El discurso de choque de un gobierno en retroceso
En el discurso de apertura de sesiones, Cristina Kirchner ratificó la “alianza estratégica” entre su gobierno y los privatizadores del transporte y la energía, los beneficiarios de la deuda usuraria y los monopolios mineros -entre otros intereses capitalistas. En medio de la conmoción popular provocada por el desastre de Plaza Once, la crisis energética o las movilizaciones contra la megaminería, así como por las denuncias contra el espionaje de la Gendarmería y las huelgas docentes, el discurso presidencial puso de manifiesto un gobierno que ha perdido la iniciativa cinco meses después de las elecciones. El frente oficial, agrietado con Scioli y Moyano, se encuentra en desbande. Una masa importante del electorado kirchnerista está cambiando de opinión ¡hacia la izquierda!
Concesionarios
Después de los 51 muertos y 700 heridos de la estación Once, Cristina Kirchner defendió sin reservas el régimen de subsidios a los privatizadores y lo presentó como un “subsidio a los usuarios”. Defendió la reparación y mantenimiento de vagones en empresas de los propios concesionarios, a costa del Estado, como un régimen de “protección de la industria nacional”. Algunos días después, mientras el juez Bonadío prohibía la salida del país de Cirigliano, Schiavi y Luna, el máximo directivo de Tatsa (una de las empresas de Cirigliano) se subía al avión con rumbo a Angola, de la mano de Guillermo Moreno. La defensa cerrada por parte de CFK del régimen de las privatizaciones ferroviarias anticipa el empeño de la camarilla oficial en asegurar la impunidad a los responsables de Once, pero, por sobre todo, pone en evidencia que no tiene alternativas ni recambios.
Recule petrolero
El discurso fue precedido por los choques del gobierno con Repsol a raíz de la crisis energética. La tempestad que se insinuaba quedó en la nada, luego de las ‘gestiones’ (apretadas) de Rajoy y del rey de España. La caída de las acciones de YPF, en los días previos al discurso, asustaron a los come-corporaciones del kirchnerismo, por la reacción que podrían desatar los accionistas -que no son los españoles, sino los fondos de inversión anglo-norteamericanos y la City de Londres. Los ‘mercados’ devolvieron la gentileza presidencial con una recuperación de la cotización de YPF.
Según los diarios, el gobierno trasladó a los gobernadores la tarea de presionar a Repsol-YPF; lo que se pretende aquí es que los ‘capitalistas amigos’ añadan nuevas concesiones a las que ya tienen, para revenderlas luego con una prima de beneficio, después de un nuevo aumento de los precios de los combustibles. El gobernador Sapag, que habla en representación de Repsol, pidió, en cambio, que retornen de inmediato los ‘programas’ oficiales que remuneran a los pulpos con mayores precios. El gobernador patagónico Sapag ‘vendió’, en su discurso ante la Legislatura, un futuro luminoso basado en la explotación del gas no convencional, el cual exigiría inversiones monumentales, mientras se pelea con su par mendocino por un yacimiento contaminante de potasio, el cual se ha entregado a Vale do Río Doce, la minera ‘de Lula’. Un ultra K como el gobernador mendocino pidió lo mismo para no ‘afectar’ las exportaciones a Chile (Clarín, 6/3).
El gobierno ha quedado huérfano de medios para hacer frente a la crisis de la energía, por eso recurre a Qatar o a Angola -en un acto de manifiesta desesperación- para importar combustible por cifras siderales. El concesionario del Sarmiento es el intermediario de esta operación multimillonaria.
Mineras
CFK fue brutal en su apoyo a los pulpos mineros, así como en su repudio al movimiento ambiental y popular. Aseguró que la megaminería no destruye las fuentes de agua ni el medio ambiente, pero no explicó por qué entonces vetó la primera ley de glaciares y tiene congelada la segunda. Es incapaz de asociar la destrucción de la naturaleza con el capital, porque tampoco percibe la destrucción de la fuerza de trabajo por ese capital a través de la precarización sistemática. En tres horas y media, no tuvo tiempo de recordar que la única compulsa popular sobre el tema, en Esquel (2003), rechazó la depredación que ejecutan los pulpos mineros. Nacional y popular, al final reivindicó a Cerro Vanguardia, la mina que asocia a la Anglogold con el Estado de Santa Cruz. No mentó el régimen impositivo y cambiario especial que se aplica a las mineras desde el menemismo para garantizar utilidades superlativas a los pulpos. CFK presentó a la explotación santacruceña de Cerro Vanguardia como un ‘ejemplo de cuidado medioambiental’, cuando abundan las denuncias de maltrato laboral y por los derrames de cianuro, tanto por parte de los trabajadores como de la población.
El capital financiero
Para reiterar su condición nacional y popular, a CFK no se le ocurrió nada mejor que hacer la apología de la especulación usuraria del ‘anarcocapitalismo’. En efecto, aludió a la cancelación definitiva del Boden 2012, que fuera entregado a los ahorristas que vieron confiscados sus depósitos hace diez años. Dijo que estaban devolviendo la plata intacta. Una mentira monstruosa, porque esos bonos fueron malvendidos en su mayor parte a los fondos especulativos, los que ahora cobrarán hasta el último dólar de su actividad carroñera. CFK aseguró que ese bono “no fue a fondos de afuera, no fue a países soberanos extranjeros; el Boden 12 se formuló para pagarles a los argentinos a los que los bancos no les devolvieron sus ahorros”. Tanta ‘argentinidad’ se explica porque los beneficiarios fueron capitales radicados en el país.
Para completarla, Cristina anunció una reforma de la carta orgánica del Banco Central, la cual permitirá usar las reservas internacionales para pagar los vencimientos de deuda externa, sin otro límite que el que pueda imponer una corrida contra el peso. El gobierno no tiene los 15 mil millones de dólares que necesita para afrontar los vencimientos de deuda de este año. De paso, desahució la posibilidad de la reforma financiera que pedía el sabbatellismo y reafirmó la vigencia de la ley financiera de Martínez de Hoz. “Si alguien hubiera querido tomar la quintaesencia del pensamiento de los hombres de la banca, estaría perfectamente reflejada en ese anuncio”, señala El Cronista (3/3). Los especuladores lo saludaron con una suba en los títulos de la deuda ‘odiosa’.
El relato oficial antiimperialista recibió una ruda paliza, precisamente porque vino de su ‘sponsor’ ideológico.
Crisis política y reacción popular
El discurso de la sesión inaugural del Congreso es una divisoria de aguas. Se trata de una ruptura con su electorado reciente. Los que, en contra o a favor, hablaron del triunfo del relato K, o de la victoria cultural, o de la Argentina Kirchnerista han quedado en orsai. Cristina Kirchner no se mordió los labios en defensa de la patria concesionaria: arremetió contra las víctimas del Sarmiento al caracterizar a la tragedia como un accidente, error humano o falla técnica, y no como el crimen de un régimen de enriquecimiento y estafa, que fuera justificado en su momento como parte de una epopeya: la reconstrucción de la burguesía nacional. El derrumbe oficial es implacable, porque no puede prescindir de ese método de gobierno, ni del apoyo de esos intereses sociales. A la Presidenta la energiza el informe de sus asesores acerca del precio inexpugnable de la soja. Pero la contundencia de la crisis, su carácter eminentemente social, reside precisamente en que tiene lugar en medio de un mar de plata. Cualquier ‘macroeconomista’ le podrá explicar que el derrumbe fiscal tiene siempre como contrapartida un superávit enorme del llamado ‘sector privado’. En efecto, los capitalistas están forrados en dinero, por eso el temor a una corrida cambiaria.
La reacción popular -contra los pulpos mineros, los topes a las paritarias, el ajuste y los tarifazos, el conchabo con la patria contratista o concesionaria, contra el espionaje y el procesamiento de los luchadores, contra la agresión discursiva hacia los docentes-, todo esto va calando en la base electoral del gobierno y en el número de votos que viabilizan la posición de excepción de CFK en el poder. La oposición burguesa y patronal ha percibido el cambio: el timorato Macri ‘le tiró’ el subte por la cabeza al gobierno nacional, como lo haría cualquier patotero K -aunque en el macrismo abundan y no se privan de hacer gala de ello. Los K quieren convertir este revés en una oportunidad, distrayendo al pueblo con la confrontación que más le conviene. Pero no será así: la confrontación es con el pueblo que trabaja y con sus representantes auténticos.
Por eso hay que poner los ojos en los sindicatos, porque el destino de este gobierno se juega en su capacidad para controlar la crisis con la CGT, o sea en recuperar la capacidad de regimentación del movimiento obrero. Las batallas políticas principales se librarán en este campo.
Es necesario reforzar la agitación y la organización (popular, fabril sindical, por sobre todo política) de una alternativa política obrera, socialista y anticapitalista al final del “modelo” oficial.