Indigna el desaprovechamiento masivo del material y del potencial. Que los jóvenes con condiciones y futuro vean atorada su posibilidad de volar por la incapaz gente de experiencia que ha rodeado nuestra manzana futbolística en este último para convertirla en podrida, insignificante e incapaz.
Indigna que la vara de exigencia para con el rendimiento individual sea tan baja. El plantel ofrece cantidad exagerada de nombres propios como para no ser compasivos con quienes no lo merecen. Si 3, 4 o 5 partidos malos consecutivos no son suficientes para marginar a un jugador estamos en presencia de la necedad absoluta y sin fundamentos. Lo que el DT considerará como “bancar” al jugador no hace más que seguir quemándolo y a su vez atentar contra el progreso en el funcionamiento del equipo pensando a futuro.
Indigna que todos los rivales, sin importar la camiseta, te mojen la oreja una y otra vez con las mismas armas, herramientas e intenciones. En ninguna lógica futbolística cabe que el 100% de los equipos que enfrentaste, todos de menos recursos y talento individual, le saquen jugo a tus falencias y no muestres viveza para tapar esos agujeros después de cinco partidos. Que te presionen y que te saquen la pelota con una naturalidad que asombra. Que no seas capáz si quiera de mostrar alguna rebeldía táctica para saber arrinconarlos a la fuerza cuando estás en desventaja. Almeyda ha tenido la tremenda y asesina facilidad de emparejar la jerarquía de los nombres propios con sus planteos, y fueron las arremetidas individuales de sus máximos exponentes adentro de la cancha los que cambiaron la ecuación y quienes son los grandes responsables de que hoy River mantenga una posición expectante en el campeonato.
Indigna el toqueteo intrascendente hacia atrás o a los costados sin otra búsqueda que vaya más alla de la comodidad de quienes te enfrentan, sumada a la exasperación de quienes lo padecemos. Existe la circulación de la pelota con la mira puesta en la búsqueda/generación de espacios, y en contrapunto también puede existir la ridiculez que propone River con el lema de salir jugando de esta manera. Esto no es intentar jugar ni pregonar el fútbol que históricamente nos ha caracterizado como nos quiere hacer creer el entrenador, esto es arriesgar innecesariamente de más y sin ningún sentido, jactándose en los micrófonos de una verdad totalmente alejada de la realidad.
Indigna la soledad de Cavenaghi, la incomodidad de Maidana, que Chichizola la toque más veces con el pie en un tiempo que el Chori Domínguez, el desaprovechamiento de Ocampos jugando más tiempo lejos del area que cerca, la impotencia de un Sánchez que era un relojito en el trabajado Godoy Cruz para pasar a ser un cúmulo de improvisaciones en este equipo, la timidez de Díaz para no revelarse y darse cuenta de que tiene que pasar y pasar, la inutilidad universal de Alayes y la falta de sentido general a la hora de jugar. River avanza en el campo por lógica y decantación. Salvo por una inspiración individual sacada de la galera, siempre hace el pase cantado en los ataques posicionales y paga caro con errores infantiles y básicos en defensa. Todavía no aprendió a marcar ni a posicionarse cuando no tiene la pelota, por lo que pretender que sepa lo que debe hacer cuando la posee suena hasta risueño.
Indigna este River de Almeyda, y genera una impotencia superlativa. Perder otro año de nuestras vidas en esta divisional con este plantel será una vergüenza totalmente similar a la producida luego del descenso. Espero que reaccionemos a tiempo…