Me gustaría que se discuta cual es el rol del progresimo en la Argentina actualmente.
Si están de acuerdo con las posiciones de Lanata, Tenembaum, Caparrós, Solanas, pepe Eliaschev, Lozano, De Gennaro, Sabatella, Heller, etc.
Rompo el hielo con esta nota en la que estoy de acuerdo en un 100 por ciento.
[b][Pasando en limpio](http://mateamargo.org/sitio/2010/10/pasando-en-limpio/) [/b]
[](http://mateamargo.org/sitio/2010/10/pasando-en-limpio/#comments)
Por Carlos Ramirez
Qué curiosos que son los progres. Uno se exaspera con ellos como cuando una criatura va a poner la mano sobre una estufa encendida y sabe que inexorablemente va a ir a quemarse.
Entonces empieza todo este debate sobre que no se puede pintar todo de blanco o negro y acusar a los bienpensantes de hacerle el juego a la derecha. Y aparecen los centrados de nuestro lado que admiten que las cosas no son así. Pero es que hay, en una teoría bastante lejos de la práctica, tres juegos posibles: el de un lado, el del otro, y el propio que sería ese carril intermedio. Por lo que habría que ir preguntando si el juego propio no es acaso el de la derecha.
A ver, para ser más claro, cuando Proyecto Sur vota a favor de la Sociedad Rural Argentina, ¿le hace el juego a la derecha o despliega juego propio? El sector de la CTA conducida por Hugo Yasky, con bastante sintonía con la Casa Rosada manifiesta, aunque con severas fallas de construcción, un juego propio al acercar posiciones con la CGT para reclamar aumentos salariales al propio Estado, o el camino que sigue Martín Sabatella que apoya un amplio abanico de medidas del gobierno nacional pero no acepta ir en una lista del Frente para la Victoria que pueda licuar el crecimiento de su fuerza político dentro del PJ.
¿Qué es ser progre? El periodista Hugo Presman graficó la explicación más contundente que pude escuchar en muchos años. Ser progre es estar en la tribuna puteando por los goles que malogra el atacante o el penal que no ataja el arquero. El podía haberlo hecho mejor, la hubiese clavado en un ángulo o se habría tirado al otro palo. Pero no estaba transpirando en la cancha, tirando en equipo para sortear las dificultades. Estaba sentado en la tribuna.
Una posición crítica no quiere decir jugar para la derecha. Hay jugadores que siendo hinchas de River, jugaron en Boca. Es más, hay jugadoras que han metido goles en contra. Pero si patean siempre contra el arco de uno, ¿para quién juegan entonces?
Uno. Cuando el gobierno nacional barrió la Corte Suprema de Justicia impuesta por el menemato con la suscripción de la UCR encabezada por Raúl Alfonsín se cargaron los fusiles en todo el arco político ante una supuesta avanzada kirchnerista por pretender armar su Corte. La izquierda perfumada se abstuvo de la contienda. O sea, miró desde el balcón y poco le importó la cantidad de fallos contrarios al gobierno o que el presidente de la Corte se reuniera semiclandestinamente con Héctor Magnetto cuando era parte interesada (por nombrar un caso reciente), que además, dicta cursillos en la Fundación Noble.
Dos. Tal vez el caso más paradigmático sea “el uso de los Derechos Humanos”. Para ser breves, voy a ir directamente a los argumentos de la “izquierda dura”.
1. “Usan los DDHH para legitimarse”. Este argumento supone que si no lo “usaban”, tendrían que haber utilizado otra política vectorial, como buscar legitimidad con indultos, leyes de impunidad para legitimarse mediante la “pacificación nacional”.
2. “Lo hacen para acumular fuerzas”. Esta calificación parte de una gerontoizquierda que, curiosamente corren con una bandera para buscar, con nulo éxito, encabezar actos en Plaza de Mayo por peleas que, a lo largo de absolutamente toda su historia, jamás dieron, por ser los casos del PCR,el MST o el PO y ni hablar de los carcamanes comunistas.
3. “En los ’70 ellos estaban escondidos”. Si la presunción es que “ellos” se refiere al gobierno, sería algo demasiado amplio y el listado de protagonistas de aquellos años que hoy cumplen funciones sería aburrido. Para asumir que se refiere a la mesa chica del kirchnerismo, vale lo siguiente: haber sobrevivido a los ’70, o haber muerto en aquellos años, no hace peor ni mejor a nadie, el tema es el cómo. El ex kirchnerista Miguel Bonasso que cuestiona el pasado de algunos funcionarios, votó a favor de la Contraofensiva montonera en la que no participó, mientras cayeron en esas operaciones varios cuadros de la conducción de esa organización. Bonasso no puede tolerar a Guillermo Moreno por sus modales, pero se fumó las maneras de Osinde y López Rega quienes, pareciera, les generaba menos crispación. Más a la izquierda, la jefatura del trotskismo nacional que conduce el PO salió del país apañada por el Partido Comunista, legal durante la dictadura y de estrechos vínculos con Martínez de Hoz por los negocios de la Sociedad Rural Argentina y Moscú.
4. “Los organismos de DDHH están comprados”. Este no-argumento evidencia la ausencia más absoluta de sustento político del discurso histórico de la derecha-izquierda sobre los procesos populares: el choripán y el vino como convocantes políticos.
Tres. La progresía se montó, pasada la ola de novedad contra la impunidad dictatorial, en que el enfrentamiento a los jerarcas de la represión respondía a la debilidad que estos evidencian, pero que el gobierno evitaba discutir a los verdaderos núcleos de poder.
Lo primero es que esto supone que no hay historia en la construcción de fuerza y creer que acceder a la formalidad del “poder” es detentar el poder. Curioso argumento de la “izquierda revolucionaria” que omite que los procesos revolucionarios que los inspiran tuvieron como base el aniquilamiento por la fuerza de las fuerzas contrarrevolucionarias (Rusia y China, para empezar a hablar), y en segundo término se omite que la sociedad argentina con su clase trabajadora no votó a ninguna revolución (de hecho, un revolucionario de inspiración bolchevique o de cualquier variante comunista -leninista o trotskista- que participa de elecciones es un contrasentido), las clases populares no se encuentran en ningún proceso de toma del poder por la fuerza y por lo tanto este gobierno no se presenta como otra cosa que una opción dentro de un mundo en el cual el comunismo sufrió la crisis terminal mucho antes que el capitalismo.
Así y todo, a medida que el gobierno fue avanzando para limitar a los centro de poder, la izquierda fue unívoca en su juego:
- FMI. En los albores del kirchnerismo comenzó una disputa sobre la injerencia de los organismos multilaterales financieros que impusieron la agenda a la política argentina. Sin entrar en los detalles sobre los bonos renegociados y demás, se expone que al FMI y al Banco Mundial se le pagó con efectivo constante y sonante. El objetivo, que se logró con éxito evidente, fue que el Estado nacional pueda manejar soberanamente aspectos de la economía que desde hacía tres décadas eran dictadas desde el exterior, por ser los aumentos jubilatorios y ampliación del sistema de previsión social, el aumento en el presupuesto educativo a índices de relación con el PBI similares al europeo y llegando a ser el más alto en América Latina, reapertura de paritarias salariales y, por no ampliar en exceso, designar autónomamente funcionarios como el ministro de Economía (recordemos que hace apenas una década el FMI le presentó al presidente Fernando De la Rúa el binomio Cavallo-López Murphy para que elija a su titular de hacienda). La deuda externa argentina originada por la dictadura militar fue avalada en primera instancia por Raúl Alfonsín y aumentada escandalosamente a lo largo del período democrático 1983-2003, esto es, por Alfonsín, Menem, De la Rúa y Duhalde, todos, salvo el último, electos democráticamente. Así y todo, la pretensión de que una persona elegida con apenas el 22% de los votos podía asumir y decir que desconocía a los organismos comandados por las economías a las que Argentina pretendía aumentar las exportaciones para generar puestos de trabajo (Estados Unidos, Unión Europea y por extensión, al resto del mundo sobre el que tienen influencia) tendría el mismo efecto que un gobierno iraquí declare unilateralmente el fin de la ocupación yanqui.
- Estados Unidos. Pareciera de perogrullo tener que recordar la situación continental de hace un lustro. El imperio estadounidense llevaba más de una década avanzando con los tratados de libre comercio a toda máquina y el ALCA era apenas resistido por un sólo país de Sudamérica (Venezuela). Bush desataba dos ocupaciones simultáneas y Chávez recomponía fuerzas tras el golpe que lo derrocó brevemente, pero al borde del fusilamiento, en 2002. Colombia seguía recibiendo marines, y dos años más tarde bombardearía Ecuador, donde se impuso el dólar como moneda nacional en el proceso anterior a Rafael Correa. Fue en Mar del Plata donde Argentina, Brasil y Venezuela (Evo Morales era todavía candidato a presidente, faltaba un año para la llegada de Rafael Correa) derrotaron el proyecto neoliberal y dos años y medio más tarde se constituiría la Unasur. Nunca, en los últimos sesenta años, un jefe de Estado argentino cuestionó abiertamente a los Estados Unidos por su prepotencia económica y su injerencia política y militar en la región (algo que ocurrió sólo durante el primer período peronista), afirmando el lineamiento con el Mercosur. La izquierda, sin escuchar siquiera el apoyo de Fidel Castro, se manifestó en contra hasta tanto y en cuanto Argentina no invada Washington.
- La Iglesia. Componente esencial de cuanto golpe de Estado y garantes morales de cuanto crimen contra la humanidad se haya cometido, también hay que remontarse hasta el Corpus Christi que bendijo el bombardeo a la Casa Rosada, Plaza de Mayo y otros puntos de la ciudad de Buenos Aires y La Plata en 1955, con alguna que otra tibia escaramuza (como no podía ser de otra forma) con Frondizi y Alfonsín, para presenciar semejante virulencia de la Iglesia Católica. Un obispo llamó a “tirar al mar” al ministro de Salud y como nunca, desde el retorno de la democracia en 1983, el cardenal Jorge Bergolgio como cabeza de la iglesia, coordinó a la oposición dictaminando alianzas electorales y orientando debates parlamentario a la par que convocaba a marchas contra las medidas oficiales y en apoyo de la oposición, por no olvidar los reclamos a favor de los represores y manteniéndole el cargo a Christian Von Wernich, pastor de la bonaerense de Ramón Camps. En ningún momento, ni en el arco intelectual ni militante de esa izquierda se tomó parte contra las propuestas retrógradas de la Iglesia, ni siquiera una adhesión convocante por la supuesta “guerra de Dios” lanzada por Bergoglio con motivo de la Ley de Matrimonio Igualitario. Ese fue otro frente en el cual esa izquierda estuvo brillando por su ausencia y su silencio.
- Fuerzas Armadas. Como está casi todo dicho en el punteo sobre la política de DDHH, vale lo mismo, sin olvidar que:
[ul]
[li]El peronismo conservador se manifestó a favor del “perdón” a las FFAA.[/li][li]La UCR y sus variantes (CC, ACyS) se expresó contraria a “revolver el pasado”,[/li][li]La Iglesia juega activamente a favor de los represores.[/li][li]La SRA, CRA, CARBAP reivindican lo actuado por la Dictadura.[/li][li]Los medios masivos de comunicación apuntalan el silencio.[/li][/ul]
5. El “Campo”. Motor del atraso y protagonista desde el primer hasta el último golpe de Estado argentino. Ni haría falta repasar la historia de la Resolución 125. Sin siquiera juzgar si el Estado quería usar bien o mal los fondos a recaudar por las retenciones y sin apreciar tampoco que los presuntos pequeños productores hoy pagarían menos tributos si se hubiese aplicado esa normativa (que, pese a tener potestad para aplicarla el Ejecutivo envió al Congreso de la Nación) que con el favor de Julio Cobos, la enorme vergüenza histórica que cargarán fundamentalmente el PCR, el MST y el PO fue haber ido a hacer flamear las banderas rojas con la cara del Che Guevara al acto convocado por el presidente de la SRA, Luciano Miguens, en el Monumento a los Españoles, en el barrio de Palermo. Lo que el “progre” Pino Solanas, mandó a apoyar en el Congreso, la “izquierda” lo bancó en la calle.
6.Medios. Otra batalla popular en que la izquierda decidió arriar banderas. Así como en diciembre de 2001, cuando a la hora exacta que estallaba la Plaza de Mayo los profetas del trapo rojo ya se habían retirado. El ridículo argumento del “conflicto de intereses” usado para lavarse las manos como si se tratara de una disputa personal (nada más), y como si las disputas personales puedan no ser oportunas para obtener ciertos avances. Jamás se desnudó de semejante modo la condición de empleados de monopolios y oligopolios de la dirigencia política argentina, abdicando ante la mesa del CEO de una corporación para recibir instrucciones sobre estrategia parlamentaria y electoral. ¿A quién le hicieron el juego los que callaron, o dijeron que enloquecerían sin Fibertel (Solanas dixit) si no fue a esos intereses? Valga poco el argumento de la fusión Cablevisión-Multicanal “aprobada” por el gobierno un año antes, porque, además de desviar el debate (o sea, anularlo, cosa que beneficiaba sólo a un interés), ni siquiera pone en contexto la correlación de fuerzas por aquel entonces, cuando el Grupo Clarín todavía no había desatado la guerra contra el Gobierno lanzando a la oposición y a Cobos. Las batallas se dan cuando se pueden. Y algunos deciden no darlas nunca. Si la defensa, por acción o pasividad cómplice, de las corporaciones mediáticas son, claro queda, una vergüenza. Pero yendo más lejos, un puñado de “progres” salió en defensa del más espurio de los negocios mediáticos: Papel Prensa.
7. La Banca. Actualmente el Congreso está tratando una nueva Ley de Entidades Financieras para terminar con otra de las leyes emblemáticas de la dictadura de Martínez de Hoz-Videla. Otra patética ausencia de la izquierda perfumada que se vio patente ante la necesidad de remover a Redrado del BCRA para poder modificar la política monetaria y financiera del país. Si se toma en cuenta la debilidad 2003-2006 (por las condiciones electorales en lo político, y por la situación de permanente default), y la desestabilización casi terminal al que fue sometido el gobierno de CFK apenas a tres meses de haber asumido, no hubo muchas oportunidades que digamos. No obstante, el gobierno nacional, en esos períodos de relativa fortaleza recuperó el sistema jubilatorio que además servía de coto de caza para el saqueo más escandaloso del sistema bancario y empresarial que lo usaba para evasión y lavado. Y la izquierda intelectual volvió a oponerse o a callar. La infame progresía, habló de ¨kaja¨, así, con K.
Cuatro. Luego de una extensa tradición nacional en que las fuerzas de seguridad reprimían cuanta protesta podía producirse y lanzaba agentes infiltrados para provocar la excusa del palazo a aplicar, la conflictividad en la calle se redujo a la mínima expresión de las últimas décadas. No se le agradece al Estado por hacer lo que tiene que hacer, pero valga resaltar el marco en que las fuerzas políticas pueden actuar. Nunca se reprimió al corte de un puente internacional con el Uruguay, que estuvo años interrumpido, tampoco se reprimió al movimiento desestabilizador terrateniente que paralizó la circulación por todo el país, arrogándose inclusive el poder de policía requisando los camiones que sospechaban circulando con mercancía agropecuaria de países limítrofes. La marcha más importante contra la política de Estado en 2001 terminó con la Plaza de Mayo ensangrentada por órdenes de la Casa Rosada, desde donde meses más tarde, el interino Duhalde también ordenó disparar contra la manifestación de organizaciones sociales en el Puente Pueyrredón. En 2008 el agrogolpismo movilizó su aparato al Monumento a los Españoles, en Palermo, sin incidente alguno. Quedan por supuesto los casos provinciales donde efectivamente se ha reprimido manifestaciones populares, pero endilgarle el asesinato del maestro Carlos Fuentealba (05/04/2006), en una represión ordenada por Jorge Sobisch, está lejos de la realidad de una política del gobierno nacional.
Persisten los casos de una represión estructural y encubierta, conocida como “gatillo fácil” con que se sigue reprimiendo a la pobreza, pendiente de solución. Correr por izquierda en este punto es precisamente no reconocer el marco político. Una cosa es la propuesta de “meter bala a los chorros” de Carlos Ruckauf, montar cárceles con contenedores como propuso Chiche Duhalde, o armar listas de los estudiantes que piden que no se le derrumbe la escuela encima, y otra bien distinta es afirmar que un gobierno tiene formalmente el control sobre los negocios que tiene un comisario de la bonaerense. Lo que sí reviste una gravedad ideológica descomunal es el proyecto del Servicio Cívico Voluntario para censar a la pobreza, equiparar al pobre con un delincuente y recluirlo sin saber para qué en los cuarteles, presentado por la más ultramontana derecha vinculada al Opus Dei como Liliana Negre de Alonso, a instancias de Julio Cobos y con el acompañamiento silencioso del Partido Socialista, cuya cabeza en el Senado, Rubén Giustiniani, programa la alianza con Solanas.
Cinco. La protección social del Estado es probablemente la marca más profunda del modelo inclusivo. Desde 2003 se incluyó en el sistema de jubilaciones y pensiones a tres millones de personas que no recibían absolutamente nada por parte del Estado. Además de recuperar el ahorro de los trabajadores que fue entregado a la banca extranjera para el Anses, pese a la insuficiencia, las jubilaciones en Argentina son las más altas de América Latina, desde hace siete años tienen aumentos e inclusive se fijaron los mismos por ley para que se produjeran obligatoriamente dos veces al año, todo esto sin endeudamiento externo sino con recursos propios. Se suma a esto la Asignación Universal por Hijo que alcanza a todos los niños que no perciben cobertura por tener a sus padres desempleados o con trabajo en negro, que repercutió además en la matriculación escolar, en la inserción a los programas sanitarios de vacunación y, obviamente, en la economía global por el incentivo al consumo.
Que la AUH y las jubilaciones son cualitativamente insuficientes no hay dudas, pero también hay que analizar el marco económico de un país que hace menos de una década recortaba las jubilaciones y una economía defaulteada. El falso debate del 82% móvil lanzado por la oposición no tiene por objetivo la mejora en las condiciones de los jubilados, ya que las mismas superan el 75% del sueldo mínimo, sino que apuntan a forzar un déficit previsional que obligue en la toma de deuda, desfinanciando al Estado y provocando en el mediano plazo un nuevo congelamiento salarial para no incumplir con ese proyecto al que la izquierda, una vez más bobamente, se presta, tras el discurso de “la caja” y el “ahorro de los jubilados”, buscando confundir a la sociedad, ocultando el hecho de que los fondos del Anses son generados por los trabajadores activos (los actuales jubilados cuando estaban en actividad depositaron dinero para pagarle a los pasivos de entonces) y permiten, entre otras cosas, que los estudiantes de la educación pública puedan acceder a una netbook, con una etapa inicial de tres millones de beneficiarios, apuntando a achicar la brecha de acceso a la información pública y gratuita.
Seis. Desde 2003 todos los años se mantuvieron las paritarias salariales pese a la enconada oposición empresarial. La distribución del ingreso se acerca al 50-50 que se alcanzaría en menos de dos años, algo que sólo sucedió en la Argentina previo al período liberal iniciado en 1976 y únicamente en el primer y segundo período peronista. Más compleja es la problemática del empleo en negro e irregular que, no es esgrimido por la derecha porque es quién la explota, pero sí por la izquierda sin tomar en cuenta el marco general de la política laboral. La fortaleza del modelo se funda en el consumo, para lo cual intenta incorporar más trabajadores con mejores salarios y no expulsar como en el período Martínez de Hoz a Domingo Cavallo; y la otra pata fundamental es la fortaleza sindical que, también necesita incorporar trabajadores en blanco para incrementar su fuerza. Se puede inclusive cuestionar cualquier otro aspecto pero es imposible negar que se trata de una política inclusiva de los trabajadores en la economía y no de expulsión.
La propuesta de la CGT encabezada por Héctor Recalde para el ingreso directo de los trabajadores en las ganancias de las empresas sólo puede ser corrido por izquierda por un movimiento bolchevique alzado en armas, cosa que no existe hoy, no en Argentina, sino en ningún rincón del planeta. La falta de acompañamiento del pseudotroskismo y del moralprogresismo a este proyecto demostrará una vez más su funcionalidad a la derecha, como en aquella oportunidad en que mancillaron la memoria del Che Guevara flameando su rostro en Palermo haciéndole la corte al agrogolpismo, a la sazón, el sector parasitario que más trabajadores en negro tiene.
Algunas Consideraciones Finales
Sería medular de una vez por todas arribar a algunas conclusiones sobre las aristas reaccionarias de los supuestos progres de la sociedad argentina, o el gorilismo de la ultraizquierda estudiantina urbana. Al menos para dividir más tajantemente las aguas.
En definitiva, pasando en limpio la historia reciente, en nuestro país no hubo nada más traidor a la clase trabajadora que esa izquierda.
El argumento más siniestro e histórico de la izquierda portuaria ha sido el mismo de la derecha: que las clases populares son ignorantes y corruptas. Ignorantes porque no los votan y corruptas porque son capaces de sumarse a cualquier otro movimiento político que reivindique sus derechos en la práctica.
Con ese pecado original, la izquierda argentina fue capaz de aliarse a la embajada estadounidense en 1946 y de sumarse al gabinete de la Revolución Libertadora que, casualmente, persiguió y fusiló a los dirigentes obreros y censuró su expresión democrática, por no olvidar que, con la cruz pintada en sus aviones, bombardeo la ciudad de Buenos Aires. El PC y el PS no vaciló en integrar, en nombre de la unidad nacional, esa dictadura.
Lejos de ser actos aislados, esos dos grandes hitos, persistieron en mantener su legalidad apoyando a Jorge Rafael Videla como cabeza de una “dictablanda” y democrática (sic), privilegiando, valga la paradoja comunista, los negocios granarios con la Unión Soviética.
Los casos de persecución dictatorial contra esa izquierda fueron puntualmente contra algunos dirigentes que realmente enfrentaron, con el peor destino, al filonazismo procesista, pero no se puede seguir tratando tangencialmente que todos los golpes de Estado no fueron por persecución ni a esa izquierda ni al radicalismo.
Desde nuestro campo, solemos reducir ese análisis a la etiqueta “gorila”. Y es entonces que el Gorilismo es un movimiento político, no una categoría. Es el único modo de poder comprender como se articula todo ese amplio arco que va desde Lanusse a Balbín, desde Aramburu a Ghioldi y Palacios y desde el almirante Rojas hasta Alicia Moreau de Justo en la historia, llegando al nuevo frente del movimiento que va de Macri a Vilma Ripoll, de Bergoglio a Bergman, desde Gerardo Morales a Altamira y desde Carrió a Cecilia Pando.
En todo ese abanico, el histórico y el actual, pero fundamentalmente en la “pata izquierdista”, niegan lo que pregonan: la famosa conciencia de clase. Según la izquierda ilustrada, el populacho que antes salía por la máquina de coser de Evita y por las vacaciones en Mar del Plata de Perón, ahora se devaluaron en un choripán. En esa acusación encierran su pecado gorila. El pueblo no tiene causas, ni historia, ni identidad porque deberían asumir lo que no son, esto es, la identidad política de los que evidencian una historia de oponerse a los movimientos populares.
No por nada, cualquiera que haya tenido la oportunidad de leer o escuchar a cualquier ex militante del PRT-ERP, habitualmente estos comienzan aclarando que eran militantes “de izquierda no-gorila”, manifestando así la evidencia de que lo que se entiende como izquierda histórica argentina siempre fue antipopular y prefirió construir bajo el amparo de la derecha dictatorial que dentro de las contradicciones que deben atravesar los trabajadores en su lucha.
El Movimiento Gorila, al negar entonces la identidad de los trabajadores en la periferia del mundo que leyeron en el eurocentrismo de Marx (no olvidemos que el gran sociólogo consideraba signo de progreso que la India permaneciera como colonia británica), están negando que las trescientas muertes de trabajadores armados con palos que fueron a enfrentar los bombardeos de 1955 tuvieran una ideología definida. Rechazan también que el experimento del Plan Conintes (Conmoción Interna del Estado), puesto en marcha cuando no en un gobierno radical, fue para reprimir a unos militantes que fueron los primeros guerrilleros foquistas de la historia nacional, que se los conoció como Uturuncos y eran peronistas. Y por si fuera poco, la generación más ilustrada, hija de la universidad pública más inclusiva en el contexto más represivo fue perseguida y exterminada por la Dictadura de 1976. La perversidad del argumento de que son todos idiotas rentados por un choripán niega esas luchas, que no persiguieron a esos “progres”.
Las Madres de Plaza de Mayo están compradas porque según la concepción de los que creen teóricamente en lo más elevado de la condición humana, todo se puede comprar y vender. No existe, además del trabajo político, toda la labor de cooperativas que puedan tener. No existe esa conciencia en los organismos de DDHH como tampoco le reconocieron conciencia política a los ¨ignorantes peronistas¨ que en las peores condiciones ingresaron al país a combatir a la Dictadura, ya que le niegan ideología al tildarlos de haber seguido un mesianismo conductor.
A la izquierda de esa izquierda, como muestra el proyecto Recalde ahora, estuvo la CGT durante la Dictadura militar que en esas condiciones, organizó bajo la coordinación de Saúl Ubaldini, el paro nacional del 27 de abril de 1979. Pero la derecha lo oculta porque sigue tratando de sostener el relato del consenso a favor de las FF.AA., y la izquierda lo silencia por vergüenza propia.
El onanismo intelectual de la progresía, y la negación de la historia los hacer perseverar en el error. La cosa no pasa solamente por el reconocimiento de las aberraciones históricas sino por el motor de lucha. El hecho maldito del país burgués les mea el asado porque todavía ni siquiera se plantearon a qué definen como clase obrera en la actualidad, si es que existe esa clase obrera que leyeron en el gran autor alemán. Prueba de esto es que creyeron encontrar en la Sociedad Rural Argentina, la Unión Industrial Argentina y los alumnos de la UCA, la tan soñada alianza de obreros, campesinos y estudiantes para tomar el poder.
Tampoco cabría olvidar que la “izquierda de la CTA” encabezada por Víctor De Gennaro llevó en andas al sojero Eduardo Buzzi para hablar del proyecto inclusivo de una central obrera, que cuestiona la carencia democrática de la CGT pero sus autoridades son elegidas por menos del 15% de los afiliados. Así y todo, se siguen creyendo la reserva moral del proletariado de escritorio y lucen como último blasón el “referendo” del FRENAPO contra la pobreza, realizado hace casi una década (14 al 17 de diciembre de 2001) como si alguien fuera a votar a favor del hambre.
El proceso que propone la intelectualidad progre y la izquierda militante requiere un grado de confrontación que esta sociedad todavía no está dispuesta a levantar. No hay revolución rusa ni china sin millones de muertos que produzcan el desempate histórico que en nuestro país, Rosas no pudo y Perón no quiso.
Así que cuidado, porque en este país, hace un par de años nada más todavía la “gente” defendía al cartel sojero, votaba a De Narváez y posiciona a Mauricio Macri, con su UCEP, sus listas negras y su incesante recorte presupuestario como el candidato opositor con mayor intención de voto, mientras el progresismo clasista espera que los planetas queden alineados de forma tal que se generen, de forma espontánea, las famosas condiciones objetivas para la toma del poder para un pueblo que ni siquiera saben dónde queda. Mucho menos qué piensa y siente.
Prueba de esto son los incesantes golpes de Estado como el de Honduras, el 28 de junio de 2009, pocos meses después de que Manuel Zelaya ingresara al ALBA; el brevemente exitoso golpe de la oligarquía venezolana encabezada por Pedro Carmona el 11 de abril de 2002; el fracasado golpe contra Rafael Correa en Ecuador el 30 de octubre de 2010; la intentona del primer semestre de 2008 encabezada por “El Campo” y Clarín en Argentina, y las fallidas desestabilizaciones de la aristocracia santacruceña contra Evo Morales en Bolivia, son las más claras señales, combinadas con los Tratados de Libre Comercio con Chile, Perú y los siete mil marines que comenzaron a ingresar en Costa Rica en julio de 2010, las bases militares del Pentágono en Colombia y el pronto ingreso de nuevos asentamientos estadounidenses en Paraguay, muestran que esto, no es un juego de teoría dialéctica.
La progresía argentina, mostrando su elitismo intelectual y racial no soportó salir a repudiar el golpe contra Rafael Correa el mismo día, cuando los “negros peronistas” se movilizaron a la Cancillería para respaldar a la cumbre de emergencia de Unasur. No. Marcharon, un día después, solitos y solos, el “Proyecto Sojero” de Solanas, el PO y el MST.
Así de mezquinos se los ve los 24 de marzo de los últimos años. Acompañar a las Madres y Abuelas en el contexto de la Obediencia Debida, Punto Final e indultos borraba las veredas y transitar por el mismo carril de Avenida de Mayo era tan sencillo como regalado. Mientras las Mares y Abuelas reivindicaban la memoria estaba bien. Ahora que reivindican una política con su ejemplo de memoria, resulta que no está tan bien, entonces ya no se acompaña sino que se marcan las veredas. La peor expresión de esto es el troskoperonismo de Solanas que abandonó esa convocatoria por la memoria histórica por el ¨aparateo¨ oficial, esto es, abandonar una causa histórica por un gobierno circunstancial.
Entonces, mientras construyen el poder obrero que desencadene la revolución socialista sería interesante que aclaren de qué lado van a estar.