Si, totalmente. Acá hay info de lo que pasó aquella vez y de la relación ocampo-angelici
El protagonista de la noche, Napolitano, era un socio activo de Boca, perteneciente a una agrupación opositora. Pero más allá de las internas, de estar a cargo de la organización y de saber que los dardos irían en su dirección, Angelici sabía que tenía que empezar a sortear el desastre. El hecho no estaba claro. Las primeras hipótesis calculaban que distintas facciones de la barra habían tejido una alianza por haber quedado fuera del negocio de reventa de entradas. Esa noche, el grupo de Lomas de Zamora, que días atrás había prometido “sangre” si no veía beneficios, se quedó con el negocio de los trapitos en el campo que da a Casa Amarilla y con los puestos de choripanes de ese sector. Más allá de las versiones que no terminaban de desarrollarse con claridad, Angelici recibió el llamado de su jefe político. Macri le pidió que aprovechara la situación para victimizarse. Había que cortar la hemorragia política cuanto antes y mantener a salvo al, en ese momento, precandidato a presidente de la Nación.
Angelici empezó a emitir. Aseguró que lo querían “voltear” de su cargo. Deslizó que el ataque a los jugadores de River en La Bombonera debía explicarse por la interna política del club, particularmente a la agrupación que encabeza el ex vicepresidente de la entidad, Roberto Digón. “Soy consciente de que me quieren voltear, por eso el dolor, porque no me hicieron un daño a mí, sino a Boca, a la institución. Yo soy pasajero en el club, acá lo importante son el escudo y los colores”(9), señaló. En los reportajes no se movió un ápice de esa línea: “Esto fue organizado, tenemos identificados a varios, la mayoría de una agrupación política opositora, por eso separo lo que es la denominada barra, que está en la bandeja del medio, de este grupo. Todos en el club conocen que militan en esa agrupación”(10).
Hábil, insistió con que el hecho del gas pimienta no estuvo relacionado con la barra brava del club. Necesitaba evitar un efecto búmeran. De la nada, en medio del caos, los planetas parecieron alinearse en el plano judicial. Una vez más, la suerte le hizo un guiño al binguero. La investigación recayó en un viejo conocido: el fiscal general de la ciudad, Martín Ocampo.
Todo bajo control
“Soy amigo suyo desde toda la vida, es el padrino de mi hijo. Pero yo no llevo la investigación. Si tuviera que decidir algo con respecto a él, me apartaría. Y no creo que Daniel (Angelici) me pida que intervenga en nada, sería de mal amigo”. Martín Ocampo, fiscal general de la Ciudad a cargo de la causa de gas pimienta(11), quedó bajo la vista de todos.
Ambos tienen una estrecha relación. Angelici, además de ser padrino del hijo de Ocampo, colaboró lo suficiente para que el ex abogado y socio en algunas de sus empresas alcanzara ese tan preciado lugar. Es más, según Daniel Bravo, Angelici financió la carrera universitaria de Ocampo durante los 80. Sin embargo, no le resultó fácil llegar a la Fiscalía General de la ciudad de Buenos Aires. Ocampo, impulsado por Angelici, recibió un duro revés cuando Macri lo propuso en noviembre de 2013 en una sesión extraordinaria que convocó la Legislatura porteña para debatir el reemplazo de Germán Garavano, quien cumpliría su mandato en los meses siguientes, luego de haberse desempeñado durante dos períodos y sin posibilidad constitucional de ser renovado en ese cargo.