Pipita Higuain "Quiero volver a River para ser campeón"

Y…habra que esperar unos cuantos años,pero lo que dijo de River es lo que se espera de todos los forritos que nos dieron la espalda en estos años duros que estamos viviendo

Nunca en mi corta estadía forística dije esto, pero en serio… chances?

Te esperamos cuando quieras genio

primero juega el mundial después va a ver que hace, pero dudo de que venga a River.

Ojalá seas la excepción Gonzalo, pero ya me quemé tanto q no creo en nadie. Somos la fábrica de mercenarios más grande y prestigiosa del mundo.

111 goles en el real madrid… que bestia… por favor… ojala despues de un tiempo decida volver, joven todavia y con ganas de hacer historia en river…

ojalá vuelva algún dia… pero tendra unos 40 años mas o menos si es que vuelve… je

Tiene 24 años loco, no pueden esperar que ya venga…

Cuando ronde los 28-30, para mi pega el retorno.

Lo banco a muerte al pipita, de los 5 mejores 9 del fútbol mundial.

Se nota que qiere a river. vuelve en el 2028 ya falta poco.

Este tipo va a volver no antes de los 32 años, y si tuviera que jugármela, diría que vuelve a los 34, de volver.

te re banco pipita, vos si sos agradecido al club, ojala algun dia vuelvas

recuperate de tu lesion…culiao

Que grande hubiera sido si debutaba en los noventa…

Mascherano puede volver pronto, espero que no le agarre el peseterismo nomás. Aunque ya está medio venido abajo, acá puede rendir.

Higuaín ufff, tenemos que esperar fácil unos 6 años.

Que buena mina se come…! la uruguaya q esta en el Show del clasico, q pasan en fox

Feliz cumple Crack! Espero volver a verte con la banda roja!

Espero mucho ver Higuain y Mascherano jugar de nuevo con el Nuestro River Plate en el futuro.

Ojalá pueda cumplir pronto su sueño de hincha de River bastante fanático, según todos los que lo conocen. :smiley:

MARTÍN CAPARROS - MCAPARROS@OLE.COM.AR
Elogio del Pipita
Días sin fútbol: tan raros, tan escasos. En todo el año quizá no haya más de ocho días seguidos sin fútbol argentino o español o italiano, y millones andamos con el mono –como llaman en Madrid a la abstinencia. Son los días en que, para ofrecernos un placebo, para que el show pueda continuar, los medios nos ofrecen dos menúes: pases, listas.

Lo de los pases brilla: mercado en todo su esplendor. Ya no hablamos de los resultados del mercado –de cómo juegan los equipos que el mercado produce– sino del mercado en sí mismo: quién va a comprar o vender o prestar qué, quién va a ser comprado o vendido o prestado. Y todo se basa en rumores –intencionados o no; no siempre es el representante el que le cuenta a un periodista amigo que su muchacho, ocho suplente de la Crema, tiene una oferta del Arsenal y la está estudiando.

Por lo menos en la Argentina, con la mishiadura futbolística, los rumores son más o menos limitados; en España, en cambio, donde sobraba la plata –y todavía hay carradas– los medios inventan tantas compras y ventas que parece raro que alguien les crea todavía, que alguien siga leyéndolos. Alguna vez habría que hacer un ejercicio simple: cerrado el libro de pases, contar todas las transacciones anunciadas y ver cuántas se hicieron; no creo que lleguen al 15, 20%. Lo cual daría el índice de confianza con el que hay que leer esas notas.

Pero son entretenidas: permiten imaginar futuros imposibles, que es una de nuestras actividades más antiguas. Otra es clasificar, jerarquizar: ¿a quién querés más, a tu mamá o a tu papá? Entonces el otro gran yeite de estos días es la confección de listas, rankings, todo tipo de clasificaciones sobre el año que se está terminando. El mejor jugador patizambo, los cinco arqueros menos vencidos de Quequén, los 324 pasadores más precisos, el lanzador de más largos laterales. O, como acaba de hacer el Guardian de Londres, los cien mejores jugadores del mundo.

El Guardian de Londres tiene cierta autoridad. No sé de dónde la saca, pero recuerdo la vez que hizo una lista de “los cincuenta eventos deportivos que hay que ver antes de morirse” y, por azar –no por orden– el primero que aparecía era un Boca-River en la Bombonera, y los bosteros todavía nos jactamos de eso. Esta vez su lista, confeccionada por la votación de sus 11 especialistas en fútbol, tiene cierta lógica; los doce primeros son, digamos, bastante previsibles: Messi, Cristiano, Xavi, Iniesta, Ibrahimovic, Falcao, Van Persie, Pirlo, Touré, Cavani, Agüero, Casillas. Es casi raro que no esté Neymar o, peor: que entre los doce mejores jugadores del mundo no haya ni un brasileño –y que en toda la lista no haya media docena, justo cuando tienen que ganar su Mundial. Pero al final entre los cien hay lugar para casi todos, salvo uno.

Es curioso que en una lista donde están, por ejemplo, entre el 81 y el 84, unos señores llamados Victor Wanyama, Mapou Yanga-M’Biwa, Hulk y Darijo Srna o, entre el 90 y el 92 los tales Henrikh Mkhitaryan, Moussa Dembele y Hatem Ben Arfa, no aparezca Gonzalo Higuaín. Es curioso, o quizá no tanto.

Higuaín no debería necesitar explicación. La semana pasada cumplió seis años jugando con toda regularidad en el equipo más difícil del mundo. En esos 233 partidos con el Real Madrid hizo 111 goles –casi 0,50 de promedio– y muchos fueron decisivos; algunos valieron campeonatos. Siempre la tuvo que pelear: se lesionó, lo relegaron, le trajeron estrellitas en su puesto; siempre salió adelante. Los hinchas del Madrid lo quieren: a Cristiano lo admiran y respetan, a Benzema lo esperan cada vez más impacientes, a Kaká lo desprecian, a Casillas lo adoran; al Pipita lo quieren como se quiere a alguien cercano. No a un ídolo: a un amigo –y eso en el Bernabeu no se lo gana casi nadie.

Además, sabemos, es el nueve titular de la selección ranqueada tercera por la FIFA; todos están de acuerdo en que la Argentina tiene, con él, Agüero, Di María y Messi, el mejor ataque que se podría soñar en estos días. Y, sin embargo, unos expertos ingleses que incluyen en el puesto 75 a Ezequiel Lavezzi –su suplente– no lo ponen en su lista.

A veces pienso que el Pipita Higuaín no es un jugador para estos tiempos. No hace piruetas, no tiene caprichitos, no sale en las revistas con tremendos gatos, no vende humos diversos; Higuaín se la juega callado, corre, pelea, no para, corre, gana. Higuaín es uno que están siempre ahí, uno que todos quieren en su equipo, un optimista impenitente, un Palermo que sabe jugar a la pelota. Pero, en general, cuando hace un gol no es porque se lo saca de la galera; es porque termina como nadie una jugada de su equipo. Es rapidísimo en los últimos metros, está siempre donde tiene que estar, impone el cuerpo como nadie, le pega sin problemas con las dos –pero también puede tirar una gambeta o un cambio de frente sin problema. Sólo que no hace bardo ni glamour; en un mundo de artistas y cafiolos, el Pipita es más bien un laburante, un obrero supercalificado. Y el mercado del fútbol foca no sabe qué hacer con eso, y se confunde. Acá, por suerte, tiene la nueve bien atada.