CUARESMA
Miércoles de Ceniza: ¡el comienzo de la Santa Cuaresma!
La Cuaresma comienza el Miércoles de Ceniza (2 de marzo de 2022) y termina el Sábado Santo por la noche, la víspera de Pascua (16 de abril de 2022).
La Semana Santa (la última semana de la Cuaresma), que comienza con el Domingo de Ramos, conmemora la Última Cena, la Pasión y la muerte de Cristo en la Cruz. El Sábado Santo por la noche y el Domingo de Pascua, los cristianos celebran la Resurrección de Jesucristo.
La Cuaresma es un tiempo de penitencia, entre el Miércoles de Ceniza y la Pascua. Símbolo de penitencia en el rito de la imposición de la ceniza. Fiesta católica que conmemora la entrada de Jesús en Jerusalén. Centro de la fe y la esperanza cristianas.
La duración de la Cuaresma (cuarenta días sin contar los domingos) hace referencia, en particular, a los cuarenta años que el pueblo de Israel pasó en el desierto entre su salida de Egipto y su entrada en la tierra prometida; también se refiere a los cuarenta días que Cristo pasó en el desierto (Mateo 4:1+) entre su bautismo y el comienzo de su vida pública.
El Miércoles de Ceniza, primer día de la Cuaresma, está marcado por la imposición de la ceniza: el sacerdote coloca una pequeña cantidad de ceniza en forma de cruz en la frente de cada fiel, como signo de la fragilidad humana, pero también de la esperanza en la misericordia de Dios. Las cenizas se producen a partir de las ramas bendecidas el año anterior, evocando simbólicamente la muerte que nos espera a todos: “Memento, homo, quia pulvis es, et in pulverem reverteris” (Recuerda, hombre, que polvo eres y al polvo volverás).
El Evangelio de hoy es un pasaje de San Mateo (capítulo 6, versículos 16 a 21) que anima a los fieles a rezar y actuar, no de forma orgullosa y ostentosa, sino en el secreto de su corazón: “Cuando ayunéis, no os pongáis caritristes como los hipócritas: que desfiguran sus rostros, para mostrar a los hombres que ayunan. En verdad os digo que ya recibieron su galardón. Tú, al contrario, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu cara, para que no conozcan los hombres que ayunas, sino únicamente tu Padre, que está presente a todo, aun lo que hay de más secreto: y tu Padre, que ve lo que pasa en secreto, te dará por ello la recompensa. No queráis amontonar tesoros para vosotros en la tierra: donde el orín y la polilla los consumen: y donde los ladrones los desentierran y roban. Atesorad más bien para vosotros tesoros en el cielo: donde no hay orín ni polilla que los consuma; ni tampoco ladrones que los desentierren y roben.”
“La observancia de la Cuaresma es el vínculo de nuestra milicia; por ella nos distinguimos de los enemigos de la Cruz de Jesucristo; por ella se mantienen a raya los azotes de la ira divina; por ella, protegidos por la ayuda celestial durante el día, nos fortalecemos contra los príncipes de las tinieblas. Si esta observancia se relajara, sería en detrimento de la gloria de Dios, en deshonra de la religión católica y en peligro de las almas cristianas; e indudablemente este descuido se convertiría en fuente de desgracias para los pueblos, de desastres en los asuntos públicos, de infortunios para los individuos.”
- Papa Benedicto XIV, Encíclica “Non Ambigimus” del 30 de mayo de 1741.
“No necesitamos demostrar a los cristianos la importancia y la utilidad del ayuno; las sagradas Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento testifican enteramente a favor de esta santa práctica.”
- Dom Prospero Guéranger, Abad de Solesmes, El Año Litúrgico, Cuaresma. Ed. de 1878 pp. 11 y 12.