Repsol: otro estatuto del coloniaje
El acuerdo que cierra el litigio con Repsol por la expropiación, habrá de entrar en los anales de la entrega.
Uno. Clausura cualquier reclamo ambiental por parte de Argentina, lo cual releva a Repsol de un pasivo de decenas de miles de millones de dólares por el desastre ecológico que ha dejado en sus zonas de concesión. Kicillof había insinuado el asunto en la fase demagógica de la llamada ‘expropiación’, pero luego dejó caer el asunto sin la menor vergüenza. La Corte Suprema ya había rechazado un reclamo de Ecuador por los daños ocasionados por Chevron en la Amazonía -un anticipo de lo que acaba de ocurrir con la española. Dicho sea de paso, Repsol tiene de española la cara redonda de sus ejecutivos, que manejan la empresa por medio de un pacto abusivo que abarca solamente al 30% de los accionistas. La mayor parte del capital de Repsol se encuentra en manos de fondos norteamericanos y británicos, que dominan al pulpo desde la Bolsa.
Dos. Repsol recibe una indemnización en efectivo por 5.000 millones de dólares, para lo cual Argentina emitirá deuda pública por 6.000 millones de dólares. De acuerdo con los K, Argentina ha hecho un negocio redondísimo, porque la YPF de Repsol llegó a cotizar en Bolsa unos 16 mil millones de dólares -lo que deja 8.000 millones de dólares por el 51% expropiado. El ‘cálculo’ es simplemente falso, porque el valor de Bolsa es, en circunstancias normales, el doble o triple del valor de libros, que computa los activos menos los pasivos. El valor de bolsa nivela (“arbitra”) las ganancias de una empresa y en particular los dividendos que distribuye, con la tasa de interés corriente de una deuda pública o privada. En estas condiciones, Argentina estaría pagando el doble de lo que corresponde, siempre que no se tenga en cuenta el descomunal pasivo ambiental.
Esto explica que el gobierno no haya dado intervención al Tribunal de Tasación, el cual no podría nunca tomar como referencia una cotización de Bolsa. Hace un par de días, el Tribunal rubricó la cotización de Kicillof, claro que sin ninguna tasación.
Quince mil millones de dólares fue el precio al que Repsol compró YPF hace quince años, con un préstamo bancario que luego canceló con el petróleo de la compañía comprada. Se la quedó al valor de libros, no al de un precio de Bolsa. En ese entonces las reservas de gas y petróleo eran ocho veces superiores a las actuales, aunque el barril cotizaba a 25 dólares y hoy lo hace a 100 dólares, pero las reservas consumidas no fueron repuestas (vaciamiento). La YPF estatal tenía una flota propia y numerosas inversiones periféricas, todo lo cual fue vendido y embolsado por Repsol. El pulpo español debió haber sido expropiado sin pago por latrocinio.
Tres. Los títulos de deuda argentina que recibirá Repsol, con la garantía de un reembolso en efectivo de 5.000 millones de dólares, tienen un interés de casi el 9 por ciento -un 120% superior a lo que paga un bono de Bolivia. A igualdad de tasa de interés, el título argentino vale más del doble de su precio: no 6.000 millones de dólares sino 15.000 millones de dólares. Casualmente, el valor de bolsa. La deuda argentina, a la tasa corriente para países como Bolivia, crece en 15.000 millones de dólares.
Los intereses anuales a pagar por la deuda emitida para Repsol iguala la utilidad bruta de YPF en 2013, generada por el naftazo, y duplica la utilidad después de impuestos y costos no operativos.
Repsol venderá los títulos que reciba de Argentina a un consorcio de bancos por, dice el acuerdo, no menos de 4.500 millones de dólares -la cotización de la deuda argentina en los 90 días precedentes. El 9% sobre 6.000 de dólares se transforma en un 12% sobre estos 4.500 millones de dólares (más de lo que paga la Ucrania en ‘defol’). La banca hace un negocio fabuloso.
Cuatro. ¡Pero nos quedamos con el yacimiento de Vaca Muerta, que promete decenas de miles de millones de dólares! Ese yacimiento nunca fue propiedad de Repsol ni fue explorado por Repsol para determinar su caudal de reservas comprobadas. No se sabe, estrictamente, nada sobre ellas, ni siquiera el monto de inversiones necesarias para determinarlas. El precio del gas y del petróleo no convencionales se encuentra hoy por debajo de su costo de extracción. El agotamiento de una veta de combustible no convencional es mucho más rápido que el convencional. En Texas, el uso del agua para presionar la roca correspondiente ha provocado una sequía colosal. ¡Un directivo de Exxon, la mayor petrolera del mundo, hainiciado un juicio contra una petrolera por los daños ambientales que ha causado a su granja familiar!
Las inversiones en Vaca Muerta vienen precedidas por un naftazo, al que se sumará próximamente el aumento del gas. La nafta se vende ya a 1,60 dólares el litro, por encima del precio en la UE. Asistimos a una transferencia de ingresos gigantesca a favor de los pulpos petroleros, cuya producción, sin embargo, sigue en caída imparable, con excepción de un leve aumento de parte de YPF. Se insinúa la intención de convertir a la explotación del combustible no convencional, y por sobre todo a la exportación, en el centro de un nuevo régimen económico en el país. La condición rentística de Argentina -agraria y minera- se vería reforzada. La Argentina industrial que enarbola el nacionalismo burgués sufriría su enésima frustración.
Cinco. Con las reservas monetarias en picada, los K se desviven por volver a contratar deuda en el exterior, y a gran escala. Para ello necesitan crear un mercado fluido, algo difícil con un cepo cambiario y mercados de divisas paralelos. Los títulos entregados a Repsol (que ésta venderá a los bancos) están pensados para desarrollar ese mercado. El precio que pagan es ultrausurario. Es que el mercado de deuda quedará en manos de los bancos, que tendrán el monopolio de la venta de los títulos entregados a Repsol. Los K lograron lo que nadie: privatizar la emisión de deuda estatal.
Sexto. En la década del 30, el gobierno de la ‘década infame’ entregó a un par de frigoríficos el comercio exterior de carnes para evitar el cierre del mercado de Smithfield para Argentina. El pacto Roca-Runciman formó parte de lo que Jauretche bautizó como “el estatuto del coloniaje”. Los hijos putativos de Jaureteche acaban de hacer su aporte a la historia de la estafa nacional.