Scioli, y el salto de pantalla
febrero 21, 2014
Todos los políticos que han triunfado, y casi todos los que han estudiado la política, les dirán que lo esencial es el “timing”, el acertar con el momento justo para tomar una decisión. Es curioso, pero esta vez algo que “todos dicen”, ¡es cierto!. Con un poco de sentido común, el asunto es fácil de entender: a un general que ordenase a la artillería empezar el bombardeo de una posición antes que la ocupe el enemigo, a un comerciante que lanzase una línea de aire acondicionado en el medio del invierno, no les iría bien ¿Por qué la política tendría que ser diferente?
Esta reflexión, obvia, me la inspiró un muy interesante posteo en el blog Huevos e Ideas. Dice el tucumano Ricardo: “El pase de Scioli a engrosar las estadísticas de los Ni Ni (jóvenes que no quieren liberalismo ni tampoco populismo) puede caer como baldazo de agua fría … en el núcleo duro K – que no está compuesto únicamente por progresistas urbanos. Nos agarramos la cabeza y pateamos un poco el piso, decimos “manco hijo de puta, ¿vos también te pasás al ancho avenidismo del medio”?
Para empezar bien arriba el post, con toda la fe y la esperanza, con optimismo, debemos advertir que se equivoca quien piense que esto coloca a Scioli fuera del FpV. No hubo ni habrá dedo ahora que señale quién pertenece y quién no al colectivo. Tampoco significa que Scioli lo abandone, sino que es muestra del momento actual del kirchnerismo en cuanto a opinión pública, del equilibrio de fuerzas alcanzado dentro de la coalición oficialista luego de las legislativas – como prueba de ello, nadie en el gobierno salió a criticar esas declaraciones – y es, probablemente, un adelanto de campaña: más temprano que tarde, quienes tengan aspiraciones a suceder a Cristina (se llamen Urribarri, Capitanich o Urtubey) deberán consolidar un perfil propio nacional y eso significa, necesariamente, no repetir lo que el kirchnerismo ya hizo en 2009 y 2013. Es decir, proponer una campaña anclada en lo realizado sin definir elementos de futuro.
Forma parte, además, de la dinámica de nuestra política nacional. Desde antes de 2011 debatimos y entendemos que la salida del kirchnerismo puro y duro no puede estar a su izquierda (cuánto de kirchnerismo contenga el próximo gobierno depende en buena medida de cómo finalice su gestión la actual administración) … No es difícil concluir, revisando nuestra historia, que cada periodo político engendra condiciones para la emergencia del siguiente, configurando su mapa de posibilidades“. (completo aquí)
Este posteo ha tenido repercusión en la blogosfera politizada, por supuesto. Hasta el massista Omix lo reprodujo. Y eso que Ricardo, casi solitario entre los blogueros kirchneristas, ha sostenido por muchos meses esta tesis (confío que la resumo con justicia): Que es inevitable que luego de la etapa K, siga – si va a haber continuidad y no ruptura – una “alvearización”; una etapa donde se modere el enfrentamiento que marcó la anterior y se “normalice” la pugna política. Y que Daniel Scioli es, por carácter y ubicación, el Marcelo Torcuato de Alvear “natural”, el más probable.
Tengo que reconocer que el planteo me parece razonable, además de bien expuesto. Y no me horroriza. Recuerdo que YPF se fundó durante la presidencia de Alvear, y la Semana Trágica ocurrió durante la de Irigoyen. Los liderazgos son fundamentales para inaugurar una etapa, para lanzar un proyecto. Pero los gobiernos abarcan mucha más gente que quienes están a su cabeza, y se mueven en una circunstancia histórica que los condiciona.
Pero … también tengo que decir que es una construcción teórica. La Historia no hace “castings” para encontrar quién se adapta mejor a una analogía. Scioli, si llega a ser Presidente alguna vez, no será porque es el que más se parece a Alvear, sino porque una mayoría de los argentinos querrán un respiro del enfrentamiento político, sin abandonar lo que consideren logros de la etapa K, … y también (ojo: es otra condición más) decidirán que Daniel Osvaldo es el mejor para eso. Lo cual es muy posible, pero no seguro.
Un dato interesante, que refuerza la idea central que estamos discutiendo, es que los pre candidatos que en el peronismo anuncian su disponibilidad, detrás de los que ya han picado en punta, Scioli y Massa, casi todos, Capitanich, Urtubey, Domínguez, Randazzo, con la posible excepción de Uribarri, cultivan ese mismo estilo “no crispado”.
Eso sí, aquí es donde vuelvo a mi advertencia del comienzo, que el “timing” es clave. Seamos sinceros: para la clase política, a la que uno pertenece (en retiro efectivo), el tema importante es quiénes serán los candidatos con chance para el 2015. Todos los demás temas se ordenan con respecto a eso. Pero la clase política es (gracias a Dios) una minoría muy pequeña de la sociedad. Yo estoy convencido que en algún momento el debate político y las pasiones se dividirán en torno a los candidatos en carrera para el 2015. Sucede que ese salto de pantalla aún no ocurrió. La mayoría del pueblo, incluso los militantes, se definen, todavía, por estar a favor o en contra del gobierno nacional y de su Presidente (los militantes se distinguen por estar a favor o en contra apasionadamente).
Entonces, los políticos inteligentes – de los que Scioli es uno. Vaya si lo es – se definen en el plano nacional, por ahora, en relación a Cristina Fernández, a su gobierno y a las posiciones que éste adopta. Por eso, por ejemplo, Sergio Massa, opositor, se “corre a la derecha” y cuestiona al gobierno de Venezuela al que el nuestro ha defendido públicamente.
Y el PJ bonaerense, que tiene muy claro que es el partido del gobierno – como la mayoría de las estructuras territoriales del peronismo -, este fin de semana en Santa Teresita tendrá una reunión convocada por su titular, Fernando Espinoza. Allí participarán ministros nacionales y provinciales, intendentes, referentes seccionales y legisladores tanto nacionales como provinciales. Ahi también el kirchnerismo y el sciolismo buscarán dar contención política a los intendentes y referentes del PJ, después del garrochazo de Raúl Othahecé, el intendente de Merlo.
Por supuesto, ahí va a estar Daniel Scioli, el gobernador (al que en años pasados le “silbaban los oídos” en las reuniones K). También confirmaron su presencia el ministro del Interior, Florencio Randazzo y el titular de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez. Además del cristinismo puro y duro, of course. Eso sí, no se prevé, a pesar de lo que afirma Letra P, que Axel Kicillof sea uno de los oradores en la comisión de Economía.
Ahora, como uno no puede dejar de especular sobre el futuro – aunque tenga presente que llega un día a la vez -, la situación me hace pensar en otra analogía más cercana que la de Irigoyen y Alvear: 1988, cuando se enfrentaron por la candidatura presidencial del peronismo Menem y Cafiero.
Sergio Massa está apostando a su carisma personal (lo que no significa que no tendrá aportes del peronismo. Como todos los que han participado en una interna saben, cuando se hace la lista oficialista también se está haciendo la que se va a oponer… con los que quedan afuera).
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Es evidente también que el aparato bonaerense – de lejos, la estructura más numerosa e influyente – y el mismo gobierno nacional están apostando a la unidad del PJ. Y el beneficiario es hasta ahora Daniel Scioli. Que, presumiblemente, no cometerá los errores de Antonio Cafiero. Pero a no engañarse: la última y definitiva palabra la tendrán (tendremos) los argentinos de a pie. A través de las Primarias Abiertas o, antes, a través de esos oráculos modernos, las encuestas.
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El pase inverso
Luego del resonante pase del intendente de Merlo, Raúl Othacehé al massismo y los constantes rumores de nuevas incorporaciones de jefes territoriales a las filas del tigrense, la prensa oficial de la gobernción difundió anoche el pase del presidente del bloque de concejales massista en Moreno, Jorge Alagastino y de la ex diputada provincial y esposa de Alagastino, Adriana Toloza.
FIN DE CICLO