Dejo un post que vi en un foro comnista, es muuuy largo… pero traten de leer lo más importante…
[Sé que es tremendamente largo… pero no es una breve entrada de foro, sino más bien para el que le interese leer algo un poco más extenso]
Durante este año 2009, la Revolución Cubana ha alcanzado los 50 años de historia y ayer, 1 de octubre, la República Popular China cumplía 60. Sin embargo, sin que mucha gente en Occidente se diese cuenta, durante el pasado mes de septiembre, la República Popular Democrática de Corea cumplió 61 años, lo que la convierte en el Estado revolucionario más longevo de los que oficialmente existen. Durante estos 61 años, Corea ha atravesado periodos de crecimiento económico impresionantes y una brutal crisis económica durante los años 90; ha vivido dos guerras y un largo periodo de paz armada; se ha enfrentado al principal imperio del mundo y ha intentado reunificar el país por vía pacífica. Pero principalmente, Corea del Norte ha tratado de construir el socialismo con sus propias fuerzas.
En cierta manera, la Revolución Coreana recuerda a la Cubana: los dos son países bloqueados y cercados por el imperialismo, con una Revolución nacida en la lucha guerrillera y que consigue sobrevivir a la contrarrevolución en la Unión Soviética. Sin embargo, mientras Cuba despierta las simpatías de gran parte de los revolucionarios del mundo occidental, Corea es la gran desconocida. Incluso en el caso de muchas personas de izquierdas, se prefiere rechazar la Revolución Coreana desde el desconocimiento, antes que conseguir información y defenderla.
Realmente, es difícil defender a Corea en medio de la gigantesca campaña de desinformación llevada a cabo por el imperialismo, pero el internacionalismo proletario es uno de nuestros principios y, por eso, debemos hacer el esfuerzo de desmontar el mito que se ha construido en torno a este proceso revolucionario, aunque para ello debamos hacer frente a muchos lugares comunes y a muchos prejuicios que están muy asentados.
En este artículo trato de ofrecer una información detallada sobre tres momentos históricos clave para comprender Corea: la Corea de antes de la Revolución, la Revolución Coreana y la situación actual. Al final de toda la exposición, planteo la cuestión de por qué los revolucionarios debemos defender y solidarizarnos con el proceso de construcción socialista en Corea. Empiezo con Corea, antes de la Revolución.
Corea, antes de la Revolución
La restos más antiguos hallados en Corea datan del 3000 a.C., lo que convierte a este país en una de las civilizaciones más antiguas sobre el planeta. Originariamente, Corea estuvo dividida en tres reinos: Koguryo, Paekje y Silla. El primer reino unificado para toda Corea fue el reino de Koryo, un régimen que se mantuvo casi durante 500 años. Este régimen feudal fue -hasta el siglo XX- el momento de máximo apogeo de Corea.
A finales del siglo XIV, hubo un cambio dinástico en el reino de Koryo, en favor de los Ri. Los Ri gobernaron Corea durante 600 años. Si algo marcó este largo periodo fue la invasión japonesa en 1592. Esta guerra de 7 años, conocida en Corea como la Guerra Patriótica Imjin, terminó con una victoria coreana sobre los invasores, pero al precio de agotar totalmente al país.
Desde entonces, Corea se convirtió en un reino estancado y receloso del mundo exterior. Nadie salía ni entraba del país sin permiso del Emperador. Violar esta norma estaba castigado con la pena de muerte. Corea comenzó a ser conocida como el “Reino Hermitaño”.
Entre el siglo XVII y XIX, Corea permaneció aislada, con un único socio internacional: China. A su vez, China se aprovechaba de la debilidad de su vecina para imponerle condiciones de vasallaje.
Sin embargo, a mediados del siglo XIX, China era ya un Imperio en declive, dividida en zonas de influencia por las potencias Occidentales. La debilidad de la protectora convirtió a Corea en una presa fácil para el Imperialismo.
En Agosto de 1866, Estados Unidos envió el buque de guerra General Sherman a través del río Taedong, hasta Pyongyang. La presencia del buque pretendía amenazar a los coreanos y obligarles a abrirse al comercio exterior. Los coreanos, poco acostumbrados al mundo exterior, tuvieron una reacción violenta. Tras una serie de trifulcas, una masa de coreanos enfurecidos incendió el barco y expulsó a los norteamericanos. Otras intervenciones similares de potencias extranjeras fueron igualmente rechazadas.
En 1871, los coreanos levantaron en Pyongyang una “lápida contra la conciliación”, que lanza una seria advertencia: “Aconsejamos a todas las generaciones futuras que ceder ante la invasión de los bárbaros occidentales es conciliar con ellos, y aceptarlo es vender la Patria”. Este orgullo nacional, que oscila entre el antiimperialismo y el chovinismo, es uno de los rasgos más característicos de la Corea pre-revolucionaria.
En diciembre de 1884, hubo un golpe de Estado en Corea. El golpe pretendía una modernización capitalista de las estructuras feudales del país. Sin embargo, el caos interno fue utilizado por Japón para intervenir en Corea, lo que fue contestado por una revuelta campesina que conseguió dominar la mayor parte del país.
Japón terminó retirando sus tropas de Corea, para luego invadir definitivamente la Península a partir de 1905, tras derrotar militarmente a su rival en la zona: Rusia. Comienza entonces un brutal periodo de 40 años de régimen colonial.
Por lo tanto, para comprender la historia de Corea antes de la Revolución, hay que señalar dos momentos históricos importantes: la monarquía de los Ri y la colonización japonesa, durante la primera mitad del siglo XX.
La opresión colonial
Tras la ocupación definitiva de Corea en 1905, Japón transformó el país en una colonia. El Ministro de Guerra japonés -Terauchi- fue nombrado primer Gobernador General de Corea, bajo administración militar. A su llegada a la península dijo “Los coreanos deben optar entre obedecer las leyes japonesas o morir.” Y lo cumplió.
Los japoneses se propusieron la extinción completa de todo rasgo de la cultura y carácter nacional de los coreanos. Se destruyeron templos, se profanaron tumbas de los reyes fundadores de las dinastías coreanas y se hizo una revisión completa de la historiografía. Uno de los proyectos más burdos de los japoneses fue “descubrir” restos arqueológicos nipones en suelo coreano, tratando de legitimar a través de la historia su ocupación militar.
Niponizar Corea fue una tarea difícil, debido al tradicional orgullo nacional coreano y a las grandes diferencias culturales entre ambos países. Por eso, el Imperio Japonés se vio obligado a tomar medidas drásticas, como la prohibición de hablar en público coreano. También se adoptaron varios decretos, que hicieron que las ciudades coreanas fueron renombradas con nombres japoneses y que todos los apellidos coreanos se niponizasen.
Todas estas medidas culturales fueron acompañadas por una bestial explotación económica. Millones de coreanos fueron llevados en condiciones más o menos forzosas a trabajar a Japón en los trabajos más duros, mientras toda la Península Coreana se transformaba en una gigantesca fábrica de armas para la invasión japonesa de China.
Los coreanos no sólo fabricaban las balas con las que sus invasores ejecutaban a los revolucionarios y patriotas, sino que también fueron forzados a servir en el Ejército Japonés. Dentro de las fuerzas armadas, los coreanos siempre ocupaban grados jerárquicamente inferiores a los de los japoneses.
Las mujeres coreanas también fueron forzadas a servir en el Ejército Imperial, pero no como soldados, sino como prostitutas y esclavas sexuales. Se calcula que en 40 años de régimen colonial, cerca de 200’000 mujeres coreanas pasaron por los cuarteles japoneses.
La lista de agravios es casi interminable. Ante todos ellos, el 1 de marzo de 1919 estalló la primera gran revuelta anti-japonesa. Este movimiento de liberación nacional se prolongó hasta finales de año y en él participaron 2 millones de coreanos. Sin embargo, en aquel momento no existía una vanguardia organizada de la lucha y el movimiento cayó en el espontaneísmo.
El Partido Comunista de Corea, fundado pocos años después, no tuvo una implantación real en el país hasta la derrota de Japón en 1945, debido a la situación de clandestinidad y a la lucha interna entre facciones.
En 1930 se funda la Liga Juvenil Comunista y dos años más tarde, la guerrilla comandada por Kim Il Sung: el Ejército Popular Revolucionario de Corea.
Sin embargo, las condiciones de lucha eran muy complicadas. Los coreanos se enfrentaban a ejecuciones sumarias y encarcelamiento por delitos de “terrorismo”. Las cárceles japonesas en Corea y Manchuria (China) no tenían nada que envidiar a los campos nazis. Incluso en una de las prisiones experimentaron con prisioneros armas químicas y bacteriológicas.
La ocupación japonesa de Corea es uno de los episodios más salvajes de imposición y exterminio planificado de una nación. Es también una historia desconocida y olvidada. Pero esto no debe hacernos perder la perspectiva de que los horrores de la opresión japonesa fueron uno de los mayores motores de la Revolución coreana.
Estructura social en la Corea pre-revolucionaria
El Reino de Corea era un estado asiático típicamente feudal. El abortado pronunciamiento de 1884 fue el único intento real de una Revolución Burguesa en la península.
En el momento de la invasión japonesa, la élite dominante era la aristocracia -terrateniente y militar- y la monarquía. Los japoneses mantienen en un primer momento a los monarcas coreanos y respetan sus instituciones de forma simbólica. De esta manera, consiguen un largo proceso de negociación con los monarcas, mientras toman posiciones militares y desarman al ejército real.
Con la aristocracia militar fuera de juego, Japón expulsa a los monarcas coreanos y progresivamente desplaza a los terratenientes nativos de las mejores tierras. Las antiguas élites coreanas renuncian al poder casi sin oponer ninguna lucha.
Bajo el régimen colonial, el modo de producción dominante sigue siendo de tipo feudal. La presencia japonesa refuerza algunos de los aspectos ideológicos más característicos del feudalismo, como es la sumisión y el vasallaje. En todo momento, la población campesina rebasa el 75% sobre el total.
Sin embargo, Japón introduce también en Corea grandes fábricas capitalistas, sobre todo centradas en la producción de armamento y químicos. Esto crea un incipiente proletariado urbano en núcleos industriales como Hamhung (en la costa nororiental de Corea) y Seúl.
Al mismo tiempo, las condiciones de explotación en muchas ocasiones son de pura esclavitud, aunque como complemento a la estructura capitalista, no como estructura dominante de la sociedad.
Por lo tanto, podemos definir Corea como un régimen feudal con elementos capitalistas, introducidos a través de un sistema colonial.
El subdesarrollo
Todos los imperialismos son similares en esencia, pero varían en forma. Especialmente, varían en cuanto a las ideologías con las que tratan de legitimarse. El Imperio Británico “expandía la democracia y la civilización”, mientras que Estados Unidos “protege los derechos humanos”. Pero, a fin de cuentas, todos persiguen un mismo objetivo de dominación y expansión de capitales.
En el caso del Imperialismo Japonés, la justificación era la creación de un espacio de “co-prosperidad en Asia”. En este sentido, uno de los grandes mitos creados en esa época fue que Japón racionalizó la economía coreana y la desarrolló.
Es cierto que la economía coreana partía de un nivel de atraso considerable. Sin embargo, Japón no persiguió en Corea más que sus propios intereses. Las fábricas y obras de infraestructura creadas por los japoneses en Corea no guardaban una proporcionalidad ni servían a la economía coreana, sino a los intereses imperialistas japoneses.
De esta manera, la principal línea de ferrocarril en Corea, se instaló desde el puerto de Pusan, al sur, hasta Sinuiju, en la frontera con China. Los transportes ferroviarios a través de esta línea permitían un rápido desplazamiento de tropas desde Japón a Pusan y de Pusan a China. Sin embargo, esta red de ferrocarril no se comunicaba con la industria del este del país, instalado en la costa oriental precisamente para exportar toda la producción hacia Japón.
El 94% de las importaciones y el 93% de las exportaciones de Corea se realizaban con Japón, creando una estructura productiva totalmente dependiente.
La mayor parte del PIB se producía en la agricultura, con grandes desigualdades de desarrollo entre las diferentes provincias. Las partes más desarrolladas eran Seúl y Pusan, hoy en Corea del Sur, y la parte oriental de Corea del Norte.
La pobreza
Las condiciones de vida bajo el régimen japonés eran de extrema pobreza. Lejos de mejorar, la situación de la gran masa campesina coreana empeoró durante los 40 años de sistema colonial, debido a los reclutamientos, a las confiscaciones de tierras, los impuestos (tras pasar todos los impuestos, el campesino sólo recibía un 30% del valor de su cosecha) y las acciones punitivas contra aldeas enteras, por colaborar con la guerrilla. Los antiguos terratenientes habían sido desplazados en favor de sus homólogos japoneses. Además, el Estado Japonés se reservó una parte de las tierras con fines bélicos.
En las ciudades, los coreanos eran ciudadanos de segunda, con un régimen muy similar al del apartheid sudafricano. Las infraestructuras modernas eran de uso exclusivo para japoneses.
La esperanza de vida para los coreanos era en 1940 de 38’4 años y en 1944, la mortalidad infantil alcanzaba la increíble cifra de 204’0‰ . Las epidemias provocaban cifras altísimas de muertos, debido a las malas condiciones higiénicas y a la falta de infraestructura sanitaria. Pyongyang, una de las principales urbes del país, contaba tan sólo con 480 camas de hospital, repartidas entre 4 pequeños hospitales.
La mayor parte del país no estaba electrificado, las ciudades eran principalmente de madera y con una deficiente red de alcantarillado. Los coreanos eran ajenos a las comunicaciones, el deporte o la cultura. Incluso las necesidades más básicas -alimentación, vivienda y vestimenta- estaban cubiertas de forma muy deficiente.
El problema del analfabetismo
La situación de la Educación bajo el Imperio Japonés era nefasta. Sólo en el territorio del norte de Corea, 2’300’000 personas no sabían leer ni escribir, sobre una población total de 9 millones de personas.
Había dos sistemas de educación paralelos, uno para coreanos y otro para japoneses. Los coreanos no tenían derecho a ingresar en la Universidad. De hecho, en el momento de la independencia del país, sólo 9 coreanos tenían estudios superiores.
Aunque existía un sistema público de educación para coreanos, sólo el 4’6% de los niños en edad escolar estaban matriculados. Para muchas familias campesinas, la escuela más cercana estaba a muchos kilómetros de distancia
La red pública era de pago y muy reducida. Por ejemplo, en Pyongyang existían tan sólo dos escuelas especializadas, tres secundarias y algunas profesionales y primarias. No había universidad ni siquiera para los estudiantes japoneses.
Un ejemplo bastante clarificador es el siguiente: en el instituto de secundaria Nº3 de Pyongyang, de 971 alumnos, ninguno era de familia campesina o de clase obrera. La educación, por lo tanto, era un privilegio de clase.
En la Corea colonial se dio un curioso caso: el cierre de todas las escuelas privadas coreanas. Las escuelas privadas eran pequeños centros dirigidos por uno o varios profesores y que no se sometían al programa lectivo japonés. Si en 1910 existían 2’200 escuelas de este tipo, en 1919 el número se había reducido a 737. Once años después, en toda la península apenas había 47 escuelas privadas.
La Educación japonesa buscaba convertir a los coreanos en “sujetos del Imperio”. Las clases eran en japonés y se estudiaba este idioma como “lengua materna”. La Geografía y la Historia trataban sobre el Imperio Japonés y no sobre Corea. Además, Religión y Moral eran dos asignaturales troncales.
Los japoneses pusieron “asesores” en las escuelas, que a partir de 1941 pasaron a ser exclusivamente militares. Los alumnos debían usar uniformes militares y recibían instrucción para la guerra, siendo reclutados muchos de ellos.
Por último, los métodos de enseñanza de basaban en la repetición memorística y en el castigo físico.
El problema de la tierra
Mientras Corea permaneció unida, el país se dividía entre un sur llano y agrícola y un norte poco poblado y minero. Sin embargo, en ambas partes del país, existía un grave problema de distribución de la tierra. Cerca del 50% de las tierras eran propiedad de unas pocas familias terratenientes, ligadas al poder político japonés. Estas tierras eran trabajadas por jornaleros sin tierra y, sobre todo, bajo el sistema de arriendo.
En el norte, el problema se agravaba por la escasa superficie cultivable: menos del 19% de la tierra es arable, la mayor parte de la superficie son bosques y montañas.
Esto hace que, para ser rentable, la explotación de la tierra se deba dar con la aplicación de tecnología y medios intensivos. Sin embargo, el agro de la Corea pre-revolucionaria carece de electricidad, fertilizantes, maquinaria (incluyendo tractores) y sistemas modernos de irrigación. A los terratenientes no les interesa desarrollar la agricultura, pues viven de rentas, y los campesinos no pueden desarrollarla, porque carecen de recursos.
La Revolución Coreana
Para el objetivo de este artículo, creo que no es tan importante una explicación detallada de cómo se hizo la Revolución en Corea, como sí lo son sus efectos, es decir, qué se ha logrado tras 61 años de construcción del socialismo. Por eso, trataré de hacer una breve reseña, únicamente.
Los actores más importantes de la revolución coreana fueron el pueblo coreano -a través de sus organizaciones clandestinas-, la guerrilla del EPRC y las tropas del Ejército Rojo soviético.
La lucha revolucionaria concluyó en 1945, con la victoria sobre Japón. Hasta el paralelo 38, las tropas soviéticas ocuparon las principales ciudades. Cuando los guerrilleros y los soviéticos se desplegaron sobre el territorio liberado, se encontraron con que el propio pueblo coreano ya estaba creando un nuevo órgano de poder: el comité popular. Los guerrilleros vieron el potencial de este nuevo tipo de organización popular y comenzaron a extenderlo por todas las ciudades y villas.
Las tropas soviéticas se detuvieron en el paralelo 38, debido al acuerdo al que habían llegado con Estados Unidos para desarmar al ejército japonés. Sin embargo, para ese entonces, el ejército norteamericano estaba aún lejos de Corea y sólo llegaron tres semanas después de la liberación de Corea.
En teoría, la presencia de ambos ejércitos (norteamericano y soviético) sólo tenía un sentido: liberar Corea, crear las condiciones para que los coreanos pudiesen regirse a sí mismos -a través de una democratización y de elecciones generales para todo el país- y retirarse.
Sin embargo, Estados Unidos llegó a Corea cuando su presencia era ya irrelevante para la liberación del país y su propósito nunca fue la democratización. Cuando los norteamericanos llegaron, Corea del Sur era un hervidero social, donde los comités populares se habían extendido de forma autónoma y controlaban la situación. Estados Unidos reprimió los comités y devolvió a sus puestos a los antiguos gendarmes del régimen colonial. Una nueva dictadura había nacido, en la mitad de un país que quería ser independiente y permanecer unido.
Mientras las Unión Soviética retiraba sus últimas tropas de Corea en 1948, Estados Unidos aún sigue manteniéndolas a día de hoy. Las elecciones generales para todo el país nunca se han celebrado y Corea del Sur se mantiene aún hoy como un régimen sin legitimidad histórica y producto de la ingeniería política imperialista en Asia Oriental.
Por lo tanto, la Revolución en Corea -que nació como lucha independentista- es un proceso inconcluso: la mitad del país aún está ocupada por el imperialismo; el socialismo sólo se construye desde 1948 en una parte del territorio.
La Revolución en Corea del Norte, a grandes rasgos
A grandes rasgos, podemos dividir la historia de la Revolución en Corea en los siguientes grandes periodos:
1945 - 1950
Desarrollo Pacífico
1950 - 1953
Guerra de Corea
1954 - 1956
Reconstrucción
1956 - 1967
Construcción bases Socialismo
1967 - 1990
Construcción Socialismo desarrollado
1990 - 1995
Periodo de estancamiento
1995 - 1997
Crisis Económica
1997 - 2007
Década de Recuperación
2008 - 2012
Creación de una potencia socialista próspera
Tras la liberación, los coreanos atravesaron el periodo de Desarrollo Pacífico. Fue un breve momento entre dos guerras -la Guerra de Independencia contra Japón y la Guerra de Corea contra Estados Unidos- en el que comenzaron numerosas reformas.
Se lleva a cabo la tan ansiada reforma agraria, la reforma laboral, la nacionalización de las industrias, la ley de igualdad de sexos,… etc Todo esto alteró -de forma radical y en un breve periodo de tiempo- las estructuras de clase que imperaban en Corea del Norte. El entusiasmo era general y esto tuvo un marcado efecto en los primeros planes económicos. El plan de 1947 se sobrepasó en un 2’5%, el de 1948 en un 2’9% y el de 1949 en un 2’8%.
Y entonces llegó la Guerra de Corea. Para el norte, la guerra supuso la destrucción casi total de su economía. Más de 370’000 hectáreas de tierra fueron dañadas (el 40% de la tierra arable), la producción metalúrgica se redujo en un 90% y la de químicos en un 78%. En Pyongyang, el 97% de los edificios fueron destruidos durante la guerra. Sin embargo, la guerra tuvo dos efectos positivos inesperados: supuso la huida de la mayor parte de los elementos reaccionarios y un sentimiento de gran unidad entre gobierno revolucionario y pueblo.
El periodo de reconstrucción, entre 1953 y 1956, no sólo es un momento de milagro económico -en el que Corea supera los niveles de antes de la guerra- sino también de avance. Durante estos años, Corea logra que todos los alumnos en edad escolar cursen la Educación primaria y comienza en el campo la segunda reforma agraria: el proceso de cooperativización.
En 1956 finaliza la reconstrucción de post-guerra, con un sobrecumplimiento del plan del 22%. El crecimiento económico industrial es del 42% cada año, pasándose de una producción de 700’000 toneladas de carbón a 3’908’000; de 4’000 toneladas de fertilizantes a 190’000; y así en todos los sectores de la economía.
La construcción de las bases del socialismo: el movimiento Chollima
En 1956 comienza la siguiente fase de desarrollo: la construcción de las bases del socialismo. Durante este año, cambia el modelo de desarrollo con uno de los mayores hitos de la construcción del socialismo en Corea: el movimiento Chollima.
Chollima es un caballo alado, capaz de recorrer en un día lo que una persona normal tardaría mil días en recorrer. Es un héroe mítico de la cultura coreana. Chollima es utilizado por la dirección revolucionaria de Corea en 1956 como metáfora de lo que el país necesita: avanzar cada día, lo que cada país avanza en mil.
En 1956 estallaron dos crisis en Corea, una externa y otra interna. La externa surge por el conflicto con la Unión Soviética, con quien Corea mantenía una estrecha relación. La Unión Soviética pretendía que Corea se integrase dentro del bloque comercial del CAME, incorporándose a la división internacional socialista del trabajo. Corea, por contra, prefería mantenerse como miembro observador y desarrollar una economía autosuficiente. La delegación soviética critica en el Tercer Congreso del Partido del Trabajo de Corea la política económica norcoreana y el comercio entre los dos países comienza a declinar.
El discurso soviético en el Congreso del PTC crea una crisis interna. Dentro del PTC se forma una facción que intenta derribar a Kim Il Sung, aprovechando un viaje internacional. Sin embargo, la enorme unidad del Comité Central en torno a la línea política y al liderazgo de Kim Il Sung, impide el triunfo de esta facción, que es expulsada del Partido.
Corea se incorpora como miembro observador al CAME un año después, pero la línea autosuficiente es la dominante desde diciembre de 1956. Sin ayuda técnica ni comercio con la Unión Soviética, Corea se ve obligada a recurrir a sus propias fuerzas, como desde un principio había deseado. Y es a partir de este momento cuando el Partido del Trabajo de Corea decide apelar únicamente a su propia clase obrera.
Kim Il Sung se pone a la cabeza de este proyecto y visita la Siderúrgica de Kangson. Allí se reunie con los obreros y explica la situación política y económica del país. La consigna es cambiar todo lo que debiese ser cambiado, crear nuevas normas, participar, innovar, sentirse dueños del destino de la fábrica y del país.
A esta visita, siguieron otras muchas a los centros productivos más importantes del país. Estas visitas se convertirían en una constante del tipo de liderazgo norcoreano a todos los niveles y siguen practicándose hoy (por ejemplo, Kim Jong Il lleva este año más de 100 visitas a importantes centros del país).
Ante el éxito impresionante de las visitas, la prensa comenzó a publicitarlo y a llamar a todos los obreros del país a seguir el ejemplo y, en junio de 1958, la Asamblea Popular Suprema lanzó el movimiento de masas Chollima. El movimiento Chollima combina planificación y entusiasmo consciente, es participación e innovación dirigida hacia un objetivo estratégico. A diferencia del movimiento stajanovista, Chollima no ofrecía incentivos materiales, sino políticos.
El objetivo de esos años era una mayor autosuficiencia a través del desarrollo de la industria pesada, base del resto de sectores de la economía. La producción de máquinaria industrial, aspecto central de la industrialización, pasó de un 1’6% del PIB al 21’3%. También se multiplicó la producción de metal. La producción industrial creció a un ritmo del 44%1 cada año durante los cinco años del Plan Quinquenal, un crecimiento incluso superior al que Corea tuvo cuando su economía recibía ayudas del campo socialista.
Las industrias locales incrementaron su participación en el producción industrial bruto desde el 12’8% en 1956 hasta el 31’9% en 1960. Esto se realizó, sobre todo, a través de la iniciativa local de la población campesina, que levantó pequeñas fábricas para explotar recursos y oportunidad existentes a nivel de base. Canalizar la creatividad y la iniciativa de las bases fue una de las claves de este impresionante movimiento.
Para hacerse una idea de la importancia de la movilización popular, basta con mirar las cifras. Durante el Plan Quinquenal, la inversión estatal en industria se repartió en 82’6% a la industria pesada y 17’4% a la industria ligera. Sin embargo, la industria pesada se multiplicó en 3’6 veces, mientras que la ligera en 3’3 veces.
Por todo esto, en pleno Pyongyang se construyó una estatua a Chollima, en homenaje a lo que se convirtió en “línea general de la construcción del socialismo en Corea”. Un trabajador aparece sentado sobre un caballo alado, sosteniendo un libro, que representan las ideas revolucionarias. La Siderúrgica de Kangson, donde nació el movimiento, fue renombrada como Siderúrgica Chollima.
Chongsan-ri y Dean, otra forma peculiar de socialismo
El movimiento Chollima tenía como bases las iniciativas y esfuerzos de la base. Esto chocó con la manera de dirigir y organizar la Economía que existía en Corea hasta el momento.
El Partido del Trabajo de Corea era consciente de ello y comenzó a buscar formas de transformar la organización y estructura de dirección de la economía. En 1960, Kim Il Sung decidió visitar por sí mismo una cooperativa, para vivir y trabajar con los cooperativistas y poder detectar los fallos de funcionamiento. Eligió la cooperativa Chongsan-ri, en las afueras de Pyongyang, por ser una granja con un nivel de desarrollo bajo.
Kim Il Sung permaneció 15 días en la cooperativa, supervisando el trabajo de dirección y corrigiendo algunos métodos incorrectos, para agilizar e incrementar la comunicación entre diferentes áreas de trabajo. Especialmente, trabajó el papel de las células del partido dentro de la cooperativa. Durante 1960, Kim Il Sung visitaría 39 veces Chongsanri, para comprobar cómo se aplicaban los cambios y papra traer nuevas iniciativas.
Toda la metodología elaborada durante sus visitas pasó a denominarse el método y espíritu de Chongsan-ri y se sistematizó, creando un nuevo esquema de trabajo agrícola en el país.
El método Chongsan-ri enfatiza la importancia de que los órganos superiores se relacionen con los inferiores. De hecho, se exige, como tarea de los órganos superiores, bajar hasta los puestos de trabajo del inferior y conocer la realidad y los problemas existentes.
El método Chongsan-ri considera que la labor fundamental es la labor política con los trabajadores y campesinos. La participación de las masas en todo el proceso de decisión es fundamental para involucrarlas. También es necesario canalizar su entusiasmo para llevar adelante las tareas, primando la movilización popular sobre el trabajo mecanico y burocrático.
Por último, el método Chongsan-ri también propone incentivos materiales (primas, salarios extra) por objetivos, pero nunca de manera individual. Se premia a los sub-grupos de trabajo, que son pequeñas unidades de trabajo de hasta 15 personas con tareas muy concretas. Esto permite conocer quién trabaja bien y quién no y que el propio grupo corrija a los que tienen un trabajo menos eficiente. Premiando a todo el sub-grupo se trata de evitar el individualismo, a la vez que se fomenta la cooperación para conseguir determinados objetivos.
Kim Il Sung resumía así el método Chongsan-ri:
“Los aspectos esenciales del método Chongsan-ri son que los órganos superiores ayudan a los inferiores, los superiores asisten a sus inferiores y siempre bajan al lugar de trabajo para conocer las condiciones reales que existen y dar soluciones correctas a los problemas. Este método prioriza la labor política, es decir, trabajar siempre con la gente en todas sus actividades, dando vía libre al entusiasmo consciente y a la iniciativa creadora de las masas para asegurar el cumplimiento de las tareas revolucionarias.”
Un año después, Kim Il Sung repite el experimento en la Plánta de Maquinaria Eléctrica Daean. El sistema Daean se aleja del tradicional modelo de dirección soviético, que daba responsabilidad individual por la dirección de las empresas industriales.
Bajo el sistema Daean, la dirección de la fábrica se divide en tres áreas: el comité del partido, el departamento técnico (es decir, los ingenieros y expertos) y la administración de la fábrica, que responde ante la Asamblea de Obreros.
El sistema Dean ve como esencial la participación obrera y la dirección y movilización política del partido revolucionario. Resta importancia a la dirección administrativa de la fábrica, pero sin quitarle competencias a los expertos técnicos.
Es una racionalización que se edifica sobre las necesidades reales que surgen con la aplicación del Movimiento Chollima. No sólo se buscaba fomentar la participación y el entusiasmo consciente, sino ser capaces de canalizarlo dentro de la planificación centralizada. De ahí, el papel central del comité del partido dentro de la fábrica.
Este comité se elige en Conferencia de entre todas las células de la fábrica, con un debate abierto y la participación de todos los obreros, no sólo los militantes. El Comité debe asegurar una dirección colectiva, como requisito esencial para poder ejercer sus funciones.
Los métodos Chongsan-ri y Daean se convirtieron, desde entonces, en las bases de la organización política y económica de Corea. Progresivamente, los métodos de planificación y organización se fueron perfeccionando, pero las líneas políticas básicas son las recogidas en estos dos métodos.
De hecho, el artículo 15 de la Constitución dice lo siguiente: “El Estado aplica la línea de masas y materializa en todos sus trabajos el espíritu y el método Chongsanri, consistentes en que los [órganos] superiores ayudan a los subalternos, se compenetran con las masas para encontrarles la solución a los problemas y estimulan su entusiasmo consciente dando prioridad a la labor política, la labor para con la gente”
El control popular: las bases de la democracia socialista
[b]En Corea, la participación de los trabajadores y cooperativistas a todos los niveles es fundamental. Es imposible comprender el espíritu democrático y socialista de los órganos de poder en Corea si no se entiende que estos órganos no son sólo cámaras de representantes, sino entidades que llevan a cabo un trabajo político y permiten la participación constante de las masas. Es decir, los órganos rompen con el esquematismo del parlamentarismo burgués. Si únicamente viésemos en el organigrama político de Corea una serie de instituciones elegidas por sufragio, estaríamos quedándonos con una parte muy reducida.
Es muy importante la participación de los trabajadores en su centro productivo o cooperativa. Cada cooperativa y cada fábrica tiene los siguientes órganos de dirección: la Sesión Plenaria o Conferencia de Delegados, el Comité de Dirección y el Comité de Supervisión.
Sesión Plenaria o Conferencia de Delegados
El órgano legislativo superior es la asamblea de todos los trabajadores de la empresa o de la cooperativa. Una convocatoria de Sesión Plenaria se realiza a todos los miembros y para ser legítima ha de contar con la participación de al menos la mitad más uno.
En algunas ocasiones, la Sesión Plenaria puede ser sustituida por una Conferencia de delegados si la mayoría de miembros no van a poder acudir a la sesión (por ejemplo, en el caso de las cooperativas, en los picos de trabajo de la cosecha,…). Se eligen delegados y al menos dos tercios de los mismos han de acudir a la conferencia para que ésta sea legítima.
La Sesión Plenaria y la Conferencia de Delegados tienen la misma legitimidad y las mismas funciones:
Legislar todo lo relativo a la producción, construcción, distribución, intercambio, crédito, educación, fondos de bienestar, salud, estado anual de las cuentas y distribución de los salarios.
Organizar los equipos de trabajo y los objetivos de producción.
Dirigir las relaciones de la fábrica o la cooperativa con otras instituciones, como puedan ser las estaciones de maquinaria agraria.
Autoridad para admitir, expulsar y sancionar a los miembros de la cooperativa.
Comité de Dirección
Es el órgano ejecutivo, encargado de llevar a cabo todas las resoluciones adoptadas en la Sesión Plenaria o la Conferencia de Delegados. Se elige un Comité de Dirección cada año, a través de voto secreto. No es necesario pertenecer a ninguno de los tres partidos políticos existentes en Corea para ser elegido miembro del Comité de Dirección.
El Comité cuenta con entre 9 y 26 miembros electos. De entre ellos, se elige un presidente, dos vicepresidentes y un jefe técnico, que generalmente es un experto y se encarga de introducir y supervisar todos los aspectos tecnológicos.
El Comité se reune ordinariamente dos veces al mes y gestiona y supervisa la producción, las finanzas e incentiva la vida cultural y material de los trabajadores.
Comité de Supervisión
Supervisa todas las actividades del Comité de Dirección, incluyendo la gestión, las finanzas, los créditos y alcanzar las metas de producción. Está formado por entre 5 y 15 miembros, elegidos por voto secreto. Miembros de una misma familia no pueden pertenecer al Comité de Dirección y al Comité de Supervisión.
Por otro lado, la misma Constitución reconoce el derecho de todo a ciudadano a”presentar su queja o petición. El Estado debe procurar que las quejas y peticiones sean analizadas y respondidas imparcialmente según lo establecido en las leyes.” (art. 69). Existen centros estatales donde los ciudadanos pueden reclamar sus derechos, presentar quejas y hacer solicitudes.
Finalmente, la participación en la vida pública está asegurada a través de las organizaciones de masas (sindicatos, organizaciones culturales, feministas, juveniles,…) y a través de las elecciones a las asambleas de todos los niveles. En cada lugar se hacen reuniones y debates abiertos a través de los que se nominan candidatos. Una vez elegido un candidato por cada unidad territorial, se hace una elección de una lista única, con los candidatos de todo el país, para reafirmar la unidad y el apoyo en torno al socialismo. Participan en las elecciones todo ciudadano con 17 años o más, ya resida dentro o fuera de Corea. Los coreanos residentes en Japón tienen también derecho a voto y a ser elegidos.
La lista unificada suele contar con una participación y un apoyo superior al 90% y en la Asamblea Popular Suprema la mayoría de diputados son políticos no profesionales y de clase obrera o campesina. Entre los diputados hay hombres y mujeres, militantes de los tres partidos, representantes de la Juventud y de todas las organizaciones de masas, personas de la cultura,… etc
Es importante entender que, más allá del procedimiento por el que se eligen, lo que verdaderamente hace socialista y democrático el sistema es el compromiso que los órganos de poder tienen con los intereses de la clase obrera y el pueblo.
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Las reformas agrarias
Como ya he comentado anteriormente, la propiedad de la tierra era uno de los grandes problemas de la Corea pre-revolucionaria. Los terratenientes, que suponían el 4% de la población, poseían el 58’2% de las tierras ocupadas.
Por eso, una de las reivindicaciones campesinas era la redistribución de las tierras. En marzo de 1946, menos de un año después de independencia, el gobierno revolucionario decretó la primera reforma agraria.
La primera reforma agraria siguió la consigna: “la tierra para quién la trabaja”. Se confiscaron tierras de los colaboracionistas (1’3% sobre el total de tierras redistribuidas), gobierno japonés (11’3%), tierras permanentemente en arriendo (62’1%), organizaciones religiosas (1’5%) y toda propiedad superior a 5 hectáreas (23’8%).
Se prohibió la venta y alquiler de las tierras redistribuidas y se cancelaron las deudas de los campesinos con los terraternientes. La redistribución las llevaron a cabo los Comités Populares -órganos de poder local- y los Comités Agrarios -elegidos en asamblea de campesinos.
La reforma también reducía la cuantía de los impuestos hasta un 25% del valor de la cosecha. 724’522 familias se beneficiaron de la redistribución, recibiendo alrededor de 1 millón de hectáreas de tierra, sobre el 1’800’000 hectáreas cultivables con las que contaba Corea del Norte.
Los antiguos terratenientes también recibieron parcelas, pero en una provincia diferente a la de su lugar de origen. Fue la única reforma agraria de todo Asia que se realizó sin derramamiento de sangre.
Sin embargo, los efectos de la reforma se vieron afectados por la destrucción de la guerra, que entre 1950 y 1953 devastó el país. La guerra abre dos procesos en el agro norcoreano: por un lado, se crean algunas cooperativas de ayuda mutua para hacer frente a la escasez de materiales y medios, por otro lado, el gobierno coreano hace frente a la escasez de alimentos tomando en propiedad el 8’5% de las tierras, con lo que adquiere una experiencia muy útil en cuestiones de dirección.
En 1953 finaliza la guerra e, inmediatamente, el gobierno revolucionario comienza a impulsar la cooperativización. La cooperativización se da en tres etapas: experimental (1953-54), principal (1954-56) y de consolidación (56-58).
En la etapa experimental, se creó una cooperativa con campesinos pobres en cada kun (municipio). El Estado las utilizó como granjas modelo en las que aplicó las técnicas de la agricultura moderna (tractores, fertilizantes, electrificación,…) y envió ayuda desde la ciudad en los picos de las cosechas. El rendimiento en estas cooperativas fue muy superior al que tenían antes del proceso. Esto supuso un fuerte impacto para los campesinos del kun, que vieron por sí mismos las ventajas de la cooperativización.
En cuanto las granjas modelo estuvieron asentadas, se lanzó el movimiento a escala total hacia la cooperativización. Mediante un fuerte trabajo militante y una intensa campaña de movilización política, los campesinos comenzaron a crear cooperativas en todo el territorio del país. Se dio a elegir entre tres modelos de cooperativa a los campesinos, cada uno con diferentes grados de colectivismo. Ya desde el primer año de la cooperativización, el 54% de los campesinos optó por las granjas colectivas de tipo socialista, lo que demuestra el entusiasmo que existía en Corea bajo este movimiento.
Además, durante este proceso, la producción no se resintió apenas. La producción de arroz bajó ligeramente entre 1953 y 1954, pero el global de producción de cereal entre 1953 y 1958 aumentó desde 2’327 millones de toneladas hasta 3’7 millones de toneladas: un incremento sin precedentes en la historia del país. ¿Cómo fue posible? Sólo mediante un apoyo gubernamental desde el principio del proceso. Las obras de infraestructura durante este periodo fueron enormes, duplicándose el número de hectáreas irrigadas. También aumentó el número de estaciones de tractores, pasando de 15 a 70. De esta manera, no se entendió la agricultura como una fuente de acumulación para la industrialización, sino como una de las “piernas” sobre las que debía “caminar” el país.
En la tercera etapa de la cooperativización, se fundieron las cooperativas en unidades más grandes, para distribuir mejor los cuadros y facilitar la mecanización, aprovechando las ventajas de la agricultura de gran escala.
Una década más tarde, en los años 60, el Partido del Trabajo de Corea aprueba las Tesis Rurales, que serán las últimas grandes modificaciones de la estructura agraria del país. Con ellas, la agricultura norcoreana se vuelve intensiva, requisito básico para un país con tan sólo un 18% de terreno cultivable y que busca la autosuficiencia. Durante los siguientes 25 años, el norte de Corea se convertirá en uno de los territorios con una agricultura más intensiva, a través de la mecanización casi total de la agricultura, el uso de fertilizantes y la electrificación completa del país.
Con las Tesis Rurales, se descentraliza y da poder al kun (municipio). Esta descentralización no va contra la planificación, sino que la refuerza, dando mayor realismo y aprovechando mejor las oportunidades y recursos locales. Los órganos de poder estatales se entienden desde el centralismo democrático. Por eso, se cuenta constantemente con la opinión y la participación del poder local, pero en última instancia, las decisiones centrales son obligatorias para todos. Por eso, se consigue una armonía entre los intereses de todo el país y las posibilidades de la base.
Con las Tesis Rurales, se aprovechan los recursos locales y se satisfacen sus necesidades. Esto se traduce en un esfuerzo por llevar la vida urbana al campo. Cada kun agrupa 20 cooperativas, 15.000 hectáreas de tierras cultivadas, unas 10 industrias locales y una o dos industrias centrales a cargo del gobierno central.
Además, las Tesis Rurales también introdujeron un cambio importante en la estructura de trabajo. Se crearon varios grupos de trabajo en cada cooperativa. Cada grupo de trabajo se especializa en una tarea: frutas, vegetales, animales, sericultura,… Se organizan en función de las habilidades individuales de cada miembro y de la proximidad geográfica, buscando siempre incrementar al máximo la eficiencia. Cada grupo de trabajo tiene entre 50 y 100 miembros.
A partir de 1965, todos los grupos de trabajo pasaron a contar con sub-grupos, encargados de tareas mucho más específicas. Todas las personas pertenecientes a un grupo de trabajo trabajan en un sub-grupo, compuesto por entre 10 y 20 trabajadores. Los sub-grupos de trabajo pasaron a estar encargados de unas tierras, unas tareas y unos intrumentos de producción. De esta manera, se pasó a valorar el trabajo diario no en función de grupos amplios de 50 o 100 personas, sino de grupos reducidos con tareas muy concretas. La valoración no es exclusivamente individual, sino fundamentalmente colectiva. De esta manera, todos se preocupan por el resultado final del trabajo. Además, se premia no sólo cumplir una cuota de producción sino la calidad del producto y la eficiencia.
Todo esto, creó una agricultura intensiva en Corea que fue superando sus propios records año a año. La cosecha de cereal en 1960 fue de 3’8 millones de toneladas y alcanzó los 8 millones de toneladas en 1976. Tres años más tarde, la cifra ascendió a 9 millones de toneladas. En 1984 se alcanzaron los 10 millones de toneladas, un auténtico hito que convertía a Corea del Norte -que había partido de condiciones de enorme miseria y con muy malas condiciones para la agricultura- en un país autosuficiente en cuanto a alimentación.
La Medicina Socialista
Desde 1954, toda la medicina en Corea es gratuita. Esto incluye consulta, análisis, tratamientos, intervenciones quirúrgicas, comidas, hospitalización, sanatorios,… etc
El sistema sanitario está establecido a todos los niveles, con centros nacionales, provinciales, de ciudad, distritales y de las cooperativas. También existen clínicas en los centros de trabajo, incluyendo fábricas, oficinas y granjas. Existen numerosos centros especializados. Sin duda, dentro de ellos, los más destacados son los de maternidad, pediatría y geriátricos, con numerosas clínicas en todo el país. Sin embargo, también existen centros especializados en oncología, salud estomacal, salud reproductiva y sexual,… etc
El servicio asistencial no se reduce a los hospitales, sino que también tienen una estructura zonal: muchos médicos trabajan fuera de los centros hospitalarios y están encargado de un determinado número de pacientes, asignados por un criterio territorial. Ya en los años 60, cada uno de estos médicos era responsable de 600 ciudadanos. Bajo este sistema, los galenos acuden regularmente a comprobar la salud de los habitantes, no sólo desde una perspectiva curativa, sino especialmente preventiva: condiciones de vida, condiciones de trabajo, aspectos higiénicos, aspectos culturales,… etc El médico se convierte en un agitador en cuanto a cuestiones de higiene y condiciones de vida.
Por eso, en Corea se hace mucho hincapié en la medicina preventiva. De la medicina occidental critican que es exclusivamente curativa y basada en intervenir o eliminar cuando ya existe una patología. En Corea, tratan de fortalecer a los sanos y prevenir que contraigan enfermedades.
Además, se han hecho numerosos estudios sobre la medicina tradicional asiática, buscando fundamentos científicos que permitan aplicaciones a la medicina contemporánea. Gracias a ello, se han conseguido métodos para curar deficiencias oculares, neuralgia, cálculo biliar, hemorragia cerebral, quemaduras graves,… sin los efectos invasivos sobre el organismo que provoca la medicina occidental.
No sólo eso, sino que muchas de las enfermedades que sufrimos en Occidente se originan en las dinámicas de vida y trabajo que nos impone el capitalismo. Por eso, el remedio únicamente puede estar en fomentar unas condiciones saludables. Esto es imposible bajo el capitalismo, pero no en el socialismo. Cito sólo un ejemplo: en Corea, todo trabajador tiene la posibilidad de ir de forma gratuita a spas y sanatorios.
Una vida activa en cuanto a deportes y otras actividades, también contribuye a la salud de los coreanos.
Existen numerosos centros de investigación especializados en Ciencias Médicas, así como laboratorios farmaceúticos, de distinto tamaño. Por ejemplo, en Pyongyang existe un laboratorio de gran envergadura y decenas de laboratorios medianos y pequeños.
En 1945, en Corea existían 85 hospitales. 18 años después, y a pesar de la guerra, sólo en Corea del Norte, ya se habían construido 500 hospitales más. En 1944, por cada 10’000 habitantes, había 1,2 camas de hospital; en 1986, el número ascendía a 135’9. En 1944, había 0,5 médicos por cada 10’000 habitantes, en 1995 el número ascendía a 29’7.
Todo esto hizo que la esperanza de vida ascendiese de los 38’4 años a 74’5 en 1995. Además, se han conseguido erradicar enfermedades epidémicas como el cólera, la encefalitis o el tífus. Desde 1958, no existen enfermedades venéreas y Corea del Norte es el único rincón del planeta sin ningún caso registrado de SIDA.
El logro tiene más mérito, conociendo las difíciles condiciones climáticas, el bloqueo internacional y la continua amenaza de guerra, que hace que se tengan que desviar numerosos recursos en gastor militares.
La Educación
La Educación siempre formó parte del proyecto comunista para Corea. Bajo el régimen colonial, los coreanos eran apartados sistemáticamente de la mayor parte de los tramos de la enseñanza. Como consecuencia, cuando Corea del Norte consiguió la independencia, tan sólo 9 personas tenían estudios superiores, mientras 2’3 millones sufrían el analfabetismo.
En noviembre de 1945, el gobierno provisional revolucionario decidió abrir un Bureau de Educación. Se pusieron las bases del sistema de educación democrática, que se definió como un derecho universal con la misma posibilidad de acceso para todas las personas, “independientemente del lugar de procedencia, el género y con igual educación para igual edad.” Entre las primeras medidas del gobierno estuvo la de reconvertir varias empresas en fábricas de lápices.
Se revisó completamente el programa escolar y se introdujeron materias nunca vistas en la historia de Corea: aquellas que buscaban la formación física y estética de los jóvenes. Se revisó la metodología, incidiendo en formar un sentido crítico y creativo, a través de la persuasión y no de la imposición. La nueva ley de educación garantizó que ningún niño tuviese su escuela a más de 4 km de su lugar de residencia.
La primera gran campaña educativa fue la alfabetización. Para ello, se movilizó a todo el país. Muchos trabajadores y campesinos donaron dinero para construir escuelas, mientras que los políticos de los diferentes partidos y otras personas de la administración se ofrecieron a enseñar en estas escuelas. En la primavera de 1949, una inmensa multitud declaró en Pyongyang que Corea del Norte era el primer territorio en Asia libre de analfabetismo. Mientras tanto, 11 millones de personas seguían padeciendo esa lacra en Corea del Sur.
Durante la guerra, se construyeron miles de escuelas subterráneas y, en cuanto la situación se estabilizó en el frente, muchos soldados volvieron a sus estudios.
Tras el fin de la contienda, se hizo un esfuerzo gigantesco por construir una nueva red educativa de primaria y secundaria. En 1956, el 100% de los alumnos en edad escolar pudieron ser matriculados en primaria y, dos años más tarde, todos fueron admitidos también en secundaria. Ese mismo año, toda la enseñanza fue declarada gratuita, incluyendo material de texto, excursiones, actividades extraescolares y socio-políticas… etc
En los años 60, la Educación en Corea se vuelve técnica. La inversión estatal en infraestructura educativa creció y los ministerios relacionados con la producción pasaron a incluir en sus presupuestos una parte dedicada a dotar a la enseñanza de todo tipo de objetos y maquinas de la tecnología más reciente. La Educación obligatoria dura en ese momento 9 años.
En los años 70, se extiende la duración de la Enseñanza obligatoria a 11 años y se aprueban las Tesis de la Educación Socialista. La educación tiene desde entonces un objetivo capital: formar revolucionarios, dotados de un fuerte sentido crítico, creativo y de independencia. Se rompe con la clase magistral y el aula como única forma de enseñanza y se busca que los alumnos vivan y experimenten por sí mismos.
Juega un papel muy importante la Liga de la Juventud Socialista, que agrupa a la mayoría de jóvenes del país y organiza todo tipo de actividades socio-políticas. No se corrigen los malos comportamientos a través de la sanción o el castigo, sino a través de la crítica y la autocrítica.
Además de los 11 años de educación obligatoria, en Corea, los más pequeños disfrutan de jardines de infancia y casas cuna totalmente gratuitos. Existen más de 60 Palacios de los Niños y los Escolares en todo el país, que son centros gigantescos para todo tipo de actividades extraescolares (música, deporte, pintura, teatro), sin ningún coste. Hay escuelas especializadas para niños con dificultades, superdotados y talentosos.
En Corea, la primera universidad se creó en 1946, en Pyongyang. La Universidad Kim Il Sung es, a día de hoy, una gigantesca ciudad universitaria dentro de la capital, con 15 facultades, más de 100 cátedras, 60 gabinetes de estudio, 10 institutos de investigación, áreas culturales y deportivas y más de 12’000 estudiantes. Si bajo el periodo colonial Corea no tenía ninguna universidad, en 1994 ya había 280. Más de 2 millones de personas se han licenciado en las distintas universidades del país. La mayor parte del resto de personas, ha estudiado otras modalidades de estudios superiores.
Además, la educación en Corea no es únicamente un periodo concreto de la vida de todo ciudadano, sino que existe una importante red de centros de educación para adultos. Incluyen clases por la tarde y nocturnas, cursos por correspondencia, institutos de fábrica y numerosas posibilidades para combinar trabajo y estudios. Todo esto ha tenido una enorme importancia a lo largo de la historia de Corea, ya que el país partía de una situación de completo retraso. Mediante campañas masivas de educación para adultos, se consiguió primero que todo el mundo obtuviese un certificado de graduado primario y, después, de graduado secundario.
A partir de 1980, el objetivo de Corea es intelectualizar a toda la sociedad. ¿Cómo? Un ejemplo: en 1981, 126 mineros de la mina Kumsan recibieron educación superior en la modalidad de estudio sin apartarse de la producción. Recibieron el título de auxiliar de ingeniero. Todos los graduados recibieron permiso para apartarse de la producción durante un año y completar sus estudios en cursos específicos preparados por la Facultad de Tecnología de la Universidad de Ryongyang.
Se abrieron numerosos centros, entre los que destacan la Biblioteca de la Universidad Kim Chaek o el Gran Palacio de Estudios del Pueblo, gigantesca biblioteca con más de 600 salas y 30 millones de libros.
A través de todos estos esfuerzos, Corea ha conseguido transformar completamente el nivel cultural y técnico del país, pasando de ser un país con arados romanos a enviar satélites al espacio y construir reactores nucleares.
Otros logros de la Revolución en Corea
[b]Durante sus 61 años de historia, al República Popular Democrática de Corea ha logrado muchas conquistas para su pueblo. Vamos a repasar algunas de ellas:
En Corea, todo el mundo tiene derecho al trabajo: no existe desempleo. Se aseguran condiciones laborales estables en los trabajos que cada cual elige libremente y para los que es apto. La jornada es de 8 horas, con posibilidad de reducción para determinados casos. Se garantiza el derecho al trabajo, las vacaciones pagadas y la estancia en establecimientos culturales y casas de descanso y sanatorios a expensas del Estado. Las empresas cuentan con equipos deportivos, culturales y de ocio.
Existen pensiones por vejez, enfermedad e invalidez. Los ancianos y los niños huérfanos reciben cuidado gratuito a cargo del Estado. La edad de jubilación son los 60 años para los hombres y los 55 para las mujeres, de forma voluntaria. Los ex-combatientes de la Revolución y de la guerra contra el imperialismo reciben protección especial por parte del Estado.
En Corea del Norte se enfrentaron al problema de vestir a toda la población, tarea que no estaba resuelta cuando se fundó la República Popular Democrática. El propósito desde el inicio fue ser autosuficientes en la producción textil, lo que podía entrar en contradicción con la autosuficiencia alimentaria, pues la escasa superficie cultivable hacía que fuese necesario elegir entre cultivar cereales o cultivar algodón. La solución que encontró Corea fue desarrollar una fibra sintética a partir de la antracita: el vinalón. La antracita es muy abundante en todo el país, por lo que Corea pudo resolver simultáneamente el problema de la alimentación y de la vestimenta.
Además, se han hecho muchos avances en resolver el problema de la vivienda, que es asignada por el Estado a cambio de un pequeño alquiler. En Corea abundan las grandes torres de apartamentos, con viviendas unifamiliares grandes; generalmente, por encima de los 100 metros cuadrados. Las viviendas campesinas son gratuitas y no es necesario pagar ningún alquiler.
También, el Estado subsidia la alimentación, los libros, la ropa escolar y del trabajo, los viajes para actividades socio-políticas,… etc Los precios son únicos en todo el país, de forma que el mismo artículo tiene el mismo precio en todo el territorio. Además, la variación de precios se realiza generalmente una vez al año y es mínima, creando una sensación de estabilidad.
En el país, funcionan de forma estable muchas organizaciones sociales de masas. En ellas participan de forma voluntaria gran cantidad de coreanos. Ya en los años 80, la Federación General de Sindicatos contaba con más de 1’600’000 miembros. La Unión de Trabajadores Agrícolas, por su parte, contaba con 1’300’000, mientras que la Unión de Mujeres Democráticas agrupaba entonces a 200’000 militantes. Además, existen todo tipo de organizaciones juveniles, culturales, de artistas, profesionales, de solidaridad internacionalista, estudiantiles, religiosas, por la paz, jurídicas,…
Corea es el único país del mundo en el que no existen impuestos. Esta medida se tomó en abril de 1974 y era una de las principales luchas que habían llevado a cabo los campesinos. De esta manera, el Estado se financia únicamente a través de las empresas estatales y el comercio exterior.
Por otro lado, Corea es un país con una alta protección del Medio Ambiente. Existen comités de protección del Medio Ambiente a todos los niveles y en todas las zonas del país. Pyongyang es un ejemplo de ciudad llena de zonas verdes. De hecho, al menos cada seís metros hay un árbol y a cada ciudadano le corresponden más de 48 metros cuadrados de zona de verde, lo que la convierte en la ciudad con más zona verde por habitante del planeta. Expulsa tres veces más oxígeno del que consume.
Sin tratar de hacer un repaso completo, estos son algunos de los derechos y de las conquistas del socialismo coreano en sus 61 años de historia. Pasamos ahora a analizar las tareas actuales de la Revolución.
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La Revolución Coreana hoy
Para entender la Revolución Coreana hoy es necesario analizar el periodo que le precede: la crisis de los años 90. Durante el periodo 1953 – 1990, Corea vivió una larga senda de crecimiento ininterrumpido. A partir de 1991 comienza un estancamiento, que tras 1995 se convierte en crisis abierta y recesión económica. En 1998, tras los tres años más difíciles para la Revolución -más incluso que los años de la Guerra- el país comienza de nuevo a recuperarse. Sólo en 2008 el país retoma la ofensiva y consigue poner en marcha un plan quinquenal de crecimiento, el tercero de su historia, que pretende construir las bases de una futura potencia económica y científica.
La crisis de los años 90
El gran problema que lleva a Corea a una crisis sin precedentes fue la agricultura. El desarrollo agrícola siempre ha sido problemático en la parte norte de Corea, ya que es una zona muy poco propicia para esta actividad, debido a los inviernos largos y a que las tierras son montañosas y poco fértiles. De hecho, mientras Corea fue un país unido, el sur era quien abastecía de alimentos a la parte norte de Corea.
El reto de la Revolución Coreana no fue sólo desarrollar una agricultura moderna sobre una base natural inadecuada, sino convertir a Corea en un país auto-suficiente en la producción de cereales. Para ello, las inversiones agrícolas fueron masivas: tractores, electrificación, fertilizantes, mecanización,… Se conforma una agricultura intensiva que consigue algunos de los mayores rendimientos por hectárea del mundo. Es decir, Corea del Norte no sólo consigue multiplicar su cosecha total, sino en una hectárea en Corea se consigue más productividad que en la mayoría de países.
Por ejemplo, la producción de arroz por hectárea en 1980, según la FAO, era la siguiente:
Kilogramos de arroz por hectárea
Media mundial
2’451
Estados Unidos
4’935
Japón
5’128
Unión Soviética
4’217
China
4’163
Corea del Sur
4’918
Corea del Norte
6’000
Entre 1965 y 1990, el agro norcoreano creció a una media de un 5’1% cada año, mientras el resto del mundo crecía a una media de un 2’2%. Esto convierte a Corea del Norte en una excepción entre los países subdesarrollados.
Sin embargo, el modelo de agricultura norcoreano es autodependiente, es decir, el rendimiento agrícola depende completamente del constante suministro de productos industriales: fertilizantes, maquinaria, electricidad,… etc.
En 1991, cae la Unión Soviética, dos años después de la contrarrevolución en los países socialistas del Este de Europa. Los antiguos países socialistas rompen unilateralmente todos los contratos comerciales con Corea del Norte, que pierde a sus principales socios internacionales. El problema se vuelve muy grave porque para Corea del Norte desaparece su fuente de abastecimiento de petróleo.
Sin petróleo, se paralizan los tractores y se dificulta el transporte. Además, los hidrocarburos son necesarios en la producción de determinados químicos y fertilizantes. Todo esto supone un importante contratiempo para Corea, que sin embargo, consigue mantener una productividad elevada a través de la movilización de los trabajadores.
La principal solución se encuentra en buscar importaciones de petróleo en el exterior. Varios son los países dispuestos a vender petróleo a Corea, como es el caso de Irán. Sin embargo, Estados Unidos sabe que Corea está herida y trata de aprovechar esta ocasión única e irrepetible para abortar el proceso revolucionario. Por eso, bajo la excusa de las supuestas “conexiones terroristas” del “régimen de Pyongyang” y de las “ambiciones nucleares”, inicia un bloqueo naval que impide a los barcos coreanos abastecer al país.
Las sanciones y el imperialismo son dos de los factores sine qua non de la crisis de los años 90. A día de hoy, Corea ya ha establecido sistemas para esquivar las sanciones y abastecerse de un mínimo de materias primas. Sin embargo, la crisis de los años 90 pilló a Corea sin ningún tipo de previsión y sin divisas internacionales.
Si todos los factores anteriormente descritos -caída de los principales socios comerciales, bloqueo económico y una agricultura muy dependiente de materias primas de las que se carece- ya son suficientes para desesquilibrar cualquier economía, en Corea a todo esto se le sumó un cuarto factor: tres años seguidos de catástrofes naturales, que devastan las cosechas y la infraestructura agrícola.
Esto provoca que entre 1995 y 1998 haya tres años de tragedia en Corea, con una reducida cartilla de abastecimiento, cortes continuos de electricidad y la emigración familias coreanas a China, por el empeoramiento de la situación económica. Se dan muertes, pero no por inanición, sino por el efecto que una mala alimentación tiene sobre personas de por sí débiles (ancianos, enfermos crónicos,…). Las cifras están muy lejos de lo que el sensacionalismo occidental cuenta con fines propagandístico
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[li]Mensaje n°2[/li][/ul] Re: 61 años de Revolución en Corea
por Pyongyang el Lun Feb 01, 2010 11:03 pm
b) Plan económico a medio y largo plazo para la auto-suficiencia energética, minimizando la economía dependiente del petróleo. Son muy importante las grandes obras de infraestructura rural, como los canales por gravitación natural (el agua avanza por la inclinación del canal, no por bombeo eléctrico; algunos de estos canales tienen entre 80 y 200 km de largo) y las grandes presas hidroeléctricas, principal fuente de energía eléctrica.
c)Retoques en el modelo agrario, minimizando el papel de los fertilizantes químicos (por la dificultad para obtener algunos y por su efecto erosivo) y utilizando en sustitución abonos naturales. Se introducen nuevos cultivos (especialmente, el cultivo de la patata en zonas montañosas) y se descentralizan algunos aspectos de dirección agrícola.
d)Continuismo en la estrategia general de desarrollo socialista, aunque enfocando más la economía hacia la exportación, para obtener divisas con las que financiar la importación de petróleo y otras materias primas.
Esta es la base de la política económica norcoreana entre 1998 y 2007. Vamos a ver ahora el actual Plan Quinquenal.
El Plan 2008 – 2012: la construcción de una potencia socialista próspera
En 2008 – 2012 es el Tercer Plan Quinquenal de la historia norcoreana. El objetivo del plan es situar el norte de Corea a las puertas de ser una potencia económica, partiendo del hecho de que actualmente ya ha alcanzado un alto status en el ámbito militar y en el político.
Para convertirse en potencia económica, el plan prioriza el desarrollo tecnológico y científico y busca actualizar toda la producción norcoreana al nivel técnico de los países más avanzados. Se hace especial hincapié en la plena informatización de todos los procesos productivos.
En segundo lugar, se plantea la necesidad del desarrollo energético. Tras la crisis de los años 90, Corea del Norte no ha logrado abastecer al 100% sus necesidades energéticas. Por eso, la industria y las viviendas tienen electricidad durante las 24 horas del día, pero el servicio de iluminación nocturna en las ciudades -por ejemplo- aún es intermitente. En 2008 se concluyeron grandes presas hidroeléctricas como la Central Hidroelectrica No.1 Juventud Ryesonggang, la Central Hidroelectrica Juventud de Wonsan y la Central Hidroelectrica de Nyongwon. Sin embargo, la construcción de nuevas presas está en marcha, como la de Huichón, en el norte.
Junto a la industria eléctrica, otros tres sectores se consideran clave para el desarrollo económico norcoreano: la mineria del carbón, la metalurgia y el transporte ferroviario. Son las cuatro bases de la autosuficiencia económica.
Finalmente, una cuarta tarea prioritaria es la resolución definitiva del autoabastecimiento alimencio. Corea es ajena desde hace ya muchos años a la escasez de alimentos, pero la dificultad para obtener fertilizantes y combustible, sigue manteniendo los niveles productivos por debajo de las grandes cosechas de los años 80. El Estado lleva años poniendo en marcha un plan de grandes inversiones rurales, que incluye canales, reparación de los sistemas de regadíos -que en la práctica cubren el 100% del área cultivable del país-, y la reconstrucción y modernización total de los pueblos. La granja Taehongdan y la Granja Cooperativa de Migok han sido reconstruidas completamente y edificadas como nuevas granjas modelo, para servir como ejemplo para la modernización de todo el agro norcoreano. Taehongdan y Migok son hoy los modelos de granja socialista de Corea.
Otras muchas tareas se van a abordar durante los próximos años, como la construcción masiva de viviendas, el desarrollo de una educación interactiva, la construcción de nuevas piscifactorías, el énfasis en la cultura y los deportes,… etc Sin embargo, las principales, son la modernización tecnológica, los cuatro sectores económicos clave y la alimentación.
Las principales vías son las mismas de siempre: el colectivismo, la economía planificada y la movilización de la conciencia política de la clase obrera. Se refuerza, además, la centralización económica.
De hecho, en un acto lleno de simbolismo, Kim Jong Il visitó en diciembre de 2008 la Siderúrgica de Kanson, la misma en la que comenzó en los años 50 el movimiento Chollima. En su discurso, Kim Jong Il recordó los éxitos de entonces y pidió que se encendiera de nuevo la “llama revolucionaria”. En Corea, la línea de masas y la movilización del trabajo voluntario siguen siendo aspectos centrales del socialismo.
Sin embargo, el Plan 2008 – 2012 incorpora también algunos aspectos más cuestionables. Por ejemplo, una de las vías hacia la modernización económica es la apertura de empresas mixtas en sectores de tecnología punta. Este es un requisito para acceder a tecnología occidental.
Cerca de la frontera, se ha creado una zona de explotación conjunta entre Corea del Norte y Corea del Sur, que sirve a Pyongyang como una gigantesca fuente de divisas internacionales y una vía para exportar mercancías eludiendo el bloqueo.
También se han renovado la importancia de los cuadros y expertos dentro de la tecnología, en el marco del esfuerzo por modernizar tecnológicamente la producción.
Finalmente, está en marcha la apertura de la primera universidad con profesorado extranjero, para formar cuadros en sectores clave de la Economía moderna.
Todo esto, necesariamente, no implica una renuncia al socialismo, como no lo significó la NEP en la Unión Soviética o las reformas del Periodo Especial a Cuba. Pero es innegable que Corea es una fortaleza cercada por el imperialismo y que éste intentará aprovechar las rendijas que ahora se abren. La vigilancia revolucionaria es un factor fundamental en este momento histórico de la revolución y, por el momento, parece que los norcoreanos se lo están tomando en serio.
Un ejemplo bastante ilustrativo fue un incidente ocurrido en la zona de explotación mixta, en el que un provocador surcoreano trató de conseguir “deserciones” de trabajadores del norte hacia el sur. Lejos de aceptar su propuesta, los trabajadores denunciaron al provocador, que acabó detenido y ocasionando un problema diplomático entre las dos Coreas.
Además, Corea ha cuidado mucho que las empresas mixtas no supongan desigualdades entre la población del norte. De esta manera, las corporaciones extranjeras pagan una cantidad en divisas al Estado coreano, pero es éste quien abona a los trabajadores su salario, con escalas salariales similares a las del resto del país y con los mismos derechos y prestaciones.
Es imposible saber si Corea tendrá éxito al lidiar con los peligros de esta pequeña economía de mercado. La voluntad de preservar ante todo el socialismo es clara, tanto en el pueblo como en los líderes. Pero algunas experiencias históricas en otros países nos alertan del peligro que tiene el flujo de dinero extranjero, incluso entre las sociedades más aparentemente incorruptibles. En cualquier caso, 61 años de Revolución hacen que los coreanos merezcan, al menos, el beneficio de la duda.
La batalla de los 150 días
Durante este año 2009, Corea comenzó la “Batalla de los 150 días”, un plan inspirado en el movimiento Chollima y que intenta movilizar la participación y el esfuerzo voluntarios de todo el país durante 150 días. Este movimiento ha llegado a cada empresa y cada granja del país, para intentar “abrir la brecha del cambio” hacia la potencia económica.
Para ello, cada célula del partido ha tomado iniciativas, pero también todas las organizaciones artisticas, grupos de propaganda artistica y de agitacion artistica movil. La primera de las funciones en empresas se dio en el Complejo automovilistico Sungri, a las que siguieron giras por la Fabrica de Tractores Kum Song, el Complejo de Vinalon 8 de Febrero, el Complejo de Maquinaria de Ryongsong, el Complejo de Abonos de Hungnam, el Complejo de Maquinaria Pesada Daean,… etc
Sobre este objetivo se están volcando, por lo tanto, organizaciones políticas, artísticas, culturales y de propaganda, en un esfuerzo conjunto para conseguir acelerar el desarrollo económico.
Los resultados no se han hecho esperar: el Complejo Siderúrgico de Kangson (Chollima) ha superado en un 6% su cuota, la extracción de carbón a nivel estatal supera en un 17.8% la del años pasado a estas alturas de año, se está llevando a cabo un plan de reforestación masivo gracias a la iniciativa voluntaria de la gente y se están renovando y mejorando la organización de la mayoría de plantas eléctricas del país.
De esta manera, no sería de extrañar que este año se superasen los índices de crecimiento previstos, que el año pasado ya fueron del 7%.
Conclusión
¿Por qué debemos ser solidarios con el socialismo coreano? En primer lugar, creo que debemos recuperar el espíritu del internacionalismo proletario. El internacionalismo es un principio, lo cual quiere decir que, para los revolucionarios, es un compromiso abstracto con la construcción del socialismo en Corea y no se basa en coyunturas ni en intereses.
Debemos defender a Corea como principio general, independientemente de que en una ocasión concreta podamos estar en desacuerdo con una medida o política impulsada por su gobierno o aunque no compartamos el 100% de su proceso revolucionario.
Precisamente, eso es lo que quiere decir el compromiso del internacionalismo proletario. Además, debemos considerar que, aunque no todo lo que sucede en Corea es aplicable a un proceso revolucionario en el Estado Español o en otros países, en el marco concreto de la Revolución en Corea, quienes mejor pueden decidir son los propios revolucionarios coreanos y nuestro papel es darles nuestro apoyo.
En segundo lugar, creo que tras 61 años de construcción socialista, Corea ha dado numerosos ejemplos de su validez como modelo revolucionario. Algunos de los aspectos a resaltar son los altos niveles de participación política y social; la calidad de su educación, su sanidad y sus servicios públicos; el carácter antiimperialista de la Revolución; la abolición de los impuestos o el compromiso ecológico.
Por todo esto y por lo que he tratado de desarrollar durante el artículo, creo que los revolucionarios debemos sentir como un orgullo propio los 61 años de República Popular Democrática de Corea. Sus éxitos suman a favor del socialismo en la correlación de fuerzas internacional. Y es que tenemos que tener claro que tanto aquí como allá existe un mismo objetivo de clase: el socialismo. Esa debe ser la base de nuestro apoyo y nuestra solidaridad.
Juan Nogueira López
KFA