían ser reemplazados por un nuevo método “somático” de acuerdo con el cual la actividad psicológica debía ser estudiada en función de sus manifestaciones materiales.
Esto incluía no sólo el método fisiológico de Hermann Helmholtz sino también el estudio empírico del lenguaje y el habla, la observación de niños y de la conducta animal y la aplicación de estadísticas a los datos de la conducta humana compleja. La influencia de Lange fue considerable en su tiempo.[9]
Hacia la mitad del siglo XIX las ideas filosóficas alemanas lentamente comenzaron a ejercer alguna influencia en Inglaterra. Sir William Hamilton, rompiendo con la tradición de sus predecesores escoceses, introdujo explícitamente la noción Leibniziana de una actividad mental inconsciente.[10] Esto le ganó la crítica de John Stuart Mill que había asumido el papel de defensor principal del estatuto central que la introspección había merecido siempre en la psicología filosófica británica. Para Mill, como para sus predecesores, la evidencia directa de la conciencia parecía proveer un terreno firme para la observación empírica, y su relegamiento conducía al peligro, o bien de la especulación metafísica como en el caso de Hamilton, o de la especulación frenológica, como en el caso de Augusto Comte.[11] Pero la apertura producida por Hamilton fue explotada por Henry Maudsley que rechazó la introspección enteramente a favor de la confianza en los métodos objetivos.[12] La posición de Maudsley, sin embargo, permaneció como una expresión aislada en la literatura en lengua inglesa. Incluso, aquellos psicólogos-filosófos británicos cuya actitud hacia la posición general de Comte era mucho más afín que la de Mill, rehusaron seguir a Comte en su rechazo de la introspección. Tanto Herbert Spencer como G.H. Lewes adjudicaban un papel significativo al uso de la evidencia introspectiva, aunque otras fuentes de evidencia fueran ahora necesarias para suplementarla.[13] Psicólogos norteamericanos del final del siglo XIX, con William James y G.T. Ladd, claramente permanecieron en la tradición británica en función del valor que adjudicaban a la introspección como una fuente del conocimiento de la mente. Y la actividad de los alemanes era apreciada más en términos de su ejecución técnica que en sus perspectivas teóricas fundamentales.
En la medida en que la ejecución técnica de la primera psicología experimental alemana implicaba un punto de vista acerca de la introspección que era significativamente diferente del británico tradicional, la adopción amplia de esos métodos generaba una buena dosis de incomprensión y confusión en la medida en que la perspectiva británica continuaba dominando la teoría de la introspección mientras el modelo alemán comenzaba a dar forma a la práctica de la investigación psicológica. Hacia el fin del siglo XIX y con relación a áreas amplias de la investigación experimental, la introspección jugaba un rol mucho más limitado en la práctica de lo que uno puede suponer a partir de las exposiciones metodológicas generales que se encuentran en los textos contemporáneos de lengua inglesa. A esto se agrega la posición especial ocupada por Titchener, que intentó reinterpretar las bases teóricas de la nueva psicología experimental alemana, tal como la representaba Wilhelm Wundt, de modo de hacerlas menos incompatibles con la psicología tradicional británica, que formaba la base de su propio abordaje.[14] Wundt había establecido que un programa sistemático de experimentación psicológica requería una reformulación del rol de la introspección. Esta reformulación proveía una exposición explícita de las normas prácticas que debían ser aplicadas en la investigación experimental, las cuales directa o indirectamente tenían influencia en la medida en que la práctica desarrollada por Wundt se convirtió en un modelo para otros. La formulación de Wundt acerca del papel de la introspección exige una atención particular, no solo porque inició una nueva fase, sino también porque ha permanecido extraviada para la psicología en lengua inglesa. La extensa confusión dominante acerca de la relación temprana entre introspección y experimentación no puede ser disipada a menos que se reemplace el mito que ha crecido alrededor del “introspeccionismo” de Wundt.

LA INTROSPECCION Y EL EXPERIMENTO SEGÚN WUNDT

Wundt elaboró su posición metodológica en el curso de los dos mayores debates acerca de los fundamentos de la psicología; y lo hizo en períodos diferentes de su vida. Enfrentó oponentes muy diferentes en esas dos ocasiones. El primer período de clarificación metodológica ocurrió en los tiempos de la formación de su laboratorio de psicología y de su revista, los Philosophische Studien. Su programa para una psicología experimental despertó cierto rechazo de parte de algunos filósofos idealistas alemanes y en el curso de su respuesta a algunas de las críticas, Wundt se vio obligado a clarificar su propia posición sobre las cuestiones de una psicología científica. El segundo período de controversia empezó una década después, a mediados de los noventa, y culminó en 1907 en la relativamente conocida crítica de Wundt hacia la metodología de la escuela de Würzburgo. Pero esta vez la noción de una psicología experimental ya no era extraña y de hecho había generado una adhesión considerable. Esta vez Wundt encontró a alguno de sus adversarios no entre los filósofos idealistas, sino, irónicamente, entre esa generación de experimentalistas a los que había aportado previamente su inspiración. Aún admitiendo las diferencias de contexto entre esos dos debates, la posición de Wundt permaneció notablemente consistente.
Las bases de la discusión inicial de Wundt acerca del problema de la introspección provenían de su insistencia en distinguir entre “autoobservación” (Selbstbeobachtung) y “percepción interna” (innere wahrnehmung).[15] Lamentablemente las referencias a la posición de Wundt en idioma inglés casi invariablemente fracasan en la reproducción de esta distinción y usan el término “introspección” para cubrir ambos conceptos indiscriminadamente. Esto hace difícil entender la naturaleza de la contribución de Wundt al problema de la introspección, además de que conduce a la apariencia de una extraordinaria inconsistencia. Ya que si por una parte Wundt compara desdeñosamente al introspeccionista con el Barón Münchhausen tratando de impulsarse a sí mismo fuera del pantano tirando de su propio cabello,[16] en otro lugar establece que la introspección es el fundamento de la psicología.[17] Por supuesto, se refiere a la Selbstbeobachtung (la introspección en su sentido más literal) en el primer caso y a la Innere Wahrnehmung en el segundo. Esa distinción, entonces, expresa una evaluación por oposición de dos procesos y si uno traduce ambos por el término simple “introspección”, se puede fácilmente alcanzar la impresión de que está diciendo lo contrario de lo que en verdad dice.[18]
¿Qué motivó entonces la distinción de Wundt entre introspección (selbstbeobachtung) y percepción interna (innere wahrnehmung)?.[19] Es claro que tomaba muy en serio el problema que la crítica a la introspección anticipada por Lange y Comte planteaba para una psicología científica de la conciencia. De hecho, aceptaba la validez de estas críticas, pero a la vez sostenía que las mismas nacían específicamente fuera de los problemas de una observación interna. La vieja psicología introspectiva había tenido problemas a causa de su identificación ingenua de la percepción de hechos subjetivos con su observación. Que los hechos subjetivos son percibidos es algo que no puede ponerse en duda, pero no se puede concluir de ello que sean también observables en sentido científico. Allí en efecto, todas las críticas clásicas a la introspección se vuelven operativas. La observación científica exige la clase de independencia entre sujeto y objeto que la introspección (autoobservación) justamente destruye. El proceso de introspección es exitoso sólo en cuanto destruye o al menos distorsiona mucho sus objetos. El intento de alcanzar un fundamento sólido por ese procedimiento es en efecto una empresa digna del Barón Münchausen. Por otra parte Wundt rechaza el intento de rescatar a la introspección sobre las bases de la “retrospección”, esto es, el argumento según el cual los problemas esenciales de la introspección son evitados si se reconoce que lo que el introspeccionista observa no es la experiencia original sino los recuerdos de ella. (Este argumento había sido desarrollado por J.S. Mill en su réplica a Comte y continuaba teniendo cierta popularidad en los introspeccionistas de habla inglesa hasta los primeros años del siglo XX). Estos recuerdos estarían sometidos a múltiples distorsiones, algunas de las cuales podían ser documentadas precisamente aún en la época de Wundt. Finalmente, esta introspección retrospectiva no sería comparable a la observación en las ciencias naturales por cuanto ésta se dirige por sí misma a los hechos tal como ocurren y no a sus imágenes en la memoria.
Al mismo tiempo la percepción interna también fracasa como método de una psicología científica. En la mayoría de los casos, puede ser casual y por lo tanto asistemática. Excluye toda investigación deliberada, por cuanto tan pronto como comienza a saber de sí misma se convierte en autoobservación y se abre a toda clase de críticas válidas y bien conocidas. Esta es verdaderamente la base de una psicología de la conciencia, en el sentido de que los procesos conscientes deben ser percibidos para ser conocidos, pero para una ciencia esto no es suficiente.
Wundt piensa que para una psicología científica sería necesario manipular las condiciones de la percepción interna de modo de aproximarlas a las condiciones de la percepción externa. Esta manipulación se cumplía en el experimento psicológico y era ese objetivo el que daba al experimento su forma específica y sus prescripciones características. Wundt era explícito acerca de los modos en los cuales el método experimental era capaz de producir un conjunto de condiciones bajo las cuales la percepción interna se aproximaba a la percepción externa, y podía de ese modo proveer la materia prima para una ciencia. En primer lugar, las condiciones de laboratorio podían ser usadas para reducir el intervalo de tiempo entre la percepción original y su reproducción con propósitos de observación, hasta el punto en que las distorsiones de la memoria podrían ser considerablemente reducidas e incluso volverse insignificantes. Si la observación y el informe podían seguir inmediatamente a la percepción original, sin tiempo de reflexión y sin autoconciencia, las condiciones de la observación psicológica podían aproximarse a las condiciones de la observación externa. La preferencia de Wundt por observadores experimentados surgía de estas consideraciones. La ventaja de los observadores experimentados radica en el hecho de que sus actos de observación se han vuelto hábitos automáticos, y, por lo tanto, se caracterizan por la velocidad y la capacidad de atención, tanto como por la ausencia de autoconciencia. Entonces, la preferencia por observadores experimentados era estrictamente un medio de alcanzar propósitos precisos y definidos, y no era ciertamente en sí misma una cuestión de principio. En los escritos de los años ’80, en los cuales define cuidadosamente los principios de su abordaje de la observación psicológica, Wundt apenas menciona al pasar el tema de la experiencia del observador.
La opinión que creció en la literatura americana acerca de las exigencias exactas de Wundt debe ser vista en el contexto del tipo de reacción hacia las normas del laboratorio alemán que fue común en la primera generación de estudiantes americanos, los que buscaron entrenarse en laboratorios alemanes precisamente porque no se disponía de ese entrenamiento en casa. La reacción más bien temerosa al respecto no era propia del laboratorio de Wundt.
Fue en el círculo de Titchener donde el énfasis acerca del observador entrenado se volvió una cuestión de principio. Por ello la exigencia fue entonces expresada en términos de entrenamiento, más que en la de simple experiencia del observador. Para apreciar la significación histórica de este cambio se debe recordar que Titchener no debía su introducción al método de la introspección a Wundt, sino a su lectura de James Mill mientras era todavía un estudiante mientras era todavía un estudiante en Oxford, antes de su estadía en Leipzig. En 1909 afirmó: “mi creencia en la introspección es lo suficientemente vieja como para haber alcanzado su mayoría de edad; porque fue en 1888, cuando por primera vez estuve leyendo el Análisis de James Mill, que se presentó ante mí una convicción ¾’se puede probar todo esto a través de uno mismo!’¾ que nunca he perdido desde entonces.”[20] Ahora bien, para Mill el análisis de la mente consistía en un ejercicio especial que apuntaba a procurar un saber completo sobre las sensaciones elementales, que eran el material del cual estaban compuestas todas las experiencias complejas. Su doctrina sensista establecía una discrepancia entre las percepciones complejas de la experiencia común y las percepciones claras de los elementos sensoriales que podían ser alcanzadas sólo como resultado del aprendizaje .[21] La idea de una mente entrenada, necesaria para penetrar los elementos subyacentes más allá de la experiencia común se volvió parte de la tradición introspeccionista británica.
Tanto para los introspeccionistas británicos como para Wundt la habilidad del observador jugaba cierto papel en el intento de superar los problemas de una psicología empírica de la conciencia. Pero en ambos abordajes esos problemas eran atribuidos a fuentes diferentes, de modo que la naturaleza del papel asignado a la habilidad del observador era también diferente. Para la tradición clásica británica el problema era el de reconciliar la pretensión de la psicología, o el análisis mental, de ser empírica con el hecho de que la doctrina sensista no se fundaba en la experiencia espontánea. Para Wundt el problema era el de reconciliar la pretensión de que la observación psicológica podía ser científica bajo ciertas circunstancias con el hecho demostrado de que la observación introspectiva normalmente carecía de la objetividad de la observación científica. Para la tradición introspeccionista británica el observador debía ser entrenado para percibir claramente los elementos que la doctrina sensista requería. Para Wundt, el observador debía haber practicado con el propósito de incrementar una observación rápida y atenta, con un mínimo de los efectos perturbadores de la sorpresa y la autoconciencia. De ese modo esperaba que las condiciones de la observación psicológica se aproximarían mucho a las condiciones de la observación científica ordinaria de hechos externos.
Para Wundt el segundo rasgo esencial del método experimental, que permitía a la percepción interna aproximarse a la confiabilidad de la percepción externa, tenía que ver con el factor de la repetición. Si partimos del hecho de que estímulos externos idénticos producen experiencias subjetivas idénticas o muy similares, se pueden iniciar tales experiencias a voluntad y repetirlas tanto como se desee. Esto hace posible presentarlas repetidamente a la percepción interna, y es esta circunstancia la que provee las bases para una observación válida de la experiencia subjetiva. El problema es que la percepción interna es válida sólo mientras ocurre. En el flujo normal de la experiencia una percepción está ya concluída cuando decidimos observarla, de modo que la introspección se vuelve retrospección, o sea la observación de una imagen no confiable de la memoria. Podemos esperar que la percepción retorne, pero también podemos quedar esperando para siempre. Aquí es donde los experimentos vienen en nuestra ayuda. Por medio de la presentación experimental de estímulos producimos la percepción que queremos observar una y otra vez, y bajo esas circunstancias no tenemos que confiar en imágenes dudosas de la memoria; sabemos que la percepción está en camino y estamos listos par observarla cuando llega. En tanto las condiciones experimentales permiten esta clase de observación de “el proceso mismo”, [22] más que de nuestro recuerdo de él, los datos psicológicos tendrán el mismo valor que los datos de la ciencia natural reunidos por la observación de hechos externos.
Admitiendo las críticas al introspeccionismo clásico, y sin aceptar la alternativa de la retrospección, que había sido sugerida por el introspeccionismo británico, Wundt propone en su lugar que la percepción interna (no la introspección) podría proporcionar datos aceptables para la ciencia sólo en la medida en que las condiciones experimentales permitan una repetición de la experiencia interna a voluntad. Pero estas condiciones imponen inmediatamente limitaciones muy severas a los fines de la psicología experimental y de la introspección científica. El examen razonado de Wundt acerca de la validez de la introspección bajo condiciones experimentales descansa en la convicción de que percepciones idénticas o casi idénticas pueden ser producidas de modo confiable y deliberado por la presentación repetida de estímulos externos conocidos. Esto limita la psicología experimental a aquellas áreas de la experiencia humana donde esa convicción fundamental del método puede ser observada y cumplida completamente. La sensación y la percepción eran las áreas que más claramente cumplían los requerimientos fundamentales de Wundt, y persistieron siempre como las áreas más investigadas en el laboratorio de Wundt.
En el otro extremo del espectro de los procesos psicológicos hay dos áreas que Wundt excluyó desde el principio de la posibilidad de investigación experimental. La primera de ellas está constituida por “los procesos de pensamiento en sí mismos”,[23] que, pensaba, podían ser solamente investigados por la vía de una psicolingüística no experimental que desarrolló subsiguientemente con gran detalle.[24] La segunda área situada mas allá de los límites necesarios del método de la introspección experimental es la constituida por “sentimientos y sus conexiones complejas, afectos, y procesos volitivos”.[25] En su crítica a Titchener, Wundt señala que es científicamente irrelevante la obtención de informes introspectivos del sujeto acerca del sentimiento que experimenta ante la presentación de ciertos estímulos externos.[26] Con ello Wundt estaba simplemente extrayendo la conclusión necesaria de su temprana exigencia fundamental: condiciones externas constantes debían producir resultados subjetivos constantes si la introspección científica había tenido lugar. Wundt pensaba que en esta área de la psicología había muy poco o ningún lugar para la introspección, y consecuentemente privilegiaba el uso de mediciones fisiológicas de la respuesta afectiva. En ese contexto encontramos a Wundt adoptando una postura que prácticamente podría caracterizarlo como un buen conductista.
Las restricciones severas que Wundt planteaba a la introspección se ponen de manifiesto también en el tipo de juicio que se requería de los sujetos experimentales. De acuerdo con el precepto que establecía que la percepción interna podía volverse observación sólo en la medida en que se ligara a estímulos externos controlables, el informe introspectivo en el laboratorio estaba marcadamente limitado a juicios acerca de la magnitud, intensidad, y duración del estímulo físico, complementados a veces por juicios sobre su simultaneidad y sucesión.
En pocos estudios una forma limitada de introspección es usada para controlar la efectividad de la manipulación experimental de las condiciones; esto podía involucrar informes de juicios acerca del carácter placentero del estímulo o de la intensidad de la atención, usualmente a partir de una escala de dos puntos. Hay un manojo de estudios marginales que incluyen juicios introspectivos algo más difíciles, por ejemplo, acerca de la intensidad de imágenes, de la cualidad de sensaciones gustativas, y de la presencia de estímulos en el contexto de una estética experimental. Pero estos estudios son atípicos en términos de la norma constituida por la abrumadora mayoría de los trabajos publicados en la revista de Wundt. De los aproximadamente 180 estudios experimentales publicados entre 1883 y 1903 en los 20 volúmenes de la Philosophische Studien hay sólo 4 que usan datos introspectivos cualitativos de un modo aproximado al que se practicó en otros laboratorios durante la década siguiente.[27] Por otra parte, el laboratorio de Wundt produjo un gran número de estudios cuyos datos básicos eran enteramente “conductuales”, la mayoría bajo la forma de diversos modos de medición del tiempo de reacción. Lo que era “mentalista” en estos estudios era la interpretación teórica de los resultados, no los datos básicos mismos.
Para Wundt la significación de los estudios de tiempos de reacción residía en la contribución potencial a sus teorías acerca de las funciones apercitivo-volitivas, la pieza central de su sistema psicológico. Pero hay una división clara entre los estudios empíricamente orientados de los datos y la discusión teórica de Wundt acerca de los resultados. Los datos que eran informados en los trabajos empíricos eran simplemente mediciones de tiempo tomadas bajo condiciones experimentales variadas.[28]
Sólo cuando Wundt discute la interpretación de esos datos en un trabajo teórico separado[29] o en la sección correspondiente de su texto, el Grundzüge der physiologischen psychologie, introduce un modelo mentalista de los procesos psicológicos operativos. En el curso de esas discusiones teóricas Wundt ocasionalmente introducía una observación introspectiva a modo de ilustración. Pero generalmente es claro a partir del contexto de su argumentación que su propósito no es más que ilustrativo; la confirmación de sus teorías del funcionamiento mental, Wundt la veía claramente como dependiente de mediciones objetivas ulteriores bajo condiciones experimentales controladas.[30] La confusión entre la crítica a la introspección como una técnica y la crítica a los conceptos mentalistas en la teoría psicológica sólo puede surgir cuando la disciplina estricta del laboratorio de Leipzig sea reemplazada por una actitud más permisiva hacia la evidencia introspectiva.
En el curso de su prolongada carrera Wundt se expresa en diversos momentos con grados variables de optimismo o pesimismo acerca de si ciertas áreas de la psicología son capaces de someterse al método experimental. Pero tales opiniones, sin embargo, no suponen ningún cambio en sus principios básicos. Lo que Wundt acepta siempre como un corolario inevitable de sus principios metodológicos fundamentales es la idea de que el ámbito de la psicología no es coextensivo con el de la psicología experimental. La capacidad del experimento para la solución de los variados problemas psicológicos resulta ser un problema de grado. En un extremo están los problemas para los cuales el método experimental provee una fuente excelente de datos válidos; en el otro extremo están los problemas que son casi imposibles para la investigación experimental. En esa escala Wundt consistentemente asigna el extremo más apto a los problemas del área de la sensación y la percepción, mientras que los problemas del pensamiento, el afecto, la actividad voluntaria, y la psicología social se ubican en el punto más bajo. En medio de ellos están áreas como la memoria, la imaginación, y la atención, donde el método experimental es parcialmente apreciado. Pero esa línea precisa debe ser establecida en cada momento y depende parcialmente del desenvolvimiento técnico y del optimismo del investigador, de modo que esa línea es históricamente variable. Con todo tales decisiones no afectan el marco fundamental de referencia en el cual se toman.
Siento tan limitado, entonces, el objetivo de la psicología experimental se entiende que para Wundt el objetivo de la introspección científica sea, por lo menos, igualmente limitado. Ya que, como hemos visto, no puede haber introspección científica fuera del experimento psicológico. Sólo el experimento provee las condiciones bajo las cuales “percepciones internas” huidizas pueden proveer el material para una observación sistemática. Pero el experimento sólo es capaz de cumplir esta función respecto de aquellas áreas de la experiencia consciente en las que la relación entre lo externo y lo interno es directa y segura. Por lo tanto, las áreas de la experiencia consciente en las que esa relación no es ni directa ni segura, son incapaces de proporcionar datos introspectivos científicos. Esto no significa que esos datos no sean susceptibles de un tratamiento científico, sino que están más allá de los objetivos de la introspección experimental. Wundt estaría espantado al verse calificado de “psicólogo introspectivo”, no sólo por su desprecio por la tradición introspeccionista, sino también porque implica que el alcance de la psicología sería coextensivo con el objetivo de la introspección, inferencia totalmente alejada de su abordaje global de la psicología. Aparte de los 10 volúmenes de su psicología social (Völkerpsychologie), su texto más importante de psicología experimental, Grundzüge der physiologischen Psycholigie, contiene una porción importante de psicología que va mucho más allá de los datos provistos por la introspección experimental.
Para apreciar el rol de la introspección en la psicología de Wundt como un todo es necesario comprender su concepción de la relación entre teoría y datos en psicología. En su primer ensayo programático titulado “Las tareas de la psicología experimental” señala que la clase de descripción de fenómenos conscientes elementales, de su coexistencia y sucesión, que es capaz de proveer el experimento psicológico, es sólo el primer paso hacia la construcción de una psicología científica.[31] Usa, en ese sentido, una analogía interesante, la relación entre las leyes de Kepler del movimiento planetario y el sistema newtoniano. Las primeras son resúmenes simples de regularidades empíricamente observadas, pero el último, aunque toma el movimiento planetario como un dato básico, tiene un objetivo que es mucho más amplio que ese aspecto limitado del mundo físico. Es claro que la ambición de Wundt era ser el Newton más que el Kepler de la psicología. Las observaciones experimentales de los fenómenos subjetivos proveerían a la teoría psicológica, no de respuestas sino de preguntas, de modo que demandaban una solución científica más que metafísica. Para el punto de vista de Wundt sobre la naturaleza de la ciencia, la descripción debía ser seguida por el “análisis causal”. La ciencia de la psicología debía ser una ciencia causal cuyo interés final fuera el descubrimiento de las leyes de la “causalidad psíquica”. Por supuesto, el alcance de estas leyes estaría muy lejos del informe experimental de la experiencia subjetiva que sólo habría proporcionado el punto de partida. Los datos sistemáticos extraídos de los experimentos psicológicos no constituían la ciencia psicológica del mismo modo que las observaciones sistemáticas del movimiento planetario no constituían la ciencia física.
Aún en el área de la percepción, en la que la introspección experimental es capaz de proveer una cantidad de datos observacionales, el trabajo de Wundt está lleno de procesos y entidades hipotéticas, que considera necesarios para proporcionar el tipo de análisis causal que está buscando. La categoría de entidades hipotéticas implica no sólo una oposición obvia hacia signos locales, sentimientos simples y sensaciones elementales. En la segunda vuelta del debate de Wundt con el filósofo J. Volkelt esto se convirtió en un punto clave. Volkelt quería restringir los procesos psicológicos a aquellos que pudieran ser verificados directamente por introspección y había acusado a Wundt de “invención”. En un trabajo que llevaba un título provocativo, “Sensaciones Inventadas”, Wundt orgullosamente se declara culpable de este cargo. Sí, dice, estoy por el uso de procesos hipotéticos para intentar una explicación causal de lo que está dado en la percepción consciente. En particular, las sensaciones elementales “no son nunca dadas a nosotros en la percepción interna inmediata, sino que son el resultado de una abstracción psicológica.”[32] La ciencia no acepta simplemente la apariencia externa de los fenómenos naturales sino que busca explicarlos causalmente como el resultado de procesos hipotéticos subyacentes. En otras palabras, los datos proporcionados por la percepción interna constituyen un dominio de fenómenos que la psicología debe explicar, pero no contienen en ellos mismos sus principios explicativos.
Entonces, el uso que Wundt hace del método de introspección es muy limitado. En la medida en que acepta la crítica clásica, rechaza que la introspección sea reemplazable por la “percepción interna”. Para los propósitos prácticos de la investigación psicológica más bien se vuelve sinónimo de observación e informe de la percepción externa. La mayor parte de los fenómenos mentales, en particular los fenómenos de pensamiento y sentimientos complejos, estaban excluidos del estudio introspectivo. Aún en el área de la sensación y percepción los informes “introspectivos” se limitaban a los juicios más simples y los informes cualitativos eran en general excluidos. Los datos no introspectivos, bajo la forma de mediciones de conducta y de productos como el lenguaje, ocupaban un extenso lugar en la investigación psicológica. Finalmente, los conceptos explicativos y los principios de su psicología no estaban fundados en la percepción interna sino que eran esencialmente construcciones hipotéticas. La psicología de Wundt era mentalista en el sentido en que el psicólogo estaba obligado a explicar fenómenos variados de conciencia; no era “introspectiva” en el sentido de que este método, tal como se lo entiende comúnmente, fuera considerado la llave de esa empresa.

EL PERIODO DE LA “INTROSPECCION SISTEMATICA”

Durante los últimos años del siglo XIX los desarrollos metodológicos en psicología empezaron a sobrepasar a Wundt. Estos desarrollos fueron de dos clases. Por una parte, los métodos de la psicología infantil y animal, por los cuales Wundt no tenía un entusiasmo particular, comenzaron a ser considerados con interés creciente. Por otra parte, el método de la introspección comenzó a ser desarrollado en direcciones que eran completamente distintas de los preceptos básicos de Wundt. Esto fue seguido por un período relativamente breve de entusiasmo introspectivo que rápidamente culminó en una crisis y, por lo menos en EE.UU., en el conductismo.
El contraste entre este período y la precedente era Wundtiana fue señalado por Titchener, quien cumplió un papel no desdeñable en ese cambio. En 1912 comienza su introducción a la introspección del siguiente modo:
“Aquellos que recuerdan los laboratorios psicológicos de hace 20 años difícilmente pueden escapara a un choque ocasional por el contraste que, actualmente, muestra con un vívido relieve la diferencia entre el viejo y el nuevo orden. El experimentador de los primeros años de la década del ’90 confiaba, ante todo, en sus instrumentos; cronógrafo, quimógrafo y taquitoscopio eran ¾y no es una exageración decirlo¾ de importancia mayor que el observador,… Había todavía amplios campos de la vida mental a los que el experimento no había tocado, …entretanto, ciertos capítulos de la psicología estaban escritos bajo las luces del “sistema” más que con el apoyo de los hechos. Ahora 20 años después hemos cambiado todo eso. El movimiento hacia el análisis cualitativo ha culminado en lo que se llama, con cierta expresión redundante, el método de la “introspección experimental sistemática”… Un gran cambio ha tenido lugar, intensiva y extensivamente en la dirección del método introspectivo.”[33]
Los cambios “extensivos” a los que Titchener se refería incluyen la difusión de análisis introspectivos “sistemáticos” a áreas como memoria, pensamiento, y sentimientos complejos. En su mayor parte, eran áreas que Wundt explícitamente había excluido del ámbito legítimo de la introspección experimental. Los experimentos de Würzburgo constituyen los elementos más avanzados en esta nueva ola del análisis introspectivo; al cuestionarlos Wundt se colocó en la oposición de esa corriente. Sus argumentos contra Würzburgo no eran nuevos; casi directamente se basaban en los preceptos que previamente había formulado para proveer una razón a su propio programa experimental. Sólo cuando “el objeto de la introspección está directamente ligado a objetos físicos externos o procesos” se dan las condiciones ideales para la investigación psicológica; en otras circunstancias se da una aproximación más o menos satisfactoria a ese ideal y requieren ser tratadas con gran precaución.[34] La dificultad de la observación subjetiva y la falibilidad de la memoria produce una “barrera infranqueable” que afecta primariamente la investigación del pensamiento y de los procesos afectivos y volitivos.[35] Como una alternativa a los métodos de Würzburgo para la investigación de procesos cognitivos complejos Wundt describía la combinación de evidencia experimental y lingüística que ya había propuesto y practicado durante años.[36]
Desde un punto de vista metodológico, los cambios “intensivos” en la aplicación de la introspección, tal como lo señalaba Titchener, son todavía más significativos que esa extensión hacia temas previamente excluidos. Los cambios en la práctica de la introspección, que sirven para distinguir su uso en el período wundtiano clásico del uso durante el período posterior de “introspección sistemática”, pueden ser agrupados bajo cuatro ítems. En primer lugar, los introspeccionistas posteriores, eran mucho más permisivos que Wundt respecto de la práctica de la retrospección. Para Wundt el rechazo de la retrospección había jugado un rol clave en su reemplazo de la introspección clásica por la percepción interna bajo condiciones experimentales. Esto establecía una diferencia fundamental entre Wundt y autores no experimentalistas como J.S.Mill y William James. Sin embargo, la práctica de requerir informes introspectivos retrospectivos gradualmente se extiende entre un sector de psicólogos experimetales. En sus sistematización de las técnicas introspectivas establecidas, el gran experimentador G. Müller en 1911,[37] admite la “auto-percepción” directa (Selbswahrnehnung) y el informe retrospectivo como las dos formas fundamentales del método introspectivo. El año siguiente Titchener adopta exactamente la misma posición.[38] La admisión general de métodos retrospectivos a un estatuto sistemático era una consecuencia de la impresión de que la introspección podía interferir con el curso “natural” o “libre” de los procesos mentales durante el tiempo en que ocurren, de allí que los relatos retrospectivos fueran, a menudo, necesarios. Enfrentados a la alternativa de limitar sus estudios a aquellas pocas áreas en las que las respuestas subjetivas fueran tan automáticas que la actitud introspectiva sólo muy improbablemente podría producir distorsiones serias, o extender sus estudios hacia procesos psicológicos más interesantes y aceptar el problema del informe retrospectivo, los introspeccionistas sistemáticos adoptaron la segunda alternativa.
Pero la confianza en los informes retrospectivos entraña serios problemas. No solo tiene que enfrentar muchas posibles distorsiones de la memoria, sino que, en particular, se ha demostrado que la memoria humana está llena de huecos. Esto entraña una consecuencia de largo alcance que fue claramente percibida primero por Albert Edward Michotte,[39] a saber, que si el informe retrospectivo no contiene referencias sobre algún aspecto particular de la experiencia de la que trata, esto no constituye fundamento para creer que ese aspecto estuvo ausente de hecho. En otras palabras, el informe retrospectivo proporcionado por el introspeccionista no provee criterios decisivos confiables para rechazar (o para verificar de ese modo) ninguna hipótesis particular acerca de procesos subjetivos. Esta clase de consideraciones gradualmente enfrió el entusiasmo por la “introspección sistemática” de muchos de aquellos que no sentían atracción por la alternativa conductista.
El segundo rasgo de la “introspección sistemática” que la separa de la fase temprana de introspección limitada supone un deslizamiento en la importancia relativa adjudicada a los datos objetivos e introspectivos en una serie particular de observaciones experimentales. En los tipos de experimentos más tradicionales los datos esenciales eran o bien completamente objetivos, como los tiempos de reacción o los errores del recuerdo, o bien directamente ligados a las variaciones medidas de las condiciones físicas, como en psicofísica o en experimentos diversos sobre la percepción. En términos del verdadero dato subjetivo, se esperaba que el sujeto proporcionara a lo sumo informes ocasionales sobre procesos mentales que acompañaban sus respuestas registradas más evidentes. La introspección sistemática cambió este énfasis. Los informes subjetivos ahora eran requeridos como una base regular, usualmente, en cada prueba experimental, y eran ellos, más que las mediciones objetivas, los que proveían los datos esenciales de la investigación. Los estudios de la escuela de Würzburgo, y otros a los que dan lugar,[40] aportan el ejemplo más conocido de esta tendencia, aunque no está limitada a es grupo.[41] En los estudios de Würzburgo la solución actual a la tarea experimental se vuelve mas bien irrelevante respecto del real propósito del experimento, que es proveer datos subjetivos acerca de los procesos de pensamiento. Por supuesto que para Wundt estos eran simplemente “pseudo-experimentos”. Müller, más cuidadoso, prevenía contra el peligro de que estos métodos vinieran a ser considerados la norma en la psicología experimental.[42]
El tercer rasgo del nuevo introspeccionismo está fuertemente conectado con este desvío hacia los informes subjetivos: el interés en descripciones cualitativas. Los estudios de Francis Galton sobre la imaginación en cierta medida habían anticipado esta tendencia,[43] pero en la época de Wundt y de G.T. Fechner constituían un área distintivamente marginal de la investigación psicológica. Fue Alfred Binet en el que jugó el rol clave en el desafío a la introspección wundtiana en sus propios fundamentos. En 1903 publicó una serie de trabajos de investigación sobre el umbral entre dos puntos en los cuales no se limitó a los informes introspectivos acostumbrados, que no iban más allá de consignar cuando habían sido sentidos uno o dos puntos después de la aplicación del estímulo.[44] A través de preguntas y de informes espontáneos del sujeto acumulaba una masa de datos cualitativos que mostraban que la determinación convencional del umbral representaba una grosera sobresimplificación de los procesos subjetivos involucrados. Los sujetos no sólo informaban las sensaciones entre la unicidad y la duplicidad, sino que también describían complejos procesos de decisión que claramente involucraban los efectos de la expectativa y de la sugestión, tanto como las diferencias individuales. Otros ya habían notado algunos de los problemas asociados con el umbral diferencial de dos puntos,[45] pero fue Binet quien claramente acentuó las implicaciones metodológicas. Su uso del complejo material cualitativo introspectivo fue también un rasgo destacado en su estudio clásico acerca de las diferencias del estilo cognitivo, en las cuales usó a sus dos hijas como sujetos.[46] Su pretensión de haber anticipado los descubrimientos de la escuela de Würzburgo era posible, en gran medida, porque sus innovaciones metodológicas eran similares. Los estudios de Würzburgo también se vinculaban con informes introspectivos complejos y cualitativos de un tipo que hasta entonces no había sido aceptable en la psicología experimental. Una consecuencia de su práctica fue que aquellos que querían comprobar esos resultados debieron hacer uso de métodos similares.
El cuarto rasgo distintivo de la introspección sistemática que puede ser destacado involucra un cambio en la psicología social del experimento psicológico. Esto se origina en el rol mucho más dominante que el experimentador asume ahora en la conducción del experimento. Tradicionalmente, el rol del experimentador había sido más bien modesto; debía asegurarse de que la serie de estímulos fuesen presentadas como correspondía y que el resultado fuera propiamente registrado, pero no se entrometía durante el curso del experimento. Cuanto más énfasis se pone en la importancia de los informes cualitativos detallados e introspectivos realizados por el sujeto, más destacadas y persistentes tienden a ser las preguntas del experimentador, tanto que en el caso extremo la función del experimento parece ser simplemente la provisión de un encuadre para el diálogo entre el experimentador y el sujeto.[47] Pero aún cuando este extremo no sea alcanzado, el carácter requerido al experimento ha cambiado. En el experimento tradicional el sujeto se consideraba a sí mismo como respondiendo a estímulos físicos; ahora a lo que está respondiendo es a las preguntas dirigidas a él por el experimentador. Aparte de la posibilidad obvia de que la formulación de instrucciones y preguntas por parte del experimentador podía inclinar los resultados, está el efecto más fundamental que consiste en la creación de la impresión de que las preguntas planteadas por el experimentador son posibles de ser respondidas, es decir, que el sujeto debe ser capaz de proporcionar un relato inteligible de lo que pasa por su mente mientras intenta resolver las pruebas experimentales. El resultado fue que la introspección se convirtió menos en una cuestión de observación que en un asunto de construcción.[48] Las derivaciones de la controversia sobre el pensamiento sin imágenes mostró rápidamente que una vez adoptada la metodología de la introspección sistemática era muy fácil para grupos asociados con laboratorios particulares construir cada uno su propia y especial versión de la realidad subjetiva. En la fase temprana de la introspección experimental había habido ciertamente diferencias teóricas en la interpretación de los datos; pero la introspección sistemática aportaba a que las diferencias teóricas estuviesen listas para adoptar la forma de diferencias en los datos mismos.
Los “introspeccionistas sistemáticos” comparten el deseo de trascender los límites muy estrechos de la introspección experimental wundtiana clásica. Partiendo de que la experiencia consciente conforma el tema esencial de la psicología, los introspeccionistas sistemáticos también comparten la pretensión de incluir hechos mentales complejos en el ámbito de la investigación experimental. Entre ellos se aceptaba generalmente que la psicología debía y podía encarar el estudio de la experiencia consciente en las áreas del pensamiento y el sentimiento por medios experimentales.
Theodor Lipps fue uno de los que jugaron un rol destacado en la legitimación de un punto de vista menos restrictivo sobre la introspección que el que había caracterizado a Wundt. Algunos introspeccionistas experimentales recibieron su inspiración fenoménica de Lipps más que de trabajos propiamente filosóficos.[49] El optimismo de Lipps con respecto a las posibilidades de una introspección relativamente sin trabas mostraba un contraste acentuado con la extrema precaución de Wundt y de Müller. Creía en el valor del análisis retrospectivo de la conciencia y frente al cargo de que la introspección distorsionaba o destruía su objeto, afirmaba, por el contrario, que “cuando más intensiva es la observación más emerge lo observado en su completa naturaleza”.[50] Distinguía entre experimentos externos e internos. La primera categoría está constituida por el concepto de Wundt de un experimento psicológico en el cual los hechos de conciencia se suponen ligados a datos físicos o fisiológicos. Para Lipps, estos experimentos “externos” tenían algún valor pero sus resultados eran limitados en interés y en importancia. En cambio los experimentos “internos” eran los verdaderos experimentos psicológicos. Estos experimentos incluían “el recuerdo de ideas y pensamientos, la libre presentación a uno mismo de toda clase de experiencias, la variación interna, la adición de partes y también la abstracción”. La gran ventaja de la introspección, el único método esencial de la psicología, es que hace posible tal “experimentación interna libre.”[51] Es posible sospechar que cuando psicólogos con puntos de vista tan diverso como los de Wundt y Lipps son puestos juntos como “introspeccionistas”, el resultado conduce a la confusión y al malentendido.
El florecimiento breve de la “introspección sistemática” en la psicología no dejó de tener relación con una corriente de pensamiento que fue característica del período hacia el fin de siglo. Se trata de la corriente del fenomenismo. Se manifestó en la filosofía de la ciencia a través de la enorme influencia de los escritos de Ernest Mach y más adelante de su seguidor, Karl Pearson; influyó en general en la filosofía a través del trabajo de Richard Avenarius (muy relacionado con el de Mach) y eventualmente a través de la “fenomenología” de Edmund Husserl y otros.[52] Un rasgo común de estos representantes del fenomenismo fue un decidido rechazo de los esquemas hipotéticos explicativos, que eran clasificados de “metafísicos”, y la convicción de que la ciencia y la filosofía debían volver a su fundamento en el análisis del orden de la experiencia directa. En ese sentido, los conceptos explicativos no deben ser inventados sino descubiertos en el esquema, en la regularidad y la evidencia de la propia experiencia. La “introspección sistemática” fue una expresión de esta perspectiva en psicología.
Estas amplias bases comunes no excluyen algunas divergencias fundamentales. En particular, los fenomenistas estaban profundamente divididos en términos de si la interrogación sobre la experiencia directa debía tener por motivo la búsqueda de un orden de “lo dado”, exactamente como aquello que la naturaleza presenta por todos lados, o si debía ser encarada como el descubrimiento de actos a través de los cuales ese orden estaba constituido, pero que eran, ellos mismos, diferentes de tal orden. La primera de estas alternativas está representada por el positivismo de Mach para quien la física y la psicología están comprometidas, ambas, simplemente con el “análisis de las sensaciones”, esto es, lo dado de la experiencia; ambas difieren en sus respectivos puntos de vista pero no en la naturaleza de sus datos fundamentales.[53] La segunda alternativa está representada por Husserl y otros que continuando en la línea de la fundación que en la psicología moderna se remite a Franz Brentano, intentaban trazar el contenido de lo que es dado en la experiencia en los actos últimos de intencionalidad, siendo tales actos, por supuesto, desconocidos para los físicos. En su forma primera, el fenomenismo se muestra heredero de una filosofía empirista que no reconoce otro orden que el orden de la contingencia; en su segunda forma el fenomenismo apunta a encontrar en la experiencia el fundamento de la existencia de un orden de necesidad, esto es, un orden lógico.
Entre los introspeccionistas sistemáticos, representantes de la tendencia fenomenista en psicología en los comienzos de nuestro siglo, había adherentes de ambas versiones del fenomenismo, y esto rápidamente condujo a una crisis de los fundamentos. Titchener fue, claramente, el representante más prominente y teóricamente más elaborado del tipo de fenomenismo de Mach-Pearson. Para él el objetivo de la introspección reside en la descripción analítica de lo que está dado en la conciencia, sus “contenidos”, tal como lo dice. La introspección produciría una reducción de la experiencia compleja a elementos que estaban desprovistas de sentido, y que eran, como para Mach, idénticos a los elementos sensoriales que conformaban también los datos básicos de la ciencia física. La única diferencia estaba en que la psicología estudiaba esos elementos en su dependencia respecto de un organismo, mientras que la física los trataba independientemente. Titchener afirmaba el estatuto de la psicología como una ciencia natural sobre la base de la fundamental similitud entre la introspección en la psicología y la inspección practicada por las ciencias físicas. A este respecto no era simplemente un seguidor de Mach sino que también continuaba la tradición de los empiristas británicos, con los cuales el propio Mach eventualmente descubriría una fuerte afinidad.
El tipo de enfoque representado por Mach había tenido también una marcada atracción para figuras como Hermann Ebbinghaus y Oswald Külpe. Sin embargo, en el caso del último por lo menos, diferentes influencias comenzaban a alcanzar preeminencia después de los últimos años del siglo XIX. Aunque apreciaba el rol del positivismo anti-metafísico de Mach, que proveía una corrección para sistemas de hipótesis como los de Wundt,[54] Külpe llegó a percibir la alternativa positiva al enfoque de Wundt cada vez más en términos de un modelo de psicología del acto, tal como el implicado en la fenomenología de Husserl y representado por la psicología de Brentano, Carl Stumpf y Lipps.[55] En este sentido, Külpe estaba siguientdo y a la vez anticipando, una tendencia que fue bastante marcada en Alemania durante los primeros años de nuestro siglo. Una tendencia que dejó una marca inconfundible en la práctica de la introspección sistemática. La mayor parte de los primeros trabajos de los introspeccionistas de Würzburgo, por ejemplo, estaban directamente inspirados por la sugerencia, proveniente de la lógica fenomenológica, que los juicios debían ser entendidos como actos de la experiencia consciente. La deuda explícita con Husserl es particularmente pronunciada en el caso de Karl Bühler cuyo trabajo fue caracterizado por un contemporáneo como el intento más o menos deliberado de subordinar la fenomenología de Husserl a la prueba experimental.[56] La devaluación de la introspección en la tradición kantiana había derivado, en gran medida, del principio de que el orden real normativo era trascendental y por lo tanto no abordable por el estudio introspectivo de la mera conciencia fenoménica. La ruptura de Husserl con esta tradición parecía, a algunos psicólogos, aportar una nueva significación a los estudios introspectivos sistemáticos; podría ahora esperarse que arrojaran luz sobre algunas cuestiones verdaderamente fundamentales, que previamente habían sido consideradas inabordables.[57]

LA CRISIS DE LA INTROSPECCION

La década que va de 1903 a 1913 puede considerarse como el período durante el cual la “introspección sistemática” florece y prolifera. Antes de este período el limitado punto de vista wundtiano no fue, en general, desafiado por los experimentalistas; después de este período hubo una rápida pérdida de interés en el método mismo. Pero si la “introspección sistemática” es así identificada con un período distintivo en la historia de la psicología, sería engañoso caracterizarlo como una “escuela”, como un “paradigma”, o incluso como un “programa de investigación”. Los practicantes de las diferentes variantes del método sostenían en común ciertas aspiraciones para la psicología y compartían algunos presupuestos fenomenistas globales. En este sentido su trabajo mostraba características distintivas importantes. Pero también diferían en aspectos fundamentales. En particular, existía una divergencia filosófica básica entre el empirismo sensualista de Titchener y las variadas versiones de la psicología del acto que predominaban en Alemania. Sus programas de investigación introspectiva eran bastante diferentes. En un caso se buscaban los elementos sensoriales abstractos a los cuales la experiencia debía ser reducida y en otro se buscaban los actos subjetivos que hacían posible experiencias de distinto carácter. Ambos programas fracasaron, pero no a causa de la incompatibilidad de sus resultados. Esto es algo que no sorprende dadas las divergencias en objetivos y presupuestos. De cualquier modo, la controversia que siguió tuvo un alcance muy limitado, en tanto los introspeccionistas alemanes en general no tenían conocimiento de la posición de Titchener.
En Alemania la crítica fundamental a la “introspección sistemática” estuvo expresada en términos de la distinción entre “descripción” y “comunicación” (Beschreibungy Kundgabe). Así es como se afirmaba que “allí donde las palabras con las cuales el sujeto experimental describe sus experiencias no inducen en el experimentador ciertas experiencias propias, es imposible una interpretación específica, y, por tanto una evaluación científica de tales informes introspectivos.”[58] La cuestión de la validez de los informes introspectivos sistemáticos se convierte entonces en la pregunta por la relación entre las experiencias subjetivas que conforman el dato último y la forma verbal en la cual son simbólicamente expresados. Esta relación puede tomar diferentes formas en la medida en que el dato físico puede ser representado simbólicamente por un dibujo o por una descripción verbal. Es posible intentar describir las partes distinguibles de la experiencia original, pero entonces inevitablemente se fracasa en comunicar la naturaleza de la experiencia como un todo; alternativamente es posible intentar transmitir la cualidad de la experiencia como un todo pero esto usualmente debería ser hecho metafóricamente y, por lo tanto, ambiguamente; es decir que no proveería certeza de que la interpretación del experimentador corresponde a aquello que ha estado actualmente en la mente del sujeto. Si una descripción relativamente no ambigua de los elementos de la experiencia, en un lenguaje sensualista, es posible, a la vez es irrelevante, porque simplemente no proporciona un relato de la experiencia tal como ella existe. Al mismo tiempo, los mensajes verbales acerca de la experiencia total actual tienen una cualidad expresiva, por así decirlo, poética, que es efectiva para los propósitos de la comunicación interpersonal normal pero que no permite extraer conclusiones científicamente ciertas acerca de la equivalencia precisa entre lo que el mensaje evoca en la mente del oyente y lo que estaba en la mente del informante.
Enfrentado con este dilema el introspeccionismo sistemático alemán se dividió en dos corrientes divergentes, ninguna de las cuales podría ser descripta como introspeccionista en el sentido clásico. Primero, estaban aquellos que preferían la mayor cercanía a las experiencias de la vida real que era el que permitía el método de la Kundgabe. Pero esto significaba resignar cualquier pretensión, en la experimentación, de alcanzar la clase de precisión y certeza propias de la ciencia natural. El método de elección fue la interpretación intuitiva de los informes cualitativos o “clínicos”. De cualquier modo, debe quedar claro que esto no era una “psicología introspectiva”. El objetivo no era dar cuenta de estados particulares de conciencia sino extraer conclusiones acerca de las disposiciones del sujeto, valores, motivos, etc; esto es, acerca de características de la persona más que de caracteres de conciencia. Al atraer la atención hacia el hecho de que la comunicación normal sobre estados subjetivos no alcanzaba a ser la descripción objetiva de estadios de conciencia sino de expresiones de estados de la persona, el concepto de Kundgabe sirvió para poner fin a la influencia desafortunada que la visión de una conciencia abstracta y separada del cuerpo había ejercido sobre la psicología por muy largo tiempo.
Renuentes a renunciar a las ventajas de un enfoque experimental, un segundo grupo de psicólogos alemanes optó por la mayor certeza relativa de la descripción antes que por la cercanía a la experiencia vivida que ofrecía la Kundgabe. De un modo general abandonaron los rasgos característicos de la “introspección sistemática” y tomaron en serio el consejo de viejos experimentalistas como Müller en el sentido de que se deben someter los informes introspectivos al control constante de mediciones de la conducta evidente y de los resultados de tal conducta .[59] En otras palabras una vez más prevaleció una concepción mucho más limitada del rol propio de la introspección. Principalmente, el nuevo desarrollo involucraba la adopción de un lenguaje descriptivo que resultaba ser un vehículo más satisfactorio para dar cuenta de la organización de la experiencia que el viejo lenguaje sensualista. Indudablemente la fenomenología había indicado el camino. La versión de la Gestalt de este nuevo lenguaje se ha convertido en la más conocida, pero otras versiones pueden ser encontradas en los últimos trabajos de Bühler, Otto Selz, y de la segunda escuela de Leipzig. Se cree que ya que la experiencia está siempre organizada, una descripción adecuada y no ambigua requiere de hecho del abandono del lenguaje equívoco de los elementos y su reemplazo por un lenguaje que contenga los términos necesarios para la descripción de los estados de organización.
La resolución de la crisis de la “introspección sistemática” siguió un curso muy diferente en los EE.UU. Aunque no es un tema de importancia principal es necesario tomar en cuenta la posición especial que ocupó Titchener en ese contexto. A causa del gusto con el cual entró en la polémica, a través de sus pronunciamientos a menudo provocativamente dogmáticos, y a causa de la singularidad de alguno de los puntos de vista que defendía, Titchener alcanzó una posición de visibilidad que no reflejaba la representatividad de sus puntos de vista para la psicología introspectiva como un todo. Siempre polémico, fue capaz de usar su inusual conocimiento del trabajo europeo para crear la impresión de que su posición era menos solitaria.[60] El resultado fue que cuando esta versión única de la introspección se mostró claramente inadecuada, fue fácilmente generalizada respecto del método como un todo por aquellos que tomaban sus argumentos en su significación literal. Sin embargo, la crisis del sistema de Titchener no debería ser confundida con los problemas más generales del método introspectivo en psicología. El sistema de Titchener fracasó, primero, porque era incapaz de discutir consistentemente las evidencias sobre el pensamiento sin imágenes; y, segundo –y esto es lo más importante en el contexto presente- a causa de que insistía en que la descripción introspectiva no debía tener referencia al significado. Esta había sido su única contribución a la metodología de la introspección. Ahora bien, por una parte, esto realmente nunca había dado resultado,[61] y, por otra, no interesaba a nadie. Boring lo sintetizó muy bien, a partir de su experiencia personal: “En la medida en que la introspección dejaba fuera la inferencia y el significado tanto como le era posible, se volvía un pesado recuento taxonómico de hechos sensoriales, que, en cuanto casi no poseen valor funcional para el organismo, son particularmente poco interesantes para el temperamento científico norteamericano”.[62]
Esto deja planteada la pregunta acerca de si la introspección, aun la no titcheneriana, podía interesar a los psicólogos norteamericanos. Aquí el historiador debe ser cuidadoso para no extraviarse a partir de las exageraciones surgidas al calor de argumentos sostenidos por los abogados apasionados de una causa. Titchener no era el único dedicado a la polémica en la escena. También J. Watson era poco objetivo en su evaluación de la situación de la psicología. Como cualquier propagandista radical, se inclinaba a acentuar la audacia de su solución; y para hacerlo debía crear el mito de un establishment unido sólidamente y dedicado a prácticas desviadas. De modo que si uno se atiene a Watson y Titchener se tendría la impresión de que el interés por la introspección jugó en la psicología americana, en los primeros años de este siglo, un rol mucho más importante que el que en realidad cumplió. En verdad, la confianza en las mediciones objetivas estaba ya suficientemente extendida, y en muchos lugares la introspección no era proclamada como el método central de la psicología, en el sentido en que lo había sido para James. Entre los manuales norteamericanos de la época, sólo el de Titchener se distingue por limitar su discusión de los métodos psicológicos a la exposición del método de la introspección.[63] El enfoque usual mencionaba a la introspección en una lista de métodos, sólo para conceder crecientemente un lugar de privilegio a los otros métodos. E.L. Thorndike fue uno de los primeros en insistir en el reemplazo de la “mera” observación y análisis mentales por experimentos conducidos con “precisión cuantitativa.”[64] C.H.Judd, que había traducido el Compendio de Wundt y que, en general, estaba más cerca del espíritu de Wundt que del de Titchener, afirmaba: “Es evidente que los primeros psicólogos tenían razón cuando establecían la importancia particular de la introspección. Sin embargo, es igualmente evidente que imponían en su ciencia una limitación sin garantías cuando afirmaban que la introspección era el único medio posible de reunir hechos psicológicos”.[65] Walter Pillsbury define a la psicología como “ la ciencia del comportamiento humano” y aunque “la conciencia todavía debe ocupar una parte importante de nuestra ciencia”, al mismo tiempo es claro que “el hombre deber ser tratado tan objetivamente como cualquier fenómeno físico”.[66] James Mc Keen Cattell colocó decididamente a la introspección en su lugar en 1904: “La idea bastante extendida de que no puede haber psicología sin introspección es refutada por el simple argumento de los hechos. Creo que la mayor parte del trabajo de investigación que ha sido hecho en mi laboratorio es casi tan independiente de la introspección como el trabajo en física o en zoología.”[67]
Cuando apareció el artículo ya clásico de Watson en 1913,[68] el mismo había sido precedido por un buen número de ataques directos a la introspección. Uno de ellos ofrecía una crítica a los presupuestos del método.[69] Limitado a la literatura en lengua inglesa, tuvo que tomar ejemplos británicos del siglo XIX y a James; la literatura norteamericana más contemporánea, exceptuando a Titchener, simplemente no ofrecía ningún blanco sustantivo, ya que no había el tipo de interés y de compromiso con esa orientación que había producido los análisis detallados de experimentalistas como Wundt y Müller.
La referencia de Cattell al trabajo realizado en su laboratorio, que era enteramente independiente de la introspección, apuntó al factor real que estuvo involucrado en el eclipse de la introspección. En una dimensión creciente, los psicólogos americanos formulaban sus problemas de investigación en términos de la ejecución práctica de la que sus sujetos eran capaces, y de las condiciones manipulables que determinaban y limitaban tal ejecución (performance). A partir de tales objetivos de investigación, la introspección se volvía, en el mejor de los casos, irrelevante, y, en el peor, un verdadero estorbo. Tempranamente, en 1899, R.S. Woodworth había reconocido que la introspección no era la herramienta para estudiar la habilidad motora, y había generalizado esta idea a otras áreas: “A partir de la introspección no podemos decir que es lo que guía nuestros movimientos. Debemos atenernos a una determinación cuantitativa del grado de precisión observada bajo diferentes condiciones. Y poseemos un método en psicología que no depende de la introspección; parece innegable que ese método debe ser aplicado a tantas áreas como sea posible… Dar al sujeto algún tarea difícil para ejecutar, bajo ciertas condiciones de las que no puede evadirse (mayormente como un juego), luego variar las condiciones y medir y comparar el éxito de sus esfuerzos”.[70]
Con el crecimiento rápido del interés en el estudio de las habilidades prácticas y en el examen de la eficiencia práctica de ejecución, creció también el número de los que consideraban a la introspección no sólo sin propósito sino como una interferencia en los objetivos de investigación.

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