El tiempo seguramente te será favorable. Quedarás, dentro de una distorsionada historia, como el técnico que ascendió a River del infierno. Como aquél del “fierro caliente“ que “nadie quería agarrar“.
Pero habrá otros que conservaremos todo en nuestra memoria. Y para eso hay que ejercitarla.
Nadie tiene que olvidar tu incapacidad para dirigir un equipo de fútbol. Nadie tiene que olvidar tu falta de idea, tus bajos conceptos, tus respuestas nulas ante cualquier complejidad que la situación atraía. Nadie jamás deberá olvidar tu ilimitada capacidad para contradecirse constantemente, desde el aspecto más pequeño hasta lo más evidente. Nadie deberá olvidar como ensuciaste nuestro nombre, nuestro prestigio, nuestra idea de juego, con declaraciones tan repudiables como “hoy festejé el empate“ (contradiciéndose además a lo dicho un mes antes post supercalásico). Nadie podrá olvidar como fuimos humillados por equipos de la B. Sí, pero de la B en serio. Nadie tiene que olvidar como te cansaste de quemar y quemar pibes, de llevarlos de reserva a ser titulares sin escala, de ponerlos en puestos y en momentos no apropiados, de no darles confianza y de no escucharlos. Nadie deberá olvidar tu falta de capacidad para mantener un equipo a lo largo de 60 fechas. Nadie tiene que olvidar tu frase “con Passarella voy a la guerra“, eso demuestra lo que sos y lo que fuiste. Nadie deberá olvidar como te las ingeniaste para mantener un plan mediático cuasi perverso hacia tu figura, digno de la censura que solía aplicar Aguilar en los medios. Nadie deberá olvidar que privilegiaste siempre las amistades, poniendo como titulares a jugadores papelonezcos como Vega, Vella o Arano. Nadie tiene que olvidar tus declaraciones siempre tan lejanas a la realidad, demostrando realmente una capacidad intelectual por debajo de lo jamás antes visto en nuestro banco de suplentes. Nadie tiene que olvidar como jamás planteaste un equipo pensando en el rival que tenías en frente, ni tampoco siquiera en las cualidades propias de nuestros futbolistas. Nadie deberá olvidar como jamás pudiste hacer que River jugase bien, incluso ante rivales infinitamente inferiores. Nadie deberá olvidar la forma en que River ascendió, jugando de manera mediócre y con un final donde la suerte estuvo de nuestro lado. Nadie deberá olvidar como te borraste de esa final contra Boca. Hubo sólo un partido en 60 para rescatar. Fue ese contra Instituto: bien planteado, pensado sobre la base del rival, aprovechando sus falencias y minimizando sus fortalezas. Fue lo único para destacar en todo tu tristísimo ciclo.
Uno siempre pensaba que al menos, Almeyda siempre quería lo bien para River. Lo hacía a su manera, de pésima forma, pero siempre buscando lo mejor. Pero hubo un día que personalmente me significó un quiebre definitivo.El día en que traicionaste a Dominguez y sobretodo a Cavenaghi, pasaste a ser mi enemigo hasta las últimas consecuencias. Te traicionaste a vos, a nosotros, a River, a ellos dos. Traicionaste para aferrarte a un puesto que jamás mereció ser tuyo y vos lo sabías, por algo tuviste que hacer lo que hiciste. Diste excusas ridículas en donde quedó todavía más que expuesto tu baja capacidad intelectual; la forma en que lo hiciste dio asco hasta para el más férreo crítico de cualquiera de esos dos jugadores. Traicionaste dos tipos que se la habían jugado antes por vos, que te habían defendido en el pasado. Para mi siempre fuiste un tonto. Pero ese día te recibiste de hijo de puta.
Tuviste suerte. No sólo en los resultados futbolísticos, que deberían haber sido mucho peores, sino también porque atrás tuyo estaba, y sigue estando, una generación de hinchas muertos.
Son hinchas muertos. Hinchas que no saben ni porqué son de River, que no conocen su historia, su realidad, su presente, sus causas; que quizás hasta se hicieron hinchas post descenso, después de esa famosa campaña mediática de “en las buenas y en las malas“. Que encima, gracias a los medios de comunicación, hoy llegan a entrar en contacto entre sí por lo que su capacidad destructiva se multiplica.
Pero sigamos con lo nuestro. Tenemos que recordar lo que hizo este muchacho, porque del pasado se aprende. Aunque el hincha de River todavía eso no lo sabe. Sigue y sigue cayendo en los mismos errores. Ojalá algún día aprendamos a aprender.
Chau Almeyda, jamás te voy a olvidar.
El tiempo seguramente te será favorable. Quedarás, dentro de una distorsionada historia, como el técnico que ascendió a River del infierno. Como aquél del “fierro caliente“ que “nadie quería agarrar“.
Pero habrá otros que conservaremos todo en nuestra memoria. Y para eso hay que ejercitarla.
Nadie tiene que olvidar tu incapacidad para dirigir un equipo de fútbol. Nadie tiene que olvidar tu falta de idea, tus bajos conceptos, tus respuestas nulas ante cualquier complejidad que la situación atraía. Nadie jamás deberá olvidar tu ilimitada capacidad para contradecirse constantemente, desde el aspecto más pequeño hasta lo más evidente. Nadie deberá olvidar como ensuciaste nuestro nombre, nuestro prestigio, nuestra idea de juego, con declaraciones tan repudiables como “hoy festejé el empate“ (contradiciéndose además a lo dicho un mes antes post supercalásico). Nadie podrá olvidar como fuimos humillados por equipos de la B. Sí, pero de la B en serio. Nadie tiene que olvidar como te cansaste de quemar y quemar pibes, de llevarlos de reserva a ser titulares sin escala, de ponerlos en puestos y en momentos no apropiados, de no darles confianza y de no escucharlos. Nadie deberá olvidar tu falta de capacidad para mantener un equipo a lo largo de 60 fechas. Nadie tiene que olvidar tu frase “con Passarella voy a la guerra“, eso demuestra lo que sos y lo que fuiste. Nadie deberá olvidar como te las ingeniaste para mantener un plan mediático cuasi perverso hacia tu figura, digno de la censura que solía aplicar Aguilar en los medios. Nadie deberá olvidar que privilegiaste siempre las amistades, poniendo como titulares a jugadores papelonezcos como Vega, Vella o Arano. Nadie tiene que olvidar tus declaraciones siempre tan lejanas a la realidad, demostrando realmente una capacidad intelectual por debajo de lo jamás antes visto en nuestro banco de suplentes. Nadie tiene que olvidar como jamás planteaste un equipo pensando en el rival que tenías en frente, ni tampoco siquiera en las cualidades propias de nuestros futbolistas. Nadie deberá olvidar como jamás pudiste hacer que River jugase bien, incluso ante rivales infinitamente inferiores. Nadie deberá olvidar la forma en que River ascendió, jugando de manera mediócre y con un final donde la suerte estuvo de nuestro lado. Nadie deberá olvidar como te borraste de esa final contra Boca. Hubo sólo un partido en 60 para rescatar. Fue ese contra Instituto: bien planteado, pensado sobre la base del rival, aprovechando sus falencias y minimizando sus fortalezas. Fue lo único para destacar en todo tu tristísimo ciclo.
Uno siempre pensaba que al menos, Almeyda siempre quería lo bien para River. Lo hacía a su manera, de pésima forma, pero siempre buscando lo mejor. Pero hubo un día que personalmente me significó un quiebre definitivo.El día en que traicionaste a Dominguez y sobretodo a Cavenaghi, pasaste a ser mi enemigo hasta las últimas consecuencias. Te traicionaste a vos, a nosotros, a River, a ellos dos. Traicionaste para aferrarte a un puesto que jamás mereció ser tuyo y vos lo sabías, por algo tuviste que hacer lo que hiciste. Diste excusas ridículas en donde quedó todavía más que expuesto tu baja capacidad intelectual; la forma en que lo hiciste dio asco hasta para el más férreo crítico de cualquiera de esos dos jugadores. Traicionaste dos tipos que se la habían jugado antes por vos, que te habían defendido en el pasado. Para mi siempre fuiste un tonto. Pero ese día te recibiste de hijo de puta.
Tuviste suerte. No sólo en los resultados futbolísticos, que deberían haber sido mucho peores, sino también porque atrás tuyo estaba, y sigue estando, una generación de hinchas muertos.
Son hinchas muertos. Hinchas que no saben ni porqué son de River, que no conocen su historia, su realidad, su presente, sus causas; que quizás hasta se hicieron hinchas post descenso, después de esa famosa campaña mediática de “en las buenas y en las malas“. Que encima, gracias a los medios de comunicación, hoy llegan a entrar en contacto entre sí por lo que su capacidad destructiva se multiplica.
Pero sigamos con lo nuestro. Tenemos que recordar lo que hizo este muchacho, porque del pasado se aprende. Aunque el hincha de River todavía eso no lo sabe. Sigue y sigue cayendo en los mismos errores. Ojalá algún día aprendamos a aprender.
Chau Almeyda, jamás te voy a olvidar.
Lo que hiciste con Cavenaghi y Dominguez fue de sorete, lo que hacias con el equipo semana a semana era desastroso, la puta que te parío, mandril… a llorar a la iglesia.
Twitter,Taringa y un montón de esas redes está llena de boludos defendiendolo y recordándolo como un ídolo.Yo acá estoy,en pelotas revoleando una remera y llorando de felicidad
Yo tampoco lo voy a olvidar. Gracias por el gol a la U de Chile en la Libertadores, pero no vuelvas mas. No solo fuiste un incapaz y un inepto, sino que además no tuviste códigos, fuiste un sorete y te aprovechaste del club. Un tipo asi no tiene que estar cerca de CARP.
Tenes que mandarle ese Texto a todos los programas mañana Lucas para que sepan realmente lo que sentimos muchos de los hinchas de River.
Almeyda, que agradezca también que lo rajaron justo (par mi, TARDE!!!). Falta que Passarella le termine diciendo como la del Bambi Veira: “Matías, te eché para protegerte…”